Partida Rol por web

- "¡Compren, compren Máscaras del Dolor! ¡Las hay desde diez piezas de plata!" -

Llega un cliente y se compra una máscara sin dudarlo.

- ¿Que tienen de especial para valer ese precio? - pregunto al oír el precio.

- "Son de excelente artesanía, noble señor. El culmen de la elegancia en Cho'n Delor." -

El comerciante sonríe ampliamente a Ojopocho mostrando unos dientes perfectos, regulares y completamente blancos.

PULGA:

- Observas las máscaras.

- Ciertamente el proceso artesanal de fabricación de objetos de cerámica no está al alcance de las tribus de la Gran Sabana.

- Es perfectamente posible que valgan eso debido a la artesanía o a su valor artístico.

Plumilla mira a Pulga con una sonrisa inocente en los labios y asiente de buena gana,haciendo bailar las rastas oscuras que le enmarcan el rostro.

-¡Claro! Por mí encantada, ¿el próximo entrenamiento lo hacemos juntos entonces?-parece que va a añadir algo más cuando repara en las máscaras y se encoge un poco abriendo los ojos desmesuradamente con aprensión. El ver como el ciudadano anónimo compra una como si nada hace que se le antoje una escena tosca y desagradable, como quien no quiere la cosa se apoca ligeramente, encogiéndose y resguardándose tras el grupo, intimidada.

-Qué más da lo que valga-musita en K'hlata sujetándose el labio inferior entre el pulgar y el índice mirando a su alrededor-cómo pueden...-desde luego no le parece ninguna pieza artesanal de excepcional belleza.

Keropis se gira hacia Plumilla y se señala la cara- No esss tan rrrarrrro verrr a gente con massscarrrasss -se oye un ruido que sale bajo su armadura, algo que es como un gorgoteo y que podría ser una risilla- ¿o esss que pensssabasss que esssta errra mi carrra? -otra vez ese sonido inquietante.

-No es lo mismo, Keropis-sisea en un susurro audible para los del grupo. La diferencia radicaba en la inquietud que le producen esas máscaras y la facilidad para ocultar las identidades detrás de esas terribles facciones artificiales. De ser atacados y sobrevivir, no podrían identificar a nadie.

Pulga, son cinco platas, ya es un buen precio y Chaman Rojo ha adquirido el mismo producto al mismo. Le miro extendiendo las manos en un gesto que intenta hacerle comprender. Si ambos habríais realizado la compra juntos quizá si abría podido conseguir una oferta mejor. Pero ya es tarde. Es un buen precio para un producto de esa calidad.

Mirando al resto del grupo, y deteniéndome en mirar a Ojopocho, pues no quiero que piense que mis palabras son órdenes, si no solo sugerencias, al menos por ahora.
¿Alguno más esta buscando algo? Desearía que volviéramos pronto por lo que finalizar cuanto antes vuestras compras.
 

Intento evitar la mirada del hombre que compro la mascara, pero ese aire siniestro, y el exorbitado precio que ha pagado por un producto tan poco útil llaman enormemente la atención.

- Yo ya he acabado aquí. - digo mientras observo el nerviosismo de Plumilla.

- Esta muchacha deberá curtirse más antes de estar preparada. - pienso.

-Está bien, eso es un trato.

Contestó Pulga a Plumilla con una amplia sonrisa y le extendió la mano para estrechársela en señal de pacto. Estaría encantado de entrenar con ella, al menos no tendría que preocuparse por que se ensañara a golpes con él como algunos otros de sus compañeros de pelotón. Después se giró hacia las máscaras que habían atraído la atención de sus compañeros y las observó. Gustos aparte, le parecía probable que aquellas máscaras pudieran costar lo que el mercader pedía, otra cosa era quien estaría dispuesto a pagar ese dinero por una simple máscara. Se acercó a Keropis y a Plumilla al ver que esta parecía un poco intimidada por la situación.

-Puede que las máscaras valgan lo que piden por ellas, pero lo de usar un comprador falso como gancho para atraer clientes es un truco muy viejo.

Pulga lo había visto hacer un montón de veces y no le parecía raro que hubieran presenciado una representación similar. Perdió interés por las máscaras y se concentró en los arneses de protección que le interesaban.

-Gracias Mentiroso, ha sido culpa mía por estar despistado. Nunca había estado en un mercado distinto al de la Compañía. Pagaré lo que piden si dices que es un buen precio.

Pulga no perdió más tiempo y se acercó al puesto.

-Señor, véndame otro arnés como el de mi amigo. Sacó de su bolsa de cuero cinco monedas de plata y las depositó sobre el mostrador. Aquí tiene las cinco platas.

Cuando terminó la transacción volvió al grupo sin perder tiempo puesto que parecía que tenían prisa por regresar al palacio.

-Yo también he terminado, por mi podemos volver.

Le hubiera gustado seguir observando la ciudad y los puestos pero no quería contradecir a sus compañeros de grupo. Además todavía podía aprovechar lo que le quedaba de día libre visitando la tienda de grog. Mientras el resto terminaba de hacer sus compras extendió las correas de su recién adquirido arnés y observó que no hubiera ninguna en mal estado.

Hay demasiadas correas, esto va a ser un lío para ponérselo.

- Pulga paga las cinco piezas de plata que le pide el mercader. El arnés de cuero incluye una especie de faja que cubre el bajo vientre, brazales, perneras ligeras y unas gruesas correas cruzadas en pecho y espalda. Es el tipo de protección que emplean los gladiadores de Dadiz en sus sangrientos combates en la Arena.

- Tras esto, el grupo emprende el regreso al Palacio de la Discordia.

MEDIA TARDE.

- Finalmente, el grupo formado por Mentiroso, Ojopocho, Chamán Rojo, Codorniz, Keropis, Plumilla y Pulga regresa al Palacio de la Discordia.

- Mentiroso lleva un bulto menos, mientras que Chamán Rojo y Pulga han comprado esos arneses de cuero que tan de moda parecen estar entre los Hostigadores.

AVANZADA LA TARDE.

- La cabalgada por las calles empedradas de la ciudad transcurre tranquila, si bien tantas monturas hacen un ruido infernal.

- La mayoría de los miembros de la Compañía permanecen callados, aunque algunos comentan banalidades o intercambian bromas.

- La gente se aparta en las calles al paso de la cabalgata. Muchos se ocultan en sus casas, con temor a los desconocidos extranjeros.

- "¡Kallmall! ¿Dónde hay por aquí una casa de putas? ¡Seguro que tú ya has estado!" -

- "Este es un barrio de gente honesta y trabajadora. Sería difícil encontrar un prostíbulo o alguno de los antros de mala muerte que tanto te gustan, Barril. Tal vez deberías de probar en la Ciudad Baja." -