Partida Rol por web

La noche del segundo al tercer día por fin os da un respiro. La luna se ve grandiosa en lo alto del firmamento y tímidas nubes juegan a esconderla de cuando en cuando.

Por fin conseguís descansar del tirón toda la noche.

La luz del día llega temprano y un apacible cielo despejado os recuerda que tenéis que continuar con vuestro viaje.

Desmontáis el campamento y os ponéis en marcha. La mañana no tiene nada distinto con las precedentes. Las montañas os acompañan ya de forma decidida y el terreno, aunque es apto para las diligencias, es cada vez más abrupto y más duro para la marcha.

Miro al horizonte mientras espero a que hagan el desayuno dando paseos cortos mientras doy patadas a las piedrecitas sueltas.

 -¡Joder!.  –No tardó en maldecir entre dos botes el conductor. – Llevábamos siglos sin venir por aquí. Creo que ya recuerdo la razón. Me duele más la rabadilla que el día en que me desperté después de la borrachera que nos dimos tras aquella paga. La del juez. –El recuerdo le hizo reír a carcajada limpia. Entonces como si recordase algo de aquel día se detuvo confiando en que su propio silencio le ayudase con su maltrecha memoria.

-Nunca supe cómo había sido pero debió ser una buena hostia. –Otro bote de la diligencia le sacó de sus reflexiones con un taco. Entonces se abrió la chaqueta y tomó su petaca, aguardó unos instantes confiando en que ningún bote le iba a amargar aquel trago y cuando pareció convencido bebió como si supiese que estaba a punto de morir.

El terreno cada vez se iba haciendo más duro para estar dentro de la diligencia, pero aun así era más cómodo que ir a caballo, por lo que Roy decidió que de momento iría dentro acompañando a Tyler. 

Asomado a la ventana el cazarrecompensas miró el tremendo paisaje que las montañas ofrecían. 

El viaje proseguía lentamente, día a día con tranquilidad y esta mañana no parecía que sería diferente. el día despuntaba como cualquier otro, esperando que el tiempo mejore para que el camino resulte más rápido y sin las inclemencias de este tiempo algo puñetero y que es probable que más adelante lleguemos a añorar.

Asiento a las palabras del viejo Pete. La verdad es que siempre tiene a mano una historia divertida que contar sobre sus múltiples escaramuzas con el alcohol y ya no me molesto en averiguar cuales son ciertas y cuales producto de su etílica imaginación, pues lo cierte es que por lo menos entretienen un viaje que hasta ahora es tedioso - y esperemos que siga siéndolo, que las sorpresas rara vez suelen ser buenas.

Y si no fuera por la falta que nos hace el dinero, por mí podríamos no haber vuelto jamás - convine con él - pero si unos moratones en el trasero es todo lo que nos va a suponer de daño este viaje, los doy por satisfecho.

Y como si no me fiase de mi buena suerte, traté de escudriñar el horizonte lo mejor que pude.

Aunque la distancia es considerable, unos doscientos o doscientos cincuenta metros en la cima de una colina delante vuestro., consigues ver con absoluta claridad las siluetas de tres hombres montados a caballo. Con tanta claridad que observas que son indios y parece que sólo os están mirando.

Pete - dije en el tono de voz más tránquilo que pude, a la vez que procuraba asir mi rifle y comprobar que estaba listo para cualquier emergencia - espero que no pase nada, pero allí, encima de aquella colina hay tres indios a caballo. De momento parece que solo observan, pero quizás sería conveniente avisar a los pasajeros para que se preparen por si acaso...

-Mierda. Mi vista no es lo que era.- Contestó mientras mantenía la vista en el horizonte. Confiaba en que ignorando al salvaje éste les ignoraría. Por si acaso había que estar preparados por lo que dio un par de golpes a la lona buscando llamar la atención de sus ocupantes.

Un par de golpes resonaron en la lona alertando a sus ocupantes. En cuanto se cercioró de que tenía su atención les dijo en un susurro mientras no desviaba la mirada del frente. 

-Indios, preparad las armas.-. Y subrayando sus propias palabras cambió de lugar a Enriquetta quedando así, el fusil Henry, más accesible a su mano.

Roy aun estaba desperezándose cuando Pete se acercó y en un susurro les advirtió de la presencia de indios. Sin parase a preguntar más, el cazarrecompensas sacó a "Betsy" de la funda, el sport rifle que así lo llamaba él, y se preparó para lo inesperado mientras oteaba el horizonte en busca de alguna señal de esos indios.

Saco el Colt y miro hacia Peter por si señala hacia algun lado y puedo saber por donde vendran, sabia que este viaje iba a ser complicado, pero ya empezamos en el tercer dia?

El viaje parecía más apacible que el día anterior, el cielo más despejado, un cierto calor bañando el rostro, pero sin ser agobiante. Pensaba cuánto podríamos llegar a recorrer hoy, y si recuperariamos el tiempo que hicimos más lentos ayer. Afortunadamente la lluvia consiguió que el polvo se fijase en el suelo y no se levantase con nuestro paso, mejor para no tener que ir mascando tierra cada poco rato. 

Sin duda que este viaje proporcionaría unos fondos adicionales, y quién sabe si nuevas oportunidades de hacer una nueva vida lejos de todo. 

Los indios se mantienen a una distancia siempre prudencial, de modo que están fuera del alcance de vuestros rifles.

De momento se limitan a seguiros con la mirada y en cuanto ve que desenfundáis las armas dan media vuelta a sus monturas y se ponen a salvo al otro lado de la colina.

Lo que no sabéis es si se van para no volver o se quedan tras la colina hasta que paséis.

Los indios han desaparecido, pero no me fio, vámonos cuanto antes digo a Peter mientras observo el lugar por donde se han ido.

No me había dado cuenta de la presencia de los indios hasta que han sacado las armas mis compañeros de viaje. Por precaución saco mi rifle sin mostrarlo para que no parezca tanta amenaza, no es cuestión de ir provocando a los indios.

Veo que los demás también se preparan, y que los indios desaparecen tras el terreno. ¿Para volver o se irán definitivamente?, esa es la pregunta