Partida Rol por web

Pensándolo mejor después de escuchar a Gnart, Amílcar vuelve a refugiarse en el escondrijo desde el que están avistando a los ogros.

-Sí, quizás sea lo más seguro.

Sin embargo, de pronto el inquieto abanisinio coge una piedra y la lanza hacia un lado para observar la reacción de aquel par de moles tan extrañamente detenidas en mitad de la nada. 

Los dos ogros, portando en las manos dos burdos garrotes, se dirigen hacia la zona donde ha caído la piedra y se quedan allí.

-¡Por las barbas del abuelo!

Horrorizado al comprender la abominable naturaleza de sus oponentes, Amílcar se gira hacia el batidor semiogro y le hace un gesto con la cabeza para que vuelvan junto al resto del grupo.

Llegáis junto a vuestros compañeros.

Lo mejor sería evitarlos. No son ogros sino abominaciones con su forma... -dice Gnart comentándolo al enano y a Kolthar.

Pero ... que son? Humanos deformes, ogros? Son 2 o hay más por los alrededores? Lo digo por si intentamos evitarlos y nos encontramos rodeados.

-Parecen dos ogros putrefactos. Muertos vivientes o algo así, vamos--informa con desagrado Amílcar al grupo--En mi opinión, lo mejor sería evitarlos, como bien dice Gnart.

¿Ogros muertos vivientes? eso si que no me lo esperaba...

El minotauro esta algo perdido.

Si creeis que es la mejor opción, tratemos de rodearlos.

Cruzándome de brazos espero la decisión. Yo ya he dado mi opinión, el que quieran seguirla o no será cosa suya. Todas las muertes que lleven a cabo estas criaturas recaerán sobre sus conciencias, si las tienen. pienso mientras miro a la lejanía, con la mirada perdida.

Vuestros dos guías, horrorizados ante el comentario de que son criaturas antinaturales, parecen aliviados ante la sugerencia de evitarlos.

No vimos más por los alrededores. - comento en respuesta a Hank.

Creo que será fácil evitarlos.

30 de aelmont (invierno), 422 DC

Durante cuatro días vuestro viaje transcurre sin incidentes. Cuando la monotonía de la marcha comienza a impacientaros, comenzáis a distinguir la ciudad de Ak-Khurman en el horizonte. Su vista, el aliciente de alcanzar un lugar civilizado tras tanto tiempo en este desierto, os llena de ánimo y así afrontáis vuestro último día de travesía por las Tierras Ardientes.

Cuando falta poco para que paréis por el calor del mediodía, distinguís una figura en el horizonte. Parece un hombre ardiendo, negro y humeante.

Gnart saca el arco y apunta en la dirección de la que viene el hombre.

¿Qué demonios es eso? - pregunta a Amilcar

No pasa desapercibido el comentario de Gnart dirijido a Amilcar, así que, con una sonrisa espera la respuesta del nómada.

Parece que el semiogro respeta demasiado las habilidades de Amilcar, aunque no puedo reprochárselo, podrían ser parientes. Ambos se han criado entre costumbres bárbaras y totalmente incivilizadas, pero bueno, de momento parece que así lo quieren los dioses, o al menos algunos de ellos.

-¿Un tipo ardiendo?--contesta el nómada de las llanuras con bastante ironía--O al menos eso espero... Muy a su pesar, claro. Porque otra cosa sería ya el acabose.

Adelantándose al resto de compañeros, Amílcar se dirige hacia la figura humeante mientras hace aspavientos con los brazos:

-¡Rueda, hombre! ¡Rueda por el suelo!