Partida Rol por web

Sin que vuestro grupo tuviera ningún plan inmediato, decidisteis pasar por la imponente ciudad de Greyhawk para descansar, comerciar y probablemente buscar nuevos negocios y aventuras. Todo sin olvidar de tomaros un descanso y disfrutar de las comodidades de la gran ciudad.

Tras un largo día de camino, al atardecer, os encontráis a pocas millas de los muros de la ciudad. Cansados y sucios, sabéis que vuestro primer objetivo será buscar un sitio donde pasar la noche y, con suerte, llevaros una buena y merecida cena a la boca.

Lo que os espera tras los muros de la Ciudad Libre es una gran incógnita que os disponéis a descubrir.

Bueno, bueno, compañeros, parece que podremos volver a deleitar nuestros cuerpos y espíritus con las delicias de la civilización.

Sonrió al resto de su grupo, con el que llevaba ya un tiempo lejos de cualquier ciudad, o lugar dicho sea de paso, en condiciones, y luego se fue concentrando en cada uno de ellos, mirándoles para ver las reacciones que tenían al ver al fin, en la distancia, los muros de Greyhawk.

Oh, querido druida, sabemos que no aprecias la amable hospitalidad de aquellos más instruidos que los salvajes habitantes de los bosques, pero estoy seguro de que habrá algún parque con árboles donde puedas hacerte un agujero. Negó con la cabeza mientras se hacía el indignado, todo con clase y teatralidad. Sé que no es lo mismo, y no hay derecho a que no ofrezcan cuevas en las tabernas, pero el mundo es cruel amigo mío.

Luego enfocó la mirada hacia Elsbeth, la única, por desgracia, dama de su equipo, y de apenas dos zancadas se puso a su lado e hincó una rodilla en tierra mientras posaba una mano sobre su corazón y usaba la otra para coger la de su compañera. 

Por favor, no seáis mala una vez más, y dejaos sucumbir esta noche a los encantos de este pobre mortal, prometo hacer que el largo camino al lado de estos aburridos caballeros haya merecido la pena. 

Puso su más pícara sonrisa, y sabiendo de antemano que no lograría nada, se levantó en cuestión de segundos, dándose la vuelta y poniendo los brazos en cruz, sin dejar que pudiera responder nada. 

¡Me matáis! Vuestra frialdad para conmigo es como un cuchillo entre mis costillas. Suspiró, a la vez que aparentaba seriedad, y volvió a girar, esta vez encarándose hacia Raff. Por desgracia para ti, es todo metafórico, seguirás sin poder quitarme ni una moneda. Le guiñó un ojo mientras palmeaba su bolsa. A lo mejor, si te portas bien y lo pides por favor, te regalo una pieza de cobre para que vayas tirando. 

Esta vez río, de manera sincera y limpia, dejando de lado todas las bromas. ¡Venga! Ahora de verdad, vayamos a tomar algo caliente y refrescar nuestros secos y delicados cuellos. Milady. Hizo una reverencia hasta casi el suelo. Vos primero, hacednos el honor.

Miró a su alrededor, contemplando el panorama. Los transeuntes y el nivel de ostentación de los mismos, la arquitectura, la cantidad de guardias... a estas alturas ya es casi un ritual al momento de llegar a una nueva ciudad, sin embargo cada barrio suele tener sus peculiaridades, por lo que la primera imagen generalmente no suele ser la más acertada.

Cruzó los brazos asumiendo una postura entre arrogante y burlona. No gracias. Si aún conservais el oro es porque no me ha interesado quitaroslo. Si desapareciera sabríais que soy el responsable, y aunque no dejais de ser un pomposo arrogante, sois un pomposo arrogante habil con la espada. Respondió Raff con tono socarrón. Sin embargo, debo reconocer que de vez en cuando haceis gala de un momento de lucidez y de vuestra boca salen palabras más acertadas que las fanfarronerías habituales. No me parece mala idea buscar un lugar donde beber, comer y pasar la noche. Incluso puede que alguna moza os preste sus servicios a cambio de esa moneda que me acabais de ofrecer.

Miró al resto del grupo levantando una ceja. El salvaje con cara de pocos amigos; la fanática religiosa; el tipo se pasa el día leyendo y el escudo humano. ¿Alguno se opone o tiene una mejor idea? Y sin esperar respuesta agregó: ¿No? En marcha.

Observó los habituales gestos y el dón de lenguas que Nithael tenía a la hora de manipular a la gente y de conquistar a una dama, o al menos de llevarsela al huerto.

Pero al parecer nuestro compañero Raff no se tomo muy bien la fanfarroneria de Nithael.

Después que acabó la lucha de gallos, empece a recordar lo que Nithael había dicho del grupo.

- "Encima que me ignora, dice que somos unos aburridos, esta noche dormira calentito." - Pensó Hodrum para sus adentros, y una sonrisa que no auguraba nada bueno apareció en sus labios.

Con un gesto disimulado de sus manos hizo aparecer un pequeño fuego fátuo pegado a los pantalones de Nithael.

- Solo tenemos una bella dama que nos alegra la vista, y por tu culpa la espantarás - Dijo al mismo tiempo que le hacia un "guiño" a Elsbeth - y por cierto Nithael, ves con cuidado con tu retaguardia, me parece que el asunto está que arde - Dicho esto empezó a reirse.

Tras ver las reacciones de Nithael, se sintió satisfecho y agitó los brazos para cancelar el efecto del fuego, luego se giró hacia el resto de compañeros del grupo.

- Como bien ha dicho nuestro amigo en llamas, estamos muy cerca de las murallas y el cielo poco a poco empieza a perder su luz. - Miró las murallas y a continuación el cielo, para asegurarse que no estaba hablando sin estar divagando - Aunque estemos cerca de la ciudad, siempre habrá algún grupo de saqueadores rondando en busca de incautos a los que poder hechar el lazo, y tengo que decir que prefiero pegarme un buen baño, una cena con un buen vino, aunque dudo que tengan un vino tan bueno como los elficos, con esas texturas y esos aromas ... - volvió a mirar la muralla y el cielo - ¿que estaba diciendo? A si. Resumiendo, una buena cena, una buena habitación y un buen baño para quitarnos este olor a animal salvaje - miró a Barakanar - sin ofender que conste.

La arrogancia de Raff surte tanto efecto en él como la picadura de un mosquito a un imponente dragón; ni siquiera pica. Está tan acostumbrado a los aires de grandeza de ese ladronzuelo, que hasta le ha pillado cariño. Al fin y al cabo, ninguno de los demás tiene tanta imaginación para inventarse inverosímiles historias que echar por tierra y superar con mis grandes hazañas. Sonrió, vanidoso...

... Y el gesto se le borró de la cara cuando sintió el fuego tras de sí. Con una pirueta bien entrenada saltó hacia atrás, sólo para ver, molesto, que le seguía de manera incansable. A punto estaba de golpear y retar al mago cuando, gracias a un gran uso de la mente que se jactaba de tener, éste optó por deshacer el hechizo, por llamarlo algo más que truco de feria.

Suspiró, pero ni por un instante perdió la compostura, jamás delante de una dama, así que pronto su característica sonrisa volvió a aflorar en su rostro. 

Entiendo el placer que debe darte, la necesidad de calentar, aunque deba ser de este modo, el lugar donde satisfacer tus respetables apetitos, pero no esta noche, y no conmigo. Demasiado tiempo lejos de una ciudad te está volviendo a tus más primarios instintos, y advierto en ti un peligroso comportamiento si permanecemos demasiado tiempo en tierras salvajes. Ensanchó su sonrisa. Amigo mío, necesitarás más que un vino y un baño esta noche, o me temo que pronto te veremos entre las garras del querido leopardo que nos acompaña por intentar algo fuera de lugar.

Negó, quitando importancia al asunto, para seguido guiñar un ojo a Raff. Pero bueno, nuestro más "vil" compañero está impaciente por robar a algún mendigo y perder las monedas a las cartas. Se le escapó una leve risa, apenas audible. Pongámonos en marcha. 

Después de tanto tiempo viajando por tierras salvajes se agradece ver a lo lejos la silueta de una ciudad civilizada en la que poder encontrar algo de reposo sobre una buena cama y algo de comer que no sea carne seca, raciones de viaje o lo que se pueda cazar de vez en cuando... aunque el viaje llega a su fin, parece que le he cogido algo de aprecio a este grupo vario pinto del que ahora puedo decir que formo... al comienzo no creí poder aguantar más de un día escuchando las fanfarronadas de  Nithael y su eterna lucha dialéctica con el primero que tuviera a bien tomarle en serio, sobre todo con Raff el que al parecer ha acabado gustándole las luchas verbales. Luego esta el salvaje Druida y su hermano de cuatro patas con el que parece establecer un vinculo mucho más fuerte del que podría establecer jamas con ninguno de nosotros. El misterioso Hodrum, que sopesa cada palabra antes de pronunciarla como si fueran un bien atesorado por años y dificil de desprenderse de él. Y como olvidarnos de la única dama de la compañia, la bella Elsbeth sin la cual no habríamos llegado sanos y salvos hasta las puertas de esta ciudad... Lo dicho, un variopinto grupo que hoy puedo decir, MI grupo...

Bueno amigos, esta noche creo que cenaremos en condiciones y que decir tiene, que la primera ronda corre de mi cuenta, que después de lo vivido los últimos días nos merecemos un poco de descanso para nosotros y para nuestras armas...

En una pausa del camino el druida se pone a bostezar. Ahhhm, mientras estira su entumecido cuerpo. Su fiel compañero aprovecha para agitarse mientras tambien se sienta, como si fuese una extension del pensamiento del hombre.

Todas las ciudades me parecen iguales, colmenas de seres que se afanan por alimentar a zanganos y reinas mientras ellos mueren recolectando polen para otros. El druida se vuelve a enderezar y continuar el camino, el problema es el siguiente, somos abejas o reinas. Menea la cabeza casi apuesto a lo primero, querido Findar. Su felino compañero se acerca y es recompensado con una palmada en el cuello.

Esperemos no ser presa, y si cazador, pequeño. Se gira a sus compañeros,  ¿ Os he dicho alguna vez que no me gustan mucho las ciudades ?, sus palabras se pierden entre la multitud de mercaderes y viajeros que se dirijen a Greyhawk

¿Os he dicho alguna vez que no me gustan los pantanos llenos de mosquitos, las cuevas húmedas, los bosques tenebrosos ni las montañas heladas? Y sin embargo estuvimos en muchas...-Dijo Raff con un tono tan serio que solamente podía tratarse de una broma. Si te sientes mejor, piensa que las ciudades son como una manada de humanos, una manada muy grande a la que le gusta amontonar piedras y maderas para construir nidos. Incluso nos parecemos mucho a los monos, siempre hay alguien arrojando excrementos. -Agregó ya sin poder contener una sonrisa.

Mientras conversáis acerca de vuestras cosas vais avanzando por el Sendero del Pantano hasta la Puerta del mismo nombre. Siendo una hora avanzada, las puertas permanecen cerradas y media docena de guardias patrullan la zona. Dos de ellos permanecen ante las imponentes puertas dobles de la ciudad amurallada.

En un atril, al lado de ambos guardias, un gran libro permanece abierto con una pluma en un pote junto a él. Uno de estos guardias se adelanta unos pasos y os saluda:

- ¡Bienvenidos viajeros!- Dice en tono serio pero cordial - Si son tan amables firmen el libro de entradas y paguen la tasa de espada libre a mi compañero.

Suspira. Primero ha tenido que aguantar las "ocurrencias" carentes de clase y estilo de Raff, y ahora encima les toca no sólo perder tiempo en la misma linde de la ciudad, sino pagar una tasa. Realmente, el día no podía ir peor. Aunque esto únicamente significa que solo puede mejorar. Sonríe, más animado ante la idea, sobre todo cuando esta deriva en un vino caliente, frente a una chimenea y con la música de una joven dama amenizando la velada. Definitivamente, debía hacer algo para acelerar tan afortunado desenlace. Eso sí, no quiero desprenderme de una sola de mis monedas, mis gastos son caros. Por fin esconder siempre la bolsa por este ladronzuelo servirá de algo. 

Disculpen, mis señores. Siento mi ignorancia y mi poco mundo por desconocer tales requisitos de entrada, pero jamás había escuchado acerca de ese impuesto, y mucho menos saber cuánto es. Hace un gesto de disculpa, casi un arrepentimiento en toda regla. De nuevo, disculpe, debo repetirlo, y sé que es una molestia para vos tener que explicar tan banales temas a cualquier pobre alma que por aquí pase. La verdad es que no me importaría asumir tan honorable coste, por supuesto, pero aquí donde nos ven, llevamos tiempo de un lado para otro, al servicio de aquellos que nos han necesitado, y no tenga en cuenta mi atrevimiento, si digo que nos consideramos loables y estamos orgullosos de no exigir a quien no tiene. Hace un gesto de compasión. Ustedes bien sabrán de lo que hablo, pues se les ve hombres justos y dispuestos. Asiente, reafirmando sus palabras. El caso es, que me desvío del tema, que tras tanto tiempo vagando por bosques y montañas, durmiendo en frías cuevas o a la intemperie y sobreviviendo a base de lo que podíamos por nuestros propios medios conseguir, apenas llevamos más que lo puesto, como mucho unas pocas monedas, sin apenas valor, pero que hoy podrían valernos por al menos un fuego y algo de comer... 

A Hodrum los libros le perdían, aunque fuesen delirios de un loco siempre se podía apreder algo. Sin pedir permiso ni nada se puso a mirar el libro de firmas, quizás encontrase información de alguien que hubiese entrado o salido de la ciudad recientemente. Nunca se sabe si hay algún colega mago en la ciudad que visitas.

Empezó a mirar nombres, la mayoria serían simples comerciantes, ya que no había ninguno que le sonase.

El guardia que les había dicho que firmasen en el libro se habia quedado en blanco al ver como Hodrum más ancho que pancho se había puesto a revisar el libro sin intención aparente de ir a firmarlo.

- Disculpe, usted no pued....- empezó a decir el guardia, a lo que Hodrum lo cortó sin dejarle tiempo para terminar de hablar y le respondió - SHHHH, ¿No le han dicho que no debe nunca interrumpir a un mago en mitad de una lectura?, ahora siga respondiendo a las preguntas de mi compañero, porfavor - ante todo educación, y dicho esto volvió su atención al libro de firmas.

Pasadas un par de hojas escontró un nombre que el era familiar - Caelestis, Caelestis, ¿de que me suena ese nombre? - dijo para si en voz alta mientras se frotaba la barbilla con la vista perdida en el vacio. - me habré confundido con el nombre. - y volvió a sumirse en el libro de firmas.

Recordando mis anteriores viajes con parada en Greyhawk, no recordaba nada de la mencionada "Tasa de espada libre", ¿seria algo de nueva imposición por parte de Nerof Gasgal y los dirigentes de la ciudad? o en cambio ¿sería algo propio de estos guardias en concreto y sus ganas de enriquecerse a costa de los viajeros confiados?

-Buenas noches señores, mi nombre es Sedrik Trantever, y asi lo rubricaré en el libro de entrada, sin embargo de la tasa de la que habláis, nunca oí hablar, si me informais de la misma y mi escaso cobre me lo permite gustoso estaré de pagarla... Todo sea para el buen y correcto funcionamiento de la ciudad...

-Amigos, esta noche si gustaís podriamos pasarla en el "Pez Silvador", alli, el gran Gruenab sirve buenos vinos para celebrar la vuelta a una ciudad civilizada

Quedo a la espera de los guardias mientras empiezo a mirar a Hodrum y espero paciente a que se separe del libro para poder firmar...

Ante vuestras dudas y preguntas el soldado se muestra parco en palabras:

- La tasa es un tributo no un impuesto, señor.- Aclara dirigiéndose a Nithael- Son 3 monedas de oro por persona. Gracias.

El guardia se muestra serio y no parece dispuesto a responder a vuestras preguntas y solicitudes. Su trabajo es muy rutinario y probablemente este tipo de preguntas se las hace cada una de las personas que intentan atravesar los muros de Greyhawk por lo que escatima sus esfuerzos en atenderos.

El guardia que custodia el libro de visitas lo cierra con un agresivo movimiento.

- ¡Señor! - dirigiéndose a Hodrum- Esta información es confidencial y usted no tiene permiso para escudriñarla. Mantenga la distancia y firme donde se le pida. Gracias.

Suspira, cortado por el guardia con sequedad y de manera abrupta y carente de gracia.  Hay que ver, deberían cambiar de lugar a estos hombres, y traer a su actual posición a alguien con más tacto y elegancia. Sería una buena forma de empezar con buen pie, y mostrar un poco de amor por los visitantes a esta ciudad... Niega para sí, indeciso, aún poco dispuesto a desprenderse de su oro, sobre todo teniendo en cuenta que apenas tiene. 

Siento no haber caído en la diferencia, monsieur, debe disculpar mi total ignorancia en estos temas tan aburridos, como seguro estará vos en acuerdo. Sonríe, amable, dejando una pequeña pausa. Por ello es menester, también, disculpándome por el hastío causado, preguntarles a ustedes, dotados caballeros, acerca de si esa tasa, ese, tributo, nos dará acceso a algo más aparte de la ciudad. Pues por el nombre, me atrevo a decir, y corrige si es necesario mi error, que eso nos permite ir armados por las calles, y si no lo fuéramos, ¿habríamos de pagar?

Maldita sea, esto empieza a alargarse, la noche cae y aquí seguimos, pasando frío. Pero 3 oros... ¡que barbarie! Apenas nos quedará para disfrutar de la ciudad si nos roban a la entrada. 

Raff contempló la escena con hastío. No importa cuantas faldas pueda levantar Nitael con palabras dulces, estas puertas solo se levantarán ante el sonido del oro. Tendré que tomar la iniciativa. Suspiró apesadumbrado.

Basta de quejas, no tengo ganas de seguir esperando aqui afuera, quiero comer y descansar, yo pago por la compañía entera. -Dijo Raff, cansado de tan innecesaria parafernalia. Tanta elocuencia barata en un guardia tan parco y caro es un completo desperdicio.
Llevó su mano hacia un bolsillo de la mochila que llevaba en la espalda, de donde sacó una bolsa con oro.

Tome, 18 monedas de oro contante y sonante -Dijo depositandolas en la mano del guardia.- ¿Algo que debamos saber al entrar en la ciudad?¿Algún lugar que debamos evitar o, por el contrario, que sea recomendable visitar?-Preguntó arqueando una ceja.
Es en momentos como este que agradezco saber jugar a las cartas, todavía puedo recuperar las pérdidas... Volvió a guardar la -ahora dolorosamente más liviana- bolsa de oro en la mochila.

Y de nuevo, volvía a pasar. Le cortaban una vez más, esta vez su propio compañero, impaciente como casi siempre, aunque de forma inimaginable, generoso como nunca le había visto. ¿Dónde está el truco? ¿Acaba de soltar así casi una veintena de oros? Las palabras se le atragantan, algo impensable de normal, y es incapaz de decir nada. Su rostro, sorprendido, estupefacto, incrédulo, lo explica todo. Pasa así unos segundos, hasta que vuelven a fluir los pensamientos por su mente en blanco.

Vaya, gracias, no sé que decir Raff, no me lo esperaba, debes andar desesperado por algo. Sonríe, recuperada su mordacidad y su entusiasmo. Me sentiré hasta mal por ganarte después a las cartas. Pero no perdamos más el tiempo, que ya hemos dejado correr el suficiente. 

Se inclina hacia los guardias, tocando con dos dedos su frente y luego haciendo una floritura con la misma mano. Caballeros, firmaremos y desapareceremos de su vista como una dama ante vuestra atenta mirada. 

Dicho esto se acerca al libro, esperando a que Hodrum y Sedrik se decidan a señalar sus nombres en el libro, para luego seguir su ejemplo. 

Hodrum, se queda mirandolo quieto, a los ojos, y haciendo como si estubiese en trance. Empieza a murmurar unas palabras. Al principio inaudibles, luego no se comprendian, y poco a poco se empezó a oir las palabras más nitidas, mientras iba subiendo su tono de voz, lo cual acompañaba subiendo las manos hasta que llegaron a la altura de la cara del guardia con las palmas extendidas hacia arriba a la vez que empezaba a temblar,

- _{^{Nolite tangere christos naribus tuis}, Nolite tangere christos naribus tuis}, Nolite tangere christos naribus tuis. BUUUUHHHHH - y frente a la cara del guardia, con éste último grito, hizo aparecer su familiar (una comadreja) en las plamas de su mano.

Hodrum empezó a reirse de la cara que se le había quedado al guardia, con tal de no levantar sospechas. Ya que en realidad el expectaculo había sido con la intención de intentar averiguar si el guardia ocultaba algo, e incluso si habian otros ojos observandolos.

De pronto con voz seria y dejando de reirse de golpe, se dirijió al guardia - Esta vez a sido una comadreja, pero en otra ocasión podria haber sido una Comadreja terrible infernal. Así que nunca vuelvas a molestar a un mago mientras está leyendo. - Dicho esto, con dignidad y la cabeza bien alta dió media vuelta para dirijirse al resto del grupo.

Cuando llego a la altura de Raff, le dió unas palmaditas a la espalda - Esta noche te invito a una copa de buen vino, pero no te acostumbres - y despues de guiñarle un ojo volvió a mirar hacia el guardia que custodiaba el libro.

El druida se rasca la barbilla con cara de no entender nada. Esto es de locos, pagar por entrar a la ciudad. Barakanar esta a punto de interrumpir al guardia para indicarle que el no lleva espada alguna, pero Raff interviene con oro contante y sonante antes de que el druida pueda abrir la boca

Muchas gracias Raff, dice el humano, Pero no entiendo nada.  ¿Acaso deberian cobrar los druidas dinero a los guardias de Greyhawk cada vez que salgan de la ciudad para internarse en el bosque ? Pregunta confundido.

Sacude la cabeza, antes de auto-responderse. Por eso no me gustan nada las ciudades, vamos a cenar, mientras pone una X en el libro de visitas y entra en la ciudad