Partida Rol por web

Al ver que todavía no caía el maldito draconiano y que nuestras fuerzas iban mermando poco a poco, un momento de locura nublo mi mente, momento en el que, con un paso alzo el bastón y lo descargo con fuerza en la cabeza del draconiano

¡¡MUEREEEEEE!! maldita criatura de la oscuridad

El golpe de Quivalen es tremendo, pero el draconiano parece todavía aguantar. Eso sí, parece que no le quedan ya demasiadas fuerzas.

-¡Menudo testarazo le acaba de atizar!--se sorprende Amílcar de la enorme ferocidad demostrada por la elfa.

Sin embargo, aquella malvada criatura sigue manteniendo el tipo, por lo que el nómada vuelve a ensartarla de nuevo con el estoque.

-¡Muere ya, inmundo!

La certera estocada de Amílcar pilla al draconiano todavía maldiciendo a la silvanesti. Sin tiempo para darse cuenta de nada más, el baaz se convierte en piedra. Afortunadamente, el nómada retira el arma hábilmente antes de que se produzca la petrificación.

Sin perder un instante, antes de que la magia de Quivalen se agote, acabáis con el baaz que estaba inconsciente, que también se convierte en una estatua de piedra.

Pese a vuestros esfuerzos, os resulta imposible desincrustar la cornamente de Kolthar de la piedra. Por mucho que tiráis, solo conseguís que el minotauro maldiga la idea de embestir un baaz con sus cuernos. No obstante, tras un par de minutos, la estatua de piedra se transforma repentinamente en polvo y el feroz hombre toro queda por fin libre. Los otros dos draconianos también siguen el mismo destino: cuando miráis, ya solo quedan sus armas y sus armaduras.

El minotauro se incorpora, masejeándose el cuello para laiviar la tensión de la postura forzada y los intentos por liberarse.

Lo siento amigos, se que lo advertisteis pero en ese momento no me acordé, solo pude seguir el instinto de cargar. La próxima vez no usaré los cuernos.

Parece realmente avergonzado por la situación de verse tan indignamente atorado con la elfa tirando de su cabeza para liberarle de la estatua. Sin mucho más que decir y bajando la cabeza se aparta un poco0 y sigue a Quilvalen en la búsqueda de los huvos por si hubiera algún peligro más.

Os ponéis todos a registrar la caverna. Fácilmente encontráis el campamento de los draconianos. Allí hay una bolsa con monedas, cuatro gemas verde oscuro con puntos rojos, una botella de vino de plata y decorada, una redecilla para el pelo (de hilo de oro y decorada con amatistas) y un tubo de pergaminos de marfil con un símbolo grabado.

La cueva es bastante grande y durante un buen rato no encontráis nada más. Ya estáis a punto de abandonar, cuando Touran se fija en algo entre las cenizas de la hoguera. Examinándolas con más calma, veis  que debajo hay dos huevos tan grande como puños de una persona.

Al ver como sucumbe el último de sus enemigos, Amílcar suspira aliviado y se vuelve hacia sus compañeros.

-Ha estado cerca, demasiado cerca. Tenemos que aprender a luchar como un grupo o no llegaremos muy lejos.

Luego el nómada de las llanuras se afana en buscar los huevos de los pájaros gigantes en el oscuro interior de la gran cueva. Casi estaba a punto de señalar que a lo peor habían sido objeto de un engaño por parte de las aves justo cuando Touran descubre la ubicación oculta de su objetivo.

-¡Vaya, vaya! Al parecer esos lagartos no son tan estúpidos como los suponía. Sin duda es un acierto el mantener los huevos al calor de las cenizas si se quiere tener la esperanza de que nazcan los polluelos.

-¿Qué hacemos?--pregunta finalmente el abatido arquero con gesto cansado--Avisamos ya a sus dueños o nos tomamos un merecido descanso y lo dejamos para mañana, antes de proseguir con la travesía por el desierto.

Respirando afanosamente por el esuerzo realizado, y al que no estoy muy acostumbrada, miro alrededor, primero comprobando que todos estamos bien. Luego, voy asiento a las palabras del nómada, sin duda de acuerdo con su apreciación pero sin mucha experiencia para decir nada.

Mientras inspeccionamos la sala, mi única preocupación son los huevos solo espero que esos bárbaros no se los hayan comido.

Cuando Touran los encuentra, un suspiro de alivo sale de mis labios Menos mal. Ya me estaba esperando lo peor.

Cita :

Girándome hacia Amil creo que lo mejor será que se los entreguemos. Estarán sufriendo mucho buscándolos, además, estaría más tranquila si no tenemos que preocuparnos de ellos. Acto seguido, los tomo y voy hacia la salida, buscando en mi bolsillo el silbato.

Una vez fuera, me lo llevo a los labios y soplo.

Quivalen sopla sorprendida y ella es la primera sorprendida: no se produce ningún sonido especial aparte del obvio paso del aire a través del "silbato-pluma".

Pasan los minutos y, cuando nada hacía preveerlo, una nube de polvo y un batir de alas os sobresaltan.

¿Me has llamado, amiga silvanesti? ¿Hay algo que hayáis averiguado?

Las dos águilas se posan y os miran tratando de controlar su ansiedad.

La visión de las aves al acercarse es para Touran casi una señal de su dios y se queda contemplando a los seres maravillado.

Con respecto, alargo la mano para mostrarle los huevos

Hemos encontrado ésto en la cueva, tras matar a 3 de esos infames draconianos.