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Matagatos escuchó todo con atención y asimiló las nuevas órdenes y el papel de los suyos durante la batalla. Parecía que que su padre le había ido bastante mejor, claro que los otros pelotones habían tenido ayuda de las tropas de Cho'n Delor, pero era una buena noticia. La próxima batalla sería crucial para el devenir de la guerra. Partirían al día siguiente así que no había mucho tiempo para los preparativos, sería mejor que aprovecharan el tiempo. Se despidió con el saludo marcial y se dispuso a abandonar la tienda.

La reunión se da por finalizada y casi todos comienzan a salir de la Tienda de Mando.

Lengua Negra vio cómo Serpiente y Ponzoña entraban en la tienda de mando, un esfuerzo vano pues cuanto tenía que decirse ya se había dicho. La presencia del Hiena era sin duda prescindible. Matagatos hubiera podido informar a su segundo, mas Serpiente, mago de la Compañía, había sido obviado con pasmosa facilidad. No dijo nada. No hizo nada. El Capitán había hecho y deshecho a su antojo y la reunión había finalizado, algo a lo que Matagatos ni siquiera había esperado, de forma poco prudente.

-Acompañadme, por favor -les dijo a los recién llegados-. Os aguardaré fuera y os diré cuanto aquí se ha dicho. Es importante.

El Hiena vio cómo Matagatos salía de la tienda. Su rostro tallado en piedra no se inmutó aunque sí hubo un leve fruncimiento de ceño cuando escuchó a Lengua Negra y vio que la reunión había finalizado. Se limitó a asentir ante las palabras del nuevo jefe de los Campamenteros, aunque el brillo de sus ojos destilaba otro mensaje.

Los tres Sargentos presentes saludan a los Oficiales con el saludo tradicional de la Compañía: llevar el puño derecho sobre el lado izquierdo del pecho.

Entonces salen de la Tienda de Mando casi al mismo tiempo que Lengua Negra y Ponzoña.

Y eso era una reunión en la que se solicitaba la presencia de todos los magos y mandos, una en la que no podían esperar ni un triste segundo a que todos estuviéramos presentes, una en la que ni siquiera se molestaban en poner al corriente a los que habíamos faltado una vez se daban cuenta de que no habíamos estado. No, allí simplemente se largaban por el mismo sitio por el que habíamos pasado los que acabábamos de entrar. Como si nada, como si nuestra presencia fuera innecesaria para lo que allí hubieran tratado, como si fuéramos invisibles, como si fuéramos insignificantes…

- “Como si fuera prescindible.”

Y con una sonrisa ocultando lo que pensaba salí de allí después de que el último abandonara la tienda.

- Serpiente sale de la Tienda de Mando.