Partida Rol por web

Sin que vuestro grupo tuviera ningún plan inmediato, decidisteis pasar por la imponente ciudad de Greyhawk para descansar, comerciar y probablemente buscar nuevos negocios y aventuras. Todo sin olvidar de tomaros un descanso y disfrutar de las comodidades de la gran ciudad.

Tras un largo día de camino, al atardecer, os encontráis a pocas millas de los muros de la ciudad. Cansados y sucios, sabéis que vuestro primer objetivo será buscar un sitio donde pasar la noche y, con suerte, llevaros una buena y merecida cena a la boca.

Lo que os espera tras los muros de la Ciudad Libre es una gran incógnita que os disponéis a descubrir.

El hermano Kalka se pasa el brazo por el rostro, quitándose el sudor del rostro. Se vuelve hacia sus compañeros de viaje y dice:

-¡Por fin hemos llegado! Ya temía yo que fuésemos tener que pasar otra noche a la intemperie.- Sonríe y añade tocándose el abdomen.-Además, esta noche le tocaba cocinar a Kraag y todavía no me recupero de la última vez.-

Kalka empieza a moverse de nuevo hacia la ciudad mientras se sacude las ropas para sacarse el polvo del camino.

Antes de que Kalka se aleje demasiado, Raliet le comenta:

- Hermano Kalka, tomad parte de mi botín y donadlo a vuestra orden. Clérigo Albión, tomad otra parte para Kord. Yo donaré el resto entre los pobres de la ciudad. Como siempre pasaré la noche al raso -mira con una sonrisa a Kalka, que acababa de quejarse de ello-: os acompañaré a la posada y por la mañana os estaré esperando fuera.

Sega escala su cuerpo y se esconde detrás de la espalda del psiónico: su experiencia les dice que los hombres de aquella región no estan acostumbrados a los psicocristales que se mueven por sí mismos.

El hermano no deja de sorprenderse ante el desinterés que Raliet muestra sobre lo material. -Ojala más gente siguiese tu ejemplo. En nombre de la iglesia de San Cuthbert te agradezco.- Pausa un momento mientras pone una expresión solemne.- Me aseguraré de que estos fondos se usen para mejorar la vida de los menos afortunados-

Kalka guarda el dinero entre las alforjas de su burro Galleta y añade con humor. -De todas maneras, ¡sospecho que desarrollaste la habilidad de mantenerte sin comer después de sentir el aroma del potaje que prepara nuestro chamán!-

Sabían que se encontraban cerca de la ciudad y eso animó a los integrantes de la hermandad. Pronto Raliet había ofrecido su parte de las ganancias. Thanar aceptaría como siempre. Los fieles de Kord siempre necesitaban dinero para nuevo equipamiento, para poder acudir a las batallas contra los innumerables peligros que se podían encontrar en estas tierras. 

- Te agradezco el gesto, Raliet. Usaremos este dinero para luchar por el bien.

Eso era en esencia a lo que se dedicaban, aunque con métodos un poco violentos, porqué negarlo.

- Pero aún no hemos llegado a la ciudad, de modo que no nos confiemos. Los caminos son traicioneros y aún quedan algunas millas.

Seguramente este último trayecto sería el más seguro, pues los soldados ya se ocuparían de que hubieran menos riesgos en las cercanías de tan importante ciudad.

Meh, si no te gusta mi comida no la comas, pronto tu armadura te llevará a ti. Solo uso ingredientes que dan fuerza - levantó los brazos para marcar bíceps, aunque tras la armadura no podía apreciarse, era un gesto que ya conocían sus compañeros - ¡¡¡Uaaaarg!!!

¡Vamos!, necesito algo de ejercicio, ¡caminar sin luchar no es bueno para mi entrenamiento! - saca su espadón, cogiéndolo a modo de pesa y lo levanta varias veces para ejercitarse por el camino.

-Si la armadura caminase sola, por lo menos podría descansar del maldito pedazo de lata y curarme las ampollas en los pies.- dice con un gesto de dolor.

-Juro que no se como lo hace los seguidores de Fharlanghn, caminando todo el rato sin parar.- Pausa un momento para dar énfasis. -¡ESOS son mártires!- El Hermano bromea pero en todo momento se mantiene alerta.

-Bueno, sigamos antes de que nos quedemos sin luz-

Ya estábamos con las típicas discusiones de todas las mañanas, el viaje había sido largo y todos estábamos deseando llegar.

Llevaba muchos días durmiendo en el suelo, lo cual hacia que me costara más concretarme para poder seguir con mis estudios y no estancarme.

Si todo va bien esta noche dormiré aunque sea en un catre y si hay suerte hasta podre tomar un baño. Pensaba para mi mismo. Pero bueno aun teníamos que llegar.

-Eso mismo Hermano Kalka, que no quiero dormir una noche más en el suelo-

Tenía que aprovechar el tiempo en la ciudad hasta nuestra nueva misión, debería de visitar la biblioteca para hacer algunas averiguaciones sobre los planos y mi nuevo familiar.

Mientras conversáis acerca de vuestras cosas vais avanzando por el Sendero del Pantano hasta la Puerta del mismo nombre. Siendo una hora avanzada, las puertas permanecen cerradas y media docena de guardias patrullan la zona. Dos de ellos permanecen ante las imponentes puertas dobles de la ciudad amurallada.

En un atril, al lado de ambos guardias, un gran libro permanece abierto con una pluma en un pote junto a él. Uno de estos guardias se adelanta unos pasos y os saluda:

- ¡Bienvenidos viajeros!- Dice en tono serio pero cordial - Si son tan amables firmen el libro de entradas y paguen la tasa de espada libre a mi compañero.

Habían llegado hasta la puerta del pantano, siendo recibidos por aquél tipo, el cual les recibió con la suficiente amabilidad, aunque eso de la tasa era un asunto capaz de hacerle perder el humor. De hecho, el clérigo le miró con desconfianza, pero dado que no habían muchos motivos para ser receloso, simplemente se acercó para firmar y pagar la tasa. Era preferible abonar ese pago a tener que entrar sin armamento, sin embargo, deseó que eximieran de ese impuesto a los clérigos de Kord, que se suponía iban a usar su equipo con buenos fines.

- ¿Puedo preguntar si está la ciudad tranquila? Hemos estado un tiempo fuera y no conocemos las nuevas.

Dijo, aprovechando para preguntar por cualquier novedad.

El Hermano saca de sus fondos para pagar su entrada, luego se arrima al libro y comenta con una sonrisa: -Espero que se me entienda la cursiva, no la practico desde mi época de monaguillo.-

Kalka se acerca al guardia, le palmea el hombro amistosamente mientras le pregunta:- Eso que dijo mi amigo, además ¿Sabe de alguna posada en la que podamos pasar la noche? También aceptaríamos un establo... maldición, si esta desocupado tomaría un ataúd!-

Ante vuestras dudas y preguntas el soldado se muestra parco en palabras:

- La tasa son 3 monedas de oro por persona. Gracias.

El guardia se muestra serio y no parece dispuesto a responder a vuestras preguntas y solicitudes. Su trabajo es muy rutinario y probablemente este tipo de preguntas se las hace cada una de las personas que intentan atravesar los muros de Greyhawk por lo que escatima sus esfuerzos en atenderos.

Thanar tomó las monedas de la bolsa que, por supuesto, llevaba poco accesible. "Voy a comprar varias bolsas más, no es bueno llevar todo el oro en el mismo saquillo cuando se visita una ciudad tan grande." Pensó, terminando de extraer tres monedas y pagando su parte. Su aspecto era inequívocamente el de un aventurero, de modo que poco podía hacer para evitar el pago.

Después, miró a Raliet. "Quizá intente evitar dar las tres monedas." Y lo remiró de nuevo. "No, este hombre no haría tal cosa. Pagaría el impuesto".

El clérigo entonces tomó tres monedas más y las entregó al confiscador.

- Esta es su parte.

Le comentó y quedó a la espera del resto.

Aunque agradezca el gesto de Thanar, no puedo permitir que alguien gaste dinero en mí: va contra mi credo.

- Por favor, Thanar, guardaos esas 3 monedas para Kord, son suyas, no las malgastéis en mí. Este pobre asceta no puede entrar a una ciudad con impuesto monetario de paso, pero no me supone un problema: esperaré en la puerta junto a estos guardias hasta el final de sus guardias, y con sus sucesivos recambios si os entretenéis en esta ciudad. Seguro que este trabajo tan arduo apreciará un entretenimiento consistente en las aventuras de La hermandad del alba del dragón, así como mis predicados sobre la virtud de no depender de posesiones materiales y no dañar a la vegetación que nos rodea y nos da la vida.
Pero antes os presentaré al maestro de ceremonias...

De mi espalda se mueve el psicocristal y asoma por el cuello. A simple vista, es un cristal con patas arácnidas, no tiene ninguna otra particularidad, ni siquiera rastro de cara o oscurecimiento en alguna zona que evite su translucimiento completo.

- ¡Hola, hola, hola, HOOOLA! Soy Sega, el psicocristal más rápido al este de Greyhawk... -oís en vuestra mente, tanto los miembros de la hermandad como los guardias.

- Oficialmente no, Sega.

- No existe una competición oficial para el título, pero reto a todo psicocristal o persona que cruce esta puerta a que me supere.

- ¿Habéis escuchado eso? Le caéis bien, guardias: normalmente no es tan parlanchín, solo rápido. Iremos alternando mis relatos con las pruebas de velocidad.

Sega empieza a mover las patas como si estuviera calentando...

- Mirando a Kalka - No digais eso tan a la ligera. Dejad que los muertos reposen sus restos y se calmen allá donde se encuentren sus almas - Haciendo una pausa - No soy hombre de excesiva fe pero ciertas cosas deberían dejarse en paz, y su descanso debería ser una de ellas - Y mirando a Raliet - No os quedareis a la intemperie. - Sacando de mi monedero/bolsita 6 monedas se las doy al guardia - Por ambos - Y sonrío a Raliet - Arreglado

Me acerque al libro y cogí la pluma para estampar mi rubrica, hacia tiempo que no tenia una pluma entre mis manos, ya que tenia mis estudios un poco abandonados debido a la vida en el campo. Moje la punta en el tintero y escribí mi nombre sin mas dilaciones, dejando la pluma sin mas en el tintero.

Mientras me dirigía al otro guardia, iba rebuscando en mi bolsa las tres piezas de oro de la tasa, no iba a perder el tiempo intentando convencer a los guardias, deseaba entrar y buscar un sitio donde poder quitarme el polvo del camino y descansar un poco. 

-Aquí tienes lo mio- mientras le entregaba las piezas de oro. 

Conociendo a Raliet sabia que seria un problema eso de pagar para entrar en la ciudad, pero siempre se las había apañado, imagino que esta vez tambien lo haría.

-Raliet confio en que te las apañes como siempre has hecho, ¿si quieres dejo aquí a Susurros?- haciendo un gesto hacia mi leal compañero de viaje -así podremos estar en contacto en todo momento.-

Tarifas, tasas... me estáis dando dolor de cabeza y todavía no hemos entrado. En fin, no seré yo quien prive al hermano de su ansiado reposo - le paga las monedas con cierta condescendencia y firma el libro, con un tipo de garabato ilegible a cualquier ojo.

-Oohhh, ¡Siempre tan atento!- Dice entre risas mientras le guiña un ojo. Fastidiar a Kraag era siempre divertido. Kalka no se detuvo a pensar en la pobre actitud guardias, en el clero habia enfrentado caras más largas y entrecejos más desaprovadores.

Afortunadamente Thanar pago la entrada de Raliet sin que este se diese cuenta, sabía que no era la actitud más adecuada pero la devoción del psionico era inversamente proporcional a la atención que le prestaba a la transición del dinero. Así era lo mejor. Aún y todo, no podría mentirle a su compañero si este lo interrogara al respecto por lo que le pregunto en silencio a San Cuthbert por que la gente tenía que ser tan complicada. Luego recordó lo literal que Dalibor se tomo el comentario sobre dormir en un ataúd y accedió que un poco de complejidad estaba bien.

-Vamos Raliet, creo que te dejarán pasar ahora.- balbuceo desanimado. El cansancio del día realmente le estaba haciendo efecto y ya quería ponerse a buscar un establecimiento antes de que se hiciera más tarde.

Mientras converso con uno de los guardias (aunque muestra muy poco interés en lo que le digo), Glockta se acerca a dejarme su llamativo pero a la vez discreto familiar para mantener el contacto una vez estén dentro de la ciudad. Pero el hermano Kalka me comunica que, de alguna forma, al final me dejarán entrar sin tener que pagar.

- ¿Ah, sí? ¡Fantástico pues! -escribo mi nombre en el registro. Dudo sobre si debo también apuntar a Sega, pero ya que por él no han preguntado los guardias, supongo que aún siendo inteligente no tiene que entrar en la lista.

- Escribo mi nombre en el registro tan pronto como el resto lo haya hecho, no sin antes sonreír a Thanar por su gesto hacia Raliet  - Sea pues que a estamos dentro - Digo al grupo y me dirijo al guardia - ¿Tendría a bien indicarnos alguna zona que no esté permitida el paso o alguna norma o regla de la ciudad que debamos saber a priori?