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La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Campamento de Instrucción.

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08/09/2011, 08:31
El Cráneo de Plata.

- Rastrojo sale del campamento de instrucción por la Puerta Norte, hacia la zona de los corrales de animales.

- Rastrojo, Serpiente, Mentiroso y Guepardo han salido del campamento principal hacia la zona de animales (parte Norte).

- Khadesa salió por la Puerta Sur hacia el Campamento Principal.

- Ponzoña está ante la Puerta Sur mientras Centinela espera su respuesta.

- Ojopocho está ante la Puerta Este mientras Ballestero espera su respuesta.

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08/09/2011, 12:25
Ojopocho.

Me encojo de hombros levemente a la par que asiento a Ballestero-Igualmente me gustaría entrar dentro de esta parte del campamento Ballestero, si se me permite la entrada.-Le digo con lentitud, aunque mi párpado comienza a parpadear lentamente.

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08/09/2011, 12:37
Soldados de la Compañía.

BALLESTERO:

- "En realidad es la salida, Recluta. Más allá de esta puerta hay caminos de tierra y llanuras. Es territorio que no pertenece a la Compañía ni está controlado por ésta, sino por los Caimanes.

Si tomas el camino que acaba girando hacia el Sur llegarás al poblado de los Caimanes Negros, el camino del Sudeste conduce a las Ruinas Ancestrales y el camino Norte acaba conduciendo al poblado de los Hombres de Arena.

Naturalmente, puedes pasar." -

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08/09/2011, 13:09
Ojopocho.

Me estremezco cuando oigo el nombre de las ruinas, allí fue cuando ocurrió todo y la razón de que mi ojo se haya quedado así. Asiento levemente y con un gesto de cabeza me despido de Ballestero, ya habrá tiempo para instalarse, quería ver a mis antiguos compañeros los cuales llevaba sin ver mucho tiempo.

Así que emprendí mi viaje saliendo fuera del campamento, camino al poblado.

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08/09/2011, 13:52
Matagatos.

matagatos
Mi hermana se había despedido después de dar por concluida su labor allí. Me quedé un rato quieto, observando. Muchos ya se habían marchado hacia el campamento principal, a estrenar sus nuevos privilegios, otros seguían por allí o habían ido a instalarse, otros parecía que se iban en otras direcciones.
Me dirijo hacia la zona donde vamos a vivir como reclutas. Observo la disposición del terreno y donde se han ido colocando algunos de mis compañeros. No necesito mucho espacio, sin tienda solamente lo que ocupe la esterilla y el saco. Busco un lugar resguardado lo más posible del viento y que no se encharque demasiado durante la lluvia. No necesito que esté cerca de los otros, me gusta dormir tranquilo. Cuando creo encontrar el lugar más adecuado lo limpio de piedras y ramas e intento alisarlo lo más posible, no quiero acostarme sobre un suelo irregular. Cuando termino dejo el paquete de la armadura allí. He visto a Peregrino como recogía todas las ropas viejas que habíamos dejado el resto y como las comenzaba a lavar después.
Eso me ha recordado algo.
Saco del bulto de la armadura el otro trozo de tela que me había sobrado y me dirijo a los barriles, buscando alguno que tenga el agua medianamente limpia. Encuentro uno y con un poco de jabón comienzo a lavar la tela. Froto lo más fuerte posible para quitar la mugre que se ha ido acumulando durante el tiempo de instrucción, hasta que el resultado me parece aceptable.
Ahora lo pondré a secar y cuando esté ya seco lo cambiaré por el que llevo puesto y lavaré ese.
Vuelvo hasta donde he dejado la armadura y coloco la tela encima para que seque al sol. Mientras lavaba he reconocido el olor a gachas de avena, pronto servirán la comida. Me quedo allí esperando hasta que me traigan mi escudilla.

Notas de juego

Quité a Ojopocho porque ya se ha ido de la escena, si está mal lo agrego.

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08/09/2011, 15:15
El Cráneo de Plata.

- Ojopocho sale del campamento de instrucción por la Puerta Este y se dirige siguiendo el camino sur hacia el poblado de los Caimanes Negros.

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08/09/2011, 15:26
Uro.

Uro había deambulado un largo rato por la zona Sur del campamento, husmeando el lugar como una fiera salvaje que ha encontrado un terreno desconocido. Alguno creyó que en cualquier momento se pondría a orinar para marcar su territorio. Finalmente, optó por dejar sus escasas pertenencias sobre la tierra desnuda, cubriendo el machete y la bolsa con el regio escudo de madera que llevaba el símbolo de su tribu. Quizás así estarían a salvo de la pertinaz llovizna que los había acosado durante la mañana.

Luego, ya desembarazado de cualquier objeto que pudiera entorpecerlo, emprendió un reconocimiento aún más exhaustivo del terreno. Con aquella pasmosa serenidad de siempre, digna solo de aquellos que mantienen una inexplicable comunión con la tierra, el imponente guerrero se dispuso a recorrer cada palmo del extenso y casi desierto páramo.

Sus movimientos eran pausados, incluso lentos. Como si se hubiera entregado a una tarea que demandaba de su más absoluta atención. Se detenía a cada paso, algunas veces para investigar huellas en el barro y otras para recoger algunos rastrojos de hierba seca.

La fresca mañana iba llegando a su fin, y el silencioso bárbaro no parecía demasiado apresurado por concluir su labor. Bajo el escudo, a salvo de la lluvia, se acumulaba ya una buena cantidad de raíces y pastos secos. Lo suficiente como para alimentar durante un tiempo las hogueras de la noche. Quizás los oficiales se ocuparan de conseguirles leña para el fuego. Quizás fuera parte de las nuevas prerrogativas que les otorgaba el rango. Uro no estaba dispuesto a arriesgarse. En cualquier caso, siempre era mejor tener una reserva a mano.

Uro seguía inmerso en aquella tarea, recogiendo rastrojos aquí y allá como un desarrapado, cuando sus pasos lo llevaron cerca del que llamaban “Peregrino”. Era un sujeto extraño, con quien Uro apenas si había cruzado palabra durante la instrucción. Había lavado varios de los inmundos harapos que vestían sus compañeros y los había puesto a secar al sol. Uro observó la escena con una mueca de confusión en el rostro.

¿Para qué diablos quería todo eso? Esas simples piezas de piel eran insuficientes para proteger a nadie del frío. Ya lo habían comprobado durante la instrucción. Y además, debían de estar infectadas con toda clase de alimañas. ¿Quién diablos querría volver a utilizar esa mugre?

El silencioso mastodonte dedicó una profunda mirada al extraño, que parecía haber entrado en una especie de trance religioso. O quizás dormía. ¿Quién podía saberlo con aquel demente? Luego, se encogió de hombros y continuó su tarea.

Solo esperaba que se ubicara lejos de su campamento. Las pulgas eran una pésima compañía durante las noches.
 

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08/09/2011, 15:29
Ponzoña.

- ¿Lo has comprendido?

Ponzoña permaneció estático durante el breve discurso de la guardiana de la puerta. No movió un músculo, ni siquiera parpadeó y cuando llegó la pregunta final, sus labios apenas se entreabrieron para responder.

- Lo comprendí ya la primera vez, centinela - su voz grave, claramente audible, no parecía solapada de segundas intenciones. Simplemente respondía a lo que se le planteaba.

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08/09/2011, 20:00
Centinela.

- "Puedes pasar, Recluta." -

La Centinela se aparta levemente franqueando el paso.

Ponzoña entra al Campamento Principal.

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08/09/2011, 22:24
EL TIEMPO SE AGOTA.

MEDIODIA.

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08/09/2011, 22:30
Reclutas de la Compañía Negra.

- La inmensa mayoría de los nuevos Reclutas de las cinco escuadras ya han terminado de asearse, secarse, vestirse y equiparse.

- Muchos tiran los harapos de entrenamiento, otros los recogen para aprovecharlos como trapos, o como combustible para el fuego.

- La mayoría ya está estableciendo lugares de acampada. Curiosamente, los miembros de una misma escuadra de Aspirantes suelen acabar acampando juntos como nuevos Reclutas.

- Algunos han salido a por sus animales, otros prefieren dejarlos en los corrales de la Compañía (donde la Compañía se seguirá ocupando de ellos gratis).

- Otros han salido a buscar leña, paja o rastrojos que se puedan quemar esta noche. O están levantando tiendas de campaña o chamizos de paja.

- Varios comienzan a ir hacia el Campamento Principal, a la espera de que pronto se sirva el rancho de gachas.

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09/09/2011, 00:30
Lengua Negra.

Una vez que llega la hora del rancho me dirijo con Campaña y Cochinillo hacia el comedor pero antes doy una voz a Matagatos que está dejando pasar el tiempo.

¿Vienes a comer? 

No es que hayamos hablado mucho durante la agotadora instrucción pero desde pequeños hemos compartido algunos juegos y hemos sufrido algunos males comunes como ser casi los últimos oscuros. Hemos sufrido las miradas de amor y odio a partes iguales. Hemos correteado entre los hombres de armas habituándonos a su presencia. Hemos espiado a las mismas chicas, incluida su hermanastra. Hemos soñado con ser hermanos juramentados, cabos, sargentos, quién sabe si más aún. 

 

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09/09/2011, 07:36
Matagatos.

Ya había llegado el medio día y todo parecía indicar que la comida se serviría en breve. El aire traía ahora con mayor frecuencia el aroma de las gachas de avena.
Mi primera comida como recluta.
Mientras pasaba el tiempo entre mis pensamientos la voz de Lengua Negra rompió el silencio.

-¿Vienes a comer?

Iba acompañado de Campaña y Cochinillo. Los conocía bien a los tres, habíamos crecido juntos y ahora éramos reclutas y tendríamos que luchar codo con codo para llegar a ser hermanos juramentados. Lengua Negra era el hijo del Capitán y todos esperaban que fuera el próximo Analista. Pero además de su inteligencia había demostrado durante la formación estar preparado físicamente para cualquier eventualidad, eso le había dado el derecho a pertenecer a la primera escuadra y se había ganado el respeto de muchos que dudaban de sus capacidades.

Hago un gesto afirmativo a Lengua Negra y me levanto. Dejo el fardo que forma la armadura allí, y me dirijo hacia el campamento principal cerrando el grupo.

Notas de juego

Sigo llevando mi cinturón de tela con la daga.

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09/09/2011, 12:33
Campaña.

Campaña coge por el cuello a Cochinillo en un gesto amistoso, pero que casi le hace crujir las articulaciones, y eso que Cochinillo no es ningún enclenque.

- "Campaña siempre quiere comer, pero Cochinillo babea ya pensando en las gachas de avena caliente. He oído que hoy llevan trocitos de tocino frito." -

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09/09/2011, 12:35
Cochinillo.

- "¡Suéltame bestia de casco de bronce! ¡Me haces daño! Si no me sueltas ahora, me comeré mi ración y la tuya, ya lo verás..." -

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09/09/2011, 13:17
Matagatos.

Observo como Campaña y Cochinillo se pelean y muevo la cabeza con resignación. Llevan haciéndolo toda la vida y parece que no van a dejar de hacerlo, no podrían estar sin provocarse mutuamente. Aún así estoy seguro que es una forma de mostrarse afecto. Su brusquedad difiere mucho del saber estar de Lengua Negra y su amistad de mi carácter reservado y aún así todos convivimos en relativa paz en la Compañía, creo que eso nos hacía especiales. A la hora de cruzar armas todos estaríamos dispuestos a defender a nuestros compañeros.
Seguro que Lengua Negra podría decirles las palabras necesarias para calmarlos.

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09/09/2011, 13:43
Uro.

El salado aroma del rancho comenzaba a invadir el ambiente. Uro lo reconoció al instante, y su estómago reaccionó de inmediato con un sonoro quejido. El mero recuerdo de aquel caldo aguachento le hizo crujir las tripas con dolor. Hacía meses que no se alimentaba como era debido, y su cuerpo empezaba a sentir el castigo. Desgraciadamente, el hambre era más fácil de soportar que aquel inmundo potaje.

Uro había perdido varios kilos de peso, y su recia musculatura se había resentido. Hacía semanas que había empezado a notarse más débil, incapaz de sostener el castigo al que los exponían, y sabía que le costaría un gran esfuerzo recuperar lo perdido. No alcanzaba con llevarse a la boca cuanta alimaña encontrara por el campo, ni tampoco con las raíces y matojos que descubría de tanto en tanto, algunas de ellas verdaderamente intragables. Si no conseguía un sustento decente en los próximos días, el cuerpo mismo le empezaría a arder. Y eso no sería bueno… para nadie.

Dejó bajo su escudo la última tanda de hierbas secas que había encontrado y se sentó sobre él. El penetrante aroma había obrado como una orden directa, y el silencioso mastodonte consideró cumplida su labor de forrajeo. Había reunido una cantidad nada despreciable de combustible, lo suficiente como para mantener un fuego aceptable durante algún tiempo. De momento, al menos, los fríos vientos de la noche no supondrían un problema.

Mientras aguardaba la llegada del almuerzo, Uro sacó una piedra de su bolsa y comenzó a pasarla con cuidado sobre la hoja de su machete. Mientras afilaba el arma, su mente sencilla cavilaba sobre lo ocurrido durante aquel día.
 

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09/09/2011, 14:04
Uro.
Sólo para el director

La mente de Uro se había centrado en las huellas que había visto en su nueva zona de acampada. O mejor dicho, en la falta de ellas. Nueve meses era mucho tiempo. Demasiado para una compañía que llevaba ¿cuanto? ¿2 años en guerra? ¿Tres? Era extraño que hubiera pasado tanto tiempo entre una promoción de reclutas y la otra. ¿Acaso sus filas no disminuían? ¿Tan poderosa era aquella fuerza de combate que solo ahora había necesitado reconstruir sus formaciones?

¿O acaso ellos eran la primera promoción?

Uro no tenía respuestas para aquellas preguntas. Al menos de momento, así que se centró en otros asuntos.
Sus ojos se posaron en una fina raíz que asomaba bajo el escudo. Era estrecha y recta, quizás demasiado recta, y bastante larga. Al bárbaro le recordó la extraña lanza que portara su camarada Guepardo. Nunca había visto algo semejante en la sabana. Debería de provenir de tierras lejanas. O quizás la había forjado algún brujo de su tribu.

Aunque esto último era improbable. El chico había sido parte de los Jaguares Asesinos. O eso era lo que se rumoreaba en el campamento. Y, aunque no era mucho lo que Uro sabía sobre este pueblo, estaba claro que una habilidad como esa habría llamado la atención de todas las tribus de la sabana. Todos sus guerreros llevarían armas semejantes. Ciertamente, no era el caso.

Así que solo quedaba la primera opción. O que el chico mismo hubiera llegado de algún lugar lejano, donde tales artefactos eran comunes. En cualquier caso, la pregunta era la misma… ¿de dónde?

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09/09/2011, 14:51
Lengua Negra.

Hacía tiempo que no andábamos juntos, mucho tiempo. Solo falta Serpiente.

Las bromas de Campaña y Cochinillo resultan agradables después de tantos días sin un momento de respiro ni una ocasión para el buen humor.

Guardad las formas brutos descerebrados o llamaré a Serpiente para que os queme los pelos de la nariz con un parpadeo. Quizá podría postraros en la letrina con diarrea aguda . . . 

La verdad es que desde que sufrí las consecuencias de la lucha de la Compañía contra el hechicero rehuso acercarme a cualquier mago, brujo o pitonisa. Aún sufro pesadillas ocasionales. Estoy perdiendo el contacto con Serpiente.

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10/09/2011, 01:10
Dedos.

Mientras el baño duró tuvo una vista excelente de lo que sucedía a su alrededor. Dedos solía sonreír a menudo, pero a veces de forma un poco ambigua, y otras no tanto. No le prestó mucho caso a Serpiente pues no era inusual ese comportamiento suyo… “Qué te gusta destacar, Serpiente”, pensó divertida.

Por otro lado observó la fraternidad entre hermanos, la humillación de Ojopocho y un continuo ir y venir de las gentes del campamento. Ya era momento de salir del barreño, vestirse con ropas limpias (las suyas) y recoger su ansiado equipo.

- R’Gaa, ¿has visto la tercera pierna de Uro? –rió socarronamente- Lo que me recuerda… es de los pocos que van a la zona de acampada. Es listo después de todo -miró a la mujer y torció levemente la boca en un gesto medio burlón- No me corre prisa en visitar al Usurero, Pitonisas o emborracharme. Ve tú si quieres, pero no te emborraches que serás presa fácil -y con un guiño se encaminó hacia la zona de acampada del Campamento de Instrucción.

Tenía pensado tirar los harapos que se suponían era un uniforme, pero al escuchar que algunos iban a usarlos como si de leña se tratara aceptó la idea. Así, con equipo y los harapos envueltos, se alejó.

- ¡Tsk! Se ha cogido la mejor zona –dijo para sí al ver la buena ubicación de la masa de músculos. Ya encontraría algo bueno, tal vez bajo un árbol para improvisar unas ramas en forma de techo, u otra elevación siguiendo el estilo del gigante. Al menos tenía una esterilla y una buena manta para pasar la noche, aunque amenazaba con llover.

" Mmm… éste parece un buen lugar. No el mejor pero sí uno bueno", estaba satisfecha.

Dejó sus cosas en el suelo de tal forma que evidenciaba que aquel era SU zona, aunque lo suficientemente amplia como para compartirla con R’Gaa si quería.

- ¡Uro! –lo llamó al tiempo que se acercaba, aunque pocos lo harían estando él tan ensimismado afilando su nada despreciable machete- ¿Te parece compartir fuego? Voy a buscar ramas y podría juntarlas con lo que tienes.

.

Notas de juego

Como hay tanto texto, y para no perdernos, espero contestación de Uro.