Partida Rol por web

La edad oscura

Primer curso, capítulo I. La carta

Cargando editor
29/10/2014, 02:18
Megan Faulkner

Desde que su carta de aceptación a la prestigiosa institución había llegado aquella tarde calurosa de verano y la lechuza había partido de vuelta con la respuesta aceptando el lugar en el colegio, su estado de ánimo había sido aún más eufórico de lo normal. Ella no se destacaba por ser una niña triste, pero durante este período había estado tan feliz que pareciera que se pondría a saltar de felicidad en cualquier momento (y a veces incluso lo hacía).

Por otra parte, la relación con su tío se había vuelto más melancólica, aprovechando al máximo el poco tiempo que les quedaba juntos. Eso mismo había causado que la ida no se le hiciera lo suficientemente pronto, aunque sabía que lo extrañaría y que echaría de menos sus tiernas palabras y su trato tan suave. Como su mejor amigo, el estar tan lejos le causaría un vacío enorme en su día a día y en su corazón.

Para su enorme placer, pues su tío era perfecto cuando se trataba de hacer cosas divertidas, James se había ofrecido a acompañarla al Callejón Diagon incluso antes de que ella se lo pidiera, lo cual le había causado un gran alivio al no tener que interferir con el trabajo de sus padres para algo tan trivial como una compra. Bueno, trivial si no se tenía en cuenta que era el Callejón Diagon y que era su primer paso a Hogwarts. Pero podía omitir esa parte si sus papás preguntaban. Era así como, aquella mañana, y tras comer panqueque y pasar un tiempo solos, ella y su tío habían partido camino a aquel hermoso lugar donde ahora se encontraban, el epicentro de la magia y sus costumbres, y el lugar de reunión para magos y brujas de todas las edades desde que había sido inaugurado. Inicialmente, por supuesto, se pasaron al Caldero Chorreante. No es que ir a comer o beber le llamara especialmente la atención, pero todos en su familia habían contado al menos 3 historias diferentes sobre cosas que habían ocurrido ahí a lo largo de su vida, y se le hacía un lugar lleno de historia y de risas. Y al cruzar la puerta, fue justo eso lo que encontró. 

El Caldero Chorreante era todo lo que se esperaba de una mezcla de taberna medieval y antro de mala muerte, pero llevado a un lugar mágico, ordenado y limpio. Ella y James tomaron asiento en una de las mesas apartadas y conversaron un buen rato, ella bebiendo jugo de calabaza y él una cerveza de mantequilla, que por supuesto no estaba entre las cosas que una niña de 11 años podía adquirir. Le costó miles de miradas de cachorrito bajo la lluvia y ruegos de por favor, pero logró darle un pequeño sorbito a su vaso cuando nadie miraba, bajo juramento de jamás decirle palabra de aquello a sus padres. Era buena, si, pero ni de cerca tan sublime como había creído toda su vida. Por ahora se conformaba con los deliciosos zumos de calabaza.

Al salir, lo abrazó por el costado a la altura de la cintura por un segundo y luego siguió caminando. Le gustaba darle esos gestos espontáneos de cariño frecuentemente, así como le gustaba caminar de la mano con él. Tomó su mano y empezó a guiarlo hacia Ollivander's.

Vamos donde el señor Ollivander. No puedo esperar a tener mi varita... 

Notas de juego

A Ollivander's

Cargando editor
29/10/2014, 12:28
Agnes Knight

Agnes no parecía tener intención de acompañar a sus hermanos a comprar las varitas así que se despidió con un gesto de su familia aludiendo que había quedado con sus amigas.

- O con su novio - insinuó Gabriel Knight a la espalda de su hija mayor, que alzó la mano como despedida ignorando el comentario de su padre.

Su padre chinchaba de modo constante a Agnes con el tema aunque ninguno recordaba que hubiera mencionado el nombre de ningún chico en casa.

Los cuatro miembros restantes de la familia, Violet, Troy y los padres de los mellizos, entraron junto a los niños a Ollivander's.

Notas de juego

Estoy poniendo post de transición, en la tienda sólo marcaréis a los que estáis dentro.

Cargando editor
29/10/2014, 12:31
Chuck Moore

El motivo por el que los padres de Lizbeth no apuraban el paso tras su hija era que estaban visiblemente nerviosos en aquel ámbito tan desconocido para ellos, sobre todo su madre, una mujer de las que se había costumbrado a tener cierto poder e imponer respeto con su presencia y que ahora se hallaba en un lugar desconocido siendo testigo de imposibles.

Chuck por contra parecía estárselo pasando en grande y señalaba junto a Lizbeth las cosas más increíbles con las que se encontraban.

- ¿Has visto eso, enana? El pelo de esa niña ha cambiado de color. Si aprendes a hacer ese tipo de cosas me gustaría que me tiñeras la piel de azul, estoy seguro de que a las chicas les p...encantaría - rectificó el vocabulario al darse cuenta de que con quien hablaba era con su hermana pequeña e inocente, aunque dirigió una sonrisa lobuna a su padre en un intento de relajar la tensión evidente.

- Cariño, no te alejes mucho - le pidió su madre con la boca pequeña cuando la alcanzaron ante la puerta de una tienda con un letrero en el que se podía leer las letras "Ollivander's".

- ¿A qué esperas? - inquirió Chuck antes de inclinarse y abrir la puerta para ella, de modo que toda la familia entró al interior del local.

Cargando editor
29/10/2014, 12:50
Tatjana "Tanja" Cerny

No sólo su hijo había apreciado la belleza misteriosa de Tanja, quien iba con una ceñida túnica negra con reflejos verdosos que aportaban una extraña profundidad a aquellos ojos de mirada penetrante enmarcados de negras pestañas. Era algo normal aunque costaba acostumbrarse a la fuerte impresión que dejaba la mujer. No era sólo su atractivo o aquella expresión provocativa pero inconsciente que tanto la caracterizaba, también eran sus gestos comedidos que parecían exaltar la imaginación de la mayoría de los hombres preguntándose cuál sería el secreto de aquella mujer.

Sin embargo Jarek nunca había observado que su madre se jactara de ello, ni siquiera le había parecido que mostrara ningún interés por aquellas reacciones cuando iba por la calle, aunque bien podía ser que él fuera demasiado pequeño para reparar en aquellas cosas.

- Primero la varita, Jarek - Tanja sonrió a su hijo, depositando una suave y efímera caricia en la nuca del niño -. Es lo más valioso para un mago.

Segundos después ambos entraron en la tienda del tallador de varitas del Callejón Diagon.

 

Cargando editor
29/10/2014, 13:00
Tynam Connolly

Aquella mañana la madre de Maebh se había despertado pronto para hacerle el desayuno y sugerirle, una vez más, su intención de acompañarla al callejón. Sin embargo la respuesta de su hija al respecto había sido tajante y la mujer se había despedido de ella visiblemente entristecida por el distanciamiento que existía entre ambas.

Niall, por su parte, hubiera ido solo sin problemas pero tampoco parecía mostrar problemas en ir y marchar acompañado. Lo que sí era cierto es que no parecía dispuesto a perder el tiempo en la tienda de Ollivander's cuando él ya hacía años que tenía su propia varita. Por suerte o por desgracia resultó que la tienda de varitas empezaba a estar un tanto abarrotada de modo que su separación aún no tendría que hacerse efectiva.

- Habrá tiempo después, no te preocupes- la calmó su abuelo, especialmente feliz al acompañar a su nieta y guiarla en sus primeros pasos por el mundo. Ni siquiera parecía molesto por la densidad de la gente amontonándose como moscas encima del estiércol, y eso que Maebh le había escuchado numerosas veces en otras ocasiones hacer comentarios de aquel estilo.

- Buena elección - su segunda opción despertó una sonrisa en su hermano, quien ya tenía en mente ir a la librería como primera opción.

No tardaron nada en dirigirse a Flourish y Blotts, que aunque tenía gente no estaba tan abarrotada como Ollivander's o la tienda de artículos de quidditch que había a la entrada del callejón.

Cargando editor
29/10/2014, 13:08
Erika Gallaway

Erika era una mezcla de excitación y venenosa envidia, observando todas aquellas cosas con las que nunca había soñado pero que al conocer su existencia y verlas vedadas para ella habían constituido la mayor decepción que había tenido que afrontar a sus cortos once años de edad.

- Que pasada - musitó la niña con embeleso, incapaz de apartar la mirada del pelo de Caliope mientras salían del Caldero Chorrenate.

Pero pronto todo lo que les rodeaba pareció llamarles más la atención que lo dejado atrás, incluso el vuelo de la lechuza arrancó un "alaaaa" extasiado de Erika.

- Jovencito, los bichos gustan en todas partes excepto a los niños melindrosos como tú. ¿Sabes qué te iría mejor que una escuela de magia? Una de granja - la mujer soltó una risa jocosa.

- Mamá, deja a Erik en paz.

- Va hija, yo te eduqué así y mira que bien has salido. ¡Necesita que le deis un poco más de marcha y menos sobreprotección!

Las palabras de a abuela hicieron que la madre de los mellizos pusiera los ojos en blanco y decidiera ignorar las típicas bromas sin gracia de Maureen. Por contra, el padre de Erik parecía hallarse ensimismado siguiendo unas instrucciones que llevaba escritas en un papel, mirando los carteles de las tiendas como si se trataran de indicaciones.

Por fin se hallaron ante una vieja tienda con un letrero que rezaba "Ollivander's". Su padre consultó un par de veces el papel antes de acercarse a la puerta y abrirla, oteando en su interior.

- Parece que es esta. Entremos.

Cargando editor
29/10/2014, 13:22
James Faulkner

- Ni se te ocurra decírselo a tus padres, ¿eh?

Era la segunda vez que James le repetía aquello desde que habían salido del Caldero Chorreante y Megan no necesitaba preguntar a qué se refería para saber que seguía pensando que lo de permitirle probar la cerveza de mantequilla había sido una mala idea. A veces era un tanto exagerado cuando se trataba de la seguridad de la niña.

Iban de la mano por el Callejón Diagon, James vestido de muggle con unos tejanos holgados y una camiseta ajustada que le daba un look casual que hacía babear a más de una. Y eso que las gafas de sol que llevaba por el momento habían sido suficientes para ocultar su identidad y lograr que nadie le reconociera como uno de los músicos más famosos del momento a nivel internacional. Sin duda tarde o temprano alguien le vería lo suficientemente cerca como para reconocerlo y entonces comprar sería una tarea bastante más complicada. Pero por el momento su única intención era la de pasar un agradable día de compras con su sobrina.

- Recuerdo cuando acompañé a tu padre a comprar su varita con los abuelos, iba tan nervioso que entró en la heladería sin mirar nada de lo que le rodeaba y diciendo "una varita, por favor". Creo que Florean Fortescue aún se lo recuerda cada vez que le ve - soltó una risa agradable, mucho más alegre y relajado de lo que había estado en las últimas semanas, mientras, cogido de la mano de Megan, la acompañaba hasta Ollivander's.

Cargando editor
29/10/2014, 13:31
Director

Ollivander's resultó ser una tienda pequeña y polvorienta, llena de cajas apiladas en montones desordenados tapando prácticamente en su totalidad las paredes. En medio de la estancia había una silla desvencijada que no invitaba a que nadie la usara como asiento, aparte de estar ocupada por una pluma y un ovillo de lana rojo.

Tras el mostrador se hallaba un hombre anciano que se daba un aire excéntrico pero de algún modo entrañable, con unos increíbles ojos azules que observaban con bondad e interés a todo el que entraba en su tienda.

Conforme todos fueron entrando vieron que el anciano estaba, en aquel momento, atendiendo un niño que tendría su edad, rubio y con cara de pillo, mientras sus padres lo observaban todo con recelo. Lizbeth lo reconoció como Jason y sus padres.

En aquel momento el anciano le estaba tendiendo una varita al niño, que estaba tan centrado en lo que le decía Ollivander que ni siquiera había reparado en la entrada de su amiga.

- El siete es el número de la buena suerte entre los nuestros - el tallador de varitas tenía una voz agradable y melódica que invitaba al silencio -. Y estoy convencido de que también lo va a ser para ti, Jason. Ésta. Fibra de corazón de dragón, álamo, veintiocho centímetros, ni excesivamente flexible ni excesivamente rígida.

El niño no esperó a que le invitara a probarla cuando sacudió la varita, de la cual salieron unas chispas rojas que parecieron ser la respuesta correcta, pues despertaron una sonrisa en Ollivander y otra en Jason, que sonrió con fascinación.

Cargando editor
29/10/2014, 13:46
Niall Connolly

Maebh pronto se encontró en el ambiente de ensueño que era Flourish y Blotts, la librería que solían frecuentar, un lugar de orden y limpieza, el sitio preferido de Niall en el Callejón Diagon, aunque todos sabían que estaba mucho mejor cuando no era la época de compras, pues había una larga cola en aquellos momentos hasta llegar al mostrador.

- Dadme las cartas, yo me ocuparé.

Por supuesto, ambos sabían que tratándose de su abuelo en persona había bastantes posibilidades de que aquellos libros salieran a mitad de precio. No es que el dinero fuera un problema para ellos pero Tynam les había inculcado desde siempre el valor del dinero como el motor del mundo.

- Connolly, qué sorpresa - llevaban cinco minutos en absoluto silencio, ojeando ambos dos libros, de lado pero totalmente ajenos a la presencia del otro cuando una preciosa muchacha rubia que tendría aproximadamente la edad de Niall se acercó a ellos.

- Knight - en la voz de su hermano había un matiz de agradable reconocimiento -. Maebh esta es Agnes Knight, una amiga. Mi hermana pequeña.

Agnes se inclinó un poco hacia ella con interés.

- Eres una monada - dijo al fin mientras su hermano le hacía señas por la espalda y le silabeaba "slytherin" -. ¿Vas a empezar este año en Hogwarts?

Cargando editor
29/10/2014, 14:06

Cruzado de brazos, Troy tuvo la suerte de poder observar desde el comienzo el método de elección de varitas. Realmente no se esperaba para nada que fuera tan excesivamente complicado. ¡Hasta siete pruebas tuvo que hacer el chico! ¿Cuánto tardaría él en encontrar una que fuera fiel a su forma de actuar y a sus deseos?

Mientras pensaba aquello, observó que la tienda se empezaba a llenar de gente. La mayoría de los chicos que habían entrado parecían de su edad. Y es que lo más normal es que así fuera, pues una varita, a no ser que se rompa, dura para toda la vida. Por lo tanto aquellos debían de ser futuros compañeros de colegio y a lo mejor hasta de casa del chico. Les observó de primeras sin decir nada, con seriedad en el rostro y quizás algo nervioso porque pronto le iba a tocar elegir varita y sería el centro de atención.

Uno parecía bastante enclenque y algo más bajo que él. Con gafas le daba bastante aspecto de empollón a primera vista. El otro ya era más fornido y superaba en altura a Troy por pocos centímetros. La señora que lo acompañaba captó bastante la atención de Troy, por su elegante forma de vestir y de actuar. De alguna manera le recordó a su madre, aunque ésta quizás pareciera algo más simpática y amistosa. Luego había una chica bastante guapa acompañada por un chico joven y finalmente una más también con otro chico joven.

Seguro que papá se alegra de que Agnes no haya querido entrar aquí. A saberse dónde anda ahora ésta...

Después miró a Violet y finalmente se decidió a no estar más tiempo callado. Sus padres le habían enseñado a ser amable, por lo que, antes de que los padres se pusieran a hablar, decidió dar el primer paso. Se acercó al chico fornido acompañado de aquella mujer elegante simplemente por el hecho de que creía que se asemejarían más y le tendió la mano, siempre serio:

- ¿Primer año?- aunque la mano estaba extendida hacia el chico, también pasó a mirar a los demás niños del interior. No quería dejar de lado a ninguno aunque su prioridad hubiera sido el otro.- Me llamo Troy. 

No presentaría a Violet, pues lo que estaba claro es que ella tenía también boca, por lo que podría hacerlo sola.

Cargando editor
29/10/2014, 14:17
Erik Gallaway

Di un estornudo al atravesar la puerta de la tiendecilla que mi padre había señalado como el lugar donde conseguiríamos la varita. Ese sitio estaba lleno de polvo. Y de cajas. Las miraba boquiabierto. Había cajas de todos los tamaños y longitudes. ¿Todas ellas estaban llenas de varitas? Aparte de eso había una pluma y un ovillo de lana rojo en una silla.

¿Para qué será el ovillo?- pregunto para mí mismo, aunque lo escucha toda mi familia y, probablemente, también el resto de familias que han entrado en el pequeño garito. Casi siento que me empieza a faltar el aire con la de gente que se apelmaza en aquel pequeño espacio. 

Pero unos palabras que llegan a mis oídos me hacen olvidar este pequeño inconveniente. En el mostrador- todavía no lo había visto, escondido como estaba entre tanta caja- hay un hombre anciano que parece sacado de una película de magos de la Edad Media, que le está hablando a un chico rubio sobre su varita. 

- ¿Corazón de dragón? ¿Existen los dragones? ¿Dónde?- pregunta emocionado. ¿Por qué no había visto nunca ningún documental que hablara de ellos? La emoción se ve superpuesta por un escalofrío de miedo. No le gustaría ser él la persona que tenía que cazar a un dragón para utilizar su corazón. 

Me adelanto hasta situarme al lado del niño y enfrente del tendero para mirarle con curiosidad. 

- Y, ¿cómo funcionan? ¿Llevan pilas? ¿Batería, quizás?- el torrente de preguntas que se acumulan en mi cabeza me hacen olvidarme completamente de mis modales, algo que estoy seguro de que mi abuela se apresurará a recordarme con una colleja. 

Cargando editor
29/10/2014, 15:21
Lizbeth Moore

Cuando Chuck abrió la puerta Lizbeth se tomó un par de segundos antes de entrar en la tienda. Le temblaba cada centímetro de su cuerpo. Le daba tanto miedo entrar como como la ilusión que le producía saber que estaba a punto de comprar su varita. - Si encuentras una varita...

Decidió no pensar en ello y seguir adelante. Notaba la presencia de sus padres y hermano alrededor de ella, aguantándose las ganas de agarrarse de sus manos. No, no era momento para comportarse como una niña miedosa.

- Ja....¿Jason? - descubrir a su amigo allí hizo que sus labios dibujaran una amplia sonrisa. - ¿Ya has comprado tu varita? - continuó, acercándose un poco más a él. Mientras se acercaba a él miró con disimulo a todos los demás presentes. - ¿Me...me enseñas la varita? - No dio tiempo. Antes de que pudiera alcanzarle uno de los niños se le adelantó. Se quedó quieta, en un segundo plano, poniendo oreja para escuchar la respuesta de su amigo. Hasta que no pudo aguantar más. - ¿Con magia se sigue necesitando usar pilas?
 

Cargando editor
29/10/2014, 18:50
Maebh Connolly
Sólo para el director

Nada más entrar en la librería se me pasó de un plumazo el disgusto por no tener ya mi varita. Aquel sitio estaba genial, y lo mejor de todo era que, mientras el abuelo se encargaba de los libros que nos pedían a Niall y a mí, nosotros podíamos curiosear entre la cantidad de volúmenes de todo tipo que poblaban las estanterías... y lo que no eran las estanterías.

Como no podía ser de otra forma, mi atención fue directa a los libros que, con toda probabilidad, la mayoría de los presentes esquivaría pero que a mí me fascinaban tanto. Artes Oscuras, Misterios de la Muerte, lecturas nada apropiadas para una niña pero que, fuera de todo pronóstico, mi abuelo no me impedía que mirara.

Estaba tan ensimismada ojeando uno de ellos, con Niall a mi lado igual de concentrado que yo, que apenas me enteré de que habían pronunciado nuestro apellido. Cuando me giré para ver quién era pude ver a una joven muy guapa y que parecía muy agradable, sino fuera porque no me había gustado ni un pelo que me dijera lo mona que era. Pero aún así le dediqué una radiante sonrisa, más que nada porque me dio la sensación que a Niall le gustaba, ya que con ella parecía ser más amable y sociable de lo que solía ser con otra gente. No me pasó desapercibido el detalle de que me indicara la casa a la que pertenecía. Aquello era un punto más a favor de la rubia.

-Hola, encantada. -Si en algo estaban de acuerdo todos los miembros de mi familia era en que en esta vida había que ser una persona educada-. Sí, empezaré este año a Hogwarts. Me muero de ganas por ir. Sólo espero no acabar en cualquier... casa. Y tú ¿en qué curso estás? Además de guapa tienes que ser muy inteligente para que mi hermano se alegre tanto de verte.

A pesar de la cara de inocente que puse sabía que Niall estaba tragando saliva nervioso, sin creerse que lo hubiera dicho de casualidad. Seguro que ésta me la cobraría, pero no había podido evitar meterme un poco con él.

Cargando editor
29/10/2014, 19:14

Llegué al callejón tan impecable como mi madre. Llevaba un conjunto sencillo, pero elegante. Mi madre iba a mi lado, un poco adelantada, con un vestido negro. La primera parada que hicimos fue en Gringotts para sacar dinero. Bajé con ella y un duende bastante poco agraciada a nuestra cámara y sacamos lo que mi madre creyó oportuno para realizar las compras. No preguntó mi opinión en ningún momento, por lo que tampoco la di. Confiaba en su buen criterio. Aún así pude comprobar que fue bastante generosa.

Al salir del banco agradecí la luz del sol. Las cámaras subterráneas de Gringotts eran demasiado oscuras, sucias y tétricas. Miré alrededor. Había mucha gente, se notaba que pronto empezaría el curso escolar. Mi mirada evaluó a varias familias, pero en mi rostro no apareció expresión alguna. Miré la lista. Lo primero debería ser lo más importante. La varita. Un mago no era nada sin su varita, hasta el más inepto lo sabía.

Me gustaría ir a por la varita lo primero. Dije. Por el tono era evidente que estaba pidiendo permiso, que no lo estaba exigiendo. No se me ocurriría exigirle nada a mis padres.

Notas de juego

Sorry la tardanza, he estado liadín :)

Cargando editor
29/10/2014, 19:25

Vi a varias personas con apariencia muggle. Demasiadas. Mi padre me había enseñado a no mostrar desprecio en público contra los muggles, pero también a no relacionarme con ellos. Tomé nota mental de ellos. Son muchos más de los que pensaba. Creía que serían uno o dos a lo sumo. Lo cierto era que nunca había conocido a ningún sangre sucia, por eso creía que serían menos. Seguramente no haya tenido relación con ellos porque tienen demasiada influencia muggle o no son lo suficientemente poderosos como par llegar a nuestro nivel.

Notas de juego

lo que pasa por la cabeza al ver el callejón desde Gringotts XD

Cargando editor
29/10/2014, 20:35
Megan Faulkner

Sonrió al ver lo nervioso que estaba James luego de haberle permitido ese pequeño desarreglo. 

No te preocupes, lo prometo. No diré ni una palabra así deba pegarme los labios para evitarlo. - le aseguró divertida, mientras caminaban.

Le gustaba como él se veía así. Tenía un aire relajado y misterioso, como de músico cool. Entendía por qué, según su padre, tenía tanto éxito en capturar la atención de las chicas aunque no fuese lo que buscaba. A pesar de dedicarse a la música clásica principalmente, y ser un chico bastante tímido, tenía una apariencia de estrella de rock rompecorazones. Sin embargo, que lo entendiera y que lo aprobara eran dos cosas totalmente distintas. Bastó solo con que una muchacha que parecía derretirse al verlo posara sus ojos sobre él, para que Megan contestara con una mirada asesina que le apagara las hormonas revolucionadas y un pequeño empujoncito con el hombro al pasar cerca de ella. 

Si no hubiese escuchado la risa de James, que le hizo repasar en su mente la historia que acababa de escuchar sin prestar atención, seguramente hubiese seguido acumulando odio hacia la chica que ya hacía tiempo había desaparecido entre la muchedumbre. Soltó una risa suave, imaginando a su padre y su cara de shock al darse cuenta de que estaba en la tienda equivocada.

Entraron a la polvorienta tienda, casi al mismo tiempo que toda una pandilla de pre-adolescentes y sus acompañantes. Todos bastante distintos, pero de seguro todos serían muy buena gente. Incluso el pobre chico que había tenido que probar siete varitas distintas. Quizás era que tenía tantas características positivas que era difícil decidirse por la más importante y eso dificultaba la elección de la varita. La ponía un poco nerviosa que gente de su edad estuviese ahí, porque si eran sus compañeros, no quería causar una mala impresión haciendo alguna torpeza. Además, siempre podía caerles mal. Apretó la mano de James un poco más fuerte, pegándose a él y resistiendo las ganas de ocultarse detrás. Quería socializar, pero nunca había visto tantos niños de su edad juntos, y mucho menos aquellos con que pasaría el resto del colegio.

Hola... - saluda con una sonrisa a todos los presentes, agitando la mano libre.

Cargando editor
29/10/2014, 21:52
Arcturus Nohansen Wüstenfuchs

- No pienso entrar ahí. - Reiteró, negando con la cabeza serio. No, no parecía asustado, ni acobardado. Parecía totalmente sereno, lúcido y tranquilo mientras se negaba a entrar en el Callejón Diagón. - Ese es un sitio insalubre, lleno de gente desconocida, de la cual no sabes sus intenciones respecto una pareja de niños que están solos. - Le explicó a su hermana, mientras acababa señalando el Callejón con la mano abierta, como si estuviera demostrando alguna obviedad, incluso alzando las cejas, esperando durante varios segundos una respuesta de su hermana. Pero cuando pasaron unos segundos, Alexander volvió a insistir .

- ¿Y bien? ¿Nos vemos ya? - Le preguntó, sin moverse un ápice de aquella posición. No al menos hasta que algo, se le agarró. La cara del chaval comenzó a desencajarse a cámara lenta, girando el rostro hacia lo sucedido. No hacia la niña, lo que le pasara a la niña en su futuro inmediato le daba, en el mejor de los casos, igual.

Su mirada se clavó con cierta sorpresa mal fingida en la parte de su túnica que tocaba la niña, y se quedó, simplemente paralizado. - NOOOoooo.... - Acabó por decir, con mucha fuerza al principio, pero perdiendo fuerza en su quejido según pasaban los segundos, como si de un alarido de dolor se tratara. - ¿Por qué has hecho eso? - Le preguntó a la cría, con un claro gesto de ofensa. Ante su respuesta de que se había "tropezado", el chaval no pudo evitar poner cierta mueca de disgusto, negando con la cabeza. - ¿Y por eso debes compartir los frutos de tu torpeza con cuanto desconocido te rodea? - Se quejó, comprobando ahora que su túnica, SU TÚNICA, estaba manchada.

Ahora sí, se dibujó el terror en su rostro. La túnica manchada de quien sabe que, por una niña que le cambia el pelo de color y no conocía de nada. - ¿Pero qué has hecho? ¡Porras! - No esperó a nadie más, no esperó a nada más. Se dio media vuelta, echando a correr hacia el interior del bar, parándose nuevamente al ver que aquello era un lugar insalubre, lleno de gente, y desvió la vista hacia una de las puertas, corriendo hacia el lavabo y metiéndose dentro.

El problema es que una vez dentro, miró el lavabo con desconfianza, sin atreverse a tocarlo -a saber quien había tocado aquello- y tieso como un palo, se quedó paralizado sin saber qué hacer. Debía volver a casa, cambiarse de ropa. Ducharse, lavarse y asegurarse que esa niña no se le volvía a acercar JAMÁS.

Cargando editor
29/10/2014, 22:36
Jarek Cerny -Slytherin-

Jarek asintió a las palabras de su madre y aceptó la caricia con una tímida y esquiva mirada en derredor, siguió a la bella mujer medio paso por detrás mientras avanzaban entre el gentío, no sabía cómo lo lograba pero siempre parecía que les abrían el paso y la gente se apartaba de su camino. No tardaron en llegar a la tienda de varitas, el dueño, y la tienda, se llamaba Ollivander y el chico la había mirado con impaciencia la última vez que estuvieron en el Callejón, quería una varita propia como todo mago de verdad.

La puerta se abrió para dejarles pasar justo antes de llegar, una mirada aguda podía haber advertido el leve movimiento de la mano derecha de la mujer que sostuvo por unos instantes la varita con soltura y elegancia. Entraron al interior oscuro y polvoriento, la tienda en sí no era tan pequeña como parecía, es que estaba tan atestada de cajas con varitas que apenas había sitio para las familias que empezaban a esperar a que les tocase el turno, familias con al menos uno de sus miembros de la edad del joven Cerny. El chico les dirigió miradas fugaces para hacerse una idea de cómo eran, ellos serían sus futuros compañeros y a pesar de conocer a bastante gente no le sonaba la cara de ninguno. Desvió su mirada hacia adelante y la silla que había en mitad de la sala llamó la atención del chico, podía llegar a entender que hubiese una pluma en un sitio así pero al ovillo rojo no lograba sacarle una utilidad. Ya le preguntaría luego a su madre, la verdad es que había cosas que no se hacían igual que en su hogar, costumbres que se daban por supuestas de las que él no tenía ni idea, y prefería que no se notase su desconcierto.

La razón de tanta cola parecía ser un chico de su edad, de pelo rubio y acompañado por sus padres. Por las palabras del viejo Ollivander llevaban un rato buscando la adecuada, Jarek esperaba no tardar tanto -Y si no encuentro una adecuada, y si hay algo malo en mí y por eso...- Un movimiento cercano interrumpió sus pensamientos y al centrar la vista se encontró con uno de los chicos delante suyo tendiéndole la mano, parecía que se había perdido en sus pensamientos durante algunos minutos. Se apresuró a ahuyentar esos pensamientos, a levantar la suya y a corresponder al saludo.

- Sí. Soy Jarek, un placer. - su apretón fué decidido y sereno, como le habían enseñado.

De fondo oía a otro de los chicos preguntar al tendero sobre las varitas unas cosas que le indicaron que era un muggle. Acaba de presentarse cuando una niña que acababa de entrar saludó, no dijo su nombre como era lo habitual, pero a pesar de eso el chico devolvió el saludo.

- Hola.

Cargando editor
30/10/2014, 11:03

El apretón de manos fue tan sereno y fuerte, que Troy casi se vio sorprendido. Intentó hacer un poco más de fuerza para "igualar" la de Jarek como si de una competición se tratara, pero ya era demasiado tarde. Al separar la mano miró donde todos, al mostrador y al tal Jason con su varita nueva. La chica nueva que les había saludado con tanta timidez y que se sujetaba al chico joven que había entrado con ella, parecía también nerviosa.

Lo cierto es que estar presente a todos en el momento de elección de varita sin saber nada respecto a ello y con el miedo a quedar en ridículo frente a los próximos compañeros, era algo que parecía predominar en el estado de todos los chicos, incluído Troy.

Quería quitarse toda la presión que le estaba agarrotando el cuerpo. Él sería uno de los siguientes y lo cierto es que si no fuera porque quedaría mal, dejaría a Violet enfrentarse a aquella incierta situación la primera. Por tanto decidió idear algo que si era acompañado por los demás presentes de primer año, relajaría bastante su presión:

- Siete veces.- comentó al lado de Jarek y de la niña que les había saludado*- ¿Hacemos una apuesta? Yo digo que yo tardaré ocho.- no sabía si qué era lo mejor, si un número alto de prueba de varitas o uno bajo, pero el objetivo estaba en redireccionar la atención a la apuesta, y no a la elección de varitas.- ¿Qué me decís? ¿Cuánto creéis que tardaré? Yo creo que Jarek unas tres veces y tú... lo siento, no sé tu nombre, yo soy Troy. Tú... venga, diré que siete veces.- le dedicó una leve sonrisa mientras volvía a cruzarse de brazos.

Notas de juego

*Megan

Cargando editor
30/10/2014, 13:55
Estella Dracons

Joy y su madre habían ido juntas aquel día al Callejón Diagon puesto que su padre estaba ocupado con los negocios. Sin embargo no estaban exactamente solas aunque como muchos otros magos no contaban a los elfos domésticos como compañía, en este caso el sirviente personal de cada una que iban a la zaga de las dos, dispuestos a cargar con sus bultos en cuanto fueran de compras.

Pensaba que preferirías comprar las túnicas y la ropa antes, querida - algo en el tono de su madre le hizo pensar a Joy que le parecía una simpleza ir primero a por la varita, como si fuera una niña cualquiera, con aquel entusiasmo pueril por sacudir el palo. No obstante, aún siendo evidentes los pensamientos de Estella, sus pasos la encaminaron hacia la tienda -. Te espero fuera, Joy.

Estaba claro que con el abarrotado interior que podía vislumbrarse desde el exterior, amén del desorden, Estella no iba a poner un pie ahí.

Notas de juego

Joy entra a Ollivander's, marcadla. Esta tarde posteo lo demás ^^