Partida Rol por web

SERPIENTE:

- Entiendes perfectamente el Ancestral, es una versión arcaica del K'Hlata, un secreto de los ceremoniales chamánicos y religiosos K'Hlata.

- No entiendes apenas nada del Cho'n Deloriano, excepto en algún vocablo suelto que recuerda al Oscuro, pero el sustrato parece ser una lengua que no tiene una raíz común con la lengua originaria de Khatovar.

Loor mira a Matagatos y le explica lo que la mercenaria ha dicho en un correcto oscuro

- Yo creo que deberíamos ir con ella, jefe - le dice en el mismo idioma con una ligera sonrisa

Campaña se acercó a Loor intrigado, si había un pasaporte hacia el corazón de aquel amasijo de curvas con forma de mujer, sin duda, era ella.

- ¿No ha dicho nada de Campaña? - preguntó con interés.- A Campaña le había parecido entender.. errr... bueno, pequeña Loor ya sabe - sonrió.- ¿Cómo es que pequeña Loor habla el idoma raro de esta gente?

Campaña volvió a mirar a la mercenaria, esta vez descubriendo lo que tenía por detrás... ¡Más curvas! Aquello no se acababa nunca.

Mentiroso no pudo evitar sentirse un poco molesto cuando Matagatos hizo llamar a Serpiente para hablar con la mercenaria. Él ya estaba allí, podía haber manejado la situación. Y al instante Campaña mostrando ridículamente su interés por la mujer, y luego Loor metiéndose por medio también. Cuando se quiso dar cuenta, Sierra ya le había dicho a Loor que la siguieran («Ahora se llevará ella el mérito. Malnacida...») y Sierra le miraba con cara de enfado.

-No, Sierra, de los Hombres de Arena. Pero tengo asuntos pendientes con los que mencionas -dijo sombríamente, dejando caer los recuerdos amargos de la época en que los conoció. Sin embargo, jamás le diría la verdad sobre los detalles a una exgladiadora que probablemente pasara por las manos de los esclavistas, y no solo como mercancía-. Por dónde íbamos... Ah, sí, podías contarme cosas de la ciudad mientras llegamos a nuestro campamento y después podemos ir a una taberna... -Aunque Mentiroso no diría que no a un revolcón también estaba muy interesado en lo que pudiera contarle de Ciudad Pantera, y en tener un contacto en quien pudiera confiar ciertas cosas fuera de la Compañía.

La mujer no contesta, parece que ha dejado de prestarle la menor atención a Mentiroso.

Asintió ante las palabras de Loor con algo de alivio de que por fin alguien consiguiera solucionar aquello.

-Gracias Loor, eso haremos. Dile que la seguiremos.

Se volvió hacia atrás e hizo un gesto al resto de sus compañeros para que volvieran a ponerse en marcha y se dispuso a seguir a la mercenaria a la que hizo un gesto de asentimiento. Tenía ganas de volver a reunirse con los suyos. Se acercó a Ponzoña y le susurró en voz baja algo.

-Diles a todos que permanezcan en guardia hasta que lleguemos.

Al fin y al cabo no sabía hasta que punto podía fiarse de aquella mujer.

- Los Hostigadores entran en la ciudad de Cho'n Delor.

- Les siguen Cortaplumas, Akatsuki, Ballestero, y la escuadra del Cabo Barril

«¡Yo fui un esclavista, sí, y jamás lo descubrirás, jódete zorra!» pensó ofendido ahora que le ignoraba.

-Vaya. Supongo que le gustan con más músculo y con menos lengua -dejó caer en K'Hlata normal y corriente a ver quién picaba...

- Creo que tenemos entonces el mismo patrón... con lo que lógico es que tengamos amistad entre nosotros - dice Loor tras asentir a Matagatos y sonreir a Campaña, caminando cerca de la mujer- Por cierto, ¿me permites una pregunta? Es extraño que hables el arcaico, guerrera. Y... has despertado la admiración de Campaña. El grande con casco. Es un hombre fuerte, pero un poco infantil, esa es la verdad. Pero la diosa le ha concedido fuerza y capacidad para el combate

La Quinta no respondió al insulto, o lo que fuera, de Serpiente. No estaba por ello. Atenta tanto a la extraña conversación que se produjo luego entre la mole de guerrera que se había reído de ellos y el guarda, como a las reacciones de los Hostigadores, se mantuvo en silencio y a la expectativa.

Se sentía extraña, confundida. La situación en sí era peculiar, como lo era la Ciudad, como lo eran sus patronos...

Pero llegó el momento de dejarles pasar, y no sólo eso, al parecer la mercenaria ejercería de guía para ellos. Khadesa volvió a su carro, subió al pescante, y chasqueó las riendas, con lo que las mulas echaron a andar. Si los animales estaban tensos, no lo estaban más que la propia pitonisa.

Lengua Negra no tuvo que hacer esfuerzo alguno gracias a la intervención de una avispada Loor. Asistió al incomprensible intercambio aguardando paciente la necesaria traducción que finalmente llegó. Y ante la orden de Matagatos, regresó hasta el carro de Khadesa, soltó a orgullo y montando en él, cruzo las puertas de la ciudad de Cho´n Delor.

El Hiena asintió con un seco gesto a la orden de Matagatos lanzando una última mirada a la mercenaria. Recorrió la columna completa y transmitió el mensaje de alerta generalizada hasta nueva orden, mensaje que también hizo llegar a los arqueros y al Cabo Barril.

Tras ello, regresó a la vanguardia y cuando se pusieron en movimiento, atravesó las puertas de la ciudad, sintiéndose como una termita a punto de ser devorada por el termitero.

Caracabras se había quedado pasmado con la llegada la ciudad, las formas, la temperatura, el ambiente; era algo que nuca había imaginado. No podía comprender como la gente podía vivir en esas ciudades, encerrados entre paredes sin poder ver la luz del sol. Ahora comprendía que el infierno bajo la tierra del que provenían los oscuros era real, y esta apunto de cruzar sus puertas

En su mente flotaba otra idea, el jorobado ya había matado a un enemigo concretamente a dos se había ganado el derecho de vestir capa y teína que buscar a un hermano de capa, que le apadrinara. Podía pedírselo a alguien de los hostigadores, pero no crearía crear problemas a sus hermanos, tenia miedo que si le pedía ese favor a algún hostigador, lo rechazase, eso podía crear tensiones. Primero se lo pediría a los dos miembros de la compañía que le habían entrenado, Cielo y Masutsu; y empezaría con Cielo.

Pero antes había que entrar en la ciudad, y tenia la misión de proteger a Khadesa. El jorobado la seguía con la mirada mientras caminaba al lado del carro.

Entre que Matagatos me informó de para qué me necesitaba y se solucionaron las cosas sin mediar yo, no debió pasar ni un instante. Había ignorado a Campaña e interrumpido mi conversación con Khadesa por nada.

Enarqué una ceja contrariado.

- O sea que no me necesitabas para nada realmente…-Sonreí.- Me confunde saber que tan solo me querías para hacerte compañía, pero alguien se podría poner celosa. Además en mi caso el sentimiento no es recíproco.

Viendo que su interés en mí había desaparecido y que por fin íbamos a entrar en tan maravilloso santuario di media vuelta para regresar a por mis cosas, que obviamente debería cargar a mi espalda como una mula. Podría decirse que las comprendía, claro que sería mentira. Ellas habían nacido para hacer ese trabajo, yo no.

SIGUE EN LA ESCENA: Ciudad de Cho'n Delor.

- Keropis cabalga a lomos del Camello de Mancillado hacia el Grupo I liderado por Matagatos.

- En algún momento del camino, el camello tira al suelo a Keropis y después sigue corriendo.

Odiaba a los animales... y los animales le odiaban a él. No sabía que tipo de razonamientos habían llegado a pensar para que le mandaran a él a explorar... bueno, sí. Que era el único que no estaba herido ni curaba a los heridos.

Pero soy el que lleva más vendas y tiene más problemas de salud -pensaba divertido mientras intentaba no caerse de ese estúpido animal... y ocurrió. Al llevar un rato el animal deforme comenzó a moverse bruscamente, Keropis intentó mantenerse encima, pero no tuvo éxito y acabo en el suelo, con un golpe que la armadura hizo que sonara como si hubiera caído una roca desde la cima de una montaña.

El ermitaño comenzó a gemir. El golpe le había dejado un poco dolorido y le había recordado al topetazo que le soltó Campaña, que fue como un campanazo hacia una oscuridad, pues no recordaba nada más hasta despertarse donde siempre solía pasar la noche.

-Essstúpido animal -dijo mientras seguía con la vista a ese camello que se perdía por el horizonte.

Comenzó a levantarse con cuidado, no sabía si con la caída se había roto algún hueso, pero se levantó e intentó orientarse de nuevo. Una vez localizado de nuevo su rumbo continuó a pie, apretando un poco el paso, aunque se cansara, ya que no podía hacer esa distancia desconocida andando a un ritmo normal.

Odiaba tener prisas, pero tenía que averiguar que era lo que había pasado y de donde provenía esa nube de polvo. Asique se puso en rumbo mientras vigilaba todo lo que podía. Ahora estaba solo, y eso no le importaría si no estuviera en unas tierras en guerra y perteneciera a uno de los bandos. Asique tenía que andarse con ojo y con mucho cuidado.

Comenzó a andar rápido para llegar cuanto antes al grupo de Matagatos.

KEROPIS:

- El batacazo no te ha causado daño real, o eso crees, pero te ha dejado muy aturdido. Recuerdas esta sensación, es como te sentías cuando despertaste de tu tumba hace tantos meses...

- No estás muy seguro de dónde estás, de hacia dónde ha ido el animal o dónde están los demás.

- Tendrás que esperar un poco a que se te pase el atontamiento.

Tras andar unos pasos Keropis se paró en seco.

¿Era en esa dirección o no? -se preguntaba, no veía el animal por ninguna parte y tenía la sensación del que el cerebro se le iba a salir por algún agujero.

Tras unos instantes de pie, optó por sentarse sobre el suelo unos momentos. Hasta que no se le aclarara la mente no podría hacer nada.

-Maldito Ssserrrpiente... en que momento tuvo la idea de que yo fuerrra sssobrrre un camello -se quejaba- malditosss sssean losss essstúpidosss animalesss.

Y así se quedó un rato, esperando a poder centrarse y averiguar en que dirección tenía que seguir.

KEROPIS:

- Serpiente tuvo la genial idea de lanzar sobre ti alguna clase de hechizo defensivo extraño. Eso y tu naturaleza no muerta han debido precipitar que el animal finalmente se haya vuelto loco.

- Los animales corrientes temen instintivamente todo aquello que no es natural. Está en su naturaleza huir de ello a la menor oportunidad.