Partida Rol por web

La edad oscura

Primer curso, capítulo I. La carta

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08/11/2014, 19:31
Director

Troy entró a la tienda de animales junto a Violet y su madre para encontrarse que en ella estaban Lizbeth, Jason y sus respectivas familias, a los cuales ya había visto en Ollivanders. Parecía que la idea de las mascotas seducía a cualquiera, excepto a Jason, que ante la pregunta de la vendedora,una mujer de aspecto ratonil, de qué querían, se apresuró a decir que no iba a comprar ningún animal.

- ¿Y vosotros ya tenéis claro lo que queréis? - les inquirió la mujer, desviando la mirada de Lizbeth hacia ellos.

Notas de juego

Pedid y miraré de proveer ^^

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08/11/2014, 19:32
Erik Gallaway

Me apretujo contra el amasijo de gente que había en la tienda, tratando de discernir cual es el final de la cola. Mi madre lo consigue y me coloco junto a ella y al resto de mi familia. Y yo que pensaba que la tienda de varitas estaba llena.

Quizás tendríamos que haber ido antes a por los calderos y las otras cosas raras de la lista.- les digo. Aunque, a juzgar por como estaban de transitadas las calles del callejón, probablemente el panorama en el interior de las demás tiendas sería parecido a este. 

Bueeno- es toda mi respuesta a la insinuación de mi abuela. Lo cierto es que para estar como en casa me faltaba la Magnavox Odissey. ¿Tendrían teles en Hogwarts? Tenía pensado llevármela conmigo y volver a repetir todos los niveles que mi abuela me había fastidiado al desconectar de golpe el cable el otro día. Pero, en el fondo, tenía que admitir que de no ser por el exceso de gente, esa tienda tenía muy buen aspecto. Me moría por saber qué clase de asignaturas estudiaríamos en Hogwarts. Los títulos de los libros de la lista me habían permitido hacerme una idea, pero en cuanto tuviera los libros en mis manos pensaba estudiarlos más a fondo. Me vuelvo hacia mi abuela, la más imaginativa de los tres adultos que me acompañan, para preguntarle acerca del tema. Pero entonces reparo en que está consolando a mi hermana. 

¿Qué te pasa, Erika?- pregunto preocupado, alargando una mano hacia su pelo. No era habitual en ella llorar. De hecho, no recordaba la última vez que la había visto triste. Y siempre que lo estaba lo era por mi culpa. Seguro que esta vez no era distinto. Al momento caigo en la cuenta de que efectivamente no lo es. Es mi culpa porque yo voy a ir a esa escuela de magia y ella no. Intento arreglarlo oferciéndole mi varita.- Si quieres puedes probarla. Seguro que también le gustas. - Al fin y al cabo, seguía pensando que el unicornio era de niñas. 

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08/11/2014, 21:17
Megan Faulkner

Agita la mano para despedirse de Erik y luego mira al hombre a su lado. La espera había acabado. Armándose de valor por los nervios y soltando del todo a James, avanza hacia el anciano amable detrás del mostrador, esperando que su tío la siguiera. Le sorprendía que Ollivander se acordara aún de él, y seguro le preguntaría sobre aquel guiño más tarde, pero por ahora había llegado el momento de resolver la apuesta y conseguir su varita por fin.

Megan Faulkner, sí, señor. Un gusto.  - respondió con una sonrisa.

- Tiradas (1)

Motivo: OMG OMG OMG

Tirada: 1d10

Dificultad: 1+

Resultado: 6 (Exito)

Notas de juego

GODDAMIT!

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09/11/2014, 12:28
Caliope Thonks

No me dio tiempo a contestar a Erik. Para cuando quise hacerlo, la mitad de niños se habian ido, y el propio Erik estaba probando su varita. Me concentré en el, con una sonrisilla emocionada, y, cuando por fin su varita lo eligio, una enorme sonrisa se dibujo en mi rostro, y aquel pelo naranja se transformo de nuevo en un pelo rosa brillante. -¡Enhorabuena, Erik! Felicidades por tu varita... Espero verte en el tren... ¡Hasta luego! - lo despedi, centrandome entonces en la niña que estaba eligiendo varita en aquel momento, la misma que habia alabado mi pelo unos instantes antes.

-Vamos, mucha suerte... -dije, mirando tambien, emocionada, a la chica.

Me di cuenta entonces de que Ted habia vuelto, y se habia colocado junto a mi- ¿Donde te habias metido? Te has perdido a Erik... Te lo presentare luego... - dije, mirándolo de reojo- ¿Ya tienes tu varita?

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09/11/2014, 14:39
Lizbeth Moore

Lizbeth le dedicó una sonrisa a Jason mientras sentía un ligero cosquilleo en el estómago. Sí, le había ganado. En una competición estúpida y perjudicial para el camepeón, pero lo había hecho. Eso estaba bien.

- ¿¿Que quieres que te presente a quien?? - se giró hacia Chuck desconcertada por la pregunta, para después encoger la cabeza en un inutil intento de zafarse de su mano - ¡¡Alaaaaa!! - Ya no sabía para qué se quejaba porque nunca servía de nada.

- Quizá sí sean más resistentes - continuó mirando hacia su amigo, y encogiéndose de hombros - Puedes comprarte un animal pequeño que no haya que cuidar mucho.

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09/11/2014, 14:50
Lizbeth Moore

Al entrar en la tienda Lizbeth no pudo evitar arrugar la nariz como reacción al particular olor del lugar. Pero no dijo nada. Quejarse de esa manera era de niñas tontas. Por supuesto que tenía que oler mal ese lugar, ¡estaba lleno de animales!

Los miró ojiplática, deteniendose en especial en todos aquellos animales que nunca había visto o que resultaban de lo más peculiares a la hora de calificarlos como mascotas domésticas. Estaba tan concentrada que por un momento no escuchó el comentario de su amigo.

- ¡Ala Jason!, ¿de verdad que no te cogerás ninguno? - le miró con cierta pena y un toque de reproche - Bueeeeno.... vale. Pero luego si te arrepientes no quieras cuidar al mio.

Siguió mirando a su alrededor. Quería decidirse bien por uno para poder convencer a sus padres de que se lo compraran. El dinero no era problema, pero sabía que estarían muy pendientes de que no fuera nada peligroso. Entonces lo vió. El gato más bonito que había visto nunca. Su piel era compaginaba el anaranjado y el blanco con una armonía que producía escalofríos. Se quedó mirándole a los ojos durante varios segundos, hipnotizada.

- ¡Ese gatito! - lo señaló con el dedo índice mientras buscaba a sus padres con la mirada. Fue en ese preciso instante cuando entró un niño en la tienda. Le sonaba de haberlo visto en la tienda de las varitas. - ¿¿Puedo tenerlo??

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10/11/2014, 10:47

Troy no era un devoto de los animales, ni mucho menos. Odiaba tener que encariñarse con una cosa a la que había que lavar, limpiarle las guarrerías que expulsaba, gastar de su dinero para comprarle comida y lograr conseguir que siempre estuviera reluciente para las demás personas pusieran caras tan monas como la que estaba poniendo Lizbeth tras encontrarse con aquel lindo gatito.

¿Entonces por qué estaba el chico ahí? ¿Por qué había querido acudir a la tienda de mascotas? Ya no solo era porque imaginaba que a su hermana le gustaría hacerse con un animal; lo cierto es que tras comprobar la utilidad de las lechuzas, Troy pensó que una de ellas podría ser un buen utensilio. La cuidaría bien, de eso estaba seguro, pero tampoco es que quisiera hacerle mucha gracia. La quería para la correspondencia, que, había comprobado, era realmente útil.

Un gato no hace nada. Un camaleón menos todavía. Un sapo es viscoso y repugnante. Pero una lechuza va a su bola y te trae cartas y el correo.

Observó a las aves, una por una, escrutando y analizando. Ya que compraba una lechuza que no fuera una cualquiera. Al menos que le pareciera bonita. Finalmente la encontró. Tenía un plumaje extraño, como si llevara una bufanda alrededor del cuello. Blanca y con algunas líneas marrones. Su pose era bastante majestuosa y los ojos, al contrario que las demás aves de allí, eran azules. Nunca había visto un animal así. ¡Debía de ser una excepción! No era muy grande pero tampoco una cría que no pudiera hacer su trabajo desde el principio. La señaló y preguntó al vendedor:

- ¿Cuánto tiempo tiene?

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10/11/2014, 12:08
Arcturus Nohansen Wüstenfuchs

- Aquí hay demasiada gente. No me gusta. Vámonos. - Para ser una tienda de libros, le había decepcionado. No solo carecía del perfecto orden que esperaba de un lugar como aquel, además había una de las cosas que menos le gustaban: Personas. Estaba seguro que tanta gente en un lugar tan reducido como aquel no podía ser bueno, ni higiénico.

Se giró hacia la puerta, esperando a que alguien la abriera por él -no iba a tocar un pomo tan sucio como aquel, quien sabía quién lo había tocado- cuando su hermana pareció imaginar sus intenciones, atrayéndolo hacia el interior de la tienda y alejándolo de la puerta. Aquello hizo que Alexander se pusiera nervioso, tensándose ligeramente, recto como un palo y observando con cierto nerviosismo todo lo que había a su alrededor, siempre lejos de cualquier contacto físico humano.

Entonces comprendió que estaba pasando allí. Bueno, en realidad vio lo que pasaba, lo entendió, pero no lo comprendió. Y suponía que cualquiera que fuera capaz de observar el comportamiento humano -no era necesario compartirlo ni disfrutar de él- se daría cuenta del porqué su hermana estaba así.

- Sé quién eres. Se a que curso vas. Sé porqué mi hermana está así. Y sé que sabes quién soy. No es necesario que hables conmigo. - Guardó silencio unos segundos, mirando a su hermana de reojo. - Deberías hablar con ella, está interesada en iniciar una relación contigo. - Acabó por comentar, con total tranquilidad. No había malicia, ni ganas de molestar. Simplemente dijo lo que pensaba, sin acritud. - Mejor os dejo solos. - Acabó por decirles a ambos, pero no se movió. Simplemente levantó la mirada hacia el techo, como si todo aquello fuera suficiente como para evadirse de aquella conversación.

Por desgracia, allí entro más gente. Y más gente significaba más problemas para un Alexander. Por que reducía su espacio vital, su burbuja inviolable, y definitivamente y por mucha librería que fuera aquello, no le gustaba un pelo que estuviera lleno de gente. Este sería solo uno más de los errores que Alexander le expondría a Iraida en su vuelta a casa. El escaso buen gusto al escoger día y hora, además de no planificar la ruta de compras.

Aquello era ineficiente.

Entonces, algo llamó su atención. La frase de la mujer mayor, que hizo que se diera la vuelta. - No, lo dudo mucho. - Comenzó a decir. - A no ser que este acostumbrado a vivir en un lugar donde tiende a pasearse gente desconocida abandonando sus ahorros a cambio de otros objetos que pueda encontrar "en casa". - Se quedó entonces con cierta información. Los dos críos se llamaban Erik y Erika. ¿Repetir el mismo nombre en sexos distintos? Que poco creativo.

- No. - Dijo de repente, sin alzar la voz al gesto de Erik, ofreciéndole la varita a su hermana. - Yo no haría eso. - Le corrigió. - Las hermanas tienden a probar la flexibilidad de las varitas donde "crack" es el límite aceptable. - Explicó, con total tranquilidad, sin variar el tono de voz, como si fuera una explicación normal y corriente.

Le daba igual meterse donde no le llamaban. Él le estaba haciendo un favor. No hacía falta que se lo agradeciera, la gente no solía hacerlo, y cuando lo hacía normalmente era con palabras malsonantes o gestos carentes de buenas maneras y educación. Como el favor que acababa de hacerle a su hermana.

 

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10/11/2014, 19:52
Director

Ollivander no tardó un segundo de más en empezar a caminar con paso ajetreado, recogiendo cajas de varitas mientras le echaba miradas fugaces a Megan. La situación no era para menos teniendo en cuenta de que la tienda seguía llena de niños esperando por su varita, como si todos los alumnos de primero hubieran decidido asistir el mismo día a por aquel preciado regalo. Teniendo en cuenta la ocasional clientela de aquella tienda daba que pensar sobre el modo de subsistencia que debía tener Ollivander el resto del año. Quizás, de un modo bastante literal, hacía el agosto precisamente en aquella época previa al inicio de curso.

- Veamos, mmm... - mientras el anciano murmuraba y distribuía cajas ante ella sobre el mostrador, James le dirigió un guiño de ánimo oculto por sus gafas de sol, exhibiendo su sonrisa tranquila mientras supervisaba todo el proceso -. Probemos con esta, ¿te parece? - aquella pregunta era puro formalismo pues antes de que Megan pudiera decir nada le puso una varita entre los dedos. Sin embargo no llegó a cerrar la mano cuando el anciano vendedor ya la había retirado -. No, efectivamente, como imaginaba... - cuatro varitas más pasaron por sus manos, tres de las cuales fueron igual que la primera y sólo con la quinta tuvo ocasión de cerrar la mano sobre ella y apuntar en dirección a la desvencijada silla donde parecían estar repartidos los objetos de prueba, pero lo único que logró fue que la misma temblara por el enlosado, simulando un terremoto sin que nada más en la estancia se moviera.

- Esa no - sugirió James antes de que lo dijera el mismísimo Ollivander, sin perder la sonrisa divertida.

- Efectivamente, efectivamente - le respondió el anciano, devolviéndole la sonrisa mientras quitaba con delicadeza la varita de la mano de Megan y la guardaba nuevamente en su caja -. No obstante me apostaría - había un brillo divertido en la mirada del hombre que le hizo pensar a la niña que aquella palabra no había aparecido en la oración por error - a que esta será definitivamente la suya, señorita Faulkner. Me va a perdonar si le suena repetitivo pero coja esta. Núcleo de pelo de unicornio, madera de avellano, flexible e inusualmente larga, treinta y un centímetros - fue recitando mientras la colocaba en las manos de la niña, acariciando la suave madera -. Pruebe de nuevo - esta vez la silla se desplazó elegantemente dos metros sobre el suelo, sin hacer ningún ruido. La cálida sensación que embargó a Megan fue indescriptible -. Estoy seguro de que la tratará bien. ¿Sigues componiendo? - esta vez la pregunta fue hacia James, quien asintió con su habitual sonrisa -. Eso esperaba que dijeras. Ahora si me disculpáis, me parece que la heredera de los Dracons me espera.

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next!

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10/11/2014, 23:04
Maebh Connolly

A pesar de que varios niños con sus respectivos familiares iban saliendo, la tienda no parecía más vacía, pues nuevos niños iban entrando y mi impaciencia iba en aumento, así como mis nervios. No perdía detalle a los intentos de los que por fin llegaban al mostrador ante el señor Ollivander, viendo que muchos de ellos tenían problemas para tener su varita, ¿pasaría lo mismo conmigo?

-Vaya Jarek, nada menos que pelo de thestral. -Había oído que las varitas con ese núcleo no eran muy habituales-. Qué suerte, ya tienes por fin tu varita.

Me quedé mirando a mi abuelo que seguía hablando con la señora tan guapa, la madre de Jarek, parecía que ya se estaban despidiendo ya que, con toda probabilidad, tendrían que comprar más cosas aún. Yo por el momento ya tenía, o estaba a punto de tener, lo que más me interesaba... los libros y dentro de poco mi varita.

-Supongo que ahora seguirás con tus compras ¿verdad? Pero seguro que nos volvemos a ver pronto, si no es en otra tienda en el expreso. Me muero de ganas por empezar.

No se me olvidó la buena educación y, como mi nuevo amigo, o por lo menos esperaba que así fuera, parecía que ya se iba, me despedí tanto de él como de su madre. Seguro que así mi abuelo estaría mucho más orgulloso de mí al comprobar que no se me olvidaba cómo comportarme con la gente mayor.

-Ha sido un placer conocerla señora Cerny. Ya nos veremos Jarek.

Volví a fijarme en los niños que aún quedaban por delante de mí esperando que con ellos la elección fuera mucho más rápida.
 

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10/11/2014, 23:43
Director

- Qué buen ojo tiene - la mujer de la tienda parecía haber relajado su gesto inflexible ante el evidente entusiasmo de Lizbeth -. Es un cruce entre un siamés y un kneazle - explicó mientras se acercaba al lugar donde estaba el animal y lo tomaba entre sus manos. El gato seguía mirando a Lizbeth con aquellos inocentes ojos azules. Fue entonces cuando reparó en la gran cantidad de ojos que la miraban sin entender -. Oh, muggles, ¿verdad? - su pregunta no obtuvo respuesta de modo que depositó al animal en manos de Lizbeth, el cual pasó su rasposa lengua por sus dedos -. Un kneazle es un animal que se parece mucho a un gato, sólo que más inteligentes. Serían como lo que el lobo al perro, para que nos entendamos. La mayor diferencia que notaras con un gato común es, como he dicho, su inteligencia, su gran sentido de la orientación y el sexto sentido que tienen para juzgar a las personas.

- Bueno, pues considéralo mi regalo de cumple, enana.

Apenas un minuto más tarde Lizbeth se encontraba con un cómodo transportín para el animal y todos los enseres necesarios para su cuidado.

La vendedora aprovechó el momento para acercarse hasta donde Troy miraba la lechuza, dispuesta a responder aquella pregunta.

- Es una lechuza de un año. La encontré hace una semana en la puerta, con el ala herida pero ya está curada. Creo que a causa del color de sus ojos debió ser atacada por sus otros congéneres. Quizás sea eso lo que le da ese aire tan digno y fiero - susurró la mujer en voz baja, en tono teatral. Costaba saber si lo que había dicho era cierto o pura invención comercial. Mientras, su hermana Violet miraba arrobada un Puffskein de color azul que correteaba por un tubo.

- Mamá, ¿puedo...? - preguntó deseosa, con los ojos muy abiertos. Era raro ver a Violet tan expresiva por algo.

- A eso hemos venido, Violet - le respondió con cariño su madre -. ¿Qué me dices tú, Troy? Esa lechuza tiene buena pinta.

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11/11/2014, 00:13
Director

Ted siempre hacía eso cuando Caliope pretendía presentarle a otras personas, le aseguraba que le daba vergüenza y simplemente desaparecía sin más, se evaporaba en la nada. La niña no estaba segura de si aquel era un poder suyo o es que su amigo tenía grandes dotes para el escapismo.

- Sí, y es genial, Caliope, por fin la tengo. Es como si me hubiera estado esperando durante años. También he visto la tuya. Me gusta el señor Ollivander, ¿sabes? Es una pena que no pueda hablar con él.

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11/11/2014, 00:32
Erik Gallaway

Me quedo mirando al niño que se ha dirigido a nosotros.  Ese niño habla un poco raro, pero tiene razón. No me gustaría que mi casa estuviera siempre tan llena de gente. No te dejaban intimidad. O al menos eso era lo que solía decir su tío cuando mi madre le hacía salir al mostrador. Decía que la gente no le dejaba concentrarse en sus pensamientos y, si querían que el negocio evolucionase, tenía que concentrarse en sus pensamientos. De todas formas, estoy convencido de que tenga o no tenga razón, el comentario de ese niño va a conllevar una respuesta de mi abuela. Qué vergüenza.

Cuando el niño me hace esa extraña advertencia me río divertido. Pero en seguida le lanzo una mirada de advertencia a mi hermana, que se relaja al segundo. No. Mi hermana no me haría eso. Convencido de que la cuidará no la aparto de su alcance mientras me giro para mirar al niño. 

Pero, ¿las varitas pueden romperse tan fácil? - El tema de esos pequeños palitos me estaba causando una gran confusión en la cabeza. Para empezar, no llevaban ni pilas ni batería. Por lo visto estaban vivas, porque eran ellas las que te elegían y, lo más terrorífico, todas contenían trozos de animales, corazones, pelos y cosas de lo más extrañas.- Tienen animales dentro, ¿tú crees que se dejarían vencer tan fácilmente?- no era un reproche, sino pura curiosidad. Realmente quería saber la respuesta a esa pregunta. 

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11/11/2014, 00:43

Había permanecido en silencio todo el rato, observando los comentarios de los niños a mi alrededor. No pudo más que enarcar la ceja ante algunos comentarios. Podían ser ignorantes, pero estar tan orgullosos de demostrarlo de aquella manera... No entendía como podían hablar así de algo que no entendían y que era tan serio como la magia, las varitas y su futuro. Ya sabía lo que mis padres me habrían dicho sobre acercarme a esa gente, no tendrían ni que hacerlo.

Con creciente impaciencia, pero sin demostrarla, esperé a que llegara mi turno mientras aguantaba aquellas conversaciones. Intentaba encontrarles algún sentido, pero la verdad era que me costaba. Cuando fue el turno de Jarek me aparté y le dejé paso, dedicándole un asentimiento y una intensa mirada. Sabía que él no iba a comportarse como los demás y tenía cierta curiosidad por saber que varita le iba a elegir. No me iba a importar que él fuese antes que mí, al fin y al cabo era como yo.

Cuando finalizó, sonreí, sin demostrar la punzada de envidia que había sentido. Pelo de Thestral, era una varita diferente de la mayoría. La mayoría era de pelo de unicornio o de dragón. Seguro que mis padres me habrían alabado si aquella varita me hubiese elegido.

Al ver que no era la siguiente apreté la mandíbula. No me gustaba tener que esperar, tenía que haberñe hecho caso a mi madre, pero ya era tarde. Aguantñe el tipo y me dirigí hacia Jarek, para intentar evitar escuchar más insultos hacia el mundo mágico por parte de gente ignorante. Felicidades. Dije, de forma educada. Parece una gran varita. No me cabe duda de que ha elegido bien. Dije, dedicando una mirada a los demás.

No tardó en ser mi turno. Disculpa. Dije, intentando disimular la impaciencia por recibir la varita. Gracias, señor Ollivander. Dije, acercándome al mostrador con educación. No hacía falta decir a que había venido, era absurdo. Simplemente esperé a que aquel desordenado genio me diera a probar una varita.

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11/11/2014, 01:03
Director

Iraida no sabía hacia dónde mirar, claramente sonrojada de un modo que no ayudaba a acrecentar su belleza, apartando la mirada por todos medios de Remus, que tampoco parecía demasiado cómodo con la situación a decir verdad, de hecho incluso lucía un tanto apenado.

- Te equivocas en que sé quién eres, no sé tu nombre - dijo lentamente el chico. No parecía enfadado pero tampoco demasiado dispuesta a ceder ante lo que desde fuera podrían considerarse pequeñas tiranías por parte de Alexander -. Y tu hermana y yo ya hablamos de ello y vamos a ser amigos...si ella quiere - terminó por añadir, puesto que Iraida no estaba por la labor de responder. Para alguien más ducho que Alexander en el asunto de las relaciones quedaba claro que Iraida ya había sido rechazada en algún momento por aquel chico que intentaba ser cordial y correcto, aunque no parecía tener demasiado éxito en conseguir que Iraida olvidara su bochorno. Fue entonces cuando, ni corto ni perezoso, Alexander se giró para aleccionar a los que estaban tras ellos en la cola, haciendo que Remus esbozara una mueca de disgusto que pronto se vio mezclada por una mirada de compasión hacia Iraida. Menudo hermano le había tocado en suerte.

Poco a poco la cola iba avanzando pero los Gallaway se habían quedado quietos, paralizados en la escena, contemplando al niño desconocido. Erika, que había echo ademán de alargar la mano hacia la varita, ahora miraba a Alexander como si aquello hubiera sido lo último que podía soportar. Se giró para abrazarse a su abuela, y aunque Erik estuvo seguro de que las lágrimas debían estar corriendo por sus mejillas, no emitió ningún sonido. Erika era, por norma general, una niña muy alegre y no le gustaba que la vieran llorar.

- Bueno, está claro que al menos está acostumbrado a vivir en un hogar donde sus padres le han enseñado a no meterse en conversaciones ajenas - respondió Maureen, la abuela de los mellizos, con toda la ironía que la caracterizaba, mirando a aquel niño entrometido y abrazando a su nieta.

La madre de Erik se había acuclillado junto a su hija y le susurraba palabras tranquilas y cariñosas mientras le frotaba un brazo para infundirle ánimo.

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11/11/2014, 02:49
Megan Faulkner

Mientras Ollivander rebuscaba entre las cajas para entregarle algunas varitas a Megan, ésta le sonrió a Caliope, tanto como para agradecerle sus buenos deseos como para demostrar su entusiasmo. No quería entorpecer demasiado el proceso de selección de varita para el resto, y quería ganar esa apuesta, así que esperaba que su varita apareciera al primer intento.

Miró a James justo a tiempo para ver un guiño y esa sonrisa tranquila que tanto amaba y que por un segundo la distrajo de lo que estaba haciendo. En su mano sintió una varita, pero antes de que pudiera siquiera reaccionar a cerrar la mano, el dueño de la tienda se la quitaba. Lo miró un poco intrigada, puesto que pensaba que debía agitar la varita para saber si funcionaba. Incluso había abierto la boca para reclamar, pues si quería empatar la apuesta esa debía ser su varita. Claramente, no lo era. Y a juzgar por las tres siguientes, el proceso de selección no dependía de agitar la varita o no.

La quinta incluso llegó a asustarla, pues pensó que había provocado algún tipo de desastre, pero James parecía tomárselo a la ligera. Si lo pensaba, entre que algunos habían casi incendiado el lugar un pequeño temblorcito focalizado no debía ser un gran problema. Ese mismo relajo quizás ayudó a que cuando la sexta se posara en sus manos y su magia brotara, el hechizo resultara tan grácil y elegante. No era algo que hubiese podido hacer a consciencia, probablemente, pero la manera en que aquella varita se sentía como una extensión de su propia mano, como si perteneciera allí desde siempre, le enternecía el corazón y la hacía sentir protegida. 

Esperó a que los adultos terminaran de hablar antes de decir nada. Aparentemente, el anciano también era uno de los fans de su tío.

Muchas gracias, señor Ollivander. Que tenga un buen día. - se despidió con una sonrisa, antes de ir dónde Caliope.

Nosotros nos vamos, pero que tengas muy buena suerte con tu varita. ¡No importa cuantos intentos tengas, seguro que vale la pena la espera! - la miró un segundo en silencio - Por todos los magos, que genial es tu pelo. 

¡Hasta pronto! - se despidió de todos agitando la mano con una sonrisa - ¡Nos vemos en Hogwarts! 

Acto seguido, tomó a James de la mano y salió por la puerta, aún entusiasmada con los recientes eventos. Ahora tocaba ir por los libros.

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11/11/2014, 07:24
Lizbeth Moore

Su inteligencia, su gran sentido de la orientación y el sexto sentido que tienen para juzgar a las personas.

No podía quitar los ojos de aquel gato, mientras absorvía toda la información que la dueña de la tienda daba a sus acompañantes. No se molestó en girarse hacia su familia. Sabía perfectamente cuales estaban siendo sus reacciones. Su hermano, Chuck, estaría tan ojiplático como ella, pensando en todas las posibilidades que el animal podría darle y barajando la posibilidad de hacerse con su propio ejemplar. Su padre se preguntaría como de extraño o peculiar era esa criatura en el ecosistema de ese nuevo mundo, mientras su madre seguiría inspeccionando a la mujer con reservas, intentando evaluar si estaba siendo sincera o toda la escena seguía siendo parte de la gran broma en la que se habían visto involucrados.

No tenía ninguna intención de volverse hacia ellos por el momento, hasta que escuchó la voz de Chuck. La mano que llevaba varios segundos acariciando la pequeña cabecita de Vince se paró en seco, y la niña se giró a toda velocidad al que de nuevo dejaba claro que era el mejor hermano del mundo.

- ¿¿¿¡¡¡De verdad!!!???

Si no le hubiese dado tanto miedo hacer daño al animal se hubiese lanzado en sus brazos. Buscó con la mirada a Jason, esperando ver su reacción. Sabía que no le gustaban los animales pero... ¿alguien podía resistirse al pequeño Vince? Durante el tiempo que se demoró la mujer en preparar todo el material se dedicó a jugar con el pequeño gatito, acercándolo a Jason para obligarle a tocarlo. Hasta que el niño nuevo pidió su mascota.

- ¿La habían abandonado? - miró a la señora consternada, con unas lágrimas peligrosas asomándose en sus ojos.

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11/11/2014, 09:35
Director

Ollivander apenas le dirigió una mirada a Joy antes de ponerse a rebuscar entre sus cajas, al parecer buscando algo concreto para la niña, como si por el simple hecho de ser quien era no hiciera falta saber más de ella para saber qué varita le correspondía. No tardó en coger una caja de un montón y dejarla sobre el mostrador, sin decir nada, antes de ponerse a buscar de nuevo.

- Tengo pocas dudas respecto a usted, señorita Drakons - dijo de espaldas a ella, ahora subido a un taburete para alcanzar la parte superior de una estantería, de donde sacó una nueva caja con un asentimiento satisfecho -. Ah sí, aquí estás - dijo para sí -. Una de estas varitas será la que la escoja, estoy convencido - le confió con expresión enigmática a la par que abría una de las cajitas con delicadeza. Colocó la varita en su mano -. Si es tan amable... - le sugirió, haciendo un elegante gesto con la mano en dirección a la silla. Nadie parecía demasiado esperanzado de que aquella fuera la varita pues Ollivander había demostrado ser un tanto teatral. Efectivamente, no lo fue. El ovillo, que volvía a estar enrollado, dio una leve sacudida pero nada más -. Y ahora pruebe esta - Joy no necesitó agitarla para saber que aquella era la varita. Se adaptaba a la forma de su mano a la perfección, como si la hubieran hecho expresamente para ella, por no hablar de la extraña conexión que se había formado de un modo inmediato. Una suave corriente de aire se elevó en la habitación, acariciando su rostro -. Creo que la elección ya ha sido hecha - concluyó el hombre con satisfacción antes de proceder a describir la varita en cuestión -. Núcleo de pelo de veela, bastante extraño si me permite decírselo, no estoy acostumbrado a hacer varitas con ese núcleo y ésta es una clara excepción. Las veelas son volubles pero poderosas, téngalo en cuenta, señorita Dracons. Madera de tejo, treinta y un centímetros, rígida. Una herramienta poderosa, sin duda, pero recuerde que es más que eso.

Notas de juego

Caliope responde al post que te puse privado y te doy tu varita y ya sólo quedará Maebh (y Alexander cuando se pase por aquí xD)

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11/11/2014, 10:17

Desde luego Lizbeth sabía elegir mascota. Él ni habría caído en que ese pequeño minino era realmente un analista de personas y un gran callejero. Aún así, Troy no se veía con un animal así. Si bien era más de su estilo aquella lechuza con aire señorial, algo amenazante y orgullosa.

Cómo no, Violet ya había elegido al que iba a ser su peluche de dormir. Una cosa pequeña y azul que provocó en el chico una leve y casi insignificante mueca de "¿A dónde vas con eso?". Dedujo que incluso las mascotas que elegirían serían una forma más de marcar su personalidad desde el exterior. Si llevas a un gato tan bonito y pequeño, eres amoroso. Si llevas a un Puffskein como aquel eres adorable. Troy quería imponer respeto desde el principio. No quería parecer mimoso ni adorable. Quería parecer simplemente lleno de confianza.

Miró a la lechuza. La quería. ¿Pero ella le querría a él? Alzó el brazo doblado hacia ella, mirándola directamente a aquellos ojos distintos que tanto le habían llamado la atención.

- ¿Vienes?- nunca había hablado a animales. Pero en aquellos momentos, se sentía cómodo hablando con aquella lechuza. Le daba la sensación de que podía comprender sus palabras y que podía actuar con inteligencia.

Si viene me la llevo.

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11/11/2014, 10:25
Jarek Cerny -Slytherin-

Joy le dedicó unas palabras a las que él contestó sin borrar la expresión medio risueña.

- Gracias. Si, sí. - no sabía que mas añadir, sabiendo como era la chica Jarek sabía que le había hecho un gran cumplido pero como no encontró palabras para responder adecuadamente se calló.

Cuando Maebh le hizo el comentario sobre el núcleo de su varita sonrió con un poco de azoramiento, en realidad no sabía casi nada de esas criaturas y lo poco que sabía era porque lo había leído en uno de los libros en casa. Una entrada de pasada en un listado de animales raros diciendo que esos "caballos carnívoros, son esqueléticos y tienen alas de murciélago que les permiten volar grandes distancias, son nativos de Gran Bretaña aunque también se pueden encontrar en el norte de la Península Ibérica. Tienen fama de mal augurio y los que los han visto se han quedado con una mala sensación en el cuerpo". No estaba seguro de qué debía esperar del pelo de un animal así y menos de porqué lo había elegido, pero tenía claro dos cosas que lo extraño muchas veces resultaba especial y que buscaría mas información sobre ellos.

- Sí, seguro que enseguida podrás decir lo mismo. - el chico siguió la mirada de la joven y vió como su madre se despedía del abuelo de ésta, cuando volvió a hablar asintió - Ahora me gustaría ir a por los libros, tengo muchas ganas de empezar su lectura, -y de consultar varias cosas- seguro que sí. Yo también.

Y en ese tiempo varios niños habían salido de la tienda y ya era el turno de Joy, Jarek no se había dado cuenta de lo que habían tardado ni de qué había pasado cuando encontraron la varita adecuada. El chico dudó un momento debatiéndose entre las prisas por ir a la siguiente tienda o quedarse para esperar a la joven y ofrecerse a hacer el resto de las compras juntos, al final ganó la última opción.

- Te espero. - le dijo cuando ella ya se alejaba y le guiñó un ojo cómplice.

Mientras él se dirigía a Joy, Maebh se había despedido de su madre que parecía lista para seguir con el recorrido, una mirada hacia ella y hacia la zona del mostrador y el chico esperaba que su madre captase la indirecta y esperasen un momento a que la hija de los Dracons acabase.

- Por supuesto. - contestó a Maebh - Como mucho en dos semanas.

Y se giró para esperar a su amiga y para ver qué varita la elegía, esperaba que fuese una impresionante. Parecía que el fabricante de varitas lo tenía claro con la chica pues solo puso dos varitas sobre el mostrador. -Qué te apuestas a que es la segunda que le dé- pensó el chico -lástima que no esté Troy, esta apuesta es segura-. Y por supuesto que Jarek tuvo razón son su intuición, en ambas, al fabricante le gustaba lo melodramático y fué la segunda varita. Una brisa de aire le dió en la nuca al joven y sintió un escalofrío, no estaba acostumbrado a llevar el pelo tan corto y se dijo que en cuanto pudiese, y convenciese a su madre, se lo dejaba crecer de nuevo. Cuando oyó el núcleo que portaba la varita de su amiga en su cara se formó una amplia sonrisa -De veela...-. De esa criatura sí que sabía, pues era parte del folcklore de su tierra, y sintió ganas de contárselo todo ahí mismo. Por suerte con el resto de la explicación del señor Ollivanders le dió tiempo de serenarse un poco y recapacitar, aquella tienda no era el mejor lugar, ya encontraría el momento adecuado. Cuando Joy se acercó a él todavía lucía la amplia sonrisa en la cara.

- Veo que lo que se dice es cierto, las varitas saben elegir muy bien a sus dueños. - fué la mejor forma que encontró de devolverle el cumplido - En el sitio donde nací hay muchas historias sobre Veelas.

Miró hacia su madre para confirmar que ya podían irse y añadió su invitación.

- Si quieres podemos hacer el resto de compras juntos, a mí me falta todo lo demás. - hizo un gesto de invitación para que saliese antes, estaba acostumbrado a ir un paso detrás de las grandes mujeres de su vida - Hasta luego Maebh, un honor conocerle señor Connolly.