Partida Rol por web

Powaqqatsi se paró apresurado. 

Trató de hacerle gestos de calma al perro.  De mostrarle poca agresividad para que mantuviera su distancia.  No sería suficiente para lograrlo así recién caído del cielo 

Denle dos oportunidades de que me ataque.  Imploró a sus amigos.  Si no lo he convencido yo a la 2nda ya pueden atacarlo ustedes.  Déjenme arriesgarme.  Por salvar una vida forjada vale la pena.  En este animal fluye la misma chispa de vida que nos hace a Ariete y a mi, y quiero ver si puedo mantenerla sin apagarse -como lo hacía en ese momento el fuego del perro ya destruído.- Déjenme intentarlo. 

Finn empieza a dar vueltas a su honda. La bala de plomo del extremo empieza a acelerar. La cuerda emite un zumbido constante y agudo...

-¡Powaqatsi! ¡No!- grita mientras espera ver aparecer al perro metálico para dispararle-. ¡Son Defensores Férreos, no el mejor amigo del forjado! ¡Su única misión es defender este lugar!- grita. En ese momento ve aparecer la cabeza del constructo y suelta la bala...

Un silbido corto y penetrante corta el aire. Un chasquido.Uno de los ojos cristalinos del perro se pulveriza en una nube de cristal.Sacude su cabeza. Pero eso no evita que haya perdido un ojo. 

Yo no creía nada de lo que Q había dicho sobre la "chispa de vida". Pero él si..
Bajé el arma mientras intentaba bloquear los ataques del ser o a él.
-Ustedes registren el lugar, nosotros nos encargaremos del defensor. No era una sugerencia.

Le daría a mi hermano de forja una oportunidad, dos en realidad, antes de atacar.

Powaqqatsi decía que podía hacerlo. Finn decía que no. Y esos eran los dos tipos más listos de la expedición. Así que no, Demonfly no sabía quién de los dos tenía razón, ni si era mejor matar al cacharro o tratar de domesticarlo. Así que se guió por su presentimiento inicial, y cargó contra el animal mecánico con la maza en alto.

¡¿Quieres un chucho, Powaqqatsi?! Puedes quedarte con el del nano-dijo señalando al paladín recién bajado-. Pero Daisy Sue Demonfly nunca ha dejao que se papen a un socio, y esta no va a ser la primera vez.

Daisy Sue terminó su carrera, y la bola de su maza descendió. Antes de tiempo. El chucho se había apartado, y las baldosas de la estancia escupieron una docena de esquirlas al quebrarse.

Maldición... ¡Druida! ¡Tienes una sola oportunidá! ¡Haz lo que sea que quieras hacer, o te juro que la próxima vez no voy a vacilar!

Parecía que en el último momento Daisy Sue había contenido su golpe por las palabras de Powaqqatsi.

Alfrik consigue llegar hasta abajo sin ningún percance. Abajo se da una extraña situación. Ve que el druida, el forjado conocido como Powaqqatsi, pide a los demás no atacar al perro metálico. Al mismo tiempo Finn dispara con su ballesta al perro y le pide que "ni lo intente". Ariete levanta su maza preparándose para golpear pero no golpea. Y la semiorca se lanza contra el defensor férreo para intentarle golpear. Y de repente, choca contra un muro de adamantita. Ariete se halla plantado frente a la semiorca...y se interpone entre ella y el defensor. Si la semiorca pudiese diferenciar entre la mirada de un forjado normal y la mirada de un forjado enfadado...diría que, ahora mismo, Ariete forma parte del segundo grupo.

"¡Ssss-clunck!" Algo le sucede al perro metálico que ha quedado desactivado por los golpes y el fuego. En su frente aparece una barra metálica con forma triangular...

El semielfo seguía en el tejado indeciso a bajar. Los nuevos acontecimientos, con Ariete amenazando a la cazarecompensas, hacían que la desconfianza hacia sus compañeros forjados aumentase. Sus acciones eran impredecibles, y habían dejado claro su declaración de intenciones, el metal importaba más que la carne. Sin saberlo, se habían metido de lleno en una situación muy peligrosa.

- ¡Son defensores férreos! - repitió crispado.- Fueron creados para atacar hasta quedar destruidos, ¡no tienen conciencia, tan sólo están imbuidos de magia! ¡Estáis en peligro diablos! - Gritó ante la dantesca escena.

Con alarde de valor inusitado en él, sopesó las opciones y empezó a bajar por la cuerda. Sería más útil que escondido en el tejado.

Cuando vio lo que ocurría con el guardián caído, grito otra advertencia.- ¡Cuidado! No sabemos que magia pueden guardar y los cuerpos pueden explotar! - Y a su compañero el paladín, añadió.- ¡Alfrik, la vara de curación, tu eres un guerrero, yo me encargaré de manteneros vivos!

Al intentar bajar por la cuerda Finn se balancea en exceso. De hecho se balancea tanto que teme caer de espaldas por lo que sólo puede agarrarse fuerte a la cuerda pero sin descender ni un centímetro. Tendrá que estabilizarse antes de intentar descender.

Powaqqatsi desde el suelo intenta, con toda la maestría de la que es posible, calmar a lo que el cree que pudiera ser un forjado. Tal vez Finn tenga razón y se trate de poco más que un mueble pero, ¿y si se equivocase?. Viendo que ha atacado a Ariete aprovecha para levantarse. 

Se prepara para conjurar.Sus manos realizan unos gestos al mismo tiempo que pronuncia unas palabras aprendidas de la lengua druídica. Una lengua tan antigua como la propia naturaleza con la que fluye en harmonía. Un animal normal influenciado por esta magia vería al druida como a alguien respetable.

El constructo es muy rápido. Su dentellada alcanza a Powaqqatsi en una de sus piernas. Parte de las placas que cubren su cuerpo se medio arrancan. Las cuerdas que sirven de tendones se rasgan. Y el druida forjado experimenta una sensación muy parecida al dolor...

Demonfly es del tipo de personas que no recula. Nunca da un paso atrás. No vacila, y raramente cambia de opinión. Quizás por ello la intervención de Ariete cortándole el paso le resultó tan desquiciante.

¿Explotar?-repitió la palabra de Finn que más llamó su atención.

Daisy Sue retrocedió hasta el fondo de la sala en el último segundo. Con la maza introducida por un lateral tras la cortina de la estantería, apartó el hule y se protegió tras él. La cazarrecompensas ya había tenido suficiente ración explosiva tras el incidente de la esclusa. Como Finn le haya engañado para hacer el ridículo, y al final no haya explosión, el semielfo entrará de cabeza en la lista negra de Demonfly junto con Ariete.

Este es el momento; Powaqqatsi sabe que una siguiente mordida puede dejarlo inconsciente, herido de gravedad, o peor, pero está dispuesto a arriesgarlo todo por si este perro tiene algo de vida verdadera, por si en el fondo es un animal forjado y no sólo una trampa sofisiticada como el capitán de la barba quemada parece querer decirles a gritos. 

Une ahora la bendición del Dios de la Forja, con la de los espíritus de la naturaleza; une lo que recién ha intuido de los constructos con lo que sabe del espíritu de las manadas. 

Canijo canino Cannith.  Únete a nuestra jauría.  Tendrás lo que necesitas.  Te construyeron los Cannith para defenderlos a ellos y sus secretos, pues en esa misión estamos.  Tu esencia mágica puede ayudar.  Y si tu deseo es ser libre en las nuevas Tierras de Duelo, te llevaré allá. 

Se da cuenta del compartimiento abierto en el otro perro, tal vez sea una llave.  Y estos dos serían entonces unos can-dados.  Sonríe, como si en su rezo de paso le pidiera que les prestara la otra llave que contiene y deje de atacarlos. 

Colgado como estaba aún a unos metros del suelo, el semielfo no entendía nada de lo que pasaba a sus pies.

Sin tiempo para poder pararse a pensar, tan sólo estaba preocupado porque ninguno de sus compañeros cayera bajo el guardian férreo. Así, balánceandose sobre la cuerda, utilizó como pudo su mano libre pasa sacar de su cinto la vara de grasa que tan bien atesoraba. Apuntando al engendro mecánico, lanzo una carga de grasa esperando que el cánido mecánico no pudiera alcanzar de nuevo a su compañero forjado.

- ¡Debéis acabar con esta broma ya! - Gritó a sus compañeros. - ¡Y cuidado con las barras esas que le salen a estos bichos del cráneo, no sabemos que son!

Triste, dándose cuenta que era un constructo sin alma, y apenas venciendo la resistencia que tenía a la idea de que eso fuera cierto, reticente a dañarlo siquiera, hizo un inútil gesto de ataque.  Dejó a Ch'om hacer su estrategia básica,  volar atrás de él y ponerle un picotazo en la cola, en el punto que no estorbara el ataque de Ariete.  Hermano, le dijo a este con tristeza al dejar su cimitarra dar ese giro desganado, puedes pegarle.  En todo caso nos lo llevaremos para reparar y estudiarlo.   ¿Se le oía un nudo en la voz al druida forjado de los Eldeen?  No, ellos no son así.

El Defensor Férreo intenta atacar una vez más a Ariete. Y una vez más no consigue penetrar su armadura de adamantita. Aparece volando tras el constructo el buitre de Powaqqatsi. Su pico, acostumbrado a romper cáscaras de nueces, es capaz de dañar al perro metálico. Parte de la cola metálica del defensor queda colgando del pico del animal de powaqqatsi. 

Finn, cogido con una mano  a la cuerda dispara con su varita algo similar a un  chorro de energía amarillenta y oleosa que impacta bajo el defensor y se extiende bajo los propios pies del druida forjado. Veis como sus pies quedan hundidos en una substancia amarillenta...¡Grasa! Sin soltar la varita el bardo se balancea hacia atrás y suelta la cuerda justo en el momento en el que se encuentra boca abajo. Con una voltereta aterriza sobre unos cascotes.

El Defensor Férreo consigue mantenerse en pie sobre la viscosa grasa invocada por Finn...