Partida Rol por web

-Claro que dejo la puerta abierta -le sonrió- pero antes te arranco los ojos ¿te vale? -terminó el café con tranquilidad- Lo preparaste bastante bien, gracias. ¿Supongo que tienes cosas que hacer y te estas por marchar?

Colocó la taza sobre la mesa e hizo crujir los nudillos, aún embotados por el sueño. Luego recostó la espalda en la silla, pensativa.

-Sería muy irrespetuoso por mi parte dejar a la invitada sola en mi hogar, ¿No crees?

Comentó, sonriéndole amablemente..

-No, hoy me acompañarás.

-Me apaño bien sola, creí que ya lo sabías -Se cruzó de brazos con la espalda apoyada aún en el respaldo de la silla- Aunque supongo que tampoco tengo nada mas interesante que hacer, ¿donde vamos?

El chico se rie a carcajada limpia por un momento.

-Bueno bueno...no te enojes, no dudo de tu autosuficiencia.

Comentó, volviéndose a una ventana allí.

-Hoy tengo que hablar con cierta persona...el único inconveniente es que se lo han llevado a la prisión de la montaña.

-Suena la mar de entretenido, escalar una montaña y hacer jaleo en una cárcel -sonrió ceñuda.

De improviso hizo otra pregunta que no venía a cuento, pero que le había dado vueltas por la cabeza.

-¿No sabes de ningún conjuro o fenomeno que pueda marchitar toda la hierba de un territorio extenso haciendolo temblar, y que cuando pase la devuelva a la normalidad?

El chico rió abiertamente cuando la muchacha se mofó de su plan...luego escuchó con atención lo que ella había dicho del conjuro.

-No...realmente es extraño. ¿Porqué lo preguntas?

Comentó, algo cautivado por aquello mientras se colocaba ciertas cosas dentro de bolsillos tales como cuchillos y otros artilugios..

-De camino a aqui pasó algo similar y el caballo se encabritó, casi me tira. Anda no te hagas rogar, seguro sabes algo

Se levantó de la mesa, desperezandose ya sin mucho a pesar de que le estuviera observando su anfitrión.

-Y luego de que me digas si voy a ducharme y a ver si partimos pronto

Volvió a sonreirle, mirándola. Por un segundo se queda así, aunque luego vuelve a la realidad, desviando la mirada.

-Parece mas un efecto....divino sobre la tierra, que un efecto simplemente mágico.

Pausó, mirándola..

-Bueno, cuando acabes de ducharte marcharemos.

Desvió la vista hacia un lado y comentó:

Oh vamos, ¿ya hay dioses cerca? Y eso que ni ha empezado esto. O al menos yo no he hecho nada, espero que nadie se me adelante -rascó la cabeza con sencillez- ya podrías ser mas informativo -refunfuñó algo mas pero se quedó a medio camino de articular la siguiente frase.

Le dedicó una sonrisa mientras que la guia hasta el baño y la bañera, colocando sus manos sobre la espalda de ella.

-Anda, tira...que vamos a llegar tarde.

-¿Hasta hay que ser puntual y todo?

No le dejó responder, cerrando la puerta tras de si y colocandole el seguro despreocupadamente echó un vistazo al cuarto de baño y tomó una ducha de unos 15 minutos. Salió del cuarto de baño envuelta en una toalla que había encontrado en un perchero cerca de la puerta en el interior del baño, y dirigió los pasos, silenciosos debido a que estaba sin calzado, a su habitación lo mas rápido posible para colocarse la muda de ropa que había traído consigo.

La dejó cambiarse y salir de la ducha, cerrando los ojos y apostándose con la espalda en el muro. Cuando salió, ya cambiada, observó como él no llevaba la misma vestimenta que el dia anterior. Llevaba unos ropajes blancos en vez de negros.  Además aquello parecía cambiarle toda la configuración de su anatomía, dandole un toque demasiado puro.

-Si...si no queremos que la persona a la que vamos a ver esté ahorcada.

Comentó, sonriéndole ligeramente, mientras que ya abandonaba la estancia dirigiéndose a la montaña que veía ella desde su habitación, tomando un camino de piedra hasta la misma, por ahora tranquilo..parecía no haber guardias por allí. Estarían entretenidos con otras cosas.

-Si, tiene pinta de ser la mar de entretenido...

Echó a andar para seguirle el paso.

-¿Tengo que decir que eres el fraile del pueblo o es que solo te apeteció un cambio de apariencia?

Parecía estar de buen humor dada su expresión. Aquellos ojos, inquietos y siempre pretendiendo no dejar escapar ningún detalle a su alrededor, tenían un tinte violáceo transparente.

El hombre la miró con sus ojos carmin, sonriéndole.

-Mejor no digas nada. No pretendias que me reconociera todo el mundo con aquella ropa ¿Verdad?

Comentó, con algo de humor en su voz.

-Ayer me aportaron información importante sobre el paradero de castigo en ese gran castillo en la montaña, de un camarada. Si, vamos a salvarlo. Pero no vamos a entrar simplemente y destruirlo todo, no: Tengo un plan.

La entrada al castillo, sin embargo, estaba atestada de gente. Los recibidores de aquel lugar siempre llenos. ¿Porqué? Era simple, la gente esperaba allí la redención de sus familiares o amigos. Sin embargo el mundo parecía estar calmado allí. La puerta del castillo estaba vigilada por tres guardias.

No tardaron en llegar un grupo de personas ataviados con la misma ropa que el chico. Aprovechó el momento para moverse entre ellos. Parecían simples monjes que se dirigían a velar por los castigados. Atrajo a la muchacha hacia sí mientras que entraban en la puerta, custodiados por aquellos hombres. Eran los únicos que no eran registrados, puesto que de los monjes nadie sospechaba.

Una vez dentro, la escena se abría: A un lado unas escaleras con unos puestos de vigía. Parecían no estar demasiado vigilados, con uno o dos arqueros, al igual que al otro flanco. Delante de sí, numerosas escaleras en el frente y  un pasillo que pasaba por debajo de estas. La gente estaba inundando el lugar.

Aprovechó el momento para dirigirse al templo de los dioses junto a los monjes. Cuando estos pasaron el primer pasillo, los muchachos se desprendieron de ellos. No los mataron, solo se marcharon. Los monjes nunca hablaban sobre esas cosas. El chico comenzó a observar donde se encontraban. La capucha que cubría su cabeza se destapó, dejando ver sus ojos escrudiñando todo el lugar: Un par de cornirsas, una gran escalera, y puertas a izquierda y derecha... Emprendió el camino. Siguió hacia una de las puertas. Cuando abrió, encontró que estaba vacía, con un ventanal al fondo. Una sencilla habitación de huespedes: Perfecto.

Desenfundó algo de una vaina, mientras que se ponía al lado de la ventana.

-Atenta. Tendremos a partir de ahora, a lo sumo 20 minutos.

Comentó seriamente, mirándola para esperar su aprobación.

-Andando entonces -contestó lisa y llanamente.

Se quedó espectante en su sitio. No acosumbraba trabajar en grupo, pero las veces que se daba ponía el doble de cuidado en hacer bien su parte. ¿Porque? Por puro orgullo. Le gustaba que los demas vieran su suficiencia y respetaran sus habilidades, o mejor aún, incluso no perdía la oportunidad de levantar cierta admiración. Se consideraba buena en su campo, pero no era estúpida, se ahorraba alardear sobre algo si no lo manejaba a la perfección, o al menos de forma muy buena. Ahora no era diferente, una vez mas intentería hacer lo propio y sacar a relucir su "talento".

Si es que había oportunidad para ello. Parecía todo demasiado bien armado, un típico plan anti-fallas.

El muchacho inspiró aire profundamente, y luego agarró a la muchacha de la cintura, completamente serio mientras que rompía la ventana de un salto hacia ella. Previamente había colocado sobre un gancho encima de la ventana, en lugar seguro, una cuerda a la que ahora se aferraba con una mano, caminando de manera horizontal hacia el muro. Dió tres pasos hasta impulsar con el brazo a ella para subirla a aquel muro trasero del castillo, donde solo se encontraba un arquero asustado por el hecho de que se había roto sin motivo alguno aquel cristal, observando a la muchacha con miedo, mientras que Yreth se colocaba detrás suya.

No pudo gritar, no pudo llorar, no pudo salir corriendo. Segundos pasaron antes de que la sangre terminara de brotar del cuello de aquel guardia, con un cuchillo atravesándole la nuez y dejando una mancha carmesí en el suelo, mientras que trataba de respirar. Yreth le dijo algo y luego lo empujó montaña abajo, quizás para que no sufriera mas, y así el cuerpo cayó como si se tratara de un maniquí, golpeándose con una parte de la montaña y ya volviéndose inanimado por completo.

No se detuvo ni un segundo, siguió avanzando, ocultándose entre los pequeños muros de vigía, de cuclillas, observando un punto fijo: En frente de el, a unos 20 metros mas o menos de distancia, y mas arriba, se encontraba una cornisa con ventanas cerradas y tablilladas. El muro de guardia lo llevaba hasta allí, sin embargo tendrían que escalar por un muro, y él tenía la impresión de que a ella le costaría algo mas que a él.

Comenzó a avanzar oculto mientras que llegaba hasta dos paredes enfrentadas que dejaban un hueco de mas o menos un metro entre sí.

-¿Crees que puedes escalar por aquí?

-Soy liviana, debería poder.

Se acercó mostrandose dispuesta. Había trepado por cuerdas en ocasiones, aunque nunca desde tal altura. Era lo mismo de siempre, solo que si ahora se caía en lugar de romperse un hueso no lo contaría directamente. Sin embargo Tenía la certeza de que podría hacerlo.

El muchacho la miró sonriendole y asintiendo con la cabeza.

-Entonces te espero arriba..

Con velocidad y agilidad pasmosas comenzó a escalar saltando de pared en pared hasta aferrarse a la cornisa de aquel lugar, destrozándola con una carga. Luego, no se escuchó nada. La muchacha desde abajo no podía ver nada de lo que estaba sucediendo..

Quizá no fue tan buena idea el no pedirle una cuerda.

Comenzó a escalar, pero visiblemente de forma mas lenta y precavida. Dos veces tuvo un resbalón, y de no haber sido a que se había aferrado como desesperada a algún ornamento del edificio, algún borde o de donde pudiera en general habría pasado a mayores aquello, pero se limitó a quedar colgando algunos segundos hasta que se recuperaba de la impresión la segunda vez miró hacia abajo. Grave error.

Se mantuvo en su sitio algo paralizada de la impresión, sin embargo se forzó a seguir escalando.

No es buen momento para un miedo a las alturas, ya falta menos.

Sin demasiado problema alcanzó el lugar. La ventana  rota habia permitido que entrara luz en aquella habitación...

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Poco a poco observas como una figura de mujer alza una mano. Acto seguido Yreth choca contra la pared del lateral atravesándola y cayendo al otro lado... Por suerte, aún no estaba muerto, solo un poco herido, y volvía a levantarse.

-¿Así me lo agradeces?