Partida Rol por web

Raff no quería abrir la puerta así sin más. Trataría de ver si podía ver algo a través de la hendija del suelo y, caso contrario, trataría de escuchar lo que ocurriera adentro. Si nada daba señales de vida, se pegaría a la pared junto a la puerta y estiraría la mano para girar el pomo* sin tener que pararse frente a la abertura.

Barakanar observaba desde la parte de atras del grupo mientras Raff intentaba abrir la puerta, Esperemos que no esten atrancadas o peor con alguna trampa, pensó mientras esperaba a que el habil Raff abriese la puerta

Al acercarse a la puerta, Raff no puede percibir ningún ruido al otro lado, lo que le empuja a intentar abrir la puerta. Pra su sorpresa, ésta está cerrada y no parece tener ningún pomo, manivela o cerradura.

Raff, extrañado, recorre rápidamente el pasillo (primero todo el lado izquierdo, luego la punta y finalmente el derecho) para comprobar que ninguna de las puertas tiene pomo ni se puede abrir mediante un empujón. En caso de que ninguna pudiera moverse, elegiría una cualquiera y revisaría piso, paredes y techo adyacentes ¿Tendrán una placa de presión? Si esto tampoco revelara un mecanismo de aperturá, comenzaría a trabajar en la puerta secreta que estaba en el otro pasillo.

Cada vez más nerviosa, se limitó a observar los movimientos de Raff, siempre atenta a cualquier peligro que, de improviso, pudiera amenazar al pícaro o a ellos. Intranquila por la espera, cambiaba el peso de una pierna a otra, esperando a que pasara algo o el pícaro acabara por dar una solución en medio de todo aquello.

Veamos, pensó Barakanar al ver que no avanzaban. Se concentró en observar si habia restos de magia en el pasillo

Barakanar detecta un aura de abjuración en toda el ala oeste, todas las puertas de ese lado emanan dicha aura. Tan sólo cuatro puertas parecen normales: la del fonodo y las tres de la derecha más alejadas de vuestra posición.

Raff llega hasta la puerta del fondo, que sí parece tener una manivela rudimentaria. Al recorrer el pasillo, puede percibir ruidos de las dos habitaciones que hay al fondo a la derecha.

Gruñó. Por los gestos de Raff, parecía que aquél ala no estaba tan vacía como se creía, aunque tampoco tan habitada como temía. Por los movimientos de Barak y su mirada, suponía además que allí había más fuerzas en juego. ¿Magia? ¿Para qué? Esperaba que, fuera lo que fuera, no les supusiera ningún problema. En realidad, viéndolo todo en perspectiva, podía incluso imaginarse que, si algún hechizo jugaba un papel allí, carecía de importancia para ellos. Esperaba, deseaba incluso, que simplemente fueran conjuros para mantener selladas las habitaciones que no se utilizaran. 

Pero sus deseos y lo que luego ocurría en la realidad solían ser cosas muy distintas, así que mantuvo las armas en alto en todo momento, negándose a bajar la guardia de nuevo.

—Deberíamos investigar lo que sea que sean esos cuartos —dijo en voz baja, casi más una pregunta que una afirmación, sin perder de ojo el pasillo, y sin moverse del sitio.

Raff se lleva los dedos frente a los labios pidiendo silencio. Señala las dos puertas desde las que escucha ruido y luego la última del pasillo, que si tiene de dónde abrirse. Raff tomó su ballesta e hizo un gesto de cabeza al resto, como para que también se fueran preparando. Les lanzó una mirada inquisitva e hizo la mímica de abrir una puerta Denme una señal y entraré.

Asintió para si, hizo un gesto a los demás para que la siguieran y, con las armas en mano, se adelantó lentamente hacia la puerta del fondo. Raff no podía entrar solo a un lugar dónde podían estar esperándole varios enemigos, y tampoco podían dejar a sus espaldas posibles amenazas, así que irse no era una opción. Lo mejor que podían hacer, era pelear y acabar con quien estuviera allí. Esa era la prioridad.

—Vamos —dijo por lo bajo mientras se acercaban. Antes de llegar, además, señaló las otras dos puertas del lateral que estaban ocupadas. Aunque pretendían dejarlas cerradas por el momento, nada les decía que no salieran de allí cuando empezara la pelea—. Estad atentos, que no nos pillen por sorpresa.

Por un momento, antes de dar la señal al pícaro para que abriera, echó de menos al felino de Barak.

Barakanar agarra con fuerza su baston mientras se prepara para lo peor, Estoy listo, le susurra a sus compañeros

Hodrum se puso en camino tras Barakanar, intentando no hacer mucho ruido para no dar la voz de alarma, no tenían nada que pudiesen hacer con esas puertas cerradas mágicamente, aunque lo peor era no saber que podía haber tras las puertas.

_{- Barakanar -} dijo lo suficientemente bajo como para que él le escuchase, _{- yo me encargo del pasillo que dejamos atras si nos bloquean la retirada. -}

Es extraño que no haya mucha actividad en los pasillos del complejo pero de momento estáis actuando con libertad y sin interrupciones.

Entonces Raff se aproxima a la puerta y la abre cuidadosamente, procurando no hacer demasiado ruido. Al parecer los ocupantes de las otras dos estancias no se han percatado de vuestra presencia.

Al otro lado de la puerta, se encuentra una especie de biblioteca llena de mesas y sillas. Los estantes ocupan las paredes, llenos de todos los temas imaginables, desde la geografía hasta la astrología. Abundan los libros con el símbolo de Iuz.

Hodrum se esperó a que todos entrasen en la sala para poder cerrar la puerta con delicadeza, luego cogió una silla y la colocó contra la manivela de forma que la puerta se quedase bloqueada. - No me mireis con cara rara, lo hago para que no nos interrumpan de golpe. Si quieren entrar nos enteraremos y no nos pillaran por sorpresa. -

Hodrum dudaba que hubiesen trampas en una simple biblioteca pero pasillos secretos eran otra cosa - Raff, podrías buscar mecanismos entre los libros, quizás alguno abra un pasillo secreto. -

Hodrum mientras tanto se dispuso a mirar todos los libros de las estanterías por si alguno les podía servir de utilidad. Quizás podría haber alguno de conjuros o simplemente pergaminos para lanzar conjuros de usar y tirar.

Esa idea lo animó y sin perder más tiempo se puso a mirar el lomo de todos los libros.

Raff asintió levemente con la cabeza y comenzó a revisar la biblioteca por el lado opuesto al que estaba buscando Hodrum.

Si no encontraba nada, quizás hubiera algún contenedor secreto en las mesas, o una trampilla oculta en alguna parte del suelo.

Barakanar asintio, y entrando en la biblioteca siguió guardando el pasillo

Las estanterías de la estancia no parecían esconder ningún otro secreto.

No había más salidas, ni trampas, ni mecanismos.

Sin embargo, la colección de libros era de lo más completa e interesante. Llena de todos los temas imaginables desde la geografía hasta la astrología. En cuánto a los libros con el  símbolo de Iuz, éstos trataban sobre sus dogmas, algunos de sus clérigos, leyendas e historias de los cultos más famosos, entre otras cuestiones.

Iuz... - musita de nuevo Talasek con pesar al observar la gran cantidad de libros dedicados al semidemonio.

Tras una búsqueda exhaustiva, los libros que más relevancia tenían eran los referentes al semidemonio Iuz.

Raff por otra parte, no había tenido suerte en la búsqueda de una salida oculta, lo que los dejaba con una biblioteca sin salidas ocultas y un pasillo repleto de puertas.

Antes de quitar la silla para desandar los pasos hechos, Hodrum se dedicó a leer por encima los libros sobre Iuz en busca de alguna información útil con la que poder abrir las puertas o algún punto débil de sus seguidores.

- Quizás me lleve un poco pero quizás estos libros nos puedan ayudar en algo. -

No pudo evitar que el aire de sus pulmones, hasta ese momento contenido con esfuerzo, saliera en algo a medio camino entre un suspiro aliviado y un resoplido de frustración. Pasear por aquellos corredores vacíos en los que nadie les salía al paso era casi peor que estar en medio de la batalla. Al menos, con el enemigo enfrente, podía hacer algo. Allí se sentía atrapada, metiéndose por su propio pie en una trampa de la que, cuando se dieran cuenta, demasiado tarde, no podrían escapar. La tensión se acumulaba en los hombros, mantenía sus brazos agarrotados y empezaban a dolerle las piernas. Si no acababan pronto con todo aquello, sabía que fácilmente podría acabar por empezar a tirar puertas abajo hasta encontrar lo que buscaban. La espera, en definitiva, la estaba matando.

—Daos prisa, por favor —animó a Hodrum, Raff y cualquier otro que pretendiera ponerse a buscar—. Aquí no estamos a salvo, tenemos que seguir moviéndonos.