Partida Rol por web

Roderick un cobarde convencido tardó mucho más que sus compañeros en sacar la pistola, su primera reacción era quedarse paralizado y luego ir reaccionando... corriendo en sentido contrario a las balas, sólo que en esta ocasión fue el brazo de la señora Greywood que no necesitó que le dijera mucho más para convencerlo de que debía ir con ella a la retaguardia.

- Y me necesite usted para defenderla- dijo tratándose de hacerse el héroe sacando su pistola y dejándose conducir por la mujer- El Señor me escuchaba más antes... pero rezo por usted- se sinceró adoptando una postura protectora con Dafne, mostrando por primera vez que ella, a pesar de sus rifirrafes del principio, gozaba del cariño y el respeto del capellán.

Una vez bajásteis de los camellos y sacásteis las armas no hizo falta mucho más para que las balas comenzaran a cruzarse entre ambos grupos.
 

Colt se tumbó, fusil en mano y tras apuntar brevemente a uno de los jinetes que tenían enfrente disparó su arma.

Tras disparar volvió a cargar tirando del cerrojo hacia atrás para volver a disparar de nuevo.

A aquella distancia estaba claro que no iba a poder disparar. Agachada detrás del camello, la mujer pensó a toda velocidad. De nada serviría que se moviese, y en aquel momento solo podía esperara a que todo pasase rápido y sin bajas para ellos. La mujer miró a su alrededor pensando en algún plan para poder espantarlos o acabar con ellos, pero en un entorno como aquel, no se le ocurría gran cosa, salvo intentar asustar a los camellos de aquellos desgraciados.

–Es un blanco pequeño...Si disparan a los animales, quizás alguno se asuste y derribe a su jinete

Aquello no le gustó nada. Su arma habían sido siempre sus puños, y en combate, la ametralladora...Pero a aquella distancia, solo podían valerse de los fusiles que Yusuf les había proporcionado. El fusil nunca se le había dado bien e incluso el blanco que sugería su mujer era demasiado pequeño para él. 

Roderick cuando empezaron los disparos tuvo que reprimir el impulso de echarse al suelo y taparse al cabeza cual avestruz, sin embargo al escuchar a la señora Greywood, algo dentro de él se revolvió, no sabía que, si era por quedar bien o porque realmente deseaba proteger o ayudar a esa mujer que se había recorrido medio mundo buscando a su hijo. El caso es que en vez de esconderse, sacó su arma y comenzó a disparar siguiendo el consejo de Daphne, si conseguían darle a los animales podrían organizar un pequeño caos muy beneficioso para ellos.

En cuanto sonó el primer disparo Sonny se lanzó cuerpo a tierra. Eran soldados y estaban entrenados para ello. El problema era el terreno. La boca se le llenó de arena y tuvo que escupir para no tragársela. La arena ardía y la drenalina recorría su cuerpo. Sólo podía pensar en su hijo.

En un momento dado los cinco hombres disparan sus armas, algunos disparos pasan cerca de vosotros pero ninguno acierta en el blanco. Pero en cuanto ven que sus disparos no han causado el menor daño sacan unos cuchillos enormes y a voz en grito se lanzan a la carga hacia vuestras posiciones. Abraham apunta con cuidado, como tantas veces lo hiciera durante la guerra, y dispara su fusil, uno de los árabes cae mortalmente herido de su caballo terminando de ese modo su carga.

Los caballos aumentan poco a poco su velocidad, pronto llegarán hasta vosotros, cualquier otro habría quedado conmocionado ante la carga, incapaz de reaccionar, perdiendo unos segundos vitales, pero no vosotros, vosotros sois soldados americanos.

El primer disparo falló. Daphne trató de coger aire y soltarlo, como le habían enseñado. Antes del accidente llevaba pistolas más pesadas, pero con un brazo no era tan sencillo. Pero estaba ahí para rescatar a su hijo. Y a los demás niños. Y además, el destino le había llevado también a territorio de guerra.
-Un tipo me ha desintegrado el brazo con la mirada. He visto hombres insecto. echan llevado a mí niño- murmuró- Unos simples medio negros a caballo no me detendran

Al ver que se acercaban sus oponentes, Colt soltó su fusil y cogió la pistola. Esta era mucho más manejable a corta distancia que el fusil y le permitía hacer varios disparos.

Apuntando con cuidado el cabo dispró a uno de los opoenetes que se acercaba.

Roderick al ver a los árabes cada vez más cerca sufrió otro de sus ataques de pánico, pero sabía que si salía corriendo lo único que conseguiría sería que le cortasen algo... por no decir la cabeza, y como su cabeza estaba muy bien en su sitio, decidió hacer de tripas corazón y realizar varios disparos, si acertaba y se llevaba a un par sería un tanto para todos.

Sonny no era bueno con las armas cortas, prefería el fusil. Así que lo cargó y ya asentado fírmemente en el suelo volvió a disparasr, esta vez con mejor suerte. Si alguno de aquellos árabes se le echaba encima con el cuchillo iba a probar suerte contra "Sonny "Martillo" Whitetucker".

Matt imitó a sus compañeros y comenzó a disparar a sus enemigos. Estaba montando un aleo de mil demonios, pero allí, refugiado tras su camello,  se sentía a salvo. O al menos más a salvo que en aquella ciudad infestada de insectos.

Actuando como una unidad bien entrenada centrasteis los disparos en los jinetes hasta hacerlos caer. Los árabes eran hombres valientes, que no cesaron su carga pese al fuego de supresión, pese a cada pocos metros que avanzaban caía uno de ello.

Al final, solo uno de todos llegó hasta donde estabais, la pasar por vuestro lanzó un certero tajo a Daphe con fuerza suficiente para causarle la muerte. Por suerte Daphne no era una típica damisela en apuros y con un grácil movimiento se apartó del mortal filo de la espada.

Metros después, el hombre consigue frenar y dar la vuelta al caballo. Solo, sin ningún otro compañero a su lado sabe que sus minutos sobre la faz de la tierra se acaban. Susurra unas últimas palabras  y vuelve a lanzarse a la carga.

Asustada por aquel ataque, Daphne vació el cargador prácticamente sin mirar. El filo había pasado cerca, y solo la suerte había hecho que se librase sin un rasguño, cayendo al suelo. El primer disparo acertó, pero los otros dos fallaron. Aún con el miedo en el cuerpo guardó la pistola y se apartó. Con una mano podía disparar, pero no recargar...

Ab vio como se acercaba el único superviviente de la primera carga. Pensaba que saldría huyendo y que avisaría a quienes estuvieran protegindo. Pero no, se volvió con intención de volver a atacarles.

El cabo apuntó nuevamente con su pistola y le disparó varios tiros para acabar con él.

La carga suicida del árabe es frenada con la primera salva de disparos. El hombre cae inerte del caballo que libre de su guía continua su carrera alejándose de vosotros.

Una vez todos los atacantes han caído, vuelve a escucharse el silencio del desierto.

Una vez acabado con sus enemigos el cabo se levantó del suelo y, arma en mano, se acercó a los cuerpos de los caídos. Quería saber si tenían algo que pudiera identificarles o que pudiera decirles porqué les prohibían el paso.

Con tal motivo, rebuscó en sus ropas para ver que podía encontrar. Además se apoderaría de sus armas, que, visto lo visto, parecía que le harían falta.

Abraham rebusca entre los cadáveres de los hombres vestidos de negro y recupera con facilidad varias raciones de pan y los cinco rifles con los que los árabes os dispararon antes de la carga. Pero lo más sorprendente de todo es el tatuaje que luce enorme en el pecho de todos los hombres y que coincide a la perfección con el que sabéis que tenéis en el hombro.