Partida Rol por web

- He dado mi opinión porque me la ha pedido Serpiente. Hubiera estado muy conforme con seguir callado todo el camino, porque no creo que os importe nada que yo pueda decir.- Me encojo de hombros, ya esperaba una respuesta así.- De todas formas dar una opinión no es más que eso, no me meto en la vida de los demás ni intento dar lecciones. No te vendría mal relajarte un poco Rastrojo, cada vez es más numerosa la lista de gente a la que odias.

Me callo mientras una patrulla se acerca a nosotros con intención de hablarnos, pero de repente se detienen al ver algo que porta Serpiente y nos dejan avanzar sin decir nada. Cuando ya no pueden oírnos sigo hablando.- Y sí, he visto el esqueleto deforme de Caracabra. Lo suyo es peor que la vejez porque lo sufre desde que nació, yo cuando era joven era ágil y fuerte pero Caracabra nunca podrá saber lo que se siente al ser así.

Serpiente es el prisionero. No se atienden las peticiones de los prisioneros. Ni las de Serpiente aún cuando no sea el prisionero. En una ocasión, Serpiente le pidió a Matagatos un enemigo que capturamos-Rastrojo se encogió de hombros y guardó un instante de silencio como si fuera obvio el final de esa historia-. Muerto.

Y creo que este Mago aún guarda un saquito de cuero con deditos de niños... ¿O ya los usaste todos, Serpiente?

- Que capturé- aclaré con una sonrisilla de autosuficiencia.- Solo usas el plural cuando te conviene. Fueron dos los que capturé. A uno lo mató Ponzoña sin pedirme permiso; el otro sufrió el destino que hubiese sufrido el primero si Ponzoña no hubiese cometido la estupidez de matarlo. Y no, el destino del segundo no fue la muerte en el sentido estricto de la palabra. Eso hubiese sido todo un desperdicio y a mí no me gusta desperdiciar nada.

No me había pasado desapercibida la actitud de los guardias durante nuestro camino. Si lo que pensaba era cierto, y prácticamente siempre era así, ya sabía por qué no había nadie en la calle.

- Sobre los deditos de los niños soy culpable. Terriblemente culpable- afirmé fingiendo pesadumbre. Luego con una risita infantil di unos toquecitos a una pequeña bolsa de cuero que colgaba de mi cinto.- Pero, ¿para qué quiere un muerto, niño o viejo, sus dedos?- Como respuesta me encogí de hombros.- Por cierto, ¿tenéis intención de regresar ahora mismo a la ceremonia?

¿Volver? No lo verán tus ojos. En la medida de lo posible evitaré estar delante de nuevo de ese Señor del Dolor.

No quiso entrar en el tema de esa fuerza extraña que les obligó a arrodillarse... dejando a Lengua Negra y a Portaestandarte como héroes delante de los suyos.

Fijó su atención en Vieja Gloria. Especial atención... sí... sobretodo al arco que llevaba consigo.

El otro día me pasé por los puestos de mercaderes de la compañía. Vi un arco que costaba treinta y cinco monedas de plata. Ladrones... ¿Cuánto te costó a ti el tuyo, Vieja Gloria?

- Ha pasado un largo rato y los tres miembros de la Compañía Negra están llegando casi al Palacio de la Discordia.

Mantengo una mueca de asco mientras Serpiente habla de que utiliza cadáveres y dedos de niños muertos, pero ignoro el tema.- Supongo que sí que deberíamos volver a la Ceremonia, aunque no me opondré a retrasarnos un poco para evitar al Señor del Dolor.

Dejaremos a Serpiente en su celda y retomaremos el camino en dirección al Palacio de la Discordia, avanzando lentamente para hacer algo de tiempo.

- Sobre este arco, es una reliquia familiar, era de mi padre. No creo que lo comprase a nadie, supongo que lo fabricó él u otro cazador de la tribu. Éramos autosuficientes, no comerciábamos.

BARBACANA PRINCIPAL DEL PALACIO DE LA DISCORDIA: EXTERIOR:

La Soldado Akatsuki, anteriormente de los Arqueros y actualmente una de los mandos del nuevo Pelotón de Reservas, se encuentra de guardia en la entrada principal del Palacio junto con una decena de nuevos Reclutas (Primera Promoción Año 201).

Observa con cierta sorpresa la llegada de los tres miembros del Pelotón de Hostigadores, que regresan antes de lo esperado. La expresión de su rostro se mantiene, sin embargo, imperturbable.

- "Buenas noches, Hostigadores." -

No me habían pasado desapercibidas los gestitos del anciano desdentado cuando había hablado de los cadáveres, pero no me importaba lo más mínimo. Es más cosas como aquella me divertían enormemente pues no hacían mas que probar lo estúpidos y cortos de miras que eran todos los que me rodeaban.

Ignoré a Akatsuki, nada me interesaba de ella, y proseguí con la conversación que en ese momento nos ocupaba.

 - Y cuando tu padre murió le arrebataste su preciado arco de sus dedos muertos para poder utilizarlo tú. Los mismos dedos que ya no podrían volver a tensar su cuerda nunca más. ¡¡Eres un monstruo!!- exclamé poniendo una cara de asco parecida a la que él había usado poco antes. Luego solté una carcajada.- Pero yo también lo soy, así que no hay nada de lo que preocuparse. Es más, deberíamos ayudarnos entre nosotros. Seguramente no querrás que esa trocito de madera se pudra contigo cuando casques- le dijo señalando el arco-, algo que dada tu edad y profesión seguramente ocurra más temprano que tarde. Cuando así sea, ¿podré disponer de tu arco?

La respuesta iba a ser un no, seguro, pero adelantarme a Rastrojo para pedir algo que él quería y ver su cara al escucharme pedirlo me proporcionaría diversión suficiente.

Uhmph...-cómo le escoció que ese maldito mago pidiese el arco... cómo le escoció.

Akatsuki, saludos-de buenas esta noche no tiene nada-Serpiente no se supo comportar en la ceremonia y Matagatos nos ordenó traerle de vuelta y dejarle encerrado en su celda.

¿Para qué le doy explicaciones si ni siquiera es de mi pelotón? ¿A ella qué más le da?

Se sentía igual de intimidado que recién convertido en Recluta, cuando podían abandonar el campamento por primera vez en meses y tenían que cruzar ante todo un Hermano Juramentado que guardaba las puertas del campamento.

Miró a Akatsuki. Miró a Vieja Gloria. Una mujer y un anciano. Ninguno de los dos le inspiraba confianza para enseñarle a mejorar su puntería. Así que calló. Debería pedirle ayuda alguien, pero quizás era mejor buscar a alguien más válido.

Akatsuki responde con un gesto de asentimiento, y los Reservas a su señal abren las puertas de la barbacana del Palacio.

- Por supuesto que no puedes quedarte con mi arco.- Contesto a Serpiente con irritación.- Y lo del arco no tiene nada que ver con tu asquerosa afición por amputar dedos a los muertos, ¡este arco me lo cedió mi padre, no se lo quité a su cadaver cuando murió! De hecho si tuviera un hijo vivo se lo regalaría y podría retirarme, pero como no es así me lo quedaré hasta el final.

Cuando nos saluda Akatsuki me limito a devolverle el saludo y dejar que Rastrojo hable.

Ahí estaba, mientras las puertas del palacio se habrían, la respuesta que había esperado junto a la reacción que había deseado. Solo quedaba rizar un poco más el rizo.

- Y al escarabajo pelotero le repugna que el buitre se alimente de cadáveres- solté con una risita.- Has dicho que te lo quedarás hasta el final. Aclárame un par de cosas, cuál es ese final y qué ocurrirá después de él. Porque créeme, el mundo seguirá girando a pesar de que hayas finado. Tú no eres ni el principio ni el fin anciano, tan solo una mota de polvo en un inabarcable camino. Tu fin no será el fin sino el principio de muchas otras cosas, cosas que sucederán cuando tus huesos queden desnudos y tu recuerdo se haya olvidado.

- Rastrojo, Vieja Gloria y Serpiente entran en el Palacio de la Discordia.

- Salen del Palacio de la Discordia: Capitán, Teniente, Analista, Portaestandarte, Sargento Rompelomos, Cabo Kallmall, Sargento Vientos, Cabo Lemur, Cabo Barril, Sargento Falce, Cabo Berrinche, Sargento Virote, Cabo Mostaza, Cabo Diana, Matagatos, Ponzoña, Cochinillo, Piojillo, Cabo Cortaplumas, Ballestero.

- Son todos los jefes y subjefes de la Compañía Negra, exceptuando a los del Pelotón de Instrucción, y a Akatsuki, que técnicamente es una sub-jefa del Pelotón de Rerservas.

- Todos van montados, ya sea a caballo, o en mulo, en el caso de Cochinillo en camello.

- Los veintiún jinetes recorren las calles empedradas del Barrio Residencial de Cho'n Delor, dirigiéndose al Bastión del Dolor.

Durante el trayecto, el Capitán se retrasa hasta quedar a la altura de Matagatos.

- "¿Qué ha pasado, Matagatos?" -

Piojillo se dio cuenta de que su inusual pericia montando a caballo podría revelar cosas sobre su pasado que no le beneficiarían en este momento. Desde ese momento empezó a dejar más holgadas las riendas de Orgullo, adoptando una posición desgarbada y fingiendo que no sabía lo que hacía. De vez en cuando mira a los demás para fijarse en si le observan y llegado el caso, planea fingir un descontrol con el caballo.

Eres un K´Hlata idiota, ¿qué crees que harán los mercenarios de la Compañía con un exclavista esmirriado?

Matagatos montó en Dante y siguió el paso de la comitiva. Era de los más retrasados, cerrando el grupo junto a Ponzoña, Cochinillo y Piojillo. Cuando el Capitán se pone a su lado y le pregunta solo se le ocurre un tema por el que pueda estar preguntándole, al menos ahora mismo en su cabeza tan solo puede pensar en Serpiente y su castigo, así que supone que el Capitán le pregunta por aquello.

-Me he visto obligado a castigar a Serpiente tras muchas indisciplinas y desobediencias. Intenté llegar a un acuerdo con él, incluso mandé a Lengua Negra y Khadesa que intercedieran pues ellos podrían tener más influencia sobre él que yo, pero Serpiente decidió ignorar consejos y órdenes una y otra vez. Se que es un valor útil para la Compañía y su vida nunca corrió peligro, solo espero que después de esto decida ser disciplinado.

Tampoco dio más explicaciones, si el Capitán quería saber los detalles podía preguntarlos. Además no tenía muchas ganas de hablar de aquel asunto, tan solo de acabar pronto la reunión e ir a atender personalmente a su primo.

- "Entiendo y respeto tu decisión, Matagatos.

Eres jefe de Pelotón y eso significa que en cuestiones de disciplina interna de tu Pelotón, tú tienes la última palabra. Cuentas con la autoridad necesaria para impartir castigos y mantener la disciplina.

Es sólo que cuando no sea una urgencia, si nos tienes al lado mismo como esta vez, estaría bien que nos informaras de las decisiones importantes. Más que nada para que no nos tome completamente por sorpresa cuando se forme un revuelo como ese.

Recuerda que tu superior inmediato, hasta que seas Cabo en un futuro, es el Cabo Berrinche, y después de él, la Sargento Falce. Si ninguno está disponible puedes acudir a tu padre, a Analista, al Teniente, o a mí." -

El Cabo Barril se fija en el modo torpe y desmañado como monta Piojillo y le comenta:

- "Algunos no hemos nacido para montar a caballo." -