Partida Rol por web

- No pretendia que nos guiasemos con un mechero, sino con él ensender velas y asi conseguir iluminar la habitación, si las luces se apaga, esperemos que el viento que hace no sea suficiente para apagar las velas

La conversación con Sarah había terminado abruptamente y no habíamos conseguido mucho. Se limito a decir que “ella” venia. Muy posiblemente con “ella” se refería a la versión zombie de Liz que venía con intenciones de descuartizarnos.

No creo que pudiésemos hacerle frente, menos con el problema de las lucen que poco a poco se iban apagando.

Deberíamos alejarnos de esta habitación, tal parece que algo malo nos pueda suceder si nos quedamos en la oscuridad. Estoy de acuerdo con que avancemos por esa puerta, no tiene sentido retroceder.

Da igual si nos quedamos aquí o nos vamos, sea quién sea quien venga nos encontrará si esa es su intención. 

Pero... No le demos tantas facilidades. Salgamos de aquí

Desde luego que sí, continúemos. Yo no quiero quedarme aquí a ver si la que viene sabe manejarse en la oscuridad o no. Está claro que yo no, así que lo mejor será correr.

Preferí no darle más importancia al encontronazo que tuve con David, no nos serviría de mucho y si continuaba por ese camino no saldríamos bien parados.

Solo espero que si la casa tiene que llevarse a alguien sea a él.

- Marta, cuando quieras- digo, señalando la puerta con la cabeza-.

Parece claro que nos queda otra que seguir avanzando y enfrentarnos a sea lo que sea eso. Respiro profundamente y me preparo todo lo que pueda como si eso fuese a servir para algo.

Marta abrió esa puerta. Todos habían permanecido en el cuarto, nadie se había ido de allí. De todas formas estaba la posibilidad de salir corriendo de ser necesario, no que la puerta se fuese a cerrar por si sola. 

Todas esas hipótesis quedaron en la nebulosa cuando vieron a lo que daba la puerta ésta.

No había más puertas tras ésta. De hecho no había más casa. Era un cementerio tan grande como la vista alcanzara. El cielo era oscuro, pero no como cuando es de noche sino un poco antes, cuando el sol está por caer.

Tumba tras tumba se erguían sobre un pasto vetusto y viejo. El viento, realmente fuerte ahora, parecía hablar. ¿O eran realmente palabras las que estaba diciendo?

Los chicos comenzaron a sentirse enfermos, como si las piernas pesaran demasiado y también sus cuerpos.

Entonces David miró sus manos... las que sostenían las tijeras. Estaban surcadas de arrugas, la piel como si él tuviera muchos años. Todos notaron lo mismo, todos eran viejos. Sus caras, sus manos, sus huesos... el peso de la edad, la cercanía de la muerte....

Vaya por Dios dije, notando como mi voz iba perdiendo fuerza y vitalidad. ¿La casa nos iba a matar de viejos? 

Debemos salir de aquí, vamos a envejecer hasta que nuestro corazón se pare. Rápido

Retrocedo despacio buscando a tientas la puerta por la que salimos, palpando con una mano que prefiero no mirar. No pretendo huir, lo que quiero es comprobar si la vejez es un efecto temporal de esta parte de la casa o no, porque estoy convencido que aún seguimos dentro de la casa.

- Shh, escuchad, parece que los muertos quieren decirnos algo- digo, con voz temblorosa, rogando que Nacho se equivoque-.

Intento sobreponerme a los temblores y el cansacio, agarro las tijeras lo más fuertes que puedo. Quedaban más caminos por recorrer seguramente menos desagradables que éste ¿Por qué tuvimos que acabar aquí?

Creo que los muertos nos llaman para ir con ellos...

- Debemos retroceder...- miraba el cementerio, era igual que aquel pasillo que vimos, todo se hacía mucho más viejo alli, quizas fuera una ilusión, pero de no ser así, era posible que muriesemos de viejos siendo aún jovenes.

- Sarah...Elizabeth...ayudennos...- hablaba en apenas un susurro, Sarah no estaria alli, sus restos seguian en su cuarto, nadie se había dignado a enterrarla y Elizabeth, ¿quien sabe donde se encuentra?

Nadie responde sus plegarias y no encuentran una puerta por la cual volver. Sus cuerpos siguen avenjentados pero al menos la degradación de ellos no va en aumento. Si van a morir no es en este instante, pero a menos que consigan salir de allí es muy probable que sean ancianos por el resto de sus días.

El viento susurra y lleva unas hojas marchitas hasta una de las tumbas.

"Amada Elizabeth" es lo que se ve tallado en la lápida. Hay una pala al costado de la misma, una hoja termina de caer sobre dicha herramienta.

Parece que la casa les ha contestado...

Aunque mi cuerpo parezca viejo, mi mente sigue activa. Lentamente me aproximo a la tumba de Elizabeth. Contemplo la pala como si fuera un tesoro.

¿Y si... y si aquí está el cuerpo que necesitábamos? Quizá no sea correcto, pero... ¿si cavamos?

Esperando la contestación, miré a mis alrededores, por si había algo interesante... O alguien espiándonos

Parece que la cosa no va a peor de momento, algo que agradecer teniendo en cuenta nuesto historial y si no podemos retrocer tendremos que seguir avanzando a ciegas, como venimos haciendo desde hace mucho. Me acerco a Nacho con las tijeras preparadas por si algo sale de esa tumba, aunque si antes no estaba muy convencido de su utilidad ahora viejo y débil mucho menos.

- Cava. Creo que el mensaje de la casa está claro. Yo estaré a tu lado con estas amigas preparadas por si algo sale mal. Pero prepárate para darle un palazo en la cabeza a un zombie.

Está bien, creo que tienes razón.

Cogí la pala y la hundí en la arena. 

Espero que esta vejez no me haya hecho perder mucha fuerza

Mire extrañado mis manos, mi cuerpo se había envejecido de manera rápida y fugaz pero al menos se había detenido. No podía creerlo, estaba cansado, muy cansado no podía apenas sostenerse en pie. Necesitaba recostarse aunque fuera en una lápida y descansar. Quizá el descanso eterno, quizá dormir para siempre... Pero no. Debía sobreponerse a esto, no podía dejar que la vejez acabara con su futura vida. Miguel tenía un montón de esperanzas, de anhelos y de sueños. Gran cantidad de expectativas para con su vida. No podía dejar que esto ocurriera, así que mientras Nacho y David cavaban, Miguel miró a Marta y le dijo.

¿por qué no, mientras tanto, buscamos tú y yo alguna salida a este extraño cementerio?

David sostenía las tijeras aunque ahora lo hacía con manos débiles. Nacho dio unas cuantas paladas mientras que Miguel intentaba buscar alrededor alguna salida, algo que se le haya pasado antes. Por lo pronto lo que veía eran lápidas, una tenía la inscripción de "Sarah, querida hermana" otra comentaba "Jonathan, fuiste de la familia al final".

Nacho siguió cavando hasta que la pala golpeó contra una superficie dura. 

Mientras Miguel y Marta seguían revisando alrededor: más lápidas, una que decía "Goliat, guardián de corazones" le hizo pensar en el perro que tanto los había guiado. Había otra para Bantha y varias más cuyos nombres no reconocían.

Fred ayudó a Nacho a cavar. Lo que desenterraron era un féretro de madera oscura, el olor a podrido se sentía desde lejos...

- Debería abrirlo Fred, que está desarmado, y nosotros prepararnos para atacar por las dudas. Estamos viejos así que poco consiguiríamos intentando escapar si de verdad hay algo peligroso ahí dentro.

Intento inútilmente mantener un agarre firme sobre las tijeras, pero me tiemblan en las manos. No sé que vamos a hacer si tenemos que defendernos en este estado, realmente no lo sé y espero quedarme con la duda para siempre. Me aparto un poco para darle lugar a Fred y le hago una seña de ya estoy listo.

- Ábrelo y apártate enseguida.

Mire horrorizado como mis manos se habían puesto viejas y marchitas. Las arrugas eran el recuerdo del tiempo que había pasado fugaz por mi cuerpo.

La pala nos invitaba a cavar la tumba como si hubiera sido el destino quien la hubiera puesto allí. Ayude a nacho a cavar por turnos, era un trabajo duro para un par de viejos. Nuestros huesos cansados crujían con cada palazo.
Por fin nacho había dado con lo que buscábamos, el sonido de la pala resonó contra la madera, resonó en el silencio del cementerio. Casi se podía escuchar la tensión.

David sugirió que abriéramos el ataúd.

Está bien, lo abriré, prepárense.

Con algo de temor me acerque al ataúd e intente abrirlo.

Me puse enfrente de David. Al otro lado del féretro. No quería estar muy cerca de sus tijeras puesto que en aquel estado en el que estábamos a saber por dónde acabarían.

Así que eché mano a mi cuchillo que aún guardaba por si acaso y lo saqué apuntando a lo que pudiera salir de allá dentro...