Partida Rol por web

El éxtasis, el miedo, la incertidumbre, el valor y muchos otros sentimientos impregnaban las mentes de los infantes mientras los últimos instantes del fuerte tocaban a la puerta. Varias detonaciones se escuchaban a lo largo del muro, proyectiles de plasma lanzados por los bichos, proyectiles orbitales de la Sirius beta y minas que servían como una acción desesperada de la compañía por detener el avance del enemigo.
Pero estos no solo no se detenían sino que atacaban con mayor número y mayor vigor a cada momento. Los muros estaban repletos ya de bichos; a lo largo de todo el fuerte helado se podía escuchar el crujir de los muros ante el incesante ataque de los arácnidos. Y por si fuera poco los cielos se estaban llenando de bichos alados, la situación simplemente no podría estar peor.
Y mientras la primera lanzadera con infantes principalmente del escuadrón Heat iniciaba su ascenso anunciando la inminente llegada de la esperanzadora segunda lanzadera, el desastre se cernió en el fuerte helado.
Súbitamente secciones amplias del muro Oeste caían al suelo bajo el ataque enemigo anunciando el principio del fin. Los bichos habían por fin derribado parte del muro, y el resto de este no tardaría en caer. Los infantes pronto tendrían que defender su posición cuerpo a cuerpo.

-El muro oeste esta cayendo apresúrense todos a cumplir con sus ordenes, el tiempo se nos ha terminado. Sargento Corbec y Cabo Odonell, quiero a sus hombres en las lanzaderas ahora mismo tal como les ordene antes. El resto de sus escuadrones deberá abordar la tercera lanzadera en cuanto esta llegue.

Sargento Focker, ordene a sus hombres que se replieguen cuanto antes hasta el centro del fuerte. Deberán formar allí un perímetro defensivo a la espera de que sean evacuados--

La lanzadera bajo y los infantes de marina se echaron sobre ella como buitres sobre la carroña, las instrucciones eran claras y yo tenia que tomarla, asi que sali esprintando hacia ella y entre sin pararme a saludar a nadie.

al llegar me quede junto a la rampa y cubri un lado de la nave por si aparecia algun bicho a amargarnos la huida, mientras decia:

- Chicos, estoy en la lanzadera, cubro el sector de entrada, daros prisa, cuanto antes vengais antes nos largamos de este misero planeta.

- ah! y por cierto, la primera ronda de cervezas para el escudron Eco y para los que han luchado con nosotros en el muro oeste, corre de mi cuenta, asi que daros prisa, ya que es lo primero que hare en cuanto me dejen libre.

esa era una manera de incentivar a las marines y a los infantes ligeros de que movieran las piernas cansadas y congeladas mas rapido de lo normal para llegar cuanto antes a tomarse esa cerveza.

Bauer se sentó en su correspondiente asiento. Tan solo Frost componía, junto a él, el reducto inicial de la Eco que conseguía abordar una lanzadera. Una mezcla de alivio y culpabilidad le asaltaron. Alivio por dejar la superficie de Galdonia. Culpabilidad por ser de los primeros en abordar una nave, sin un solo rasguño, habiendo otros que, heridos, deberían aguardar la llegada de otra nave. Azar, casualidad, el dedo de Dios. Fuera lo que fuera, estaba alejado del combate directo. Ahora estaba sujeto a las veleidades del destino, lo cual se traducía en la lotería de ser impactado o no en su despegue y vuelo hacia a su destino. Sentía deseos de gritar, de rezar, de cabrearse cone l mundo, con el alto mando, con los dioses. ¿De qué había servido todo aquello? ¿A qué interese incomprensibles había respondido su presencia en Galdonia? Aquel páramo helado seguiría siendo dominio de los putos engendros, como lo fuera antes de su llegada, y el precio pagado era alto. Crow había caído, pese a su heroicidad demostrada. Otros estaban heridos. De gravedad. Otros muchos, quizás no llegaran a sobrevivir a los estertores de aquella miserable batalla sin sentido. Eran la puta infantería. Carne a sacrificar, el primer muro frente a cualquier ataque. Los habían vomitado sobre el planeta y ahora los cagaban hacia alguna nave. Atrás quedaban la Cabo, Baron, Rumsfeld, Garth, Miller y otros tantos. Pudiera ser que los volviera a ver. O no. Tal vez volverían a pelear juntos en un nuevo destino. Quizás no. Eran carne de cañón. Y ante el pulgar elevado de Firestorm, solo pudo sonreir con algo solo traducible como una mueca. Pero miró a Frost, su compañero, su amigo, su hermano de la Eco. Un gesto de cabeza, sin más palabras, sin más sentido que aquel que el otro quisiera darle. El de aquel que había compartido, sufrido y vivido lo que nadie más.

-Frost, lo conseguirán. Deben conseguirlo -dijo, para luego desviar la mirada hacia la puerta abierta a través de la cual vio el descenso de la segunda lanzadera. Un canto a la esperanza. 

Por fin -pensé al llegar al médico y cerca de la lanzadera

-Todo suyo, señor -dije al médico que se iba a encargar de él, tras lo que salí casi corriendo para tomar una posición de defensa.

Vi a White que estaba cerca del cadáver de un gusano gigante y me puse cerca de él, atento a lo que pudiera caer por el muro Oeste, del cual se oían golpes importantes y me daba la sensación de que iba a caer rápido.

-Bueno, White, creo que tenemos que empezar a ganarnos la ciudadanía, ¿no? -dije intentando animar un poco el ambiente. Es curioso como cuando estás cerca de la muerte todo te parece un mal chiste.

Miller se quedó de piedra al ver que el Capitán Tsumina no solo le ignoraba, además vociferba órdenes por la radio saturando los canales de su autoritaria voz.

¡Vamos Eco, se acabaron los repliegues tácticos! esto es un marica el último. Caín, Josh ¿le habéis cogido cariño a este planeta de mierda? ¡Iros de una maldita vez!

Miller hizo una señal a la Cabo con el pulgar hacia arriba mientras corría por el edificio de mando para llegar lo antes posible hacia la LZ.

Entró luego de Bauer, como estaba la situación ahora, esperaba que cantara otro de sus éxitos. Sin embargo solamente habló, esperanzado por sus compañeros. Frost le devolvió la mirada pero no la frase. Buscaba algo ingenioso que decir pero no le salía nada. Pronto se empezaría a difuminar el efecto de la adrenalina y del kit de primeros auxilios, y volvería el agudo dolor. Pensó en desactivar la armadura pero realmente no sabía si por alguna razón haría falta la fuerza aumentada... o quizá estaba delirando. Simplemente se quedó sentado, apoyado en el arnés de seguridad, recordando a todos los que ya estaban muertos, por nada.

Sam tiró el cargador vacío de la morita a un rincón congelado de la sala y empujó la puerta saliendo del edificio.

-¡¡Largaos ya que me quitais los bichos, egoistas!!-espetó a la eco dirigiéndose al norte antes de apoyarse contra el edificio y recargar el arma.

Los disparos, las imprecaciones y las explosiones, podían empezar a ser un mal recuerdo pero lo primero era llegar a la lanzadera. Un paso tras otro eso era lo único que debería preocupar me, llegar a la nave y relajarme......dios si que gusto salir de este puto sitio...... Unos metros mas y ya podría ocupar mi puesto en la lanzadera. Otros infantes ya estaban acercandose a la zona de embarco.

- No te preocupes Miller no tengo una multi-propiedad aquí que me haga quedarme. Nos vemos en un rato.

Sin dudarlo sigo las ordenes de la cabo, ha llegado el momento de largarse y solo me queda esperar que tanto yo como mis compañeros podamos salir con vida de aquel maldito agujero.
-Ni hablar Miller, esta no es mi idea de un planeta paradisíaco, tu también date prisa antes de que la maldita marabunta arrase con el fuerte.- Apresuro a mi compañero para que todos podamos largarnos cuanto antes. Llegando al puesto previsto me planto para cubrir la retirada de mis compañeros en caso de que los bichos decidan entrar en el fuerte. -Cabo¡¡ Ya estoy preparado para largarme, pero tratare de cubrir a los que falten por llegar. -Me preparo para recibir a los bichos con mi morita para dar oportunidad de que los demás lleguen.

"Cabrón" - pienso mientras miro medio-sonriendo a McAllen que se sitúa corriendo a mi lado y me suelta una de sus chorradas. No he podido evitar sonreir con su comentario, entonces, algo raro pasó dentro de mí. Era como si en esos breves segundos, todo el miedo y terror que había sentido en la boca del estómago al bajar por el aire viendo la marabunta, el pánico que le constreñía la garganta al asomarme al borde del muro y ver los cientos de bichos cargando contra nosotros en una imparable carrera, que todo eso, había desaparecido. Sabía que iba a morir, y parecía que su cuerpo lo había aceptado antes que su mente. 

Con una voz bastante tranquila, y la mirada serena, Ethan se posiciona mirando al oeste, apoyando el arma encima de las duras placas que sobresalían de los restos del gusano, cual trinchera improvisada, se pasa una mano por los ojos, quitándose la nieve de los párpados y le dijo con voz tranquila:  "¿Sabes? me has hecho olvidar por un par de segundos que estamos en un puto planeta helado, rodeado de miles de bichos sedientos de sangre...." Con un movimiento suave apuntó al muro oeste....intentando dejar fuera de su rango de disparo a todos los compañeros que venían corriendo...."vamos a vender cara nuestra "ciudadanía"....".