Partida Rol por web

Roy estaba encantado de oír que Tyler estaba bien. En su cabeza seguía rondando la idea que era por su culpa que la osa atacara a Tyler pudiendo haber acabado él con ese animal.

Al llegar al río, el cazarrecompensas, casi ni miró el resto de diligencias, se fue directo al mismo y se refrescó la nuca. Necesitaba un buen baño y un buen trago de algo fuerte.

La distancia ciertamente le delataba en su mentira, afortunadamente el matasanos no dijo nada de aquello y todo se resolvió en un periquete. Una vez comprobado que su compañero de infortunios tendría más suerte que el infortunado Brian se volvieron a poner en marcha.

No tardaron en encontrarse nuevamente con aquel obstáculo. La paga empezaba a convertirse en una miseria ante tanto problema, la verdad es que nunca había viajado tan al oeste por lo que todo cuanto se encontraba era como los estímulos que percibiría un recién nacido. Afortunadamente había un paso para vadearlo

-Y yo supongo que por aquí no hay muchas más opciones para hacer. -Le contestó el conductor dedicando una mirada a ambos lados del río. La pregunta le resultaba retórica y cuanto menos irónica pues en la lejanía no se veía nada que no fuese aquella corriente de agua.

Un descanso agradable mientras el médico trataba al compañero herido. Por una vez me alegraba de no tener que salir corriendo o a tiros al encontrarnos con alguien, pero el camino todavía era algo largo así que en cuanto reanudamos la marcha, acomodé mis cosas lo mejor que pude para después acomodarme yo mismo. Con el día todavía por delante, seguimos nuestra ruta saludando a la amable gente del campamento que respondía a nuestros saludos.

El rio no parecía dejarnos pasar, un trasbordador parecía el único camino como apuntaba Pete.

- Vayamos a cruzar entonces el río y sigamos el camino. 

Estaba de buen humor, gente agradable, descanso apacible aunque fuese escaso y el sol en lo alto.

El hombre dedicó una sonrisa de suficiencia a Peter. – Cierto es, amigo. No creo que encontréis por dónde vadear el río muchas millas a la redonda. No señor. – Le contestó.

Después se queda mirando la diligencia y vuestras ropas polvorientas.  – Parece que lleváis hecho un largo camino… - dice mientras cuenta en silencio. – Serán 10cts por
persona, 25cts por caballo y 50cts por la diligencia. – Os informa mientras vuelve a por otra carreta que espera en el otro lado del río.

Un buen rato después regresa el transbordador con su carga y, cuando está a punto de llegar a vuestra ribera, empieza a hacer una serie de movimientos extraños y parece que se va a hundir. Por suerte la distancia es corta y logran llegar sanos y salvos todos los pasajeros a la orilla. Descargan la carreta pero el transbordador se ve afectado seriamente porque unas tablas cedieron al peso y se partieron.

El hombre pasa varias horas reparando el transbordador. Por fin lo vuelve a poner en marcha y regresa a la otra orilla para traer una nueva carreta. Esta vez, por suerte sin ningún tipo de problema.

Roy salió del rio justo en el momento en el que el barquero les decía las tarifas y luego se iba a la otra orilla a cargar una carrete.

-Bien, no nos queda otra que pagar...eso o a nado, y yo ya me he bañado -dijo sonriente después de haberse limpiado un poco y refrescado al mismo tiempo.

-Caballero... Debo confesaros que he visto algo que no me ha gustado un pelo. -Comenzó señalando con el dedo lo que quedaba de la primera embarcación que a duras penas parecía permanecer sobre el agua. A continuación palmeó el pescante para referirse al vehículo- Esto no debería acabar en el agua. 

Tras pensar unos segundos comprobó que no tenía muchas opciones y se incorporó para a continuación descender del vehículo llevando con él mismo su fusil. Su pistolera igualmente permanecía en su cintura.

-Hemos tenido malas experiencias- aclaró sin dejar de mirar en derredor- Todo tuyo, a ver cómo me la cuidas.

Al ver a Pete tomar sus precauciones, hago lo mismo y sujetando a mi caballo en el lugar más alejado a la diligencia cuando crucemos.

- No queda otro remedio a no ser que queramos buscar otro paso a saber a cuantas leguas de aquí, si está el trasbordador, es por algo y prefiero cruzar antes de pensar en lo que puede pasar. Estaba más a gusto en tierra que encima del agua, pero para cruzar era lo único en el momento. Veía a la gente esperando su turno para cruzar, variopinta mezcla de gente la que espera para proseguir su camino hacia donde hubiesen decidido.

Roy viendo lo que hace su socio él hace lo propio, desata su caballo y le da las riendas a Jack para que lo lleve con el suyo.

-Se, no nos queda otro remedio que llevar esta diligencia al otro lado del río, aunque el transbordador sea una tartana -comenta rescándose el cogote mientras mira la otra orilla.

-Quizás si quitaramos los caballos y los pasaramos en dos viajes esa tartana resistiría -comentó encogiéndose los hombros.

Las horas pasan y la tarde comienza a oscurecer.

El transbordador termina por fin de traer a vuestra orilla las carretas de los últimos colonos que estaban al otro lado del río y el hombre amarra el transbordador.  Coge una petaca, de lo que debe ser whisky, y se va a la cabaña canturreando una canción realmente obscena que hace que las mujeres que lo escuchan agachen la cabeza con rubor.

Parece que ha terminado la jornada.

-Señores... ¿Qué hacemos, avanzamos unas yardas mientras aún tenemos algo de luz o nos quedamos aquí donde al menos tenemos compañía? -Preguntó el conductor mirando con envidia la petaca del hombre que se marchaba. Hacía un par de días que se había quedado seco y empezaba a sentirse nervioso, un nerviosismo que se contagió a sus manos involuntariamente como si el frío se hubiese adueñado de él.

- Si cruzan por aquí no creo que sea por haber un vado cerca, opino que esperemos y crucemos a la mañana, la noche espero que pase más tranquila entre esta gente y mañana con las primeras luces cruzaremos mejor.

Miraba las manos del viejo y pensaba que quizás podríamos comprar esta noche algo de "suministros" para amenizar el viaje.

- Buscaremos a alguien que venda licores o carne seca u otros suministros. Un rifle pasó por mi cabeza, pero no creía que nadie vendiese lo que quería.

Roy escuchó lo que sus compañeros decían. El cazarrecompensas se encogió de hombros y luego se posicionó al aldo de su socio Jack.

-Yo me quedaría aquí. No buscaría un vado que no sabemos dónde está ni cómo está, y provecharía esta noche para olvidar el resto del viaje -dijo dando un codazo a su compañero mientras sonreía a ambos.

El día llegó a su fin y le sucedió una nueva noche. Y en aquel llano al lado del río os quedasteis a la espera de que el viejo aquel volviese a trabajar al día siguiente.

Como ya llevabais bastante tiempo entre aquella gente os terminasteis de dar cuenta de que eran mormones. Es un poco extraño pues esta gente suele vivir más al norte de la posición en la que os encontráis.

Al caer la noche todos se juntan para encender varias hogueras en las que asan carne y preparan otra serie de comidas para cenar.

Uno de aquellos hombres os invita a que os juntéis con ellos para compartir la cena con vosotros.

Tras lo que habíamos pasado, unos mormones no era mala opción para pasar la noche. Acepto el ofrecimiento que nos hacen y me siento junto al hombre que nos invita a compartir su comida, se agradece algo caliente pero sobre todo la tranquilidad de estar entre tanta gente pacífica. Aunque su fe hacía difícil que pudiesen conseguir algo más fuerte que una manzanilla.

- Gracias por esta comida caliente y por poder disfrutar de su compañía esta noche, llevamos viajando muchos días y casi siempre solos o pendientes de malas compañías.

Trataba discretamente de participar en las conversaciones que llevaban y relatando las peripecias del viaje menos nuestro último encuentro con los jinetes desconocidos.

Tras unos días terribles y de soledad, el hecho de que alguien les invitara a cenar era todo un lujo. Roy también se sentó con ellos y sacó una escudilla y unos cubiertos para comer. Se sirvió y comenzó a comer.

-Soy Roy, gracias por la invitación -se presentó-. La verdad es que llevamos unas jornadas sin ver a nadie y esto de compartir comida sienta mejor que un buen trago...aunque luego echaremos uno -dijo mostrando la petaca para que vieran que era él el que invitaba.

-¿Qué te parece la balsa? ¿aguantará el peso de nuestra diligencia? -preguntó Roy más para entablar una conversación que por querer tener información.

-Se agradece la comida, ¡pero mejor aún son los tragos!- Corroboró el anciano conductor. -Siento que fue hace mucho la última vez que pude remojar el gaznate con un buen caldo.

Tras ello apuró un trago generoso a la bebida, lo que le puso aún de mejor humor provocando que rompiese en carcajadas. 

-Tranquilo Roy, esta gente sabe lo que hace.

Por fin, después de unas jornadas al borde de la muerte, el sheriff O’Bannon salió de la diligencia y se unió a vosotros en torna a la pequeña hoguera que los mormones habían encendido para cocinar y calentarse.

Se le veía mucho mejor y hasta tenía una sonrisa para todos. – No creo que pase nada, Peter.

-Humm. Esto está muy bueno, vaya que sí. – calificó el sheriff enseñando el trozo de ternera que sostenía en su mano.

El hombre agradece las palabras de Tyler con una sonrisa y un gesto de aprobación de su cabeza. ­– Celebro que se encuentre mejor, señor.

Luego, mirando a Roy, refuerza el parecer del sheriff – El viejo  O’malley sabe lo que hace. Esa balsa no dará problemas en una temporada ahora que la ha reparado – aseveró el hombre recordando la reparación que había retrasado vuestro viaje al menos una noche más.  – Mañana seguro que podrán pasar al otro lado y continuar con su camino. Nosotros aún debemos esperar al menos otra jornada. En ese tiempo han de presentarse aquí los Clayton. Thomas y sus esposas, María, Leonor y Ángela. Vienen desde St George y hemos quedado todos aquí para continuar nuestro camino hasta Salt Lake City para nuestra convención anual. – Os informa mientras quema la punta de un palo en las brasas de la hoguera.

En el resto de las hogueras parece que ya han terminado de cenar y se juntan para cantar y bailar. El alboroto va subiendo poco a poco de nivel  y a lo lejos se puede escuchar al viejo O’malley maldiciendo y lanzando improperios con su voz nasal y ahogada en alcohol.

-Buen alcohol ese que tenéis... ¿De donde vino ese hay más? Nos vendría bien además de carne seca. -Pidió el viejo Pete- Tengo dineros y muchos problemas nos han sucedido por lo que debemos reponernos antes de ponernos en marcha de nuevo.