Partida Rol por web

Algunos dirían que aquellos instantes pasaron volando, otros dirían que fueran una eternidad, otros incluso asegurarían no recordar nada de aquellos instantes. Lo cierto es que lo que todos si recuerdan fue el momento en que se vieron en el espacio, descendiendo hacia el fuerte helado. Con los cinturones de seguridad puestos y su equipo firmemente ajustado todos los infantes sintieron el fuerte golpe al ser expulsados de la nave en la lanzadera para iniciar su descenso. Durante los primeros minutos el descenso fue suave, frío y silencioso, todos estaban concentrados firmemente en lo que tenían que hacer apenas tocar tierra. Pero todo esto cambio al momento en que entraron en la helada atmósfera de Galdonia VI, tal parecía que se habían metido de lleno en una gran tormenta pues la lanzadera se sacudía de un lado a otro de forma estrepitosa, lamentablemente para los infantes el descenso apenas había iniciado realmente.

El frío y calmado espacio es lo primero que se siente una vez somos expulsados de la nave. La lanzadera comienza un descenso apenas controlado, por lo cual es la gravedad misma la que nos acerca a nuestro objetivo en una cuasi-caída libre. El espacio es muy quieto y silencioso, no me gusta. La gente muere de forma terrible y nadie escucha ni un solo grito. No hay donde escapar y no hay como defenderse. Lo mio es un campo de batalla con sólida tierra bajo mis pies, donde correr, patear y escupir. El espacio es para la Flota, la acción es para la Infantería Móvil.

Luego del espacio, se ingresa en la atmósfera, con el movimiento y la resistencia que esta opone. En este caso, es especialmente vigorosa, lo que hace que nuestro miserable vehículo se sacuda como un instrumento musical en pleno carnaval. Agitación, golpes, sonidos que generan desconfianza y un chillido similar al de las bombas cuando caen, solo que ahora sabemos que nosotros somos la bomba camino directo a estrellarse.

A pesar de mi desagrado, ya estoy más que acostumbrado a los descensos, por lo que aspiro hondo mi habano mientras lo sujeto con los dientes y le hablo a mis soldados con esa técnica que solo un fumador veterano conoce:

 - "¿Se están divirtiendo? Nada mejor que una buena sacudida para despertar en la mañana. ¿Que qué hay de desayuno? Bueno... ¡Arácnido frito! ¡Solo que tendrán que cocinarlo ustedes mismos! ¡Mantengan su disparo y su puntería, que a mi me gusta bien asado! ¡Deben cocinarlos bien o ellos se los comerán a ustedes! ¡JA JA JA JA!"

Siempre me salía algo de ese humor negro de la IM cuando desciendo. Debe ser porque una vez escuché que los muertos no hacen malos chistes, por lo que debe ser mi cábala para no morir en el descenso. Mis hombres se ven más relajados que la última vez, probablemente la experiencia le sirve a todo el mundo. De seguro que yo tenía una cara mucho peor cuando "caí" por primera vez en una lanzadera. Es una mierda, pero una mierda necesaria.

Lo importante es tomárselo con humor y buen animo. Así si nos da un plasma en la caída o se estropea uno de los impulsores, nos iremos al infierno con la cara llena de risa y no una expresión de miedo idiota.

Tarareaba mentalmente una melodía durante el descenso, ya que lo mejor era tener la mente ocupada en aquellas ocasiones. Entonces, el sargento soltó su chiste, y Mkoll decidió seguirle la broma:

-Éspero que tenga buen apetito, sargento...

A pesar de que la lanzadera había realizado un viaje perfecto, eso cambió nada mas entrar en la atmosfera de Galdonia VI. La  lanzadera se movía de un lado para otro, y lo poco que podían hacer los marines era ajustarse el cinturón y esperar a no estrellarse. 

Dichoso tiempo- piensa Dereck mientras maldice al planeta. Ya tenían suficiente con la misión que iban a tener como para añadirle un posible aterrizaje complicado. Sin embargo, poco se podía hacer al respecto, salvo esperar que todo fuese bien.

Sargento, sino le importa prefiero comer mis raciones antes que un bicho- responde a la chanza de su Sargento. Siempre era así: antes de llegar lanzaba alguna broma de esas características- pero si así lo quiere el pelotón estará dispuesto a agasajarle con el bicho mas feo y grande que matemos, señor. 

Por un par de segundos, al ser soltada la lanzadera, Sonia tuvo esa sensación de vacío típica de caer, como era habitual. Ya comenzaba a acostumbrarse a esa sensación... Una emoción, si preferís llamarlo, antes de que empezara realmente el espectáculo. Se permitió una leve sonrisa al notar eso.

Significaba que estaba viva.

Las sacudidas comenzaron en cuanto entraron en la atmósfera y eso la hizo reír y temblar a la vez. Y es que, la había cogido algo de respeto a las lanzaderas, después de lo ocurrido la última vez.

- Y si no hay un bicho decente, ¡le pasaremos un buen montón de ellos! - exclamó Ramírez, mientras aguardaba a que por fin tomaran tierra y a ponerse de veras en acción.

Sonny tenía razón y Evans se recostó en el asiento con una mueca de sonrisa. Era el momento preferido del cabo de la Fox, flotar en el espacio. Era una sensación de tranquilidad, de calma absoluta e imperturbable, siempre se preguntaba si sería como estar muerto. Los ojos cerrados dejaban a la mente divagar y surcar las olas de la calma hasta que una serie de fuertes sacudidas le sacó del ensimismamiento.-Joder pero que coñe...-La frase se quedó incompleta al abrir los ojos y comprobar que descendian entre turbulencias.

Después el sargento sacó su fino humor de descenso a lo que, como era tradicción, el resto del escuadrón respondia. Era como un grito de guerra, una de esas canciones que cantaban los guerreros de eras pasadas antes de la batalla o un encantamiento para alejar la mala suerte. -Señores y señoras como plato del día tenemos bicho frito con guarnición de arácnido en salsa verde y de postre larvas congeladas de Galdonia. La flota espera que el menú sea de su agrado, muchas gracias.-

Siento que toda mi seguridad va desapareciendo junto al calor. El frío se me cala hasta los huesos y, por un instante, siento el miedo en la boca de mi estómago, ¿y si no consigo arreglar la puerta? ¿Y si mi único mérito es facilitar la entrada a los bichos?

Trago saliva con dificultad y dejo vagar débilmente mis pensamientos hasta destinos funestos, pero entonces el sargento habla y no puedo evitar soltar una leve risa, que parece más un quejido. Sí, me digo para mi misma, si no consigo arreglar la puerta solo tendrán menos tiempo para prepararse el desayuno. Y solo si tengo un mal día. Porque no hay aparato que se me resista. 

Por fin empezaba la acción, me sentía alegre por una parte y asustado por otra. No se me daban bien los descensos y la experiencia aunque escasa me seguía sin ayudar. Con ello en mente, me senté y abroché los arneses.

Cuando pensé que todo iba viento en popa, comenzaron de verdad las sacudidas. Empezé a notar que algo se revolvia en mi estómago, así que intento mantener mi cabeza algo agachada y la boca bien cerrada. No quería que en mi primera misión con la nueva compañía me viesen soltar toda la cena. - Menos mal que hoy no desayuné, si no otro gallo cantaría.

Cuando empiezan con los chistes de comida, al principio me sorprendo, ese humor negro era nuevo en las misiones de mi antiguo destino. Cuando realmente pienso en comida de bicho, sólo sirve para aumentar mis problemas estomacales. Cierro firmemente la boca, sin atreverme a abrirla ni para respirar e intento mirar a mis pies para pasar de sapercibido.

Me estaba terminando de acomodar bien en el asiento cuando empiezan a sonar todas las alarmas y a iluminarse todas las luces que indican que nos vamos de paseo, así que me recuesto contra el fondo y me dejo llevar mientras escucho a cada cual con su cantinela para soportar la situación. Por mi parte, me enfrasco mentalmente en recuerdos de la Reserva y cuando todo el grupo de amigos permanecíamos juntos y nos dedicábamos a ir por ahí inventándonos aventuras y batallas. De esas en las que cuando disparabas a alguien, muchas veces ni se tiraba al suelo fingiéndose muerto y en vez de eso te devolvía el fuego.

Y entonces empieza el verdadero calvario, el condenado traqueteo de la lanzadera acercándose al suelo. Añado mis risas a las de mis compañeros, disipando con ello una buena parte de la preocupación sobre las turbulencias. Eso sí, como el piloto le de por emular a alguno de los suyos y decida estrellarse, esta vez pienso levantarme aunque tenga las heridas más gordas y darle un par de buenas hostias por no aprender a pilotar estos cacharros, que seguro no es tan difícil.

-Pues no tengo yo tan claro que alguno de esos bichos bien cocinado no pueda superar el nivel del rancho que nos dan a veces, ¿eh? -alzo la voz por encima del ruido producido por el descenso, para hacerme oir.

Sonny, cualquier cosa es mejor que el rancho que nos dan- responde- desde luego, viendo como lo ha descrito nuestro Cabo, suena hasta apetitoso- añade.

Ey, Billy- le llama- te has traído las herramientas para arreglar la puerta, ¿verdad?- dice, sonriendo. Se metía con ella sin mala intención ni malicia alguna, simplemente para pasar mejor el descenso. Dereck sabía que cuando estuviesen hay abajo las bromas acabarían y todos cumplirían con su deber- y ya sabes: el destornillador para apretar y aflojar tornillos, la llave ingles preferiblemente para tuercas,...- recita.

Sonrío a Derek mostrando los dientes: No me los quito de encima ni para dormir, no te apures, campeón. Después le miro fijamente y replico: ¿Y tú? ¿Has traído las municiones, para acabar con los bichos? Le guiño un ojo y añado: No me gustaría que te quedaras sin munición mientras me estoy peleando con la puerta.

Tranquila, tengo municiones mas que de sobra para matar a todos los bichos que se pongan en tu camino y en el mio- replica- además, si se ve la cosa complicada, espero que saques tu destornillador para destrozar el cerebro a uno de esos pequeñines de ahí abajo. 

Desde luego, Dereck sabía que la misión de Billy era fundamental para el éxito de la defensa: si no lograban cerrar la puerta el combate estaría prácticamente perdido sin remedio. 

Mientras estés arreglando las puertas, te conviertes automáticamente en la persona mas importante de nuestra unidad, detrás de nuestro amado Sargento, claro esta. Te protegeros tu precioso culo pero que no se te suba a la cabeza que los tíos y tía de esta unidad estén fijándose en ti, ¿eh?

Le gustó ver que algunos iban bajando bien animados en la lanzadera. Algunos habían empezado con nervios, como ella misma, más lo llevaban de un modo u otro. La nueva, por ejemplo: gracias a Dereck y sus ocurrencias, le había entrado al trapo y se mostraba mucho más animada. Y eso era lo que necesitaban, mantener la moral muy alta.

- Vamos, Mackeyn - dijo, sonriendo burlona de oreja a oreja -, no molestes a Billy. Estoy segura que arreglará esa puerta en mucho menos tiempo del que tú tardas en encontrarte el pito.

Sonnia, ¿por que siempre sale mi miembro en este tipo de conversaciones?- replica- ¿deseos carnales tal vez?- le dice, guiñándole un ojo- ya sabes que estoy dispuesto a todo por ti, amorcito- sonríe ante estas últimas palabras. 

Sonia alzó una ceja ante el comentario de Dereck y sonrió pícara, de lado. Acto seguido, levantó la mano y le enseñó el dedo corazón, sin dejar de sonreír, al tiempo que le decía:

- Si tantas ganas tienes, hazte una paja. Sino, sigue soñando, muchachote.

La verdad, a ella también le venía bien estar así de desenfadada. Relajaría su tensión antes de que la batalla empezara. Algo muy necesario y recomendable, ya que realmente no sabían lo que podía ocurrir allí abajo.

Me río cuando mis chicos responden, lo que siempre aligera la tensión del descenso. Luego respondo a Mackeyn y al resto:

 - "Muchas gracias por el amor, Mackeyn, pero prefiero que se concentren en proteger el bello trasero de Wallace antes de siquiera mirar el mío. Entiendo que te cueste debido a tus tendencias, pero haz un esfuerzo. Y guarden sus energías para después del combate, que cuando se trata de comer bichos, mi hambre no tiene limites."

Luego, y poniéndome un poco más serio, comienzo a dar instrucciones:

 - "Todos saben que debemos hacer al llegar. Todo el Escuadrón Fox tomará posiciones en la muralla sur. Bockman irá al arma montada, pero la usarás solo bajo instrucción expresa a menos que te ordene su uso a discreción, pues es un recurso valioso y debemos verlo según sea la situación. El resto tomará posiciones que indicaré excepto Wallace que verá el asunto de las puertas. Todos mantengan sus canales de comunicación despejados y como decía mi abuela: "Los ojos abiertos y la boca cerrada.". ¿Les queda claro?"

Reviso con el tacto mi munición y mis armas, para no toparme con problemas al llegar. Nunca son suficientes revisiones para cerciorarse de que todo está en orden.

-Si mi sargento.-Las palabras del cabo sonaron ya por el canal del comunicador presionando la tecla "ON". Era una prueba de que funcionaba, no le hubiera gustado tener que vocear en medio del tiroteo. Repasó la cara de sus compañeros, quería grabarla en su mente para bien o para mal y reparó en algo que creía estaba superado, con una carcajada señaló a Bockman.-Ajajaja, no me jodas que quieres cambiar la libra en la lanzadera. El último que lo hizo y no lo limpió fué abandonado en tierra. Los pilotos tienen muy mala ostia para esas cosas.- 

El traqueteo de la lanzadera continuo por varios minutos mas hasta que una luz se encendió en la lanzadera, estaban por tocar tierra. El golpe fue suave y ligero, sin grandes contratiempos. La tensión empezaba a acrecentarse en aquella reducida caja metálica mientras todos los infantes del escuadrón Fox esperaban a que las compuertas se abrieran para que estos presurosos se lanzasen a la acción.
Los infantes ya sabían lo que les esperaba apenas se abrieran las compuertas, ya lo habían vivido antes. Apenas las compuertas se abrieron una fuerte corriente de aire entro de lleno en la lanzadera, trayendo consigo la característica densa nieve del planeta, afuera había una tormenta de nieve…, otra vez.
Apresurados y omitiendo el ya ahora insignificante contratiempo los infantes salieron uno a uno de la lanzadera dispuestos a emprender sus deberes. Pero si lo que esperaban allí era mucho movimiento sin duda fueron sorprendidos. Unos cuantos infantes de la infantería ligera envueltos en trajes térmicos y claramente cansados se aproximaban a la lanzadera esperando a que los miembros del escuadrón Fox la desocuparan para poder al fin largarse de ese condenado lugar.

Sonia rió ampliamente con el hachazo que le soltó Gary a Mackeyn, divertida. Era bueno que el Sargento también entrase en esas, diablos. Entre todos mantenían la moral alta.

- El sargento te ha pillado, Dereck.- comentó la latina, burlona, con una sonrisa amplia, en lo que Focker daba las últimas órdenes. Ramirez asintió, activando el comunicador y respirando hondo. Sólo un poco más y serían las 6 horas (mínimo) más largas de sus vidas.

Instantes después tocaban al fin tierra, despejándose así el temor de la muchacha de volver a estrellarse de mala manera. Se puso en pie como un resorte, afianzando el Morita con fuerza entre las manos y saliendo en el acto hacia la muralla sur. Vió como los del turno anterior estaban cansados y con ganas de marcharse, algo que no les iba a reprochar. Ahora era su turno... y esperaba que alguien les relevara a ellos antes de que fuera demasiado tarde.

La lanzadera se posó en tierra y la clásica luz roja indica que es el momento de descender a realizar nuestro trabajo. Rápidamente saco las protecciones que me anclan al asiento y me pongo en la puerta ya abierta del vehículo, instando a mis hombres a salir:

 - "¡Vamos, vamos, todos fuera, rápido!"

Saludo con un gesto a los soldados que entran en la lanzadera después de nuestra salida. Si bien, no verán la acción que nosotros veremos, se merecen un buen descanso por habernos sustituido mientras nos preparábamos.

Corro guiando a mi escuadrón a la muralla sur, subiendo la escalera, tomando la posición que deseo tener e indicándole a mis soldados cuales serán las suyas:

 - "De oeste a este quiero a Sonny, Raynor, al Cabo Evans, Wallace, Mackeyn, Bockman a la altura del arma montada, luego nuestro consejero, después iré yo, Ramirez a mi izquierda y Mkoll en la esquina. Tomen distancia entre ustedes. Sonny y Mkoll, ustedes serán los enlaces con los escuadrones laterales. Cabo Evans, usted estará al mando de Sonny, Raynor, Wallace y Mackeyn. Bockman, no usarás el arma a menos que te indique lo contrario. Tu triple GL es tuyo y lo usarás a discreción, pero cuida la munición y ten cuidado con las murallas. Ya conocen sus posición, Wallace, ve a ver lo de la puerta y todo ese trabajo tuyo. Cuando termines te quiero en tu posición. Sonny, quiero que revises los muros antes de ponerte en tu lugar. Quiero saber si aguantarían granadas y explosivos para saber qué tan lejos debemos lanzarlos para no dañar nuestra defensa. Sonia, acompaña a Sonny y vean si pueden conseguir madera y algo de combustible para hacer un muro de fuego como el que hicimos en la colina. Consejero, mantenga un canal de comunicación con los otros escuadrones. Mkoll, tu eres el explorador: Informe del estado enemigo."

Siempre el estado del enemigo se le pide al explorador, pues él es quien tiene mejor vista, además de alguno que otro instrumento para ver de lejos, por lo que debería ser capaz de informarme de cosas que aun no puedo ver. Ya en la posición asignada, mantengo el rifle hacía el horizonte, listo para comenzar a disparar.