Partida Rol por web

La criatura que había cargado contra Keks, no iba a dejar que el oráculo se le escapara. Olvidándose por ahora del pícaro, centró su ataque en el primero. Pero la armadura de Keks primero y el óxido acomulado en las juntas de la estatua lo hacían fácil de esquivar. No obstante, parecía que eran golpes bien dirigidos.

Robert se lanzó al ataque el último con su espada de dos filos y un grito de guerra en sus labios. De nuevo, la batalla: el sudor cayendo por su espalda, la adrenalina, y la necesidad de acabar con su enemigo antes de que el lo haga primero.

Robert trató de alcanzar con su espada al golem. Pero la piel de este era dura como el metal y la espada no hizo daño ninguno al constructo. El calor que desprendía era tal, que inmediatamente Robert comprendió que si llegaba a alcanzarle en algún momento con alguno de sus puños, aparte del golpe el propio calor le dañaría.

Stan vio como el golpe de Robert apenas arañaba a la criatura que tenían delante. Sus pensamientos eran un poco funestos, ya que si el poderoso guerrero no era capaz de hacerle mella, qué podría hacer él.
No obstante, Stan no era un cobarde y se adelantó a pelear también. Se dispuso a flanquear con Robert para así poder ayudarle y decidió atacar defensivamente. La precaución nunca estaba de más.

El rapier del picaro rasgó la dura piel del golem haciendo un ruido infernal pero sin hacerle nada.

Keks trató de distraer al constructo, intentando que Robert pudiera golpear más fácilmente. Luego retrocedió un paso.

Andrej se mueve hacia la criatura y golpea con precisión mientras busca la forma de protegerse de los golpes del constructo...

Stan trató de golpear, pero su ataque no pudo perforar la tremenda armadura del golem dorado. Mientras Keks distraía al constructo, Andrej, con su arma rebosante de energía, atizaba a su enorme enemigo. No obstante, fue consciente de que su golpe perdía intensidad cuando consiguió transpasar las defensas del golem. La piel de aquel enemigo era demasiado fuerte como para hacerle mucho daño.

El guardían se preparó para atacar. Había mucha gente delante pero Andrej había conseguido transpasar sus defensas y ese fue su objetivo. Alzó los brazos por encima de la cabeza y, con un barrido, trató de golpear al inquisidor con sus dos enormes puños. Pero gracias a los movimientos defensivos del inquisidor, ninguno de los dos ataques le afectó.

Robert maldijo por su fallo y se lanzó al ataque de nuevo. Esa criatura era material, era corpórea, por tanto, podían hacerle daño, y por tanto, podía morir.

- ¡Muere engendro!

-¡Buen golpe!-Exclamó Keks al ver la acometida de Robert... todos estaban combatiendo bien ésta vez ¿Qué podía hacer él?

De repente, algo se le ocurrió... y empezó a caminar alrededor de la criatura.

El ataque de Robert, ayudado por Keks y su magia, transpasó las defensas del golem que sufrió el duro acero del espadazo. Tras girar sobre sí mismo, lanzó un ataque con la otra parte de la espada, pero este fue desviado por completo por la armadura.

Entonces Keks empezó a andar alrededor del constructo, momento que éste aprovechó para atacar con un fuerte puñetazo al oráculo.

El dolor... ¡pero eso no me parará!...

Keks chilló cuando uno de los puños de la criatura se incrustó en su pecho, pero ya le había rodeado, ya le había desequilibrado...

Así que con un esfuerzo tremendo logró derribar al constructo al suelo.

El sonido que hizo contra el puente fue un alivio para el oráculo.

Aprovechando que el ser había caido, Stan volvió al ataque una vez más. Aunque seguía manteniendose a la defensiva por si soltaba alguo de aquellos golpetazos. Había visto el que recibió Keks y no quería llevarse ninguno.

El arma de Stan se clavó todo lo que pudo en el golem, aprovechando una juntura de la armadura, pero no sabía si le habría hecho daño realmente o no.

Además, el golem trató de levantarse despues de que Keks lo tumbara, aun no sabía cómo lo había logrado, y Stan volvió a la carga una vez más aprovechando que al levantarse abría sus defensas.

Andrej empuña su maza y vuelve a golpear a la criatura que se encuentra ahora en el suelo. Su golpe hace saltar chispas. No obstante, en cuanto el ser trata de levantarse, baja sus defensas y Andrej vuelve a golpear. En esta ocasión en una de las juntas, donde más daño se puede hacer...

Sus compañeros empezaron a golpear a la criatura que Keks había derribado y Keks no se iba a quedar atrás, golpeando en la cabeza del ser.

-¡Ya es nuestro!

Robert aprovechó que la criatura intentaba levantarse para atacar también. Agarrando bien su espada doble, lanzó un par de mandoblazos.

Todos sus compañeros golperon con fuerza al constructo, parecía que querían hacerle pagar la muerte de Morgana y Xanfalcon, como si el culpable de los males del mundo estuviera delante de ellos.

Ahora si estaba orgulloso de ellos. 

Intentó levantarse el constructo cuando una lluvia de golpes, espadazos y agresividad cayó con fuerza sobre él. El daño fue brutal y uno de los ataques consigió acertar en el pecho incandescente del mismo. El calor se hizo más evidente y el pecho comenzó a resquebrajarse. Hubo una pequeña implosión y el calor aumentó considerablemente, el hierro se fundió y después el oro que formaba su armadura, mientras que los guerreros salían despedidos hacia atrás.

En el lugar donde estaba el golem sólo quedó una inmensa mezcla de metales fundidos humeante. Muy similar a los otros dos montones que Stan había investigado antes.

Andrej guardó su arma mirando hacia delante.

Deberíamos seguir cuanto antes. Este combate puede haber sido percibido por nuestros oponentes y perderíamos el factor sorpresa si estamos mucho por aquí...

El oráculo, maldito por los dioses, pero agradecido a Calistria, dama de la fortuna por la suerte que al fin no les había sido esquiva, mostró por primera vez en bastante tiempo una sonrisa a otro de sus compañeros.

-Me basto, usaré la varita que compré a los clérigos.

Procedió a usar la varita, pronunciando las divinas frases que hacían que se descargara su energía en forma curativa. Sus heridas se cerraron como si no hubieran ocurrido.

-Continuemos, Andrej, tú guías.