Partida Rol por web

Cenaste algo mientras hacías repaso del día, un auténtico día de locos. A parte de estar cansado, quizá merecía la pena levantarse pronto y aprovechar las horas de luz, en tu piso no tenías. Además lo de la nevera aguantaría unas horas, así que aprovechar para cenar lo que se pudiese estropear no era mala idea. Tampoco es que tuvieses mucho ya que gustabas de comer fuera.

Te acostaste dándole vueltas a las cosas y con ganas de darle un trago a la botella, quizá mañana...

…

Te despertaste. Ya había luz en la calle. Jack tenía que ponerse en marcha y planear que pasos iba a dar, tenía muchas posibilidades ante si.

Al levantarme y ver la luz en la calle, lo primero que hice fue buscar un reloj capaz de darme la hora. Debía planificar lo que iba a hacer, pues no quería perderme la reunión vecinal de las 12. La verdad es que en cualquier otra circunstancia habría resultado un agobio asistir a una reunión de ese estilo, pero teniendo en cuenta lo que había pasado en el pueblo y que no había medios de comunicación para informar, era la mejor manera de enterarse un poco de cómo iban las cosas.

Eso me hizo pensar en la radio. Debía probar sintonizar algún canal en la radio. Busqué por si tenía alguna radio a pilas por casa, de lo contrario debería probar con la del coche.

Mientras le daba vueltas a todo ello, me aseé convenientemente: una ducha, un afeitado y ropa limpia. Cuando acabé me sentía ya más despejado. Asalté los restos de comida que podría tener y añoré el café. Para compensar, encendí un cigarrillo tras abrir la ventana y me lo fumé dejando vagar la mirada a través de ésta.

- Ayer me centré en los casos Cortez y Jimmy. - Torcí el gesto, aun me costaba pensar en Jimmy como en un caso. - Además de la historia de Robin y el asesinato de su padre. Tengo en cartera los casos de McKerry y de Amelie. Tendría que echar un ojo en esos dos, antes que pase más tiempo, pero ahora mismo lo tengo un poco complicado. - Pensé mientras se consumía el cigarro. - Quizá esta tarde. A ver como se da lo demás. Antes de las doce debería preguntar por ahí a ver si alguien sabe algo del asesinato de McKeavey y luego ir al hospital a ver si me entero qué pasó ayer con Robin y su familia.

Se consumió el cigarro y apagué la colilla en un cenicero situado estratégicamente al lado de la ventana. Cerré la ventana, me coloqué la sobaquera con la pistola, la americana encima, cogí las llaves de casa y del coche y me dispuse a salir de casa en dirección al bar de Joe, que podría ser un buen lugar para conocer noticias.

Crucé los dedos por que Joe se hubiera agenciado una cafetera italiana y hubiera hecho café a la antigua.

La primera cosa que pensaste fue en lo de asistir a aquella reunión convocada para las doce. Eso probablemente te permitiese hacer una cosa antes y una cosa después, en cuanto a visitas, investigaciones y demás.

No eras de tener trastos a los que no te encontraras una utilidad inmediata, así que por desgracia no habías conservado ninguna radio a pilas, en cambio la del coche si te podía servir.

Te duchaste, aseaste y te fumaste un cigarrillo. En el exterior parecía haber bastante gente, como si ya fuese el fin de semana, bueno, bastante gente para ser un pueblo, ni comparación con una gran ciudad.

En cuanto a los demás casos te asaltó un poco de duda. ¿Mejor comenzarlos antes de que pasara mucho tiempo o... centrarse en unos pocos y resolverlos? El que mucho abarca poco aprieta, pero la decisión estaba en tus manos.

Lo que si tenías claro era que la primera parada del día sería en el bar de Joe. Bajaste a la calle y de allí a tu coche, era un día soleado con un ligero olor a combustible en el ambiente. Al entrar en el coche trataste de comprobar el tema de las emisoras de radio: Nada... nada... nada... ¡Radio local!

La única que se cogía era la radio local, estaban con un tema musical ¿la abrían puesto en modo automático? Pronto saliste de dudas cuando el locutor comenzó a hablar.

- Aquí Mr Dog transmitiendo para todos los vecinos de Chester's Mills. Otro día soleado bajo la cúpula, no se esperan lluvias a no ser que esa maldita cosa desaparezca. Ah, y por si le oye alguien de afuera de ella. Sacadnos esa maldita cosa de una vez. Pero bueno, que no “panda el cúnico”, vamos con otro tema musical...  

- ¿"La Cúpula"? Entonces estamos jodidos de verdad. - Pensé al escuchar al locutor y tras imaginar al pueblo cubierto por una semi-esfera de cristal, como si se tratase de una fuente de comida de un restaurante de postín. Si esa barrera, o cúpula, nos aislaba tan completamente, la cosa pintaba aun peor que una especie de muralla gigante y transparente que nos rodeara, tal y como me lo había imaginado en un principio.

Las ondas de radio no son capaces de llegar, así que hemos de suponer que las nuestras tampoco son capaces de salir y hace la llamada de auxilio del locutor un esfuerzo estéril.

Pensando en la hora, no tendría tiempo más que para una visita al hospital antes de la reunión de las doce*. Así que me dispuse a aparcar frente al bar de Joe y preguntarle, primero por café y segundo por el asesinato de McKeavey. Supongo que si Anderson me hubiera dejado alguna nota, también me lo diría Joe.

Pensando sobre las dimensiones del problema que suponía que se tratara de una cúpula llegaste hasta el bar de Joe. También dedicaste parte de tu tiempo a pensar en las investigaciones en curso y en como organizar el día.

Estabas tan sumido en tus pensamientos que hasta que no entraste dentro no te diste cuenta de que había algo distinto ¡El bar estaba lleno!

- ¡No, no voy a vender la carne sin hacer, en el bar de Joe si quieres una hamburguesa te la tienes que comer aquí! ¡No somos un telepizza por Dios!

Tras semejantes exclamaciones por parte del mismo Joe, algunos salieron del bar, pero pese a todo seguía bastante lleno, aprovechando que estos salían podías encontrar un hueco en la misma barra del bar.

Definitivamente, la gente comenzaba a volverse loca. Siempre pasa lo mismo cuando se prevé carestía e inflación en el horizonte: la masa se vuelve imbécil y convulsa, acumulando sin sentido y, entonces, provocan la carestía e inflación que habían temido, exclusivamente debido a su comportamiento, por vaciar rápidamente las estanterías de los supermercados.

Me vino a la mente un capítulo de South Park de hace años, cuando los habitantes del pueblo se quedaban aislados por una tormenta y, a los cinco minutos, a alguien le entró hambre y comenzaron a comerse unos a otros.

Y así llegué a la barra del bar de Joe, con una media sonrisa sarcástica pintada en mi rostro.

- ¿Qué hay, Joe? ¿A la gente se le comienza a ir la olla o has instaurado la Happy Hour a media mañana? - Mirando a Joe a la cara, creí que no estaría para muchas bromas, así que torné mi semblante a algo más serio. - ¿Cómo estás, colega? ¿Controlas bien a toda esta turba?

La imagen mental de ver a esa masa enfurecida destrozando el bar de Joe, no me gustó demasiado y pensé que Joe habría sido suficientemente precavido y tendría una escopeta a mano o algún otro método disuasorio por si las cosas iban a mayores. Mejor una perdigonada al techo que un local incendiado.

- Necesito un café, aunque sea a la antigua usanza. ¿Te queda café?

Tras intercambiar algunas frases mientras él iba y venía por su negocio, ajetreado por la clientela, intenté charlar un poco con él.

- Hey Joe, ¿te has enterado de lo que le ha pasado a McKeavey?

Te vinieron a la mente algunas cuestiones referente al comportamiento humano. En especial lo irracional ante la escasez y el miedo.

Por suerte Joe tenía bastante temple y años de experiencia en su local que sabía manejar con soltura – A duras penas – Y cuando estabas más cerca te habló más bajo – Si esto no cambia, mañana no voy a abrir...

- Si, me queda café y si quieres, una de las últimas hamburguesas – Respondió a tu pregunta directa – Al final temiendo por no tener suficiente combustible para el generador, lo que se me acaba es la comida, hay que joderse...

Luego frunció el ceño - ¿McKeavey? ¿Qué McKeavey? - Hizo cara de no entender de que le estabas hablando – Por cierto, me han traído algo para ti – Rebusca en un rincón y te entrega un sobre blanco con tu nombre escrito en él.

- Se trata de un tipo de por aquí, bastante borrachuzo y tal. - Le describí al padre de Robin, con los datos que conocía de él antes de conocer a su hija, por si le sonaba. Luego bajé algo la voz. - Me han dicho que se lo cargaron ayer y la familia quiere descubrir qué ha pasado, pero no sé nada y sin móviles ni internet, es más difícil saber cosas, pero con la cantidad de gente que pasa por aquí, pensé que tú podrías haber escuchado algo de esto.

- Pues sí. Me apetece esa hamburguesa, con una caña y un café. - Le dije mientras tomaba el sobre en mis manos. Acepté la hamburguesa contagiado por el sentimiento absurdo de escasez que me envolvía. Si realmente había problemas, con una hamburguesa de Joe tendría para llegar a la noche sin tener que parar a almorzar. - Muchas gracias, Joe.

Mientras Joe me preparaba la comida y hacía sus cosas, abrí el sobre y me dispuse a leer la carta.

- Ah.... Ya creo que se quien dices – Te comenta ante tu descripción – Ese es de los que se compra la botella en el supermercado y se la bebe en casa, lo recuerdo de forma muy vaga, habrá venido alguna vez pero apenas lo recuerdo, son tantos clientes...

- Ostras – Gesticuló por lo bajo cuando le dijiste que estaba muerto – Siento no poder ayudarte más... Espera... - Se le congeló la cara como tratando de rescatar algún recuerdo – Si es el que creo que es... Era amigo del Doctor Rogers, es toda una entidad en el hospital local.

Te sirvió la cerveza y pidió tu hamburguesa a la cocina. Sabías que sería una de las últimas en servirse en aquel local.

Abriste el sobre en el había una nota:

Jimmy la semana que falleció se encargó de asuntos de tráfico, en concreto multas de velocidad y revisar los papeles de los camioneros que pasaran por la carretera estatal. Su última solicitud de confirmación de matrícula correspondía con un camión de la compañía Lomax and Co. Todo parecía estar en orden. Luego informó de que quizá se podía retrasar, que iba a investigar una cosa. Tras eso... Ya conoces el resto, lo vieron caer desde lo alto de la biblioteca. Rachel.

- Buena chica. - Pensé al ver que la visita a los calabozos no habían hecho cambiar de opinión a Rachel respecto a lo hablado sobre el caso de Jimmy. La nota no contenía información demasiado jugosa, pero reafirmaba las sospechas que su salto tenía relación con la investigación en Lomax & Co. Lo que me rechinaba mucho de todo esto es que la poli diera carpetazo al asunto de la muerte de un compañero con tanta dejadez, sobretodo teniendo en cuenta lo que decía la nota. Hay policías malos y mediocres, pero algún buen policía debía quedar en aquel pueblo como para darse cuenta que tenía relación una cosa con la otra.

- Quizá pueda preguntar a Rachel por la matrícula del camión la próxima vez que la vea. - Reflexioné. - Quizá no sea nada, pero puede ser la miguita de pan que necesite para encontrar la pista de las indagaciones de Jimmy. Joder, Jimmy era un buen tío y no era mal poli, pero si él encontró algo que le olía mal, a mí no me debería pasar desapercibido. - No es sólo que tuviese un buen concepto de mí mismo como policía, además tenía más experiencia que el pobre Jimmy en aguas turbias.

Sea como fuere, esperé que me trajeran la hamburguesa para devorarla con fruición y largarme de allí lo antes posible. Eché un ojo al reloj y calculé el tiempo que tenía hasta la reunión vecinal. Si podía, me gustaría ir al hospital antes.

Rachel había cumplido con su parte, por lo que no podía negarse que había cerrado la vía de que investigaras el tema por si eras capaz de arrojar más luz sobre el caso.

Mientras hacías tus reflexiones llegó aquella hamburguesa que comenzaste a devorar. Tan buena como siempre y cargada de toda la energía necesaria. El local seguía lleno, pero al menos no hubo ningún conato más de gente alterada.

Al terminar con ella miraste el reloj y viste que si te daría tiempo a pasar por el hospital antes de la reunión. Aquí sólo quedaba pagar y despedirte del bar, ya que si se cumplía lo que comentó Joe, mañana estaría cerrado.

Cuando acabé con la hamburguesa, busqué a Joe para darle un buen apretón y desearle suerte con todo el lío del pueblo y su local.

- Si decides cerrar unos días, creo que será lo mejor que puedes hacer. Como esto dure mucho, la gente se va a volver loca.

Pagué y me dispuse a irme de allí dirección al hospital. No quería perder tiempo, así que pensé en un camino que no cruzara por ninguna gasolinera, supermercado o demás puntos calientes en ese momento. Pondría la radio local, por si decían algo de interés.

Joe se despidió de di dándote un par de palmadas en la espalda – Cuando vuelva a abrir recuerda que aquí siempre tendrás un sitio.

Subiste a tu coche para dirigirte al hospital. Consideraste que sería buena idea esquivar los posibles “puntos calientes” y visto lo que había comenzado a pasar en el bar de Joe no sería nada descartable. ¿Cuanto tardaría en irse la cordura de la gente a la mierda? Bueno, mejor no tener que averiguarlo.

La emisora local parecía seguir en activo, pero durante tu trayecto hasta el hospital sólo había sonado una canción (el hospital no estaba lejos).

Aparcaste en las inmediaciones sin mayores problemas. Ahora podías ir a información, preguntar al personal o... como se te ocurriese

Me sumergí en el hervidero del bullicioso hospital y me dirigí a recepción. Sería la primera vía para poder dar con el doctor.

- Buenos días. - Dije con la más amable de mis sonrisas. - ¿Me indicaría la consulta del doctor Rogers, por favor?

Esperé que al preguntar por la ubicación de la consulta, más que por el doctor en sí, no me pusieran trabas ni me preguntaran si tenía hora o cosas por el estilo.

Te dirigiste a recepción y había un poco de cola, por lo que tuviste que esperar un poco. Pero fue una gran casualidad que cuando le tocaba a la mujer que justo tenías delante preguntó por el Doctor Rogers. Pusiste los oídos en la chica de información le respondió:

- Vienes por lo de ayudar ¿Verdad? Espera un momento por aquí, voy a mandar buscar al Doctor, antes por megafonía daba gusto, pero mando a una compañera – Se giró y habló con una compañera que estaba escribiendo en unos formularios.

La mujer que tenías delante se echó a un lado y la del mostrador te preguntó - ¿Qué desea?

- Vaya, estoy de suerte. - Pensé al escuchar la conversación que había tenido lugar delante de mí. No sólo aquella mujer había hecho la pregunta que pensaba hacer yo, además el tema de la falta de electricidad para las cosas mundanas había dejado al hospital sin megafonía, dándome la oportunidad perfecta para poder entrevistarme con el doctor Rogers.

- ¿Traumatología, por favor? - Le dije con naturalidad a la chica de información.

Mientras me indicara, disimularía escuchar con atención sus indicaciones, pero en realidad no le quitaba ojo a la compañera que iba a ir en busca del doctor. En cuanto acabara de escribir aquellos formularios y fuera en busca del doctor Rogers, pensaba convertirme en su sombra y poder así encontrar al doctor en un ambiente más propicio para una conversación que ante el mostrador de información, con otras personas que rivalizarían por la atención del doctor. 

Dicho y hecho. La chica de recepción te indicó que para ir a trauma debías tomar el pasillo de la izquierda, seguir recto y luego torcer a la derecha. Pero tu permanecías atento a la otra que no tardó en levantarse y bueno, tomar la dirección contraria a traumatología, tomó el pasillo de la derecha.

Pero como había cola y en cuanto te retiraras de información tendría que atender al siguiente, seguramente no se iba a fijar en que camino tomabas tú.

Por si acaso diste unos primeros pasos siguiendo sus indicaciones y luego diste un rodeo para seguir a la que iba en busca del doctor. Enfilaste un pasillo muy limpio e impoluto, a la derecha había una serie de despachos como de la dirección del hospital y a la izquierda lo que parecía ser el comedor del personal hospitalario.

La chica siguió recto hasta que llegó a uno de los despachos, al que llamó con los nudillos y tras eso abrió y se metió dentro. En la puerta rezaba “Dirección médica”

Parecía que el tal doctor Rogers no era el último mono del hospital, precisamente. Dirección Médica. Tanto mejor. Menos excusas que poner para no estar al tanto de las cosas, aunque, por contra, muchas más que ocultar. Siempre se cumple este binomio, en equilibrio precario.

En vistas que la enfermera había entrado en el despacho, esperé pacientemente a que el doctor saliera de él. Abordarlo en su despacho seguramente lo pondría en mi contra en una etapa demasiado temprana de nuestra conversación.

La idea era abordarlo en el pasillo, con un - ¿Doctor Rogers? He de hablar con usted, sólo le robaré un minuto. - Y a ver por dónde salía.

Mientras esperabas viste como alguien se asomaba al pasillo, por donde habías llegado, era la mujer que había hecho cola justo delante de ti.

En ese momento se abrió la puerta y salió la chica, probablemente administrativa y el que debía de ser el doctor. Lo abordaste tal y como habías planeado. El hombre pareció un poco confuso, pero se recompuso - ¿Referente a...? - Quiso saber

Miré al doctor a los ojos, con aire grave, mostrando con mi expresión que se trataba de algo muy importante.

- Referente a McKeavey. - Le espeté y observé su reacción.

Deliberadamente no dije nada más. Tanto podía estar refiriéndome al padre como a la hija. No sería descabellado que el doctor estuviera enterado de algún incidente que pudiera suceder con Robin estando ella en el hospital ayer. Además, Robin es médico y parece que faltan manos por aquí. Quizá ella misma se ofreciera ayer y entonces el doctor Rogers la habría conocido, como lo conocerá la señora que se acerca por el pasillo.

Si no le sonaba la hija, seguramente lo haría el padre. Un tipo como aquel seguro que sabía lo ocurrido, tenía pinta de estar al tanto de todo, más aun si tenía algún interés especial en aquel borracho, tal como me sugirió el bueno de Joe.

Sea como fuere, a veces se descubre más sin preguntar demasiado. Dependiendo por dónde saliera el Doctor Rogers, tiraría de la lengua para un lado o para otro.