Partida Rol por web

El guardia se queda mirando de reojo a Hodrum mientras parece prestarle poca atención. Greyhawk es una metrópolis, la más cosmopolita de toda Flaenia y los guardias parecen acostumbrados e incluso hastiados de todo tipo de charlatanería y prestidigitación.

- Por favor circulen y no armen alboroto. La ley es implacable ante los alborotadores y malechores.

Una vez obtiene las 18 piezas, el guardia os abre paso a la ciudad.

Mirando de reojo hacia detrás, comprobando si siguen pendiente de ellos los guardias, comienza a caminar por las calles de la ciudad. La noche envuelve todo con su manto, y sólo las luces filtradas por las ventanas de casas, tabernas, y otros edificios que no sabe que son, iluminan el paisaje urbano. 

Sonríe. Se siente como en casa, rodeado por la civilización. Bueno, Sir Sedrik, ¿decías conocer una taberna? Podríamos ponernos en marcha, se nos ha hecho tarde, estoy cansado y esos parásitos con aires de superioridad no sólo han dejado la bolsa de Raff un poco más vacía, sino que me han dado hambre y mucha sed. Llévanos a un lugar más agradable, y espero que haya música. 

Tras pasar el porton de acceso a Greyhawk, tras dar una serie de pasos, se detiene y mira a su alrededor, el jolgorio y bullicie de la ciudad, con animales de carga llevando mercancias, mientras vendedores ambulantes tratan de colar su mercancia y guardias se mueven mientras el tintineo del metal de sus armaduras delata su presencia.

Siempre con ruido, es lo que más me asombra de las ciudades humanas, se encoge de hombros y llama a Findar para que se acerque, Mejor estate pegado a mi, no vaya a asustarse algun borracho idiota. Ante las palabras de Nithael asiente, Si, la jornada ha sido larga, y será mejor que descansemos en un lugar adecuado para vosotros.

Si Nithael, como os dije en el Pez Silbador, en el barrio de la ribera es bien recibido yodo tipo de viajeros y aventureros y lo mas importante es que las camas son amplias y el lugar esta muy cuidado, no como en los agujeros que podemos encontrar en el Arrabal y en el barrio de los Ladrones...  Echo una fugaz mirada a Nithael y a Raff, sin menospreciar a nadie claro esta jejejeee....

 Dicho esto empiezo a andar en esa dirección sin perder de vista a mis compañeros y mirando para todos lados... ya  que por esta entrada los niños desvalidos que nos podamos encontrar a lo mejor no lo son tanto...

Vamos pues?!

Al cruzar la puerta Raff volvió a detenerse para inspeccionar rápidamente  el entorno con la vista, no fuera que un colega de profesión decidiera hacerse con las bolsas de oro del grupo. Luego prosiguió con la marcha.
Los puertos y riberas no suelen ser los lugares más recomendables para el distraido promedio, pero el guia turístico eres tu... ¿Has estado allí antes o solo conoces el lugar por rumores? -Preguntó Raff alzando una ceja.- ¿Esos rumores hablan de juegos de dados o cartas donde recobrar lo que perdí en la entrada?... ¿O de algunas señoritas que estén dispuestas a calentarle la cama a Nithael? A cambio de oro, claro. - Preguntó Raff mostrando ahora su característica sonrisa socarrona.

A pesar de la avanzada hora, Greyhawk es una ciudad concurrida y llena de actividad en todo momento. Sin embargo, quienes ya conocéis la urbe, tenéis la sensación de que algo ha cambiado. La plebe parece más tranquila y entristecida, todo parece mucho más apagado de lo habitual.

Caminando por las callejuelas del Barrio Nuevo, os percatáis de que varias de las tabernas y posadas están cerradas o no aceptan nuevos clientes.

Finalmente seguís las indicaciones de Sedrik y alcanzáis el "Pez Silbador" situada en el Barrio del Río en la Calle del Pantano, no habéis tenido muchas dificultades para encontrarla:

La calle por la que andáis pronto se ramifica, formando una x alargada. Varios comercios y tiendas se alinean en estas calles, pero vuestra atención se centra en una gran posada bien cuidada, en una de las parcelas triangulares formadas por estas calles. Un letrero recién pintado en forma de pez regordete lleva el interesante nombre de este establecimiento: El Pez Silbador, Soberano de Libaciones. La posada está construida con la madera común de Greyhawk. Su tamaño, sin embargo, la hace única. A juzgar por las posiciones de las ventanas de la posada, el edificio parece tener dos plantas, pero la estructura parece demasiado alta para albergar tan solo dos alturas. Su tejado, de madera de sacude, sobresale por encima del resto edificios del barrio. Incluso la puerta principal parece inusualmente alta.

La construcción era bastante grande como para ser una taberna típica, a Raff le recordó la casa de algún noble menor cuyos pasillos había tenido que recorrer en silencio y envuelto en sombras.

Ah...hogar dulce taberna.- Dijo Raff con tono cansado- ¿Quién va a hacer los honores?- Pregunto haciendo una leve reverencia en dirección a la puerta.

Suspiró de alivio. Al fin podrían descansar, relajarse y disfrutar de los placeres más mundanos de la sociedad. Ya era hora. 

Sonrió al escuchar a Raff, y captó en su mirada el mismo brillo que había en la suya propia. Además, y supuso que él también lo estaba imaginando, aquello parecía más la casa de algún noble que una taberna, y eso, aunque por motivos diferentes, la hacía aún más atractiva. 

No perdamos tiempo entonces, compañeros míos. Es hora de deleitar nuestro cuerpo. Y sin dar más explicación ni momento alguno de reflexión, empujó la extraña puerta, más hecha para un ogro que para un humano medio, y entró dispuesto a ir directo a la barra en busca de un buen vino. 

Después de un largo viaje nada mejor que una buena comida y un poco de descanso, y no esta de más un poco de diversión... y por el momento la escena auguraba bastante de esto último... al ver la actitud de mis compañeros me moría de ganas de entrar y ver las expresiones de sus rostros...

Vamos amigos, que la primera ronda corre de mi cuenta

Sin más dilación sigo al resto de mis compañeros hacia la puerta

Hasta ahora solamente me he dedicado me he dedicado a seguir a mis fieles compañeros, mi timidez no me ha dejado hablar hasta este preciso momento. 

- Que posada tan grande, ¿Como es posible que exista esta enorme casa dentro de la ciudad? -Dije con la boca abierta de la enorme sorpresa que me encontré.

Por lo que se podía observar era una posada muy grande, pero se veía a simple vista que no todas las partes de aquella estaban en uso. Mi cabeza iba pensado ensueños encontrariamos dentro. Así que sin más dilación acompaño a mis guiadores hacia los adentros de la posada.

Barakanar mira al edificio mientras que un leve escalofrio recorre su espalda. - Odio las ciudades, os lo he dicho. Espero que no huela tan mal como espero. Resignado el druida se arremanga y entra junto a sus compañeros en el edificio

Viendo que nadie se decidía a entrar decido dar yo el primer paso.

- Dejad de observar tanto el edificio que se os va a enganchar el cuello y Elsbeth os tendra que dar un masaje ... - Un pensamento se le cruza por su mente y entonces se gira al resto del grupo - ... degenerados, que es nuestra compañera. Además, aquí seguro que hay más mozas con menos vergüenza que ella y dispuestas a darlo todo por vosotros.-

Sin más dilación se dirige dentro de la taberna, y nada más pasar el umbral pega un silvido agudo y grita a pleno pulmón - POSADEROOOO, UN VASO DEL MEJOR VINO QUE LO PAGA EL GRANDULLÓN DE LA ARMADURA QUE VIENE DETRÁS - Dicho esto busca una mesa libre donde entren los seis del grupo y se sienta esperando al resto.

Un frondoso césped rodea la posada. La hierba es de un color peculiar de Greyhawk: las hojas son de un verde profundo en el borde, pero de color rojo oscuro por el centro. Los nativos de Greyhawk pueden decir que aunque el color es inusual, esta hierba tiene una ventaja clara: tiene un sabor amargo que sólo las cabras pueden tolerar. Esto evita que la hierba sea masticada hasta desaparecer por otros animales.

El camino de grava conduce a la puerta principal y al establo contiguo. Un amarradero recorre la parte delantera del edificio. Aunque siete caballos están atados aquí, hay espacio para al menos otra docena de animales.

Hodrum entra a la posada por la puerta de diez pies de altura para encontrar un amplio bar. Hodrum se siente empequeñecido por las grandes proporciones de todo el establecimiento; los techos están a doce pies de alto. El perímetro de la sala se divide en pequeñas alcobas, cada una de las cuales tiene su propia mesa y bancos. La barra forma tres rectángulos, comenzando en la pared de la derecha y haciendo dos esquinas cuadradas hasta que finalmente termina en la misma pared de la que comenzó. Una puerta y una ventana hacia la cocina son visibles detrás de la barra. Mesas redondas y rectangulares con taburetes y sillas llenan el resto de la estancia. A la derecha de la barra, una amplia escalera de madera conduce arriba. Dos chimeneas y dos estufas de leña redondas están colocadas estratégicamente para proporcionar calor a toda la sala.

Cuando entráis en el bar, sois recibidos por deliciosos aromas y un ambiente acogedor (aunque ruidoso). A los pocos segundos, Hodrum localiza una mesa libre mientras una de las camareras alza la vista y da su aprobación para que os sentéis. Sin haber atendido mucho a lo que decía el mago.

Hodrum se dirige a la mesa después de haber recibido la aprobación de la camarera. Empequeñezido ante tanta altura entre él y el techo.

- Parece que sea la guarida de un ogro, el techo está incluso a más altura de lo que ellos miden - mientras mira al techo y a la vez camina, casi se lleva por delante una de las mesas.

Abochornado por el tropiezo y el berrido que había pegado nada más entrar (ya que el pobre estaba acostumbrado a la típica taberna de barrio, con sus borrachos a la puerta), decide ir directo a la mesa y sentarse de una vez por todas.

Mientras espera al resto del grupo empieza a pensar en los siete caballos atados en el amarradero, a la entrada de la posada.

- ¿Quienes serán los dueños de esos caballos?. Quizas haya leido el nombre de alguno de sus jinetes en el libro de la entrada. - Poco a poco sus compañeros van sentandose. - ¿Os habeis fijado en los siete caballos de la entrada? Al parecer esta noche tendremos compañía en la posada -

Con un gesto avisa a la camarera para que venga a tomar nota cuando pueda.

Me dirijo tras los pasos de Hodrum y me acomodo en uno de los asientos de la mesa... "La verdad es que no he prestado mucha atención a los caballos de la entrada, pero seguramente sea de algunos viajeros o aventureros que hayan venido a pasar una velada en una buena taberna como nosotros..." hago una pausa y echo un vistazo alrededor para ver si alguien de los presentes en la sala parece desentonar más de lo normal en estos tiempos y en estos lares...

"Por cierto amigos" digo dirigiendo una pausada mirada a cada uno de mis compañeros "¿habéis pensado que vais a hacer a partir de ahora? Lo digo porque sería interesante seguir juntos y buscar alguna aventura que haga que nuestras bolsas cojan algo de peso... jejejeee

"Bueno, eso también puede esperar a que nuestras copas se hayan vaciado un par de veces, ¡Bebamos y disfrutemos de un merecido descanso después de un largo y duro viaje!" 

Cuando Nithael alza la vista a la barra, las proporciones de la misma de pronto tienen sentido. El tabernero parece ser un gigante de las colinas.

- Saludos aventurero.- Dice el gigante con voz profunda pero amable dirigiéndose a Nithael- Por favor tome asiento, enseguida le atenderá una de las camareras, bienvenido al Pez Silbador.

El tabernero intenta sonreír, algo que para un humanoide de tamaño mediano es cuando menos siniestro.

Espera tranquilo, con la puerta abierta, a que sus compañeros entren en el local, decidido a dejarles pasar, siempre caballeroso, cuando el mago decide, una vez más, ser el centro de atención de una manera cuando menos tosca y carente de delicadeza. 

Cualquiera vuelve a dejar la iniciativa a estos, ¡que bochorno! Piensa para si mismo mientras entras tras Hodrum y Sedrik en la taberna, intentando mantener la sonrisa pese a la vergüenza que siente por su compañero ante el espectáculo dado. 

Con un suspiro de frustración, pues esperaba entrar de una manera más sutil, dejando que no les tomaran por más que unos trasnochados viajeros, decide encaminarse a la barra antes que a la mesa, como era su primera opción. No es ajeno a que sus ropajes y su misma presencia son sin duda una llamada de atención, en lo que al final, viendo su espectacular entrada, ve un pequeño resquicio de alegría. 

Sin duda la mitad de esta gente nos tomará ahora por fanfarrones aventureros con más palabrería de la que podemos demostrar. Tal vez juegue a nuestro favor... Con un gesto afable, sonriente, se dirige a quien atiende la barra, al que habla con una total educación pese a estar mirando, por descontado, a la camarera. 

- Maese tabernero, por favor. Agradecería una copa de agradable vino especiado, algo que en este imponente y majestuoso lugar sin duda tendréis. Una buena cosecha, por favor, paga, como ha dicho mi alterado compañero, el grandullón de la armadura. - Lo dice mientras señala la mesa dónde el resto de mi grupo se va sentando, esperando a ser atendidos. 

- A propósito, tengo curiosidad, imagino que gajes del oficio, un pequeño remanente de ser un joven aventurero me temo, sea lo que sea, ¿a qué se debe la grand...? - Dice mientras se gira, fijando su atención en el posadero, abriendo mucho los ojos debido al asombro y quedándose mudo, sin poder acabar la pregunta, entendiendo todo de repente. - Ya, claro... esto... cambiando de tema, ¿puedo preguntar a quiénes pertenecen? Parecen las clases de personas que han visto mundo y pueden enseñar unas cuantas cosas... - Añade, intentando no quedarse demasiado anonadado con el gigante, con poco éxito, mientras sonríe, él de manera inocente. Le gusta conocer por dónde se mueve, pero prefiere ser tratado como un curioso que como alguien que se mete dónde no le llaman. Al fin y al cabo, la sutileza, el tacto, lo son todo. Claro, que por otro lado, no sabe hasta que punto un gigante es capaz de detectar esas cosas, cuando ni siquiera es capaz de hacer un gesto amable sin parecer que te va a devorar.

Aún así, espera ahí, medio recostado sobre la barra, aunque con cuidado de no mancharse con nada, las respuestas del mesonero, ya que al parecer, como es normal, no le va a servir él. En conjunto, casi parece un adulto caprichoso, embarcado en aventuras demasiado grandes para él, demasiado niño, y con más curiosidad que un gato. Y a fin de cuentas, no hay nada mejor que ser infravalorado, hasta el momento de sorprender. 

El druida entra un poco temeroso en el edificio. No me gustan, huelen a humanidad. Menea imperceptiblemente la cabeza. Baja un poco la mano, para tocar el lomo de su acompañante, indicandole que se pegue a su cuerpo. No quiere problemas como otras veces

En cuanto la camarera les indica el tomar asiento, mansamente obedece sus indicaciones. En otro sitio quizas se sentaria mas altivo, pero todavia y aunque ha visitado ciudades muchas veces, no le acaba de gustar el ambiente.

- No se, esto huele horrible, confiesa a sus compañeros. El ruido es tambien insoportable, y la comida no huele muy bien. En cuanto podamos deberiamos buscar algun trabajo para poder continuar lejos de sitios como este