Partida Rol por web

Sin sombrero, sin oportunidad, perseguido... pero no iba a detenerse, se estaba jugando su vida y... su futuro profesional, y no iba a ceder. Su nombre volvería a brillar y no iba a dejar que un montón de idiotas lo detuviesen.

Apretó sus puños con fuerza "tengo un regalito para ti" pensaba. Había sido un picapleitos desde joven, siempre tratando de irse a los golpes, metido en problemas, y aunque no tenía tanta práctica (pues lo suyo era no dejar que le vieran) iba a sacar lo mejor que tenía, su última oportunidad era la confrontación directa.

Esperó a sentirlo cerca, tomó aire, con esa punzada en su estómago, y con fuerza y usando la inercia, se gira para golpear a su oponente. -Toma esto, bulto inútil- le espeta con ira.

Estaba tan convencido de que ibas a dispararle en otra ocasión, que sólo tenía ojos para la mano que portaba el revólver, así que pecando de inocente, se comió tu gancho sin poder esquivarlo. Al impacto con tu puño, notaste cómo le saltaban varios dientes, y la cálida sangre que emanó de su boca te salpicó los nudillos y parte del resto de la mano.

-¡Maldito cabdón de fueda! ¡Te vas a entedad! Te voy a addancad los dientes...

 Está algo atontado a causa del tremendo puñetazo que le has dado, así que lanza el golpe al aire, incapaz de alcanzarte.

-Oh... me has ensuciado el traje...- dice al ver que la sangre le alcanza a manchar el abrigo. La adrenalina corre por su cuerpo, está enfrentándose directamente. Lo suyo era espiar, pero ahora tenía que defenderse. Esperaba escapar, con la foto que tenía sería más que suficiente, y no se necesitaba ser un genio para saber cuál había sido el destino de Mallard.

"Sacrificio para un grupo de sectarios satanistas" pensaba. El hombre era grande y pesado, era lento. Gordon esbozó una sonrisa, mezcla entre satisfacción y cansancio, apretó sus puños con fuerza, tensando sus nudillos y con un movimiento rápido, manda un segundo golpe al costado en busca de las costillas. Esperaba que fuera suficiente para seguir corriendo y dejarlo fuera de combate lo que necesitara.

Al recibir el impacto en las costillas, el hombre cae redondo en el suelo, tras haber escupido de nuevo más sangre.

Oyes más pasos tras él, no tardarán en darte alcance si no sales de allí. Han oído tu disparo, y es más que probable que no vengan con muy buenas intenciones...

...Y más si encuentran a Cage en el suelo, malherido.

Abre y cierra su mano, una y otra vez. -Gordo desgraciado...- dice y escupe al cuerpo inconsciente de Marcus Cage. Le duele el puño. La falta de ejercicio lo tiene exhausto y en problemas. Con su cámara en la mano, escucha que no estará solo por mucho tiempo. Correr no tenía mucho sentido, así que solo imaginaba que había una oportunidad, buscaría donde estar a salvo, mientras pensaran que seguía en carrera.

Por fortuna el bosque es frondoso y apropiado, lleno de arbustos y sitios, y si esta vez no cometía una torpeza, podría pasar desapercibido. Caminó rápidamente hasta hallar algunos matorrales que estaban frente a un desnivel de tierra. Salta rápidamente y se agazapa esperando ser cubierto y pendiente a los que pasarán buscándole.

"Espero que esto los engañe..." Pensaba, sin quitarse la idea de querer fumarse otro cigarrillo.

Tras un par de minutos, sientes a alguien pasar por el camino. A juzgar por la cantidad de pasos que has escuchado, debían de ser dos o tres personas. Escuchaste cómo proferían una sarta de maldiciones contra tu persona cuando encontraron a Marcus Cage malherido en el suelo.

Permaneces en la zanja como cosa de 10 minutos, sin escuchar más pasos por la zona. Un breve vistazo a la superficie te hace percatarte de que se han llevado a Cage de vuelta (hay marcas de arrastrar pies por el barro), pero no se ve ni se escucha a nadie por los alrededores.

Se levantó precavido. Le dolía la mano pero sentía enorme satisfacción por haberle dado su merecido a a Cage. Tenía una foto, tenía una historia y seguro que lograría ganar un Pullitzer como mínimo. Se sacudió la tierra de sus pantalones y lamentó haber perdido su sombrero, pero por el momento no se arriesgaría a volver. No sin un arma, y sin más garantías. La tentación de obtener otra foto era grande.

Tomó aire. Regresaría al pueblo y le sacaría un par de confesiones a un conocido. Se preguntaba que habría sido de sus compañeros. Rió solo imaginando que hubiese pasado de haber venido con Mycroft Mallard. Lo habría arrojado para escapar de sus perseguidores. Necesitaba una buena cerveza, y muchos cigarrillos.

Empezó a caminar con rapidez, mirando por encima del hombro, esperaba no ser perseguido y por supuesto, que ese demonio al que adoraban en ese maldito pueblo no tuviese alguna influencia sobre el bosque. Pero como mínimo, sabía que le vería en el Infierno. No antes. Escupió en el suelo.

-Si yo me voy al infierno, me voy con mi Pullitzer- susurró orgulloso.

Llegas al pueblo sin mayores problemas. Al acercarte al comienzo del camino, te sitúas tras un arbusto, y te percatas de que aproximadamente una docena de sujetos se dirigen hacia el camino en que te encuentras, posiblemente para reunirse con el resto, pues llevan unas túnicas similares a las de sus vecinos de la colina.

Ves el bar de Maria. Aún está abierto, aunque a ella no se la ve por ninguna parte. Hay luz en la planta de arriba, quizás esté en su vivienda, recogiendo algo, antes de volver a bajar.

Los vecinos del pueblo se dirigen hacia donde te encuentras, aunque aún no te han visto.

Como lo suponía, se trataba de un pueblo deprimido y degenerado, cuya perversión había llegado hasta el punto de realizar rituales satánicos e impíos en medio de la tarde, malditos ignorantes, vendiendo su alma al demonio Sonrío. Estaba hablando como si fuera un sacerdote, quizás el trabajo le sentara. Dio algunos pasos, era el momento de comprobar de que color se pintaba todo esto. Inocentes? lo dudaba, pero si podía sacarse más información, mejor.

Se acercó hasta el bar de María. Miró hacia arriba, quizás lo mejor sería ir a consultar a un viejo conocido. No dudaba que si había alguien inocente, sería el sacerdote, mirando por encima del hombro y presto a esconderse al primer ruido, se dirigió hacia la iglesia del pueblo. Tenía un par de preguntas, y luego conduciría su auto lejos del pueblo.

Los vecinos se sorprenden al verte pasar, pero no dicen nada, y prosiguen su camino hacia el sendero que acabas de abandonar.

Llegas a la Iglesia, y cuando vas a abrir la puerta, ves a Mary Stone acercarse corriendo.

-¿Han descubierto algo?- te pregunta, asustada- Vengo a hablar con el reverendo. He llamado a la policía, y le he contado lo que hemos visto desde la posada. Mañana comenzarán una investigación en serio, por fin. Quizás al decirle que tenía más testigos, y que no era yo sola la que pensaba que algo raro sucedía aquí, me han tomado en serio, y van a comenzar a pasarse más frecuentemente a ver qué es lo que el vecindario se trae entre manos. Creen que puede tratarse de algo relacionado con el contrabando de alcohol o similar- extrae la cajetilla de tabaco y toma uno, ofreciéndote después tomar otro a ti- ¿Fuma? Yo es que cuando estoy alterada me relaja mucho.

Mientras espera a ver si tomas el cigarrillo, sujetando la pitillera con la mano derecha, llama a la puerta de la Iglesia con la mano izquierda.

-¡Reverendo! ¡Reverendo!- vuelve a llamar- Soy Mary, y estoy aquí con el señor Flemming. ¡Necesitamos hablar con usted!

Esperáis un rato sin obtener respuesta.

Toma el cigarrillo sin pensarlo y lo enciende, chupa como si de eso viniera todas las fuerzas que necesitara, parece sentirse más seguro ahora que está con Miss Stone. Niega con la cabeza -Me temo que la verdad es peor que eso... se trata de un culto perverso, satanistas diría yo, y hay bastantes involucrados, reconocí al dueño de la tienda de abarrotes... y algunos vecinos del sector, entregados a alguna especie de reunión... cabalística- dice mientras arroja el humo y golpea la puerta con fuerza.

-Me vieron a mi, pero pude tomarles una fotografía, así que estarán buscándome... claro que le di su merecido al bruto de Cage- dice mientras resume en pocas palabras lo sucedido. -Una vez hable con el reverendo, conduciré de regreso a la ciudad, la historia estará mañana en los diarios, y a los federales les gustará investigar la desaparición de Mallard y del otro pobre desgraciado...- comentó con una sonrisa en sus labios.

-Miss Maria, los rumores se corren rápido, si la ven hablando conmigo, seguro que podría hallarse en peligro, le aconsejo que deje el pueblo alguna temporada, al menos hasta que los oficiales hagan lo suyo aquí... podría irse a Boston por algunos meses...- comenta serio. Mira por encima del hombro, dejará ese pueblo antes de que pase una sola hora más.

Al escuchar tus palabras, se muestra realmente horrorizada.

-¡Dios Santo! Creía que se trataba de algo serio, pero no de un culto satánico. ¡Es abominable!- su rostro se ha quedado pálido- Alertemos al reverendo. Él puede ayudarnos. ¡Reverendo!- llama con más insistencia- En cuanto mis huéspedes abandonen la posada, me iré a Boston, a casa de mi hermana. Tiene razón, unos días allí serán lo mejor.

Sigue sin responder nadie. Mary te mira, da una profunda calada, y parece serenarse.

-No responde... ¿Entramos?

Gordon enarca una ceja ante el comentario de que esperará a que los forasteros se vayan -Debe decirles usted que dejen el pueblo de inmediato...- comenta imaginando el escándalo que armaría Mallard -O al menos negarse a hospedarles más, es un asunto peligroso Miss Stone, en este momento, me temo que no tenemos casi tiempo...- y observa hacia atrás, temiendo que en algún momento una turba de satanistas enfurecidos apareciera. Se impaciente y observa a la mujer secamente.

-Entremos, pero si no le hallamos, no tiene sentido buscarle... me temo que haremos mejor avisando a los federales...- dice y piensa un momento. -¿Miss Stone, tiene usted un arma que podamos usar? no me agrada la idea de tener que entrar indefenso- dice mientras cala el cigarro -No pienso arriesgar más mi pellejo- comenta con frialdad.

-¿Yo un arma?- encarca las cejas desmesuradamente- Lo más parecido a un arma que poseo en mi posada es un cuchillo de pelar patatas. Nunca he necesitado una, aunque últimamente la verdad es que disto de sentirme segura aquí.

Da una calada a su cigarro antes de arrojarlo al suelo y aplastarlo con su zapato. Acto seguido, entorna la puerta de la iglesia, que se abre sin oponer resistencia, y da al interruptor de la luz.

El espectáculo es dantesco. La iglesia ha sido arrasada. Los bancos yacen en el suelo, algunos rotos, otros apilados los unos contra los otros de cualquier forma. Algunas de las estatuillas religiosas o de los crucifijos han caído al suelo. Parece que ha habido una revuelta dentro de la iglesia. Lo que más os llama la atención, además del escandaloso desorden, es que en el suelo hay algunas marcas de sangre, de haber arrastrado un cuerpo. El crucifijo que el padre Winthorp suele llevar al cuello se encuentra en medio del reguero de sangre, roto, y enganchado en la pata de uno de los bancos.

-¡Oh-Dios-Mío!- exclama Mary, y se santigua. No es una persona sensacionalmente religiosa, pero lo que acaba de presenciar es insultante para cualquier creyente, por poco practicante que sea. Mary se ha quedado petrificada, mirando las manchas de sangre.

En ese momento recuerdas a la víctima encapuchada, la que decían que era la "ofrenda". Sí. Iba vestido como el reverendo aquella mañana. La víctima del sacrificio era el sacerdote.

Al observar el desastre entiende lo sucedido. Da unos pasos y se agazapa para recoger el crucifijo del sacerdote. Lo sostiene solemne, no es un hombre de plegarias. -Requiem in Pace- dice mirando al cielo mientras guarda la prueba en su bolsillo. La iglesia ha sido profanada por los satanistas, para su propio demonio, ni la fe del viejo reverendo había podido en contra de la turba furiosa de aquel maldito pueblo lleno de aquellos herejes. Un periodista, un sacerdote, la historia se vendería como pan caliente, y habría dos nuevos héroes en Boston.

Se acerca a Mary Stone, mientras se muestra serio y firme. -No debo perder un instante en este pueblo Miss Stone, partiré inmediatamente y si usted fuese prudente, haría lo mismo. Este sitio no es un lugar seguro, y menos cuando regresen los paganos- comenta con un tono tranquilo. -Conduciré hasta Boston toda la noche si es necesario, puede usted venir conmigo... o de lo contrario, dejaré pago mis gastos en su posada...- dice mientras con su brazo rodea sus hombros y la hace darse vuelta para dirigirse a la entrada de la iglesia y de regreso a la posada. No se sentía seguro.

Al diablo con Mallard y los demás, seguro estarían tomando te en la posada, tenía su historia, tenía su foto, tenía una testigo... su historia le daría el Pullitzer.

-Yo... yo... yo...- Mary está anonadada por lo que está viendo, y no es capaz ni a contestar. Al principio te cuesta bastante el lograr arrastrarla fuera de la Iglesia, pero luego acaba cediendo y se deja guiar- He... he... he de llamar la inspector... Regresemos a la posada. Tomaré unas cuantas cosas y partiré con usted.

Salís de la iglesia, y cerráis la puerta, para no dejar señal de que habéis estado allí.

Camináis hacia la posada, aparentemente sin ser vistos por nadie, lo cual os alivia un poco. Al llegar, te hace una señal para que subas a por tus cosas, y se niega a tomar ningún dinero por tu estancia.

-Me llevaré las cosas de valor, dinero y joyas, ya sabe. Voy a dejar la puerta abierta, para que el resto de sus amigos puedan entrar a por sus cosas antes de partir de Yokelville... Deme entre cinco y diez minutitos, y estaré lista para partir.

Tras hacer una llamada, entra en su cuarto a recoger sus pertenencias.

Entra también a su cuarto y toma una bala extra de su equipaje para la Derringer. Mete rápidamente las cosas en su maleta sin hacer caso al estado de orden, todo cabe y cierra la maleta mientras se apuesta cerca a la puerta de salida de la posada. -Dese prisa, entre más tiempo esperemos será peor- dice mientras trata de guardar silencio para escuchar, y ocasionalmente mira por la ventana en busca de alguna guardia apostada para hacer rondas por el pueblo. Después de todo se había dejado en evidencia.

Luego nota que solo están Mary y él en la posada, los otros molestos visitantes no se encontraban, y dada la naturaleza de los mismos, no le extrañaría que se hubiesen internado en busca de pistas. Pero no regresaban. Sonrío por un momento "Entre más víctimas haya, más sensacional será esta noticia" piensa sin remordimientos. Espera a que Miss Stone regrese para hacer las preguntas pertinentes.

Saca otro cigarillo y continúa fumando, está demasiado nervioso para pensar en sus promesas, huiría de ese pueblo cuanto antes, y llevaría una crónica única al Herald, su reputación estaría de vuelta, y seguro no volvería a pasar por este pueblo perdido de Dios. "Esto es mejor que descubrir contrabandistas de licor en Boston" piensa sin dejar de aferrarse a su arma. A cualquiera que intente colarse en la posada, le daría un disparo y seguro algunos golpes.

Al poco notas a un par de sombras acercarse a la posada. Una se aproxima con cautela hacia la puerta delantera, mientras que la de menor tamaño desaparece, posiblemente para penetrar por la puerta trasera.

En ese momento, sientes a Mary bajar la escalera, cargada con un par de maletas.

-Creo que con esto me doy por satisfecha. He llamado a la policía, y están en camino, bastante alarmados. Le he dicho que no me encontrará ya aquí, pero le he dado todas las indicaciones posibles para que logre encontrar todas las pistas posibles. Estoy preocupada por el reverendo, le he dicho a Lombard que había desaparecido de la Iglesia, y que posiblemente esté herido- se le eriza la piel, asustada sólo de pensar en lo que haya podido pasarle a John- Nos vamos cuando quiera.