Partida Rol por web

El enorme bárbaro se deja caer con todo su peso sobre la pobre banqueta junto a Daisy y Powaqqatsi, en sus rudas manos lleva un par de jarras de un vino que tubo tiempos mejores y le ofrece una a la dolorida cazarrecompensas.

- ¡Coño, que gusto volver al calor de un antro donde el mayor peligro es el vino rancio! No sé de que habláis, pero apuesto a que se trata del puñetero libro ese... - dice mientras deja medio vacía la jarra de un solo trago.

- ¿A vosotros no os parece que le estamos haciendo el trabajo sucio al sargento y que cuando salgamos de aquí intentarán escabecharnos como la loca de antes?, normalmente me parecería bien, pero nos la vamos a jugar gratis. - sentencia dejando de un sonoro golpe la jarra completamente vacía sobre la sufrida mesa y soltando un eructo cargado de alcohol.

Habían aceptado la invitación de Dolom y se dirigían a la posada de su amigo, ésta no era la posada de religiosos y servidores de los dioses del bien como estaba acostumbrado Alfrik, pero el calor y el olor a comida recien echa ayudo a "limar" esas ligeras asperezas.

Se sentó con sus compañeros y se agenció un plato el cual empezó a llenar de comida. -Un zumo de uva y manzana, mezclado no agitado y con una cereza, por favor. -Le pide a Norman mientras vuelve su vista al grupo que lo miran incrédulos. -Si, soy un enano que no bebe cerveza, el alcohol nubla nuestro buen juicio.

Al acabar la cena se suma a la conversación. -Yo apostaría por visitar primero la casa Cannith, el libro lleva su sello por lo que nos podrán informar mejor y de primera mano que en la universidad, ademas, es posible que el señor Bonal Geldem estuviese trabajando para ellos por lo que ahora que esta muerto poco podremos sacar de la universidad.

Después da un sorbo a su vaso de zumo y mira a Daisy -Y por ultimo esta la visita a mi orden, es mi deber comunicarla, señora o señorita Daisy. -Iba a seguir llamandola así hasta que ella le corrigiese en una de las dos formas. -que fueron precisamente esos "lamesirios" los que ayudaron a exterminar la horda de no-muertos levantados por Karnath hace siglos, la forjada es una enviada de ellos por lo que veo necesario que la Llama sepa lo ocurrido y actúe en consecuencia. -Exclama tajante, dejando claro que, al menos él, iba a ir visitarlos 

Finn agradeció amablemente al sargento la recompensa y la ayuda prestada y le despidió no sin gran alivio. El olfato de el "Sabueso de Sharn" había confirmado sus sospechas, seguro que le conocían en todas las posadas de la ciudad de las Torres, pero sin embargo no era capaz de reconocer un cadáver debajo de sus narices.

Se repantingó en la silla mientras sus compañeros hablaban. - Mug tiene razón.- Comienza a hablar mientras agita la mano con la que sujeta un bocado sin darse cuenta.- Somos un cabo suelto, y tenemos el diario en nuestra posesión, antes o después vendrán a por nosotros. - comenta serio.- El diario rezuma magia por los cuatro costados, si queremos desactivar la magia que lo rodea, nos costará muy caro. No creo que podamos permitírnoslo y menos aún tengo ganas de dejar este libro en manos de unos gnomos. - Bufó.- Creó que alguien contrató al profesor para estudiar el contenido del diario, por lo que tal vez alguien en la universidad sepa quién era el mecenas detrás del profesor. Luego podemos contactar con ea persona y cobrar una humilde recompensa por devolver el diario perdido. Sería una buena salida para deshacernos de este marrón.

Tras una pequeña pausa en la que terminó de comer, continuó.- Podemos preguntar también a la casa Cannith, a mi modo de ver son ellos seguramente los dueños legítimos del diario, y seguro que estarán contentos también de poder recuperar una reliquia perdida... Mañana podemos ir a los dos sitios y juntarnos al almuerzo para poner en común lo averiguado, ¿qué os parece?

Powaqqatsi acabó de oler unas flores y les rellenó el agua a su florero mientras oía a los demás.  Luego resumió:

Bien.  Entonces que sea Universidad primero, casa Cannith segundo.

¿Nos dividimos en dos grupos o vamos juntos? 

Le dio distraído los pedazos de carne seca y tocino a su buitre en lo que los demás se decidían.  Alejó a Ch'om del gato que ya hisseaba al verlo mover las alas por toda la sala, secándoselas estirando primero una pata y luego la otra.  

Por cierto, estimado paladín.  Creo que su edad le hace perder perspectiva.  Karnath en el tiempo de la guerra cayó en la tentación de los no-muertos, y aun le son aceptables.  Pero es una nación en paz con las otras.  Firmaron un acuerdo para que la Gran Guerra no fuera más. 

Y sabe poco de nosotros también.  Le enseñó abajo de la base de su cráneo metálico.  ¿Ve esta marca?  Es la de Casa Cannith.  A quien debí mis creación.  Pero no los represento, ni obedezco.  

Esa forjada salvaje tenía la marca de Karrnath, pero no necesariamente es fuerza militar o de seguridad de esa nación. 

Había permanecido en silencio pues poco podía aportar, las ideas estaban bien encaminadas, pero el comentario de Q sobre las marcas de fabrica me impulsó a aclarar algo.

-Por mi parte estoy libre de marcas aunque eso no implica que no respete a Los Forjadores.
Desconocía el motivo, pero mi pulida superficie carecía de los sellos que indicaban adherencia a alguna Casa o pertenecer a alguien. Quizá se debía a que al ser el último nadie había pagado por mí, aunque lo costoso de mis materiales apuntaba lo contrario, o quizá era que mi Forjador deseaba que eligiese mi camino, a fin de cuentas no me importaba.

-Yo puedo conserva

Charláis durante un buen rato a medida que Norman os va trayendo nuevos platos y jarras. Es ya bastante tarde aunque eso no evita que algunos clientes entren para tomarse un último trago rápido antes de marcharse a dormir. 

¡Ey, Norman! ¡¿Esos amigos tuyos son de confiansa?!

Norman mira a la semiorca mientras busca hueco para dejar unas jarras de cerveza e hidromiel sobre la mesa. Ante la pregunta mira hacia atrás para ver las caras de los que se reúnen allí.

-No los conozco a todos la verdad...- dice al tiempo que carga la bandeja con las jarras y platos vacíos-. Pero puedo decirte que me fío lo bastante como para servirles una bebida y aceptar su oro...¡Fuera ya de aquí, Stan! -grita al gato al tiempo que este huye tras birlar un trozo de carne de la mesa-. Disculpad al gato...

El gato se retira en busca de otros platos custodiados por otros clientes. 

Termináis de degustar los platos de Norman. El sueño y el cansancio empieza  a hacer mella en vosotros. Ha sido una noche dura. Habéis participado en una gran trifulca en una posada de nombre el Licántropo de Plata. Habéis sido detenidos y  habéis soportado el interrogatorio del "sabueso de Sharn". Habéis caminado durante demasiado tiempo bajo la lluvia. Os ha intentado matar una forjada y habéis sido involucrados en un asesinato de alguien que no conocéis y habéis sufrido el regreso del sargento Dolom... Las preguntas que os surgen rebotan en vuestras cabezas repetidamente sin encontrar respuestas ¿quién y por qué ha asesinado a ese anciano?¿Qué había descubierto?¿ Por qué llevaba un diario con las páginas en blanco? ¿ Adónde fue el "mensajero definitivo" del que os habló Finn? ¿ Qué tiene que ver la casa Cannith con todo esto? ¿Por qué está otra vez por aquí el gato de Norman?

"¡Miau!"

El gato salta sobre las piernas de Alfrik haciendo que casi derrame parte de su bebida de zumos.El felino maúlla de nuevo suplicando, o ordenando, algo más de comida. Se rasca con su pata el cuello en la zona que tiene el collar. Y entonces Alfrik lo ve...Por algún extraño motivo el gato lleva una nota en el collar que parece estar molestándole. Mientras el resto sigue hablando Alfrik, sorprendido, coge y despliega la nota...

"Si deseáis saber la verdad del asesinato de Bonal Geldem, id  a la taberna el Yunque Roto al amanecer. Una aerocalesa os recogerá frente a esta misma taberna."

Estirando el cuello para ver más allá de la solapa levantada de su chubasquero rojo, los ojos de ella se balancearon con un movimiento mecánico. Habían bajado la guardia, hablando sin tapujos en un tugurio frecuentado por chivatos y chismosos. Era inevitable. Las paredes tienen oídos, y en Sharn, hasta orejas. Y todas estaban interesadas en cualquier cabo suelto relacionado con la casa Cannith. Quién quiera que hubiera dejado aquella nota en aquel collar de aquel gato de aquella posada, era hábil. Muy hábil. A estas alturas ya podría haberse marchado, o seguir allí, como un cliente más.

Segunda ves que me cogen desprevenía esta noche. ¡Dita sea! Señores, parese que tenemos una sita mañana. Yo, por mi parte, me retiro a dormir.

De un movimiento, Daisy Sue se puso en pie arrastrando la silla hacia atrás. Antes de marcharse, posó su fría mirada en el paladín. No iba a caer en su provocación. No merecía la pena. Como si el enano abstemio quería estirar lo de señora y señorita durante las próximas siete lunas, Daisy Sue tenía demasiado temple para entrar al trap...

¿Sabes lo que te digo, Alfrik? Creo que el minino te acaba de nombrar encargao pa vigilar el diario esta noche. Trata de no meter la pata, que los llamaplata sois mucho de vivir de glorias pasás. Y ten un ojo puesto en Stan, no vaya a ser un licántropo gato disfrasao, HAHAHAHA...

Pues al final sí que entró al trapo. Mientras se alejaba, con risa burlona, levantó la mano a modo de despedida, mostrando el dorso de la mano, y su propia espalda, caminando hacia las habitaciones del establecimiento.

El ronroneo del gato saco al paladín de sus pensamientos, al bajar la vista a él observó algo en su cuello. -¿por la llama, que es esto?. -Saco un papel estrujado de su collar y miro al resto del grupo. Después vuelve al papel, lo desenrolla y lee en voz muy baja su contenido.

-Si, firmaron la paz. -Dice mirando a Powaqqatsi después de leerlo. -Firmaron un papel, un material mucho mas frágil que la forjada que hemos abatido esta noche. Que lleve la marca de Karnath puede simbolizar varias cosas, puede que sea una enviada de sus enemigos para deslegetimar al gobierno de Karnath, o puede ser una enviada de dicha nación para algún motivo, y creo que el diario nos dirá mas. Mañana averiguaremos que esta pasando en esa "improvisada reunión".

Por ultimo contempla a Daisy y se ríe ligeramente por el burdo intento de que un paladín entrase en tal tonto juego. -No os preocupes, señora o señorita Daisy, no creo que el gato sea un cambia formas pero le mantendré vigilado para que podáis dormir bien, en cuanto al diario, sera un placer guardarlo y ver la ornamentación de su bella portada. -Obvió la pobre critica de la gloria pasada de "la llama", ya que, ¿que gloria pasada puede tener un semi orco?. -Un paladín esta por encima de estas tonterías Alfrik- le recordaba su Pepito grillo particular 

Mmm.  El forjado hizo memoria de todos los que habían entrado después de ellos, especialmente de los que hubiera visto jugando con el gato.  A ver si, en retrospectiva, averiguaba las intenciones de alguno.  

No se preocupen por las guardias.  Ariete y yo no necesitamos dormir.  Yo iré afuera de la taberna, a sentarme a las escaleras.  Me gusta la sensación de la lluvia recorriéndome.  Además, no me oxido.  Cualquier problema el buitre les avisaría. 

En la mañana haré oración para poder hablar con el gato.  Seguro se acordará de quién le puso algo en el collar, y decirme a qué olía y otras claves para interpretarlas.  Algo que nos diga nos servirá para saber de adelanto algo de a quién nos encontraremos del otro lado de la aerocalesa.  Toda ventaja nos será útil. 

Le rascó la barbita al gato, examinando por pistas dejadas en el collar.  No, no creo que seas un licántropo, bonito.   ¿La letra del mensaje es como de alguien estudiado, noble, improvisado?  

Después dijo distraído por lo que revisaba:   Avisémosle a Dolom que iremos a la taberna aquella a averiguar quién más quería el libro.  

Quien dejó el mensajillo secreto me parece más el comprador del material de lectura que los receptores de la bolita voladora.  Los últimos hubieran llegado con sus machetes en alto.  

Por eso, a montar guardia.  Yo aviso.  Y salió a que la poca lluvia que aún caía le salpicara encima, como seguro hacía ahora también en los pedruzcos cubiertos de musgo, allá en la montaña.

Por cierto Daisy, le dice en el pasillo.  La nota es de caligrafía excelente. Buena tinta. Papel bueno y una ortografía y propias de una persona con educación.  ¿Quien tenía cara de ser señora noble entre los asistentes?  O de noble disfrazado. 

Daisy. Recuerdas a uno de los clientes. Estaba bastante cerca de vosotros. No era el típico hombre misterioso oculto en una esquina sino un hombre bien vestido y cubierto con una gruesa capa para la lluvia. No tenía nada característico excepto por una cosa: llevaba un anillo de la casa Cannith.

En ese mismo instante, uno de los clientes abre la puerta para abandonar el local. Un viento frío, como a aliento de lobo invernal, se cuela en el interior del establecimiento agitando el chubasquero rojo de la investigadora y haciendo oscilar las llamas de los candelabros hasta casi tumbarlas. La mano grande de Daisy Sue se lleva la mano al sombrero, para que no salga volando. Y bajo el ala, la boca se le tuerce en una sonrisa de seguridad.

Solo te diré, caradelata, que mañana vas a reunirte con tu Creador...

Sonó a amenaza de muerte, así que enseguida Daisy Sue trató de aclarar el significado de sus palabras.

Vamos, no... Ains... No con tu Creador en el sentío de dios que te ha parío y con el que te reunes al morir, ni en el sentío del ingeniero que te desiñó, que ese hará años que se habrá muerto de viejales. Lo que quiría disir es que la reunió es con la casa Cannith... Oye, perdón por el mal yuyu, ¿eh? Coleguillas pa siempre-los nudillos de Demonfly golpearon en un suave puñetazo de compadreo el hombro de Powaqqatsi-. Suerte con la guardia, y to eso.

Su cabeza se inclinó a modo de despedida, y se marchó apurando el paso hacia su habitación.

La noche transcurre con normalidad. Os despertáis aún con las imágenes de la confusa noche que vivisteis ayer. Tal vez algunos de vosotros bebiese demasiado en cuyo caso siente una gran pesadez de cabeza. Aún así la bebida de esta taberna es de buena calidad por lo que no debéis preocuparos por ningún tipo de resaca.

Os reunís en el comedor. Norman os ha preparado un desayuno suculento. Sobre una mesa preparada para seis veis varios tipos de queso, pan, vino,mantequilla, miel, fruta y varias jarras de leche e infusiones preparadas para vosotros. Parece que el tabernero lo ha preparado con absoluto conocimiento de vuestras necesidades de hoy pero también con absoluta discreción.

-Por favor, tomen asiento y coman cuando deseen- os dice retirando algunas sillas ,especialmente para las damas, a modo de invitación-. Tengo también algunas raciones para llevar por si las necesitasen. Siempre preparo unas cuantas por si algún huésped he de marcharse sin tiempo de desayunar.

La sala está vacía. Tan sólo el gato naranja de Norman se mueve entre las patas de las sillas y , con lastimeros maullidos, os suplica algo de lo que estáis comiendo. 

Terminado de desayunar recogéis vuestras cosas y termináis de pagar (los que no lo hayáis hecho ya) vuestra cuenta a Norman.El precio es bueno. Tan sólo 2 piezas de plata por todo.

Cuando salís de la taberna os golpea en aire fresco de la ciudad al amanecer. El aire trae olores de lluvia y los sonidos propios de la ciudad. Algunas personas se mueven transportando carretillas por el callejón por donde accedisteis anoche a la taberna.

Cruzando el callejón aparecéis en uno de los laterales de la torre que ocupáis. Una balconada progresa a vuestra izquierda por una calle que rodea el muro y a vuestra derecha por unas escaleras que descienden. Frente a vosotros hay un pequeño amarradero en el que veis detenida una aerocalesa. Su "gondolero", un tipo alto de nariz aguileña, está de pie en la balconada frente a su embarcación. Lleva un sombrero de tres picos y una gruesa capa de color oscuro. Al veros deja de comer guardándose lo que estuviese comiendo en el interior de sus pantalones y se dirige a vosotros.

-¿Buscan transporte caballeros?- dice descubriéndose e inclinando algo la cabeza-.Este es un servicio especial para seis clientes. Si ustedes son aquellos para los que me han contratado tan sólo deberán decirme el destino al que quieren ir para certificarlo...

Cuando decís al propietario el nombre de El Yunque Roto os invita a ir embarcando. 

-¡Pues vámonos!- os dice con bastante energía el hombre a medida que vais subiendo-. Vayan pasando bien al fondo porque son bastantes ustedes.

A medida que subís a la aerocalesa os invade una profunda sensación de vértigo. No es de extrañar ya que , literalmente, la embarcación levita en el aire pero cabecea y se mueve como si estuviese en el agua. La sensación es que si se descompensase la aerocalesa podría volcar lanzándoos a una muerte segura. Os queda la esperanza de que esta contingencia haya sido ya prevista y que, de alguna forma , estos cacharros voladores no puedan darse la vuelta. Si, seguramente sea así.

-No se pongan todos en el mismo lado o volcaremos.-El barquero os confirma de esta forma vuestras peores sospechas.

Una vez habéis embarcado el hombre agita un remo pesado y la aerocalesa empieza a moverse. Al principio va despacio separándose de la torre y adentrándose en un gran espacio. Sin embargo, poco a poco  va ganando velocidad. Os sorprende ya que cuando las habéis visto moverse desde las torres no parecían moverse tan rápido.

El aire fresco de la mañana se convierte en aire frío. Debéis re-colocaros la capa y envolveros en ella para aliviar el entumecimiento. Para llegar al Yunque Roto el hombre debe descender varios niveles. Un cosquilleo en la barriga os advierte de la repentina pérdida de altura. El hombre maneja la aerocalesa con gran habilidad al tiempo que saluda a otras embarcaciones e incluso mantiene alguna breve conversación a base de gritos.

Finalmente se detiene en la torre del Constructor. Tras fijar la aerocalesa al muelle con una cuerda os ayuda a bajar de la embarcación. Justo enfrente veis una puerta y un letrero: EL YUNQUE ROTO.

Todo parece normal en esta zona de la ciudad. La actividad ya es casi plena a estas horas de la mañana. Diversas personas charlan entre ellos cerca de la puerta sin apenas reparar en vosotros. Al entrar se acerca a vosotros una matrona mediana. Os saluda y os indica que la sigáis. Os lleva a una mesa al fondo de esta sala común.

Allí veis sentada a una humana a la que la mediana se refiere como "Milady" y que viste una capa azul oscuro. Posee unos rasgos delicados y un brillante cabello negro liso con adornos de plata y turquesa. Lleva un anillo con el sello de la casa Cannith en el anular de su mano derecha. Os habla con voz suave pero clara:

-Gracias por venir. Tenemos importantes negocios que discutir relacionados con la muerte de Bonal Geldem. Por favor, sentaos.

Hay sillas suficientes para cada uno de vosotros. 

Vamos al Yunque Roto mi buen señor.  ¿Nos puede llevar? 

Mientras decía esto, el sospechosista Powaqqatsi trató de adivinar las intenciones del barquero.  También miró a todos lados por si hubiera gente esperando a asaltarlos una vez subidos en un sitio tan vulnerable.

Gracias señor, le dice al barquero.  Algún artífice debería inventar arneses flotadores por si, en alguna ocasión, la naturaleza no lo quiera -dice golpeando una madera dos veces con sus nudillos metálicos, se llegara a voltear.  Deberían unirse para pedirlo.   Le da una moneda como propina con su enorme mano metálica.  ​

Se me está antojando estudiar artificio para hacer esas cosas, arneses, inventos raros, y también... algo me da que sólo sean humanos los creadores de forjados, y no podamos serlo nosotros mismos, autónomamente, cómo ellos hacen niños.

Luego sigue a la mediana al interior del edificio, hasta ver a su anfitriona.    Je je, hablando del Rey de Cyre... "Mi creador"-a. Ah q'esa Daisy...  

 Se le acerca a la dama con cortesía, pero la frente en alto.  El es un ser libre, se lo reafirmaban cada día en su comunidad faérica.

Lady Cannith, supongo.  Muy buenos días.

Piernas largas... labios sensuales... La tal "Milady" era capaz de hacer que muchos hombres perdiesen la cabeza entre los cabellos de su sedosa melena. Era el pecado; era el cebo. Incitaba a dormir en sus sábanas mientras la muerte tiraba de sus compañías. Desde el momento en que Daisy Sue vió aquellos ojos, supo que aquella mujer les iba a traer muchos problemas. ¿Pero acaso no los traían todas las mujeres?

Tratad de no pensar con el colgajo-susurró a Finn, Alfrik y Mug.

Daisy Sue descartaba que la clienta quisiese engatusar a Ariete o a Powaqqatsi, sería demasiado raro. Pero los otros tres eran presa fácil... demasiado sugestionables. La señorita Demonfly se aproximó a una de las sillas y tomó asiento frente a aquella loba de terciopelo azul, sin saludar siquiera.

Vamos a dejar las cosas claras... "Milady"-dijo con retintín-. Una caradelata hizo un largo viaje para hacerse con un libro, uno mu antiguo. De los Cannith Pre-Galifar. Si hiso ese viaje es porque su banda no dispone de agentes en Sharn. Pero de algún modo sabían que el libro sí estaba en Sharn. Lo cualo me lleva a pensar que, o bien la caradelata estaba intentando recuperarlo después de que Bonal o los Cannith se lo llevaran del emplasamiento original ilegalmente... o bien se filtró la informasión directamente desde la casa Cannith o la Universidá Morgrave, con lo cual hay un traidor...

Pero lo que no logro comprender es porqué coño es tan importante un libro sin garabatos y que ni siquiera se puede escribir en él, señoraaa...-dejó la frase en el aire, esperando que la Milady la completase con un nombre.