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La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Compañía Negra: Campamento Principal.

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12/07/2013, 00:30
Cho'n Delor: Ansia de Dominio.

- "Ah, Guepardo. Es muy interesante esa lanza de bronce que tienes. Me pareció ver que tenía algo grabado cerca de la punta, un símbolo. Espero que algún día me dejes examinarla con detenimiento. Aquí tienes tu recompensa." -

Ansia de Dominio le entrega un saquillo con diez piezas de plata chondelorianas a Guepardo.

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12/07/2013, 14:46
Tarado.

Cuando vivía con los Nubes Dispersas Tarado nunca se imaginó que su vida acabaría siendo así. Un nómada y lo que era peor, un soldado. Viajando de lugar a lugar, luchando por unas miserables monedas, por dinero. Ése no era su objetivo. Desde que había ingresado en la Compañía por exigencias de sus familiares no había obtenido ningún progreso en su objetivo inicial.

Más bien todo lo contrario. Había intentado sugerir a Serpiente que sus comentarios podían causarle problemas con otros hermanos… cierto que sus palabras no habían sido las más adecuadas y habían sonado a amenaza, pero no había sido su intención amenazar al mago.

En todo este tiempo lo único que se había llevado de la Compañía fue el castigo que le propició Serpiente por sus palabras. Pero Tarado no culpaba al mago. El que dictó el castigo fue Cochinillo, pero ahora estaba muerto. Y anteriormente Cochinillo había consultado con Lengua Negra y Matagatos. Estaba perfectamente claro para Tarado de dónde había venido la idea de darle mano libre al mago para el castigo.  Y era algo que no olvidaría.

Además estaba bastante seguro de que Serpiente le había impuesto un castigo tan espectacular solamente para castigar a Matagatos por alguna afrenta personal… y no le gustaba nada ser él quien tuviera que pagar el pato.

Aparte de eso apenas había podido participar en la última batalla, en la toma del fuerte Chuda. Cuando Tarado quiso darse cuenta la batalla ya había finalizado. Aún no había derramado sangre por la Compañía, y sabía que tendría que hacerlo tarde o temprano. Si quería cambiar las cosas tendría primero que ascender algunos puestos… al menos para que alguien le tomara en serio.

Tenía muy claro que Matagatos, Lengua Negra y la mayoría de los oscuros pensaban que era un idiota, un completo tarado como indicaba su apodo. Pero el K’Hlata sabía que sólo tenía que esperar. Llegaría el día en que aquellos hombres necesitaran su ayuda, llegaría el día en que se darían cuenta de que Tarado no era un inútil o un incompetente.

Nuestra sombra es lo que somos, lo que fuimos y seremos… recordó las palabras de Serpiente. Es historia y destino, errores y aciertos… y Tarado ya había cometido demasiados errores. Era hora de comenzar con los aciertos.

Sentado en la hierba Tarado seguía observando el campamento. Su mano rascaba inconscientemente el pecho, en el lugar donde tenía la cicatriz del castigo de ejemplo al que le sometió Serpiente. Cuando se percató de ello se detuvo. Ni se molestó en revisar el resto de heridas que aún tenía. Ya se curarían. La batalla había acabado, era hora de descansar y ya se preocuparía en el futuro por lo que estuviera por venir.

Siguió observando el campamento, escuchando algunas conversaciones y viendo a algunos de sus compañeros acudir a Ansia de Dominio en busca de su parte del botín... Lentamente negó con aire cansado con la cabeza. Tenía mucho por hacer si quería intentar cambiar la mentalidad de sus compañeros.

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12/07/2013, 17:20
Pelagatos.

La Compañía Negra – Epílogo – Pelagatos

Era Noche de Victoria. La Compañía había vencido de una manera casi aplastante. La alegría y las felicitaciones rondaban cada rincón del campamento. Las garras de Grog no estaban vacías en ningún momento y las palmadas de compañerismo abundaban en la misma manera. Sí, era una noche para celebrar, pero para mí también fue una noche para recordar.

Recordé mi instrucción, que parecía ahora perdida en el tiempo, cómo si hubiese ocurrido hacía años… Nada más lejos de la realidad. La verdad era que hacía poco más de 3 meses era un aspirante, ni tan siquiera un recluta, y hoy ya era todo un soldado.  Di un sobro a mi grog mientras me dejaba llevar por los recuerdos. Eran recuerdos intensos. Recordaba cada herida, cada paso a través de la sabana, las diferentes ciudades y los diferentes enemigos. Veía claramente el día en que me colocaron la capa negra sobre los hombros, así como el día en que yo coloqué una sobre Ikharus.

El camino no había sido fácil. Había sido derrotado más de una vez, pero siempre había conseguido levantarme y dar un paso al frente. Sonreí con amargura al pensar en mi primera derrota. No era una derrota contra un enemigo, había sido una derrota contra mí mismo, contra el tiempo y la intemperie.  Qué humillante había sido sucumbir a la enfermedad de las tiritonas mientras cruzábamos la sabana. Apenas podía moverme, el cuerpo me dolía y las manos me temblaban; si hablaba mis palabras se volvían tartamudeos por culpa de mis dientes entrechocando y rechinando; incluso durante el fustigamiento de Sacorroto mi cuerpo había fallado y no había podido golpear a la primera un cuerpo inerte en el suelo. Deprimente.

Sacorroto había sido el primero de muchos en caer dentro de nuestro pelotón. Deserción. Pero no había sido el último. Mentiroso, R’Gaa y otros muchos le habían seguido. Yo mismo había estado a las puertas de la muerte en dos ocasiones pero en ambas había sobrevivido. Me gustaba pensar que era la determinación lo que me había ayudado a no perder la esperanza y seguir luchando.

Y todos esos sucesos no eran simples recuerdos. Eran hechos que me habían afectado, en mayor o menor medida, y me habían cambiado. No lo admitiría nunca en voz alta, pero sabía que había sido un niño desmesuradamente arrogante y vanidoso. Creía que estaba por encima de todo el mundo, no tomaba responsabilidad de mis propias acciones sino que siempre culpaba a otro, pensaba que sólo mi nombre me haría un buen soldado. Pero había descubierto a base de golpes que no era así. Habían sido golpes variados, unos más duros que otros, algunos había tardado en entenderlos y aceptarlos, otros me habían golpeado como una tormenta de arena en el desierto.

Primeramente mi actitud sólo consiguió el desprecio por pate de todo el pelotón, incluídos mis primos. No me daba cuenta o no me importaba hasta la primera batalla de verdad en la que había participado, la emboscada camino a Cho’n Delor. El individualismo traía la muerte. El desprecio hacía que nadie cubriese mis espaldas. Si hubiese muerto ¿me habrían llorado? Sin embargo el hecho no me afectó en profundidad hasta más tarde. Primero fue la ceremonia para tener hermano de capa. Me di cuenta de que los lazos entre los soldados del pelotón se estrechaban, pero yo no estaba unido. Sí, había entablado cierta relación con Mentiroso, aunque creía que era por el hecho de que él tampoco caía en gracia. Había llegado a apreciar a R’Gaa aunque nunca lo admití, pues había salvado a Orgullo de manera altruista, pero no tenía lazos. Sin darme cuenta intenté cambiar eso: entrené con Sicofante y entablé conversación, cerré la boca cuándo quería insultar a alguno de los inútiles K’hlatas… Sin embargo, no era suficiente.

Sortear dos veces el abrazo de la muerte había sido sin duda otro golpe importante. Me hacía apreciar mi vida. No quería malgastarla. Quería luchar por La Compañía durante años, quería ascender, quería ser alguien, respetado y admirado. Eso requería de dominio, de honor, de dignidad y de fuerza. Mi nombre no era ni por asomo suficiente. Por ese motivo me había centrado en mejorar como soldado, en demostrar mi valía con actos, no palabras.

Después había estado Codorniz. Hasta ahora que rememoraba lo ocurrido no me daba cuenta de ello. Codorniz, la huérfana Oscura que había quedado bajo mi tutela. Al principio la había escogido a ella por un motivo obvio: no quería ser el tutor de un K’hlata. Sin embargo, con el paso de los días había apreciado su compañía, aunque nunca llegué a decírselo. La niña podía ser insolente, pero también era inteligente, sabía que debía seguir mis órdenes y consejos, pero también mostraba sus ideas. Había sido agradable hablar en Oscuro durante tanto tiempo y con alguien que no eran Matagatos, Lengua Negra o Serpiente. Había intentado instruirla en el manejo de la espada y en la vida del soldado. Había muerto a mi lado, combatiendo con valentía a pesar de su pequeño tamaño y sus rudimentarias armas. Lamentaba no haber podido enterrarla como a un soldado de la compañía, pero esperaba que la Diosa la aceptase como tal.

Pero el golpe más duro y que puso en funcionamiento el engranaje del cambio había sido sin duda la batalla fallida a manos de Peregrino. Había sido una masacre pero pudimos darle la vuelta. En esa batalla había quedado al mando, junto a Serpiente. Había dado órdenes, había sido responsable de muertes, pero también tenía responsabilidad en la victoria. Era la primera vez que era responsable de algo, algo que incluía aspectos positivos y negativos… Y aceptaba la responsabilidad completa.

Ese día todos los sucesos se habían agolpado y habían alimentado mi determinación de cambio. Y ahora, aquí estaba. Era un soldado superviviente. Había aprendido a ser parte de La Compañía, me importaban mis Hermanos. Había ofrecido mi ayuda y había sido aceptada. Yo había sido aceptado.

No, ya no era el niño vanidoso de ayer; ahora era el soldado honorable del hoy.

Levanté mi copa a las estrellas y bebí un largo sorbo. Sí, en todos los sentidos, era Noche de Victoria.

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13/07/2013, 21:15
Manta.

Manta comía en silencio. La noche de luto había pasado, y la de victoria la había seguido, pero él seguía sumergido en el dolor. Lejana, su hermana de capa, había muerto frente a las puertas del fuerte, como tantos otros exploradores que había sido ofrecidos como carne de jabalina. Misteriosa y Avestruz habían caído empujando el ariete, y los campamenteros habían pasado sobre sus cuerpos inertes durante su avance hacia la batalla. y Michou había caído, finalmente, a sus órdenes, cuando él lo había dejado atrás.

Una voz que reconocía bien lo sacó de su ensimismamiento.

—No tengo sed —acertó a responder. No eran esas las palabras que esperaba de Derviche, pero ¿qué esperaba de ella? Él era una persona diferente a la que se había inscrito en el adiestramiento, incluso de la que había abandonado Cho'n delor. Y ella también era una persona diferente. Manta sonrió con amargura.— Es mi deber... aunque creo que ya cuidaba de ti antes de que lo fuera.

Quizás fuera mejor dejar atrás lo ocurrido; no olvidarlo nunca, pues debía aprender de sus errores para ser mejor el día de mañana. Centrarse en los que habían sobrevivido, en lo que podía hacer por ellos.

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14/07/2013, 02:56
Peregrino.

Epílogo:

La noche era bulliciosa en el fuerte Chuda, ahora nuevo campamento de La Compañía. Me mantengo en un rincón del salón donde el varios miembros juegan a ese juego ritual que tienen: Los cuchillos... las dagas... algo así. No recuerdo bien esa tradición, pues desde que la oí me pareció que era una estupidez bárbara y sin más sentido que perder dinero y partes del cuerpo. Como sea, respeto los gustos de mis hermanos, por lo que presencio el juego desde la lejanía sin participar en él.

A medida que lo miro, más me doy cuenta de que es demasiado arriesgado para divertirse y de que al parecer nadie se retira antes de quedar completamente desplumado, por lo que solo hay un ganador, lo que disminuye demasiado las posibilidades de obtener beneficios del juego. Después de unos minutos pierdo el interés y mis pensamientos absorben mi atención.

La victoria ha sido aplastante, pero sumamente costosa, pues quienes se han perdido y de quienes aun no se tiene certeza si vivirán no acompañarán a nuestros hermanos en la muerte eran miembros irreemplazables y de un valor inmenso para todos nosotros. El Capitán, el Teniente y otros miembros de gran dignidad para todo el grupo.

A lo largo de mi estadía en La Compañía he visto a muchos hermanos y reclutas caer en la muerte. Algunos con gran honor y otros caídos en la deshonra como desertores y cobardes. En este último caso en un ritual donde se acaba con quienes intentan desertar. No quise contribuir en ese asesinato, por lo que actué como un idiota y, ya que aun no me habían visto en combate, pensaron que lo era y todos se rieron y subestimaron al estúpido mendigo extranjero. Aun me río de como tenía engañados a todos mis hermanos.

Veo como Rastrojo es sacado de la partida y me río de las palabras que dicen. Miro al Chamán y sonrío pues es a claras luces un imbécil. Aun así es un hermano y debemos respetarlo como tal, pero nunca confiaría en él en algo de relevancia. Me parece un tipo incompetente y siempre con una excusa para sus faltas. Aun así, si se da la oportunidad, tendría que salvarlo y lo haría con gusto. La verdad es que hemos perdido a muchos miembros, no estamos en condiciones de ser recelosos. Hasta el último miembro del grupo tiene utilidad, aun esta sea morir para que no maten a otros.

Ahora Loor se retira del juego. Ella es una buena combatiente, tontamente cegada con las ideas religiosas y supersticiosa de las Diosas a las que los K\'Hlatas adoran, pero muy valiente y efectiva. Recuerdo que su religión le prohibía derramar sangre, por lo que solo luchaba con un bastón. Los tiempos avanzan y la gente se adapta siempre, es solo por eso que ha sobrevivido.

Finalmente el Cabo Barril se impone con la victoria de aquel juego y celebra invitando a todos a muchas jarras de Grog. Recibo con gusto la bebida que nuestro hermano nos da y bebo con gusto para celebrar la victoria y despedirnos de los muertos. Hoy es noche de victoria y hay que celebrar.

Bebo un par de jarras, hasta que siento el calor de la bebida en mi interior, alegrando y energizando mi ser. Luego salgo de la tienda y miro la noche directamente. Veo la luna que nos saluda desde la altura y me regocijo de su brillo plateado, el que ilumina mi alrededor y lo ha hecho en las noches desde que salí de mi pueblo en busca de este destino:

"Han pasado mucho tiempo y ni siquiera recuerdo la última vez que fui llamado por mi sobrenombre infantil, el que significa Deber en mi lengua natal. Recuerdo la última vez que fui llamado por mi nombre de adulto, que fue el día que me despidieron para partir a encontrar el campamento de la famosa Compañía Negra. Ya no soy aquel sacerdote del Camino de la Espada que estudiaba solo para sobrevivir y defender a mi pueblo, ahora soy Peregrino, asesino de La Compañía Negra que lucha por su honor. Las cosas cambian y la gente también."

Inspiro el fresco aire que estas tierras, de un clima bien distinto al de la Gran Sabana y mucho más frío que mi delta natal. La noche es inspiradora y hay muchos motivos para pensar y analizar, sobretodo para reflexionar acerca de lo que llevamos recorrido:

"La verdad es que no sé si he cambiado realmente o es solo que ahora tengo un nuevo objetivo para mi devoción y mi sentido del deber. Tiendo a pensar que la gente no cambia, sino que solo se vuelven más como siempre han sido. Siempre he creído en el honor de los combates y he seguido completamente el Camino de la Espada. Acá en la guerra, se puede seguir conociendo la verdad acerca de la lucha y la muerte como muchos Sacerdotes de mi pueblo jamás han conocido por pasar sus vidas en meditación introspectiva y nunca haber luchado realmente. He tomado una perspectiva que otros jamás pensarían y que creo me hace capaz de llegar más lejos de lo que mi maestro jamás llegó."

Ahora he recuperado mi arma, cosa que llegué a pensar perdida para siempre y sin la cual jamás sería el mismo. El arma de un guerrero, el filo de su hoja es el alma propia. No se vive sin ella, no más que como una pálida sombra de su propio ser. La espada es la que salva al hombre y le aleja de la muerte, otorgándole la victoria y la supremacía frente a las adversidades de un mundo cruel como este, donde los ejércitos matan y violan a inocentes a su paso y la hechicería oscura asciende a mortales malignos a la posiciones de dioses crueles que sacrifican personas solo para su gloria en rituales oscuros.

Me alejo del resto y me subo al muro sur. Miro hacía esa dirección, sabiendo que es allá donde nos dirigiremos en estas campañas que no terminarán hasta que el Triplete sea sometido al Dios del Dolor o cuando todos muramos defendiendo Cho\'n Delor. Miro en esa dirección, sabiendo que es allá donde quizás todos perdamos la vida en una guerra que no sé si podremos ganar.

Miro luego hacía donde está Ansia de Dominio. No me gustan nuestros nuevos amos, pues son criaturas repugnantes y oscuras, que han perdido el norte de sus vidas y se han entregado a la depravación absoluta de su magia de tinieblas. No confío en ellos y jamás me someteré si no se me ordena expresamente. Mi única lealtad es a La Duodécima Compañía Libre de Khatovar, no al autodenominado Dios de Cho\'n Delor.

Pero entonces viene la triste realidad de que no soy nadie para defenderme de nuestros amos, ni para vencer a los más temibles enemigos que dirigen a los soldados del Triplete. Soy un buen guerrero, un asesino por encima de la media, pero aun no soy capaz de imponerme ante todos mis enemigos. Solo hay un camino por el que puedo alcanzar ese poder.

Saco mi espada de su vaina... mi katana, como se dice en Nyueng Bao. Miro su filo y veo como la luz de la luna se refleja en su hoja argéntea. Doy un par de cortes al aire para escuchar el exquisito sonido de la hoja cortando el viento. Siento un recogimiento en el pecho de la emoción de tener nuevamente el arma legada por mi antiguo linaje de sacerdotes, heredada con la sangre de los guerreros de mi familia y mis ancestros, los que me cuidan y enseñan desde la eternidad, instándome a ser cada vez mejor para luchar por mí mismo y los míos.

Pienso en Akatsuki, una hermana de una tribu cercana a la mía, hermana de sangre Nyueng Bao. Quería protegerla, luchar junto a ella por el honor de nuestro pueblo. Quizás algún día podríamos haber tenido algo y hasta tener al primer descendiente Nyueng Bao de La duodécima, pero eso jamás pasará pues ella vaga en las infinitas nieblas del inframundo debido a mi incapacidad de defenderla, mi incapacidad de ser un buen líder y mi incapacidad de vencer. Mis fallos han marcado la pérdida de personas importantes, personas con las que podría haber forjado un gran futuro y que ahora no son nada. Debo mejorar para ser capaz de forjarme un futuro yo y quienes están a mi alrededor.

Ahora estoy solo, sin nadie que comparta mi sangre ni mis creencias. Pero tengo a mi lado hermanos de gran valor, quienes me han defendido y han arriesgado su vida para salvarme. Por quienes yo arriesgaría mi vida sin dudarlo: Matagatos, Ponzoña, Derviche, Caracabra, Uro, Lengua Negra, Pelagatos e incluso el despreciable de Serpiente, que fue en mi búsqueda cuando no muchos lo harían.

Aun así, después de todo este tiempo de guerra, he aprendido a confiar en otros, a luchar hombro con hombro junto a mis hermanos y combatir en equipo. Pero eso no me exime de mi necesidad, obligación, de mejorar siempre para ser un mejor guerrero, uno capaz de defenderse y defender a quienes ama. Debo entrenar, debo practicar y ser cada vez más efectivo en combate y en cada uno de los aspectos de la vida, tal como lo dice el Camino de la Espada.

Tomo con ambas manos el mango de mi arma, la levanto a modo de saludo hacía el cielo, único espectador de mi ritual, y comienzo a cortar. Mi entrenamiento es siempre siguiendo los parámetros que se nos enseña en el templo de mi tribu. Cada vez lo hago con una dificultad mayor, pero sigo manteniendo las tradiciones de mi pueblo, como lo haré hasta el día de mi muerte. Mi entrenamiento y mi disciplina me distinguen del resto de guerreros que hay presentes y me dan una singularidad que me pone en un lugar especial dentro de los Hostigadores, por lo que debo adaptar mi estilo pero siempre conservar mis raíces y mejorar mi estilo propio hasta llegar a ser un verdadero Maestro de la Espada.

Blando mi arma sabiendo que con ello forjo un destino mejor, un futuro para mí y los míos. Blando mi arma sabiendo que con ello cumplo con mi deber. Blando mi arma porque haciéndolo es la única manera en la que realmente siento paz. Blando mi arma sintiendo que con ello hago mi deber, que con ello marco mi destino, que con ello me gano mi lugar entre los míos como merezco, como debe ser, como un guerrero de La Compañía Negra.

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14/07/2013, 16:42
Loor.

Loor se quedó mirando a Odio unos segundos antes de contestarle. Su gesto se había vuelto serio, y por un momento, pareció que iba a reprocharle. Pero finalmente sólo se puso en pie, y empezó a andar, renqueante, para pedirle la pala a los superiores, y dar el último descanso a Hermana. Sin embargo, cuando dio dos pasos, se giró para mirar a Odio

- Estás vivo. Es la segunda vez desde que te adiestré que tu problema es quedarte parado cuando tenías que actuar. Eso te pasó para no ser mi hermano de capa, como yo hubiera querido - da una especial entonación a su última frase, como si deseara que se le grabara en la cabeza- Y eso te ha arrebatado la gloria en este combate. Sin embargo, estás vivo. Eso es importante. Si la diosa hubiera querido tu muerte, se te habría llevado. Agradéceselo mejorando para el próximo combate, Odio. Te conozco. Te he entrenado. Serás un gran y valioso soldado. - guarda silencio un instante, tomando aire, realmente agotada, y luego mira a Odio- Acómpañame si lo deseas, hermano. Ahora toca prepararse, y si quieres, podrás entrenar conmigo en estas semanas que vienen  

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14/07/2013, 16:47
Loor.

Tras tomar la pala Loor se acercó, renqueando, lentamente, hasta el lugar en donde debían ser enterrados los cadáveres. A su lado, Peregrino, estaba cavando la fosa para otro hermano, para Attar. Obviamente, ya estaba muy avanzado, y cuando Loor aun no había terminado, él ya tapaba el foso, y se quedaba observando unos segundos el lugar donde reposaba su hermano. El silencio, pensativo, recogido, digno, de Peregrino, hicieron que Loor pensara que de alguna manera estaba orando, despidiendo el alma de su hermano muerto. No dijo nada, siguió, a pesar de las heridas, cavando, preparando el lugar donde Hermana reposaría. ¿Hubiera podido ser distinto? Hermana siempre se había negado a matar, recordó su renuencia aquella vez, cuando ambas de exploración, encontraron a una batida de esclavistas de la linde. ¿Debería ella haberle mostrado antes a su diosa? ¿haberle enseñado que ser despiadado, en un mundo como este, era sencillamente la única opción posible? Ya daba igual. Mientras enterraba a su hermana, Loor rezaba mentalmente, puesto que ahora el destino definitivo de aquella que le había puesto la capa, estaba en manos más elevadas que las suyas

- Diosa - musitó mentalmente- Acepta a Hermana como una de tus elegidas. Cuando yo me reúna con ella, y contigo, le enseñaré como debe comportarse. Era una de las hermanas de la Compañía Negra, y aun cuando no oró en tu nombre, me prometió que tras la batalla aprendería, y ha obrado, como todos en la compañía, aun cuando no lo sepan, para tu futura grandeza - miró entonces a Peregrino que empezaba ya a retirarse y dejó, un instante, la pala

- Peregrino - le llamó- Gracias por enterrar a nuestro hermano Attar. Era un gran guerrero de la compañía. Ojalá la Diosa lo acepte en su seno. Tú también has combatido bien. Me alegra que seas mi hermano. Rezaré a la Diosa también por tu alma 

Y como si eso fuera todo, siguió cavando. Más tarde, cuando Rastrojo pronunció sus palabras en la ceremonia de difuntos, Loor sólo se levantó y miró a los presentes, un instante

- Ruego a la Diosa por todos nuestros muertos. En cuanto a Hermana, sólo diré que era mi hermana de capa, y que nadie hubiera supuesto para mi mayor dignidad que la de ser su hermana. - tras estas palabras miró fijamente a todos, uno por uno, como retando a que alguno se riera o dijera lo contrario. Y tras esto, se sentó

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14/07/2013, 17:01
Loor.

Tras la ceremonia de difuntos Loor buscó a Belleza su hermana de capa, y se le quedó mirando unos segundos. Luego sin mediar palabra le dio un tortazo, seco. Y antes que pudiera reaccionar le dio un abrazo

- Tu eres idiota - le dijo con tono seco- Has matado a un enemigo, y has derramado su sangre. Si. Pero sobre todo lo has matado, y estás viva para contarlo. Eres una niña, aprendiendo a caminar. ¿Tan avergonzada estás como para no venir a hablar conmigo? Me elegiste como hermana de capa, Belleza. Debes confiar en mi, ¿lo comprendes? Es necesario que lo hagas. Yo puedo ayudarte, enseñarte. Tienes madera para llegar a ser una buena hermana de la compañía - se aparta y la mira- Esto es una familia, Belleza. La diosa te perdonará, y yo te perdonaré. Aprenderás a usar armas que no impliquen tener que derramar la sangre de tus enemigos, y que te permitan acabar con ellos. No debes avergonzarte por lo que has hecho, sino aprender a vivir de una manera mejor, para tu propia estimación, para los que te rodean... y si deseas servir a la diosa, para las enseñanzas de la Diosa. ¿Lo comprendes, Belleza? No debes sentirte mal ni débil. - le mira unos segundos- Debo prepararme para la partida de Puñales de esta noche, Belleza. Es algo importante, esencial. Muchos hermanos lo han olvidado pero una partida de Puñales es un rito religioso. Si quieres, luego, te lo contaré. Ve, Belleza, hermana... ve y celebra que estás viva

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14/07/2013, 17:28
Loor.

Noche de la victoria. Partida de puñales

Loor no había mentido. Para ella, al menos, una partida de puñales tenía una importancia religiosa. Eran días extraños, había obtenido riquezas...pero de poco valían en realidad. Sin embargo, la posibilidad de participar en los Puñales le llenaba de orgullo. Durante todo el día se preparó, casi como quien va a una ceremonia iniciática. Se lavó, se purificó, limpio fanáticamente cualquier resto de sangre en su cuerpo.

Y tras todo ello se puso su capa, con orgullo, y se sentó sobre el suelo, mostrando una calma distinta a la de los otros jugadores.

- Diosa- musitó mentalmente- Haz que la ceremonia sea de tu agrado, y concédenos a alguno de los miembros de la Compañía la victoria, si ese es tu deseo.

Miró, entonces, a sus compañeros. El nerviosismo avaricioso de Rastrojo, que le hizo sonreir para sí. El deseo de ganancias del resto de Hermanos. Y por supuesto, Ansia de Dominio, que sin duda tenía los motivos más innobles para estar allí. Pero esa no sería una noche para la sangre, sino para la dama. Le miró a los ojos, un instante, como transmitiéndole esa idea.

Y la partida comenzó. Era la primera ronda, y el primero en tirar los dados fue Ansia de Dominio. Y tras varias tiradas de dados, se pasó, lo que hizo que Loor sonriera. Tras él le tocó el turno al Cabo Barril, que logró una tirada mediocre. Sin embargo fue al tirar el cabo Lemur cuando los dioses empezaron a mostrarse en el juego. La Vieja Dama. La diosa les miraba, y sonreía. Íntimamente Loor sonrió, y esa sonrisa solo se acentuó cuando el cabo Lemur pagó el tributo a la dama. El juego, por tanto, seguía. Sedoso logró una tirada aceptable, que le puso en cabeza, y tras él, tanto Rastrojo como Tragasapos se pasaron. Los dados, ahora, ardían en su mano. Y tiró. Logró una tirada casi tan buena como la de Sedoso. Casi... pero no era bastante. No le molestó. No pretendía ganar la partida. No era lo más importante al menos. Tras ella Analista hizo su tirada, y nuevamente se  pasó. La primera ronda era para Sedoso. El gordo Wrem puso en sus manos, como en el resto de jugadores, una jarra de grog, que bebió de varios tragos cortos. Estaba seria. Su tirada, aunque aceptable, había estado a punto de ser la peor posible en el juego. Más que perder la mano, le preocupaba que se derramara sangre. 

Sedoso subió rápidamente la apuesta. Loor se quedó mirando un instante a Ansia de Dominio, si él seguía jugando, ella no podía ser menos. Aceptó el envite, cubriendo la apuesta, y elevó una plegaria a la Diosa. Se volvieron a tirar los dados. Sedoso se pasó esta vez, y Tragasapos... los dados mostraron la figura de la vieja dama. Otra vez la misma figura, la suya. Loor se sintió sobrecogida por el misticismo. El mago dejó cuarenta y cinco monedas, faltaban cinco. El hermano dejó junto a las monedas un anillo de plata grueso, pidiendo que fuera aceptado. Nadie se opuso. Pero para Loor no eran tan simple. No podía privarse a la Diosa de su pago, en oro, o en vida

- ¿Alguien sabe cuanto puede valer?  preguntó en tono serio, examinando el anillo. Tras comprobar que valía al parecer lo dicho miró a Tragasapos, y asintió, alegrándose ínitimamente de no tener que pedir la vida de un miembro de la compañía. Tras la tirada Tragasapos se retiró de la partida. Rastrojo sacó como figura el lazo, siendo eliminado. Su grito de rabia y frustración hicieron que una sonrisa apareciera en los labios de Loor. Entonces Loor volvió a tirar los dados... y nuevamente logró una tirada aceptable. El Cabo Barril, sin embargo, logró una tirada mejor, mucho mejor, lo que hizo que Loor riera, de buen grado, felicitándole por su tirada. Pero justo en ese momento... el cabo Lemur volvió a tirar y, nuevamente, salió la figura de la Diosa: la vieja dama. El Cabo Lemur pone su armadura como pago. Loor observa pensativa, y mira la armadura. No tiene forma de saber cuanto vale. El resto de la mesa acepta el pago. Ella mira al cabo Lemur. Y finalmente asiente. Sin saber que el precio no es válido, no iba a matar a un miembro de la compañía. Al fin y al cabo era evidente que la diosa estaba satisfecha. Cuatro veces ya había salido su figura. Y ella había quedado segunda en todas las tiradas. La diosa le elevaba, y le recordaba cuanto le quedaba por obtener, por aprender, por saber.

En la siguiente ronda volvió a elevarse la apuesta. Rastrojo intentó que su miserable machete valiera su ingreso en la partida, lo que obviamente no se le consintió. Barril tiró los dados... y obtuvo la Pirámide. Una gran tirada. Tras él los Ojos del Gato marcaron la salida del juego de Sedoso. Loor sintió la excitación, la cercanía de la diosa. Y obtuvo una gran tirada, que le hacía ser, nuevamente, segunda, y que se quedaba a un paso de la pirámide obtenida por Barril. Pero un paso no era bastante. Ni Analista, ni Ansia de Dominio, lograron mejorar la tirada de Barril, que se embolsó la cantidad. Loor miró su bolsa, entonces. No le quedaba dinero, salvo una moneda de plata. Intentó poner sobre la mesa todas sus propiedades, sin excepción alguna, pero no era suficiente. Con una sonrisa, aceptó, saliendo de la partida.

Y vio como nuevamente Barril se impuso, en una, dos, hasta tres ocasiones, para obtener todo el premio. Es cierto... ella intentó, en un momento, que todo el oro quedara en manos de la Compañía, puesto que al no poder cubrir ninguno de los dos que quedaban, Barril y Ansia de Dominio la apuesta, ¿no debía ser todo para la banca que esta vez era la compañía? Sin embargo, escuchadas las explicaciones, no insistió.

Barril se había llevado todo el dinero, todos los bienes. Ansia de Dominio, como ella, se quedaba sin nada. Pero era la figura de la Diosa la que había dominado la partida, era a ella a la que se habían hecho todos los pagos. Rastrojo felicitaba a Barril, y con una enorme sonrisa, viendo al derrotado Ansia de Dominio, Loor se unió a la felicitación, palmeando en el hombro a Barril

- La Diosa te sonrie. Han salido sus figuras varias veces, y te bendice. Y nos bendice a todos. Son buenos augurios para la compañia - le dijo mientras el cabo invitaba a diez jarras de grog a todo el campamento, o mejor dicho, a todos los que pudieran aguantar.

¿Pudo Loor? A la noche siguiente, borracha, pero feliz, no estaba segura de cuantas bebidas habia podido tomar antes de caer rendida. Pero sabía que la Diosa les miraba, y estaba complacida

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14/07/2013, 22:14
Guepardo.

Khadesa se sentó junto a él en la tienda de los heridos para reconfortarlo. Quizás ella pensara que había sido una simple pesadilla, pero el águila había vuelto a visitarlo, y esta vez le había mostrado algo...algo terrible. Sin dilación, con la mirada desorbitada y el corazón golpeando el pecho de forma imposible, la cogió del brazo y la sacó de la tienda. Fuera divisó a Serpiente y fue hacia el tirando de la pitonisa. No se paró a pensar las consecuencias que podría tener aquello, en realidad estaba demasiado emocionado como para hacerlo. Cuando estuvo a la altura del mago comenzó a hablarles de forma trastabillada, sin importarle que otros pudieran escucharle. —Lo he visto, lo he visto de nuevo. Era ella...yo era ella...me convertí en el águila y volé y lo vi; no todo pero vi algo. Los vi a ellos...ellos eran sombras, oscuras y malvadas y se acercaron a él...a mi padre...y se echaron encima, lo cubrieron —se notaba que no sabía como explicar todo aquello, la visión había sido clara en el sueño, pero la estaba olvidando. Aquella maldita niebla, otra vez— y se hizo todo oscuro y supe, sentí, que había muerto. Mi padre había muerto. Ellos lo mataron. Las sombras. —Se interrumpió un momento y alzó la mirada al cielo. Una mirada perdida. —Debemos hacerlo. Hacerlo ya. Él murió. Lo asesinaron...aghhhh. —Una punzada dolorosa le atravesó el estómago, donde había sido herido y su mano buscó el brazo de Serpiente y lo apretó. Tras lo cual cayó de rodillas al suelo y, tras un instante, dio de bruces en el suelo. La oscuridad se apoderó de él y se sintió como si fuera su padre en el sueño y las sombras malignas lo cubriesen. Se había desmayado. De nuevo.