Partida Rol por web

- Que ya están hechas las tiradas, pero que lo contento o descontento que se quede ahora Piojillo depende por completo de lo que le digas, de tu interpretación narrativa.

- Eso sí, con una buena tirada de Escuchar, obtendrás una información adicional.

KHADESA está concentrada en su primer cliente, y no escucha nada de particular más allá del sonido de las voces de ambos al hablar.

La mano de la Pitonisa se levantó lentamente, y aireó el humo que poco a poco se había ido acumulando. Pero no para dispersarlo, sino para llevarlo hacia ella, para aspirarlo. Así lo hizo, profundamente, llenando sus pulmones de la cálida y dulzona bruma.

Aún con los ojos entornados, aún con la mirada fija en Piojillo.

Entonces tomó los huesos y los puso en la mano del recluta, hizo que la cerrara, y la agitó.

-Aspira. Aspira, hombre de los K'Hlata, el aroma de la Madre.

Y sin esperar respuesta, con un seco movimiento hizo que la mano de Piojillo se abriera de golpe, y cayeran frente a ellos los huesos. Levantó ambas manos, como si temiera que el muchacho fuera a hablar, a interrumpir. Luego acercó el rostro a los huesos, escrutando la posición en que habían quedado, unos segundos tensos en los que la concentración heló sus facciones.

Y habló, solemne, en tono grave, como si estuviera en trance.

-Ahí están... puedes verlos. YO los veo. Me hablan de ti, recluta, de tus temores... Oh, ahora veo por qué querías acudir a Kamaria, pero, eso tú YA lo sabes... no, no es eso lo que has venido a buscar aquí... tu fortuna... tu suerte... -se detuvo, de golpe. Y abrió mucho los ojos. -¡Vaya! Algo irá mal. -Luego los entrecerró de nuevo, y asintió. -Oh, sí, algo que no va a gustarte, sucederá hoy. -Volvió a abrirlos de golpe.- ¡Oh! Pero... se arreglará. Lo que sea que te encontrarás de malo, como un pincho metido en tu manta, te molestará, sí, pero... veo a alguien más. Alguien cercano a ti... alguien... ¿un compañero...? -Parpadeó, como intentando visualizar un rostro.- Un compañero, sí... no todos te aprecian... y tú lo sabes. Pero veo a uno que sí lo hace... que te ayuda. Alguien grande... muy grande. Es... ¡Cochinillo!. Él te arrancará ese pincho, esa molestia, él te va a alegrar el resto del día. Pero debes confiar en él... debes pedirle que te ayude. Su mente sola no puede hacerlo, pero si tú se lo pides, él resolverá tu problema...

Y eso fue todo, porque inmediatamente, tras decir eso, Khadesa cerró los ojos y calló. Y cuando los volvió a abrir, era la de siempre, su mirada había perdido ese brillo de la concentración. Y cuando se despidió de Piojillo, su voz fue dulce y amable, y tampoco sonó con la gravedad con la que había hecho su predicción.

-Y ahora, vete. Y no te preocupes si algo sale mal, porque es lo que tiene que ser. Sólo cuéntaselo a Cochinillo, él te ayudará. También eso va a ser así.

Recogió los cinco cobres, y se puso en pie.

Piojillo se levanta y se queda mirando a Khadesa como si estuviera pensando en robarle los cinco cobres o en violarla ahí mismo.

- "¿Pero qué diablos...? ¡Yo quería saber si triunfaré en la batalla contra los Castores! Si sobreviviré, si me convertiré en hermano juramentado. ¿Qué me voy a encontrar un pincho en la manta? ¿Qué puedo contar con Cochinillo para que me ayude? ¡Eso lo sabe todo el mundo! Cochinillo siempre ayuda a todos. ¡Menuda estupidez!" -

El Recluta sale enfadado de la tienda, tan airado que finalmente se olvida de robar o violar a Khadesa.

Khadesa es ahora cinco cobres más rica, aunque sus provisiones de hierbas y polvos de "espectáculo" han mermado.

-¿Saber si te convertirás en hermano juramentado, si ganarás honores luchando contra los Castores...? ¡Eso requiere un Ritual a la Diosa! Y es peligroso, no puedo arriesgar la piel por unos cobres, ya te lo he dicho. Es más, quien te diga lo contrario, quien te haga predicciones de esa importancia sólo por unas monedas, te está robando esas monedas, porque te engaña.

La Pitonisa siguió hablando, primero ofendida, y después amistosa, después de todo Piojillo podía estar atrapado en las redes de alguien cuya falsedad lo hubiera cegado. Y con buenas palabras, así intentó hacérselo saber.

- "Hummm. Puede que no seas una farsante después de todo. Está bien, me tengo que ir. Adios." -

Khadesa le vio marchar, y tras unos segundos se fue ella también. Estaban repartiendo la comida, según pudo darse cuenta al desaparecer el aroma a hierbas quemadas de la tienda, y penetrar el fragante olor del tocino frito que alegraba hoy las gachas. Había cogido su escudilla, y se dirigió a los que repartían las raciones de los seguidores.

Mientras esperaba en la cola, hizo una seña a un muchachito que conocía, uno de los que a veces hacían trabajos para ella, como cazar algún animalejo, o recolectar alguna planta. Uno vivaracho y listo.

-¿Quieres ganarte un cobre?- la Pitonisa se lo entregó, sin condiciones- ¿Ves a ese recluta que está ahí, yéndose? Piojillo, sí. Síguele sin que se de cuenta, y averigua dónde tiene su manta. Donde va a dormir esta noche. Y luego busca un zarzal, y coge una bola de pinchos secos, una de las grandes. Y sin que nadie te vea, se la pones bajo la manta, para que cuando se tienda se pinche. Sólo eso, ¿de acuerdo? Que se pinche en el culo, ya me entiendes, y que necesite que alguien le saque los pinchos de ahí. No quiero que se haga daño, busca algo que no esté sucio de mierda de ningún animal. Sólo pinchos. Pero ten en cuenta de que si te pillan, es sólo una travesura tuya. No me nombres a mí, ¿vale? Si no te pillan, y todo sale bien, mañana tendrás otro cobre.

Lo dijo sólo para él, asegurándose de que nadie podía oírlos. Luego siguió esperando su turno, pensando en el pequeño fetiche que quería confeccionarle a Carpintero. Tenía la tarde para ello, y sólo le llevaría una hora, más o menos. Porque al anochecer, quería ofrecer la tienda a la Diosa, y tenía que preparar un Ritual...

KHADESA:

- Tirada de Engañar para convencer al mozuelo de que haga bien su tarea (y sea lo bastante valiente como para asumir el riesgo). La tirada no es difícil porque el cobre y tus dulces palabras son buenos incentivos. Pongamos una dificultad total de 12.

ASTADO:

- Cuando Khadesa (tras hablar con el rapaz) se acerca escudilla en mano a la olla de la que reparten a los seguidores de campamento que tienen raciones asignadas, se lleva una desagradable sorpresa.

- "Lo siento Khadesa, tengo malas noticias. Hasta ahora tu madre Yamila siempre te cedía una de las tres raciones diarias que ella tiene asignada por la Compañía. Lamentablemente, esta mañana ha cancelado tu ración de ahora en adelante. Ha dicho que puesto que te has emancipado, deberás buscarte tú sola el sustento.

Por otro lado, y aunque sé que te acabas de establecer como Quinta Pitonisa, aún no has demostrado tu valía o utilidad para la Compañía, por lo que el Alto Mando no ha decidido todavía asignarte raciones propias.

Si tienes dinero, tal vez puedas comprarle algo de comer a los comerciantes. La Tienda de Grog estará a punto de abrir, y creo que hoy han preparado un guiso de judías con carne de buey. Normalmente cobran dos o tres cobres por plato." -

-¡Vaya! Así que mi madre se queda con mi ración, y el Alto Mando me niega otra. Pues es una dura noticia. Pero no es tu culpa, Astado, lo entiendo. En fin, veré si puedo llenar la escudilla en el tugurio del Usurero entonces.

Tendría que buscarse la vida, estaba claro. Era una más de los parias entre los seguidores que no tenían más derecho que el de estar ahí, de seguir la Compañía. Ya era algo, hubiera podido ser peor, y también habría tenido que aceptarlo. Le sonrió a Astado.

-Pues si requieres algo de mí como Pitonisa, tus monedas serán bienvenidas, si he de comer. ¡Ya sabes donde encontrarme!

- "Gracias, Pitonisa. Le hablaré bien de ti al Analista, la próxima vez que bebamos grog." -

RAPAZ:

- El mozalbete sale corriendo con la moneda de cobre que le ha dado Khadesa bien agarrada.

A la Quinta Pitonisa no le cabe la menor duda de que cumplirá su encargo a la perfección.

Khadesa se alejó del caldero con las tripas gorjeando. El tocino había llegado muy profundo en su olfato, y había abierto un verdadero boquete en la boca de su estómago.

Se dirigió de nuevo a su tienda, y buscó un par de maderos de los que tenía para el fuego. Los husmeó y escudriñó a conciencia, hasta que pudo sacar de entre sus fibras tres o cuatro gusanos de la carcoma. Los puso en la laja, y los machacó con una piedra, añadiéndole además trocitos de la madera, algunas yerbas, y algunas cosas que a ella le pareció que iban a servir. Como un escarabajo que tuvo la osadía de cruzar por la laja justo entonces.

Sacó a Noche, y se hizo un leve corte en el muslo, levísimo. Pero con la hoja brillando y el filo enrojecido, murmuró el encantamiento, pidiéndole a la Diosa que funcionara. Luego mezcló todo con la ayuda de Noche, y su sangre se juntó con el resto haciendo una pasta espesa y negra.

Metió la pasta negruzca en una hoja, que dobló, y ésta en una bolsita de las que tenía ya preparadas para hacer amuletos. Todo eso le llevó un buen rato, pero cuando terminó estuvo segura de que el resultado era más que aceptable.

Salió hacia la cabaña de Carpintero, acallando su hambre. Oh, un poco de dieta le vendría bien, y si tardaba un poco en comer, tardaría más en tener hambre mañana...

- PIOJILLO abandona el Campamento Principal, entrando en el campamento de instrucción.

- Centinela le permite el paso sin el menor percance.

CABAÑA DE CARPINTERO:

Al contrario de la mayoría de chozas que se ven por el lugar, esta es una cabaña muy bien construida, aunque es todo en madera.

La puerta no está cerrada y desde fuera Khadesa puede ver a Carpintero disfrutando de su escudilla de gachas con tocino frito.

CARPINTERO:

- "Ñam, ñam, ñam." -

Procurando que el croar de su estómago no fuera demasiado evidente, la Quinta se acercó al Carpintero.

-Que te aproveche, Hermano. ¡Vaya con las gachas hoy, deben estar suculentas! Justo cuando añaden tocino frito por los nuevos Reclutas, a mi se me ocurre emanciparme, y me he quedado sin el derecho a ración. Será que la Diosa me dio poca sesera.

Sonrió, y se detuvo ante él, curioseando el interior de la bien construida cabaña.

-Vengo a agradecerte tu regalo. Ha sido una sorpresa, y me va a venir muy bien. Una mesa y dos sillas de buena madera, y muy bien hechas. Gracias, en serio. Eh, mira... yo no soy aún nadie ni como Pitonisa, ni tampoco para la Compañía Negra, ya lo sé. Pero te he hecho este amuleto con toda la habilidad de la que dispongo. Es para evitar que la carcoma se meta en tus muebles, y que si la madera que usas la contiene, se pudra el animal dentro sin desovar. Aquí tienes...

Puso la pequeña bolsita en una esquina de la mesa, lejos de la escudilla de Carpintero, por si a éste le daba asco tocarla mientras comía.

- "¡Ah! Muchas gracias, Khadesa. No ha sido nada, en el Campamento tenemos que ayudarnos los unos a los otros y creí que la mesa y las dos sillas te serían necesarias en tu profesión como Pitonisa.

Espero que te duren mucho tiempo, aunque si notaras cualquier desperfecto no dudes en avisarme.

Gracias por el fetiche, lo pondré en mi almacén de madera, nunca se sabe." -

-¡Seguro que durarán! Espero que el fetiche te funcione durante mucho tiempo también. Un saludo, y no dudes en venir a verme si me necesitas.

Salió de allí, el olor del tocino la estaba tentando demasiado. Pensó en irse a comerse una ración en la tasca del Usurero, pero se disciplinó. No, esperaría.

En vez de eso se dirigió al Campamento de Instrucción, a ver cómo les iba a los Reclutas. Y a su hermano entre ellos. Bien, y por qué no, a echarle un ojo al zagalillo, y a su encargo. El muchacho era listo, muy listo. Y estaba segura de que saldría airoso de lo que ella le había pedido. Pero no estaba de más ver cómo se ocupaba de ello.