Partida Rol por web

Parecía que Serpiente se jactaba de hablar enigmáticamente, cosa que al guerrero exasperaba a más no poder. Tu dame las respuestas, yo valoraré si puedo o no aceptarlas. - No iba a recular un ápice ante la retórica de aquel hechicero. Se dirigió con él al carro donde estaban los cadáveres. no sabía bien que podría sacar de ellos Serpiente...tenía mucha curiosidad por enterarse. Caracabra les seguía. Llevaba las batatas.

Escuchó como Jabalí pedía venganza para los hostigadores malheridos. Tenía razón, pero como bien dijo Ponzoña aún no era momento. Debían curar a los prisioneros primero. No tenía especial aprecio por ninguno de sus compañeros y no arriesgaría la vida por ellos...salvo por Matagatos, el cual se había preocupado de veras por él. Y le habían atacado en la ciudad produciéndole varias heridas. Pese a ello se preocupaba más por los demás que por él mismo. Guepardo lo tenía claro, en cuanto supiera que demonios era aquello de Sacorroto, cogería su lanza y acabaría con esos seres despreciables.

No cabía duda de que en la Compañía, y en particular entre los Hostigadores, existía cierto grado de compañerismo. Lo que no había eran buenos médicos, o mejor dicho, no había un solo curandero que no fuera otra cosa y se fuera por ahí a liarla. Veinte hostigadores, ocho heridos, cuatro personas curando, tres de ellas estaban entre los otros ocho.

La herida de Mentiroso ya casi no dolía de cuánto había tenido que hacer ya para ignorarla. Pero estaba ahí, como una sombra ominosa y asfixiante. Durante los primeros primeros auxilios, la carrera para buscar a sus compañeros, la carga de los heridos y los muertos de Serpiente en un carro y mientras conducía el otro, y mientras veía a Khadesa incapaz de dar a Matagatos la ayuda que necesitaba para salvar a sus compañeros.

No obstante, Mentiroso hizo otro esfuerzo más, casi sobrehumano, para estar al lado de Matagatos una vez más, trabajando furiosamente por unas personas que solo recordarían a Mentiroso, si este muriera, el tiempo necesario para repartirse sus pertenencias. Quizá Pelagatos lamentara no haberme pedido antes algún favor, o puede que Lengua Negra durmiera algo más tranquilo durante una temporada. Pero los otros...

Por fin le tocó el turno a Mentiroso de ser tratado de su herida. Después de que los graves estuvieran fuera de peligro, y de que los conscientes también fueran tratados. Pero la demora no le irritó. Todo lo contrario, una sensación de calma se apoderó de Mentiroso.

-Vaya día, ¿eh, Matagatos? Has hecho un gran trabajo. Bueno, todos lo hemos hecho -añadió, incluyendo a Khadesa y R'Gaa-. Ahora queda en manos de los espíritus y de la voluntad de sus almas -señaló a los heridos graves- por seguir en este mundo -meditó unos segundos hacer alguna broma, algo ligero para rebajar la tensión, pero lo descartó. A Mentiroso, en el fondo, le preocupaba más quedarse con una fea cicatriz que el perder a alguno de los heridos, pero no así a los otros.

-Oye, a mí sí me gustaría acompañarte a ver al Teniente. -Mentira cochina. Cochinísima. Lo que realmente le gustaría a Mentiroso sería pasarse una semana en esa tienda, sin hacer nada, con R'Gaa trayéndole comida y cambiándole los vendajes. Pero ni su herida era para tanto ni le prestaría R'Gaa alguna atención extra estando Sicofante cerca. Y lo que se contara en esa reunión sería importante, muy interesante. Más que eso, sería bueno para él.

HA ANOCHECIDO.

Los Exploradores de Falce permanecerán especialmente alerta esta noche.

Evito mirar hacía los cadáveres que trajo Serpiente, pues deben haber tenido sus razones para atacarnos, así como nosotros las teníamos para atacar el poblado de los Tres Castores. Eso los hace iguales a mí y por eso merecen mi respeto tal como yo lo exijo de mis enemigos. No veo correcto que se les humille ni que se les martirice más allá de la muerte, pues nadie merece eso y yo no quisiera que lo hagan conmigo.

Mis heridas duelen, pues aquellos golpes con machete fueron firmes. Probablemente habrían acabado conmigo antes de entrar a La Compañía, pero todo este tiempo de duro entrenamiento me han hecho más resistente. Doy las gracias por ello, porque si no fuese por ello, habría vuelto al campamento sobre el carro, traído por mis compañeros... o incluso por Serpiente.

Me acerco a Matagatos, quien se apresta a sanar nuestras heridas para evitar que se infecten. La verdad es que el daño que tengo es harto, pero no me amilana el dolor y no me dejaré tratar como una victima. Luché como un valiente y no seré menos después del combate. Prefiero acompañar a Matagatos a hablar con mando, pues si necesitan otro testigo, puedo servir para aquello.

Había hecho todo cuanto había podido, desde el primer segundo hasta entonces. Había lavado heridas, cortado vendas, aplicado sus manos para parar hemorragias. Una y otra vez, más agua, más vendas. A cada segundo que pasaba la vida de sus compañeros costaba más de ganar. Era una lucha feroz contra las convulsiones, o la fiebre. Unos desangrándose, y nada que lo detuviera. Demasiados cortes, demasiado profundos. Otros con las tripas fuera, y, sin embargo, aún sobreviviendo.

Dramático fue cada momento, hasta la pobre Khadesa se agotó tratando de ayudar, porque a cada momento uno u otro estaba entre la vida y la muerte. Y no sólo eso, Lengua Negra murió. Murió, tal cual. Pero Matagatos no se rindió, y ella y Mentiroso tampoco. Tuvieron que arrancarle el alma de entre los espíritus al oscuro, pero lo hicieron. Nunca podría olvidar los golpes en el pecho, el aire que hubo que insuflarle a la fuerza. Hasta que lo regresaron de la muerte. Increíble.

Ahora, cuando ya hubo anochecido, R'Gaa se deslizó hasta el suelo, en el calmo interior de la tienda de los heridos. Muchos habían aguardado fuera, otros habían salido, otros estaban allí, en silencio, descansando. O con los ojos muy abiertos, atónitos y callados.

En el suelo se quedó sentada, apoyada la espalda en uno de los postes, las manos sobre el regazo. Cerró los ojos, manchada de sangre desde las yemas de los dedos hasta los pies. De sudor, por el esfuerzo realizado. Surcos húmedos bajaban por su cara, tiznada. Cerró los ojos, y por primera vez desde que era una niña, R'Gaa rezó.

Hago un gesto a Ponzoña para que aguarde un momento mientras me acerco a Khadesa y la examino. Aunque aguantaba en pie tenía varios cortes de machete por todo el cuerpo, que si bien la mayoría no eran importantes individualmente en conjunto podían llegar a ser preocupantes.

-Déjame atender sus heridas antes de nada. De los que quedábamos en pie era la que peor parte se había llevado, no era de extrañar que estuviera nerviosa y agotada.

Limpio las heridas de mi hermana y las vendo con cuidado.

-Has sido muy valiente hermana y te has defendido bien. Tu entrenamiento con Dedos ha resultado ser mas útil de lo que imaginaba, aunque espero que no tengas que volver a estar en una situación así. Lamento mucho todo lo que ha pasado. Termino de colocar la última de las vendas. Bueno esto ya está, puedes ir con Serpiente, pero solo si quieres, lo primero es tu salud, si no te ves con fuerzas no lo hagas.

Quería preguntarle a mi hermana por la visión que había tenido en el mercado pero estaba agotada y enseguida tendría que contarlo frente a los mandos, así que no se lo haría repetir dos veces seguidas. Me esperaría a aquel momento para saberlo. Dejo marchar a Khadesa con Ponzoña sabiendo que este cuidará bien de ella y se asegurará que Serpiente no la hace esforzarse demasiado. Me giro y busco a Peregrino, de los que quedamos sin atender es el que más heridas ha recibido.

-Está bien, déjame ver tus heridas. Había recibido dos cortes de machete bastante profundos, aunque eran cortes limpios y no habían afectado ninguna zona importante. Limpio y vendo sus heridas mientras hablo con él. Has vuelto a demostrar que eres un gran luchador, y esa espada tuya no tiene rival, nunca he visto nada igual, si hubieran sido menos no habríamos tenido problema en detenerlos a todos. Casi se me había olvidado preguntarle por su misteriosa desaparición. ¿Después del combate donde fuiste? Te perdí de vista unos minutos. En el mercado me había indicado que me lo diría mas tarde. Bien, ya he terminado, procura no forzar los vendajes para que no se suelten.

Ahora tocaba el turno de Mentiroso, que aquel día me había dado una sorpresa tras otra. Primero con la compra de aquel extraño jarrón, pero sobre todo con su ayuda con los heridos. Había estado seguro que el guerrero no tenía ninguna formación de medicina, pero era innegable que me había equivocado o que Mentiroso tenía un don para aquello.

-Espera, no te muevas ahora. Mentiroso solo había recibido una herida, pero era profunda y convenía limpiarla y vendarla con cuidado. Si, hemos hecho un gran trabajo, nosotros y ellos. No sabía que tenías conocimientos de medicina ¿Donde has aprendido? Hoy has sido de gran ayuda, tanto en el mercado como aquí. Aprieto la venda lo suficiente para que mantenga la herida sellada. Puedes venir si quieres, y tu también. Le digo a Peregrino. Cualquier detalle que recordéis puede ser importante.

Ahora tocaba atender mis heridas, tan solo eran dos cortes, uno de ellos tan superficial que solo haría falta lavarlo para asegurarse que no se infectaba, el otro era algo más profundo y tendría que vendarlo.

-Ayúdame a atar la venda Mentiroso. Bien, así, aprieta un poco más. Perfecto, gracias.

Con todos ya atendidos paso cerca de mis compañeros tendidos y les examino el pulso para asegurarme de que todos siguen estables. Después me acerco hasta donde se encuentra mi armadura y mis armas y me las vuelvo a colocar antes de ir a hablar con el Teniente y el resto de mandos.

-R'Gaa echa un vistazo por aquí mientras estoy fuera y si hay cualquier inconveniente manda a llamarme inmediatamente.

Con R'Gaa estarían bien atendidos, la exploradora había demostrado su valía a la hora de atender a los heridos.

Lengua Negra estaba tendido en el jergón, inmóvil y más pálido de lo que en él era habitual. Sus heridas eran graves y su estado empeoraba por momentos. Algunas veces parecía que podría recuperarse y otras que lo perdíamos. En algún momento su corazón llegó a dejar de latir, pero mi primo era fuerte. No tenía la fortaleza de Uro, Campaña y otros guerreros, era otro tipo distinto, una fortaleza interior, mental, que lo hacía distinto al resto y que en aquellos momentos estaba luchando para mantenerlo con vida. Por muy mal que se plantearan las cosas una y otra vez parecía sobreponerse a lo que en otros casos parecía inevitable.
En uno de mis pocos momentos libres me acerco a mi primo y pongo una mano sobre su hombro.

-Primo, estoy aquí, no vamos a dejar que te pase nada, pero sigue luchando, nosotros nos encargamos del resto.

No creía que mi primo me escuchara, pero tenía que decirle que haríamos todo lo posible por curarlo.
Habíamos crecido juntos y no podía ni siquiera imaginar el perderlo. A pesar de crecer en la Compañía y de nuestro entrenamiento como soldados aquella era la primera vez en la que verdaderamente podía perder a un compañero y además Lengua Negra no era uno cualquiera, era mi mejor amigo, mi confidente y el que mejor me aconsejaba, no me perdonaría si se moría entre mis brazos sin poder hacer nada. Por eso cuando todo estaba fuera de mis manos el sufrimiento era mayor por la incertidumbre de la situación. Tan solo podía sentarme y esperar a que todo fuera bien. Presiono ligeramente su hombro con mi mano con la esperanza de que mi presencia le de las fuerzas que necesita para sobrevivir.
Lengua Negra había protagonizado el peor momento de todo el día cuando su corazón había dejado de funcionar. Habíamos necesitado toda la ayuda de Mentiroso y R'Gaa para hacerlo volver a la vida milagrosamente, pero ahora había mejorado y se encontraba mejor, aunque con una larga recuperación por delante.
Aquello era mejor que perderlo, sin lugar a dudas.

Escarabajo no sabía medicina, y su cara demostraba más rabia que preocupación. Se le había ordenado, primero, vigilar, y así lo había hecho. No podía dejar de pensar que ninguno de sus "compañeros hostigadores" se había preocupado lo más mínimo de él en su enfermedad, y tal vez por pagarles con la misma moneda, no hizo una sola pregunta a ninguno de los heridos. No se acercó a ellos, no les preguntó como estaban, no les pasó la mano, ni les miró con preocupación.

Estaban heridos, fundamentalmente, por las malas decisiones de sus líderes y por su estupidez, y aun era una suerte que no estuvieran muertos.

Y sin embargo eran de la compañía. Sí, Escarabajo no estorbó y, durante numerosas horas, cumplió la misión de vigilancia que se le había encomendado con ese gesto entre el enfado y la rabia que le caracterizaba. Estaba atento a las palabras que iba escuchando de sus compañeros, y comprendiendo así lo que había ocurrido. La resurrecciónde Lengua Negra le llamó la atención lo suficiente para que observara con un estremecido silencio lo que ocurría. No, Lengua Negra no era más de su agrado que el resto, pero era un compañero.

Cuando, ya más tarde, pareció que todos los heridos se estabilizaban pareció operar un cambio en él, como si se calmara ligeramente. Se le había encargado también proporcionar agua y fuego, y vigilar que hubiera vendas limpias. No eran trabajos de un guerrero, pero la situación era excepcional, y la compañía cuidaba de los suyos. Hizo lo que se le ordenaba.

Al terminar se acercó a Matagatos.

- Pocos guerreros de verdad entre los que fuisteis a la ciudad. Habeis estado a punto de morir por ese error. Tu por meter pocos combatientes en el grupo y muchos no combatientes, y Ponzoña por permitirtelo, os habeis equivocado. Sin embargo sin tu destreza como sanador habría muertos. Ha sido increible que hayais logrado sacar a Lengua Negra de los brazos de la abuela Muerte. Os felicito por ello, jefe

Tras estas palabras se acercó a Belleza y a Sabandija, de los campamenteros
- Belleza, necesitaría algunas mantas prestadas por algún compañero para que los heridos estén calientes, y protegidos del frío. Traemelas - dijo a la primera... parecidos términos que los que empleó con el segundo, aunque cualquiera que oyera las palabras a uno y a otro hubiera comprendido que a Belleza le habló con más amabilidad, sin usar en momento alguno los términos por favor, gracias o similares.

Luego tomó agua del pozo, en abundancia, y entró en la tienda donde se encontraban los heridos y R´Gaa. Acercó el cubo de agua fresca a R´Gaa.
- Buen trabajo. Te deben la vida

Luego se acercó un instante a donde reposaba Dedos, estable, pero ni mucho menos recuperada. Y se la quedó mirando

- "No te preocupes, Escarabajo. Parece que tenéis mantas suficientes. Pero si os hicieran falta más, os las haremos llegar." -

- Todos veis que el Primer Pelotón, la Caballería, abandona el campamento hacia el Este.

Escarabajo pone su mano sobre el hombro de Cochinillo

- Bien- dice intentando que su tono no sea seco y mostrar gratitud. No es que lo consiga, al menos no del todo. Pero el intento está ahí

Ponzoña la encontró agotada cuando la llamó para ir con Serpiente y su ritual. Pero Matagatos lo interceptó, y se preocupó de ella, de sus heridas. Khadesa sonrió a los dos.

-Un momento. ¿Creéis que es buena idea dejar para luego mi declaración al Alto Mando? Es importante. No sé si Serpiente puede sacarles algo más a esos dos... muertos. Pero en cualquier caso será un complemento de lo que yo he visto. Estoy muy segura de lo que he visto. Puedo equivocarme, claro, pero... era muy real. Y no menos verdad, ni tampoco más, es cierto, que lo que Serpiente pueda obtener con su magia. También puedo decíroslo a vosotros, y lo transmitís al Teniente, si vais ahora. Pero no creo que demorar la información sea buena idea.

Sin embargo Matagatos aún tenía trabajo con los heridos menos graves, así que optaron por encontrarse después de hablar con Serpiente, e ir juntos a ver al Alto Mando.

-Vamos, Ponzoña, te sigo. Espero que lo que sea que Serpiente quiere hacer sea breve...

- Eres muy insistente Guepardo. Nunca te había visto así, lo que me lleva a preguntarte ¿por qué tanto interés?- Sonreí.- ¿Una respuesta por otra te parece justo? A mí me parece que sí lo es. Pero no te preocupes, no hace falta que me des la tuya hasta que veas lo que voy a hacer. Si quieres verlo…- Alcé la vista al cielo cada vez más oscuro.- Mira. El Sol no quiere ser testigo de lo que voy a hacer, aunque la Luna no es tan remilgada. Y hablando de palidez extrema, por allí viene Khadesa.

Me adelanté impaciente a su encuentro.

- Prima, tu belleza luce mortecina esta noche.- No había hecho nada y ya me sentía embriagado por las sensaciones que estaban por llegar.- Tan pálida como vivo es el color que tiñe tus vendajes. ¿Te encuentras bien? Necesito que lo estés para que nos cuentes lo que guardas en esa cabecita, lo que todos queremos saber.- Sonreí.- Ponzoña, para hacer lo que tengo que hacer quizá deberíamos alejarnos un poco.

Nada más tocar el suelo el segundo cadaver, Jabalí escuchó la voz característica de Serpiente. Lo miró primero a él y luego a los dos cadaveres que acababa a ayudar a bajar del carro.

-Prefiero echarle la mano al cuello a alguno de sus compañeros que anden por ahí sueltos -dijo señalando hacia Idon- estos ya poco pueden ayudar a calmar mis ansias de romper crismas -contestó crispado- te puedes quedar con ellos, si sabes como hacerlos hablar. Hay veces que los espíritus tienen ganas de charla...

Sus ojos se desviaron hacia una figura que se acercaba, Khadesa, a la que habían curado de sus heridas y aunque su aspecto no era el de siempre, era mejor que cuando la vio a las puertas de la ciudad.

-Yo... no tengo porque estar aqui para lo que vais a hacer... evidentemente no tengo que estar, pues como que me voy. No, no me gusta molestar a los muertos más de lo debido. Pero... -dijo mirando a los dos cadáveres- si conseguis que se despierten, cuando hablen, llamadme para que les vuelva a romper la crisma. Me servirá.

Cuando se alejaba del carro, sus pasos le llevaron cerca de Khadesa que se acercaba junto con Ponzoña.

-Me alegra verte mejor pitonisa -dijo escuetamente antes de seguir andando y alejarse lo suficiente de lo que fueran a hacer con los dos cadáveres.

Campaña tardó unos momentos en ponerse en marcha para cumplir con lo que Ponzoña le había pedido. Había permanecido en tensión todo el tiempo que tardaron en tratar las heridas de sus compañeros, y había estado verdaderamente preocupado, temiendo incluso por la vida de sus amigos, especialmente la de su primo Lengua Negra. Pero gracias a la rápida intervención de Matagatos y R'Gaa, cuya ayuda había resultado decisiva, parecía que los heridos estaban ya fuera de peligro y Campaña pudo respirar tranquilo.

Enseguida corrió en busca de Analista, tal y como Ponzoña le había dicho, aunque lo cierto es que había olvidado lo que tenía que decirle exactamente.

- Analista, Ponzoña dice que debes ir a ver a los Hostigadores - dijo Campaña.- Los heridos están bien, quieren hablar de lo ocurrido en la ciudad.

Después de entregar su mensaje Campaña recordó a Attar, había pasado suficiente tiempo como para que hubiera recobrado el conocimiento pero con tanto ajetreo y tanta tensión se había olvidado de su amigo. Dejó a Analista casi con la palabra en la boca y se dirigió hasta la tienda de campaña, donde había dejado a Attar descansando. El mestizo aún estaba allí, aunque estaba ya despierto.

- Attar ha despertado - dijo Campaña sonriendo.- Campaña quiere disculparse con Attar, Campaña estaba cuidando de Attar pero entonces oyó gritos... ¡Los Hostigadores han sido atacados en la ciudad! Hay heridos pero ya están bien, el primo Matagatos y la pequeña R'Gaa han cuidado de ellos... todo bien ahora... ¿Attar está bien? Campaña ganó el combate pero Attar luchó muy bien... buen combate, Hermano.

-A Attar le duele todo el cuerpo, Campaña es fuerte... pero le debe una revancha a Attar-dijo, haciendo un amago de reirse.

-Pero... ¿cómo que han atacado a los Hostigadores? ¿Idon no era una ciudad amiga? Attar no entiende nada...

La pequeña de las Nubes Dispersas se levantó de nuevo, dispuesta a seguir con su trabajo en cuanto Matagatos se lo pidió.

- No te preocupes, yo me hago cargo. Si alguno despierta, o se mueve más de los lógico, te hago llamar. Pero ahora están tranquilos, han perdido mucha sangre y su cuerpo tiene que rehacerla, tardarán en volver en sí. Me ocuparé de que todo esté bien.

Llegó al poco Escarabajo. Llevaba un cubo de agua fresca, y se lo dio a ella. Por poco pega un brinco, ¡la necesitaba!

- ¡Agua! Dame... - bebió con ansia, tragando un sorbo tras otro, hasta casi dejarla a la mitad. Luego paró, y miró a su compañero, un poco cortada. - Estaba sedienta... Voy a usarla con este cuenco para mojar paños y ponerlos en las frentes y muñecas de los heridos, les hará bien. ¿Puedes traerme más? La verdad... es que... me iría bien lavarme...

Sonrió avergonzada, mostrando su cuerpo. Había lavado a los heridos, y ahora, cubiertos de blancos vendajes, aparecían mucho más limpios que ella misma.

- Matagatos mira de pasada la marcha de la caballería, pero sin prestar demasiada atención. Tiene demasiadas cosas en la cabeza.