Partida Rol por web

Yoyuc salió de un barracón que había estado investigando: cadáveres y más cadáveres, sin más supervivientes.

Se acercó hasta el transporte y subió mientras cerraba minuciosamente las válvulas del lanzallamas. Corrían historias de horribles incidentes a bordo de vehículos donde tal o cual arma pesada se había disparado por accidente. Probablemente no eran más que rumores pero Yoyuc no tenía maldito interés en comprobar la resistencia a las altas temperaturas del blindaje de la escuadra: aquellos no eran Magmatroopers.

-A la orden -musitó haciendo un breve saludo militar.

Ocupó su sitio dedicando un largo vistazo a la masacre. Sentía una morbosa expectación por encontrar a  los responsables de todo aquello.
Quería verlos arder.

Yoyuc se colocó en el cañon superior, dió dos golpes que oi a traves de la cabina, para indicar que estaba listo.

La escuadra se dirigió hacia el transporte indicado y empezó a abordarlo, Mazar se encargaría de llevarnos hasta el lugar indicado mientras que Yoyuc se hizo con el control de la torreta superior. Por su parte, Aiden se encargaría de manejar el cañón principal, dejando el asiento del copiloto para la comandante, con el resto de la escuadra apiñada en la zona de carga del vehículo.

Llegué el último a la formación. Me quedé un par de minutos más ejecutando diagnósticos y declarar por el comunicador que el sistema de escudos de la base estaba a plena potencia y en estado optimo. 

Por lo que iba escuchando por radio, Silky pedía evacuación médica y nos tocaba a nosotros dársela. Finalmente se escogió el APC para la evacuación y todos se fueron colocando en su interior. Por mi parte asentí a las órdenes y me coloqué en la bodega, dado que el teniente Dallin se había colocado en el asiento de copiloto.  

Sus sombras la siguieron de cerca cuando subió al transporte, sugerido por el eficiente y disciplinado Sargento Jelal. Aquel hombre le transmitía lealtad y determinación, que sin duda infundía respeto a sus hombres. Dejo que los miembros de la escuadra fueran tomando posiciones en completo silencio, evaluando lo que la fuerza viva le decía. Sintiendo así la disconformidad o tal vez decepción de Dallin al dejarle a margen, no pudiendo evitar que se dibujara una sonrisa divertida en su rostro al verlo regresar al complejo, tentada de llamarle como un amo a su mascota. Pero aunque podía ser extremadamente mordaz, no era cruel y su intención no era la de arrebatarle a su unidad tan solo las cosas habían salido así. Ya tendría ocasión de brillar en el futuro cercano.

Bien...si estamos todos a bordo – su tono de voz dejaba claro que sería mejor que así fuera, no era mama gallina, si no estabas a bordo te quedabas fuera y apremiaba el poder inspeccionar el terreno – Mazar ponga rumbo a asentamiento de inmediato

Los transportes se movieron, enfilando el camino a través de la jungla. La lluvia torrencial y espesa estaba dando paso a una llovizna que, aunque igualmente insistente, era más soportable. Los refuerzos de Contic estaban en camino, pero llegarían hasta el puesto avanzado para reforzarlo. En lo que concernía a aquella pequeña exploración, estaban en solos, y solo solos dos TIE que surcaban los cielos y un par de AT-ST serían su única escolta en caso de problemas "graves". No obstante, entre el cañón del tanque y las torretas del APC, contaban con suficiente potencia de fuego como para enfrentarse a uno de esos "andadores mecánicos" como los que habían visto en el video de seguridad.

Los conductores maniobraron por el estrecho camino, temiendo alguna celada. La lluvia repiqueteaba contra los cristales y hacía saltar pequeñas chispas a los escudos de energía. Los scout trooper aguardaron pacientemente, vigilando el perímetro del asentamiento durante una larga y tensa media hora. Nada, aparte de la fauna local, parecía moverse en la jungla a su alrededor. ¿Habían perdido de vista el enemigo, o éste había decidido retirarse una vez más?

Finalmente, siguiendo los postes y las líneas rotas de alta tensión, llegaron a la vista de un lugar que parecía el último rincón de la Galaxia. Un pequeño asentamiento, rodeado por una improvisada verja de chapa, cuya puerta había sido destruida y que presentaba dos agujeros hechos por el enemigo con alguna clase de explosivo.

A pesar de que la lluvia había sofocado gran parte de las llamas, varias casas humeaban. El asentamiento tenía solo un par de estructuras grandes: lo que parecía un silo, o taller, y una torre de vigilancia. Una plaza central, donde detuvieron los vehículos, contenía un promontorio de cuerpos en diversos estados de calcinación, los habitantes del lugar, ejecutados vilmente por el enemigo durante su "retirada". Silky y uno de sus hombres escoltaban a los escasos supervivientes. Una familia mixta, de marido humano y esposa twi'lek, con un niño y una niña mestizos. El hombre parecía bastante malherido, adoleciendo de unas graves quemaduras. Había perdido el conocimiento, pero seguía vivo. Aunque no lo estaría por mucho tiempo sin un tratamiento médico apropiado.

-Aquí mando de la flota -dijo el comunicador- Mandamos un TIE/sh para recoger a los civiles y al capitán Ripvitz. Órdenes de arriba. Mantengan un perímetro seguro para la evacuación.

Los soldados salieron de los transportes, comenzando a desplegarse por el lugar. Cubrieron los accesos, sobre todo el de la puerta, con sus vehículos a modo de barricada, mientras comprobaban que no había más supervivientes. Instintivamente, Lily se puso a buscar las huellas del enemigo. Se habían retirado hacia el este, a excepción de un esquivo par de huellas que se dirigía hacia el oeste, adentrándose por el caminito de la jungla.

Cuando la soldado se detuvo, ya que no tenía órdenes de abandonar el asentamiento, sintió la presencia de Mara Jade a su lado, mirando la selva en la misma dirección. La lluvia caía sobre el tratamiento impermeable de su capa, mientras sus ojos se mantenían fijos en aquel sendero. Un rastro de la fuerza, claro y diáfano, que parecía una llamada, un aviso a navegantes. En aquel lugar había un rastro, casi imperceptible, de un lugar poderoso en la fuerza. Un rastro que llevaba exactamente a aquel camino, que parecía estar llamándola. Detrás de ella, los dos death trooper comprobaban en silencio el perímetro.

-Quéndese aquí -dijo, dando instrucciones a los soldados a través de Dallin- Y usted, Silky, coja a unos hombres y exploren hacia el este, con precaución.

Ellos tenían órdenes. Había que esperar a la evacuación del herido, además de estabilizarlo. Ella estaba algo cansada de aquel juego del gato y el ratón. Dallin parecía competente, y bien podía hacerse cargo del despliegue. Ella tenía algo que averiguar, y para ello tendría que aventurarse a investigarlo, a solas. Sin más, echó a andar, dejando atrás a Lily. Las dos sombras negras la siguieron, como única compañía.

- Roger, roger! Solté sin pensar, con tono despreocupado, mientras ponía en marcha el APC. Sonó bastante ridículo bajo la distorsión de mis máscaras. Algunos de la compañía arquearon sus cejas bajo los cascos, incluso Jade me dirigió ina breve mirada algo confundida.

- Ejem, en marcha, Señora. Si fuera humano me hanría sonrojado como un tomate.

Avisé por radio al enlace en el destino.

- Aquí Compañía B, estamos en marcha.

Introduje las colrdenadas de la baliza de Silky y un punto luminoso apareció sobre el mapa de posición del tablero de instrumentos del APC.

El viaje fue tranquilo. Cuando llegamos al asentamiento nos encontramos, otra vez, un paisaje dantesco. Nada se podía hacer por la mayoría. Desde la cabina pude ver como nos mira a una familia, desolados. Ni si quiera nuestra presencia pudo cambiar sus expresiones a un atisbo de esperanza, la masacre era demasiado reciente.

En cuanto la compañía se desplegó, cogí mi equipo y salí del vehiculo y me acerqué al herido que necesitaba atención médica. No tenía buena pinta. Me puse manos a la obra.

El camino se alejaba del asentamiento, aunque no demasiado. El rastro se fue volviendo más y más claro. Era una mezcolanza de sentimientos, hebras de lado oscuro y lado luminoso diseminadas por aquí y por allí. Soledad, odio, hastío, meditación. Todo eso, y mucho más, mezclados en un rastro que había impregnado aquel solitario lugar. Tras descabezar a una peligrosa serpiente con un rápido movimiento del sable, para apagarlo un segundo después, prosiguió cuesta arriba con paso firme. Era totalmente consciente de su entorno, y sabía que no corría peligro alguno.

Finalmente, la cuesta embarrada terminó y ante ella se abría otro sendero ascendente, y la fachada de un antiguo edificio. Estaba claro que el planeta había contado con algún tipo de especie inteligente, por que aquellas figuras que imitaban a los ofidios del lugar eran arte, y los animales no se molestan en crear arte. Se detuvo delante de la fachada, ignorando la lluvia. Dentro, una especie de capilla o sala hipóstila, larga y en forma de nave. Solo el primer tramo era visible, y el resto estaba envuelto en una oscuridad antinatural, que siquiera los visores de alta tecnología de aquellos soldados eran capaces de herir.

La presencia que le llamaba estaba ahí dentro, cerca del único espacio iluminado: al fondo, una claraboya abierta al cielo y una especie de altar debajo, cubierto de enredadera.

-Cuidado ahora... -dijo ella.

Sin más, entró en el templo, caminando con precaución, tratando de presentir las trampas, las presencias. La fuerza era fuerte en aquel lugar, los sonidos se amplificaban y rebotaban por las paredes, diseñadas para tener aquella acústica especial, solemne. Dentro, frisos con pasajes sobre el bien y el mal, protagonizados por una extraña raza de humanoides con aspecto simiesco. Había encendido una bengala, para alumbrar la oscuridad, y analizaba metódicamente su entorno. Los soldados se mantenían cerca, como recelando de un ataque.

Fue entonces cuando llegó hasta el sepulcro, situada en una pequeña capilla radial. Sobre él, una tela cubierta de polvo y apolillada, que le sonaba demasiado. Era una capa jedi, como las que utilizaba la orden durante sus últimos años de actividad en la República.

-Él me enseñó -dijo una voz extraña, con un acento ofidio, siseante- Él nos enseñó a los elegidos.

Las armas se alzaron, apuntando a ninguna parte. La voz era femenina, y su presencia jugaba con ellos, difuminando su rastro gracias a la fuerza y a la configuración de aquel templo. Aquel había sido un lugar de culto, impregnado por el uso de la fuerza viva.

-Lorana nos enseñó lo que era la fuerza, lo que podía significar...

Escucharon pasos, al fondo de la sala. ¿O quizá los tenían al lado? Era difícil de precisar en aquel lugar. Inmediatamente, Mara repasó los nombres de su investigación. Los maestros y padawan jedi desaparecidos en el vuelo del "Viaje de Ida". Lorana Jinzler, padawan del maestro C'Baoth.

-No murió, llegó aquí sola, estaba explorando... como nosotros.

Tremayne hizo una seña a Sarah. Había que cubrir la salida, por si su única opción era retirarse. Los que no eran sensitivos en la fuerza, ellos dos, estaban algo nerviosos. Si se peleaban contra una usuaria, habían perdido ya el factor sorpresa. Aquello podía acabar muy mal para ellos.

-Nosotros le enseñamos nuestro camino. La paz de los Vong... se hizo uno con nosotros, gozó de nuestra sabiduría, vivió una vida plena... hasta que nos dejó.

La figura se detuvo definiéndose levemente en la oscuridad. Los soldados apuntaron en aquella dirección, disparando. Sin embargo, era una mera ilusión óptica.

-Mara Jade. Llevo toda la vida esperándote -dijo la voz a su espalda.

El sable láser, de hoja dorada, se encendió en la oscuridad, definiendo la forma de su enemiga. La misma sensitiva del video, cuyo nombre desconocía. Ella si parecía saber el suyo. Sus ojos se clavaron en los de ella, y viceversa.

-Entrégame tu arma... únete a nuestra paz. O seréis destruidos.

Cuando empezaron a llegar los "refuerzos" tocó a la mujer en el hombro. - La ayuda está llegando...¿Algo que tengamos que saber de aquí? siempre era bueno el consejo de la población local, para estar más seguro y saber cosas que sólo, a base de estar, se saben.

Poco después llegó la orden esperada. No dudó: - Si señora. Y empezó a impartir órdenes entre sus pupilos.

- Chicos. Nos repartimos. 12 miembros a mi lado, cumpliendo órdenes. Resto, bajo el mando de Reydon explorarán el camino que nos dejamos sin revisar. Movimiento en coberturas solapadas. Informes por canal cerrado cada 10 minutos.

Había una misión que cumplir y Dallin no estaba dispuesto a quedarse atrás. En un abrir y cerrar de ojos el teniente en funciones despacho los encargos de Mara y se subió al vehículo.

La llegada al asentamiento no tuvo sorpresas, parecía que el enemigo se había replegado bien para celebrar su aplastante victoria o bien para planificar su siguiente ataque.

Al llegar Dallin organizó a los hombres para terminar el trabajo de los exploradores.

Mazar, el herido. Lily revisa el terreno y busca una posición elevada.

Finalmente se dirigió al sargento.

Sargento, perímetro de seguridad para la evacuación de 100 metros.

Había estado realizando el aburrido inventario de la base, cuando por el comunicador me llegaron las órdenes de que partíamos, salí corriendo para subirme al transporte antes de que me dejaran aquí.

Encaramada al vehículo, fui observando a su paso como se iba abriendo la selva ante nosotros, era hermosa, la fuerte lluvia que golpeaba nuestras armaduras se fue suavizando hasta dejar una fina y agradable llovizna, era una sensación totalmente relajante.

Una vez en la aldea, la visión no fue nada alentadora, había cuerpos de inocentes ejecutados sin piedad alguna y aunque las llamas habían cesado, las humaredas que salían aun mostraban parte del horror que habían sufrido esas gentes. Un escalofrío recorrió mi espalda al ver todo aquello, era realmente horrible, toda esta gente necesitaba nuestra ayuda, la ayuda del Imperio.

De un salto me bajé del transporte y me puse a rastrear las huellas, señalé al este y luego mostrando dos dedos alzados en mi mano indiqué el oeste. Pero no había descanso, las nuevas órdenes del Dallin llegaron de inmediato.

Por lo que sin tomarme ni un momento para tomar aire, recorrí rápidamente el terreno adyacente a la aldea en busca de lo que pedía el Alférez. 

Yoyuc estiro las piernas al bajar del vehiculo. Ocupo su lugar entre sus compañeros de escuadra mientras abria las espitas del lanzallamas. Aunque la bocacha del arma estaba baja, su direccion general era hacia los refugiados. Probablemente solo eran unos colonos que habian sobrevivido a la matanza.

Probablemente.

Pese a su mundo de procedencia, a Yoyuc no le gustaban los mestizos mas que los alienigenas. En Roubak, donde la poblacion era de apenas unos cientos de mineros aislados, la consanguinidad era un problema serio pero el cruce con otras especies era un tabu casi infranqueable. En consecuencia, los roubakianos eran extremadamente hospitalarios con los extranjeros (en orden de que dejaran su semilla genetica cuanto mas, mejor) y eran muy aficionados a comprar esclavos humanos (jovenes, a poder ser, que eran tratados sorprendentemente bien).

Por fin llegaron al asentamiento. Cuando se abrieron las puertas dejaron que saliera primero la tropa y luego ellos, los dos death troopers y por último Mara. La lluvia seguía sin dar tregua y eso hacía que la vegetación fuese tan exuberante, como bien se había percatado Sarah durante todo el trayecto. Pero al bajar y verse rodeado por tanta vegetación y tantos ruidos de animales, comprendió a la perfección como la naturaleza había crecido en aquel planeta.

Con el rifle preparado por si ocurría cualquier eventualidad, Angelica observó y evaluó el perimetro que podía ver intentando discernir cualquier peligro. 

Pero todo estaba tranquilo...ahora. Los destrozos de la batalla y los muertos en una pira humeante dejaban a las claras que lo ocurrido allí había sido una escabechina parecida a la de la base. Eran buenos y eso a la death tropper le gustaba.

Siguiendo a Mara, Sarah pudo ver a los supervivientes de la lucha, una familia mestiza. Dentro del casco una ceja se levantó mientras un pensamiento se generaba: -¿Han dejado vivir a una t´wilek con sus hijos mestizos y su pareja humano?...interesante.

Al levantar la vista, se dio cuenta de que Mara Jade se había acercado hasta la posición de Lily, la novata exploradora. Sin decirle nada se había situado a su lado y miraba a un punto inconcreto en la distancia, siguiendo un sendero que salía en aquella dirección hacia el interior de la selva. Sarah se acercó y observó también el sendero. Sin lugara  dudas había un rastro que se adentraba en él. P ero debía ser importante, pues Mara se quedó absorta hasta que por fin emitió sus órdenes.

-Quéndese aquí -dijo, dando instrucciones a los soldados a través de Dallin- Y usted, Silky, coja a unos hombres y exploren hacia el este, con precaución.

Era la hora que tanto había deseado Sarah que llegara, su hora. Sin preguntar y sin detenerse, el ángel negro se adentró en el sendero siguiendo a su señora hacia el corazón de la selva.

Tras andar unos cuantos minutos siguiendo el sendero y flanqueados por la densa selva, por fin llegaron a una especie de construcción, en la que se veía perfectamente algo parecido a una serpiente tallada en la roca. Si bien la construcción era tosca se veía que había conseguido superar con éxito el paso del tiempo, pues no parecía haber sufrido derrumbes. La vegetación se detenía en la puerta y no parecía que ningún animal hubiera hecho de ese lugar su guarida. Eso solo significaba una cosa, estaba siendo utilizado.

Sarah apretó el rifle contra su hombro mientras se acercaba a la entrada y la inspeccionaba. El primer tramo del interior de aquel lugar lo pudo ver, pues la luz que se filtraba ayudaba a ello, pero tras unos metros una negrura insondable hacía imposible discernir nada. Sarah cambió los sensores varias veces hasta que comprobó que a oscuridad no era natural. Algo la había creado. Cuando se quiso dar cuenta vio pr el rabillo del ojo que Mara estaba a su lado y que se adentraba en el templo.

-Cuidado ahora... -

Siguiendo la advertencia de su señora, La death tropper entró. Sarah se movía despacio, sigilósamente, vigilando en todo momento cualquier cosa que se pudiera mover. Nada más entrar pudo ver como al fondo había un espacio iluminado, una oquedad en la roca dejaba pasar la luz que iluminaba una especie de altar, cubierto de enredadera. 

Entonces Mara encendió una bengala y la negrura desapareció pudiendo observar como las paredes estaban esculpidas con frisos con distintos pasajes en los que las figuras eran unos extraños humanoides de aspecto simiesco, muy parecidos -si no iguales- a los que aparecieron en la grabación.

Mara se acercó al altar. Allí había como una especie de capa, bastante maltrecha por el paso del tiempo. Parecía que no era un altar si no que era una tumba. Al tocar la capa, una voz siseante, como de un ofidio, resonó por toda la sala.

-Él me enseñó. Él nos enseñó a los elegidos.

Sarah se giró y apuntó a las sombras, pero el sonido que le llegaba resonaba por todas partes haciendo imposible encontrar el origen de dicha voz.

-Lorana nos enseñó lo que era la fuerza, lo que podía significar...

Unos pasos se dejaron oír al fondo de la sala. Acto seguido Sarah se giró y apuntó con su fusil en aquella dirección, pero tampoco había nada. El sonido rebotado por las paredes jugaba con ellos como si fueran niños siguiendo una sombra.

-No murió, llegó aquí sola, estaba explorando... como nosotros.

No le gustaba todo aquello. La death tropper se sentía hostigada por algo que ni siguiera veía y eso le molestaba. Al instante, vió como Tremayne le hizo una seña. Tenía razón, había que cubrir la salida, por si su única opción era retirarse. Con sumo cuidado inició la marcha, cuando la voz volvió a sonar. 

-Nosotros le enseñamos nuestro camino. La paz de los Vong... se hizo uno con nosotros, gozó de nuestra sabiduría, vivió una vida plena... hasta que nos dejó.

Por fin apareció. una figura se detuvo en la oscuridad. Sin pensarselo dos veces, Sarah disparó su rifle. No había posibilidad de fallo, no a esa distancia. Pero al momento esa figura se desvaneció, era una ilusión óptica.

-Mara Jade. Llevo toda la vida esperándote.

La voz que volvió a sonar, esta vez sí que la pudieron situar, máxime cuando un sable de luz del color dorado se encendió, dejando ver por fin el rostro del enemigo al que se enfrentaban. Era ella, era la de la grabación de la base, era su enemiga y buscaba a su señora, a Mara Jade.

-Entrégame tu arma... únete a nuestra paz. O seréis destruidos.

Al decir estas palabras Sarah disparó su arma en dirección a la oponente que acababa de aparecer. Espera que esta vez no fuera una mera ilusión y pudieran acabar cuanto antes con ella.

El transporte y la escolta realizaron el recorrido entre la base y el poblado sin problemas, perturbados únicamente por la constante lluvia monzonica. Aiden se había criado en el ecuador de un planeta templado, y luego había pasado el resto de su vida de base en base y de nave en nave. Jamás había visto caer tanta agua junta en un mismo lugar, tanto que hasta difiultaba la visión del enorno, hasta con los distitnos tipos de visor de su casco. En el interior del transporte solo se oía el repiquetear de la lluvia contra el vehículo. Nadie hablaba, todos tenían la mente puesta en lo que encontrarían una vez llegaran a su destino.

El asentamiento estaba en un estado tan deplorable o más que la base, aunque aquí al menos se había apilado los cuerpos en un solo montón en vez de dejarlos desperdigados allí donde les había llegado la muerte. Tan solo una familia parecía haber sobrevivido, curiosamente la única mestiza del lugar. Envió a Mazar a encargarse de ellos de inmediato. El resto de la escuadra fue desplegándose por el asentamiento, alerta ante cualquier eventualidad pero indecisos, sin saber muy bien que pensar de todo aquello. La Mano del Emperador les ordenó aguardar mientras enviaba a los exploradores a su misión y ella misma se internaba en la jungla seguida de sus guardias.

- Enseguida, señor - respondió a la óden del alférez. Hizo varios gestos con la mano señalando a cada uno de sus soldados la posición que debía ocupar en el perímetro defensivo. Dudó unos segundos respecto a la torre de vigilancia, pero decidió no situar a nadie en ella. Por útil que resultara su altura, era un punto demasiado  destacado y probablemente lo primero que sería atacado, además de que resultaría un inconveniente si tenían que salir de allí de manera rápida por el motivo que fuera.

Un  tiempo después de embarcar en el APC, en un silencio que me resultaba incómodo, me perdí en mis recuerdos de mis días de piratería con mi padre y sin darme cuenta llegamos al poblado donde se encontraban el teniente Silky y sus scouts. 

Al desembarcar lo hice por la compuerta de la bodega de carga y junto a Lily, nos desplegamos para defender el despliegue del resto. A la orden de Dallin vi partir a Mazar, para estabilizar las heridas del civil, y a Lilly en busca de huellas y una posición elevada. El resto, es decir Yoyuc y yo, montamos un perímetro de defensa, junto al Sargento Aiden, para el EVASAN del civil y su familia:-Sargento.-dije asintiendo ante las órdenes de despliegue. 

En cuanto llegaron al asentamiento algo capto la atención de Mara, algo cuya presencia se hizo más patente en cuanto bajo del transporte. Dejo todo en las competentes manos de Dallin, su presencia era requerida en otra parte.

Avanzaron por la espesa selva, por aquel sendero ascendente, hasta llegar a lo que sin duda era un antiguo templo. En sus viajes para el emperador había visitado sitios insólitos, que ahora eran ruinas bajo la mano de su señor. Pero aquel lugar era distinto a todos, la fuerza viva era muy intensa en el. Sus sombras abrieron paso hacia el interior, cuando ella tomo la delantera encendiendo una vengala.

Al llegar al altar que allí se encontraba todo comenzó a cobrar sentido. Un Jedi. A punto de extender su mano sobre la capa, la voz siseante del ser ofidio resonó por todo el lugar. Mientras que ella permanecía impasible, observando su entorno al detalle en busca de todo aquello que pudiera serle útil, comprendía el desconcierto y confusión que procedía de sus sombras. Habil y engañosa. Así podía ser la fuerza. Inquietos, sintiéndose en cierta manera acorralados, Tremeyne y Crow tomaron posiciones para cubrir la salida. Escuchando el breve pero esclarecedor discurso de la mujer de piel azulada, una sonrisa irónica se dibujo en los carnosos labios de la mano del emperador.

Entrégame tu arma... únete a nuestra paz. O seréis destruidos.

No hubo tiempo para una replica por su parte, cuando Crow teniendo un blanco claro iluminado por el haz del sable dorados, disparo.

En cualquier otra circunstancia les habría ordenado un alto en fuego, pero si alcanzaran a herirla sin duda le facilitarían las cosas o al menos no debeía esforzarse tanto. ¿quería viva o muerta a esa “Jedi”? Se encontraba en una coyuntura que debía analizar rápidamente y adaptarse a las circunstancias del momento.

¿La paz de los Vong? ¡Ja! La paz es tan solo una fantasía efímera - no soportaba que aquel ser supiera más de ella que al revés, necesitaban invertir los papeles – tu misma te has delatado...paz o destrucción...yo elijo caos – blandiendo su sable haciendo que su hoja reluciera iluminando su fiero rostro

No era un epejismo. Los disparos de bláster iban a impactar contra ella, pero los desvió de una forma elegante y certera. De hecho, el último tiro lo devolvió en dirección a Sarah. Gracias a la providencia, la gruesa armadura que llevaba detuvo el disparo, pero el asunto la puso sobre alerta.

No obstante, los soldados tenían asuntos más acuciantes de los que ocuparse. Al parecer, les estaban cortando la retirada, por que Tremayne le indicó que vigilara sus seis. Un grupo de soldados enemigos, con unos cascos extraños con una luz roja central, se estaba desplegando para disparar contra cualquier cosa que saliera por la puerta del templo. Otros dos, avanzaron con decisión escaleras arriba. O eran temerarios, o tenían más bien poco respeto por sus habilidades de combate.

Inmediatamente, la Vong se lanzó contra Mara y su sable encendido, comenzando a atacarla con rapidez y fiereza. A pesar de su armadura, se movía con agilidad antinatural y precisión felina. Sin duda alguna, iba a a ser una digna adversaria.