Partida Rol por web

El corazón de Sakura late desaforado al escuchar la proposición de Izume y una inmensa sonrisa de felicidad ilumina su cara antes de lanzarse a sus brazos mientras grita a algún compañero

-"¡Cúbrenos!"-besa con pasión a Izume-"¡SÍ!¡Claro que me casaré contigo!"-responde emocionada y ajena a las balas que vuelan sobre sus cabezas

Cuando Tomohiro se aproximó a Yûki con aquel regalo entre sus manos, pudo ver como una extraña luz titilaba en los ojos de ésta. Había escuchado sus palabras en silencio, ensimismada en cada uno de sus movimientos, y cuando vió aquel regalo... su alma había contenido el aliento un segundo para luego expandirse por toda ella, desbordandola de sentimientos que aún no sabía, o no podía, controlar.

- Nunca... - extendió los dedos para tocarlo pero recogió la mano contra su pecho, como si temiera romperlo al tocarlo - nunca me habían regalado nada así de bonito - su voz apenas susurrada sonaba sobrecogida de emoción. volvió a hacer otro intento y ésta vez si que recogió la cajita, rozando las manos de su amado mientras lo hacia.

- Tu lo eres todo para mi. ¿cómo no voy a aceptarlo? - con una dulzura y delicadeza extraña en ella, rodeó el cuello del noble con sus brazos, aún sosteniendo el presente, para acabar besando los labios del hombre para el que vivia, y viviría, el resto de su vida.

Sadame (Piano cover)

Chihiro da un respingo al escuchar la propuesta de Takeshi. Embargada por la emoción, mira a Takeshi con la mandíbula medio abierta de asombro. El tiempo parece estirarse en una eternidad mientras busca las palabras para responder. Sus ojos se cubren de lágrimas que recorren su rostro arrebolado.

Yo... lo siento - se limpia la cara con una manga, pero las lágrimas siguen manando de sus ojos - No sé... cuánto tiempo llevaba esperando que me dijeras esas palabras. Empezaba a estar desesperada... hasta que Tomoe-sama me dijo que acabarías por decírmelo - coge la mano de Takeshi entre las suyas y la aprieta contra su pecho. Takeshi puede notar la calidez de su pecho y el corazón aleteando como un colibrí - No conozco mejor hombre que tú. Eres inteligente, amable, valiente... - besa con dulzura la mano de Takeshi y sigue confesándose con el rostro arrebolado y surcado de lágrimas, que ahora Takeshi sabe que son de felicidad - Fuiste el primero que no puso en duda mi capacidad por mis orígenes humildes, y seguiste confiando en mí aún después de que se revelasen los milagrosos poderes sanadores de Furuhashi-sama y Sachiko-chan. Yo... te amo, Takeshi. Llevo tanto tiempo amándote que ya no sabría vivir mi vida si tú no estuvieras en ella. Sí, quiero ser tu esposa y amarte durante el resto de mis días.

Sobreponiéndose a su timidez, Chihiro se adelanta hasta que sus labios se posan sobre los de Takeshi - Perdóname - dice al probar el sabor salado de sus propias lágrimas - Soy tonta. Por más que lo intento no puedo dejar de llorar.

En ese momento alguien llama a la puerta de la enfermería...

Chiro abre la puerta descubriendo que era Arisa la que llamaba. A pesar de su cara enrojecida y húmeda por las lágrimas no parece triste sino embargada de felicidad. Takeshi está sentado en el camastro y con el cuerpo medio cubierto por vendajes limpios.

Arisa-san - la saluda Chihiro mientras se limpia la cara con una manga - No esperaba verte por aquí ¿Ya ha terminado la reunión?...

Conforme se va confesando voy enrojeciendo más y más. No sé muy bien cómo actuar, sólo sé que no me gusta verla llorar. Y menos por mi culpa, aunque sea por felicidad como voy averiguando conforme sigue hablando. Al besarme enrojezco todavía más, siento mi nuca ardiendo y el sabor salado de las lágrimas. Con esfuerzo me pongo de pie y la abrazo, apretándola contra mi pecho para intentar que deje de llorar. O por lo menos consolarla un poco, o que se le pase el sofoco. Soy un cafre.

-Pero...¿de dónde has sacado que podría dejar de confiar en ti?.- Le doy un beso en lo alto de la cabeza y sigo hablando bajito.- ¿O que me importen tus orígenes?. Me importas tú, y eso no cambiaría aunque fueras la hija del Emperador o de un granjero. O aunque otras personas tuvieran los poderes del mismísimo Dios.- Sonrío contra su pelo.- Te valoras muy poco, mujer. Te hice una promesa en Shimonoseki que supongo no fue muy clara...así que te la repito ahora.- Digo vocalizando cuidadosamente para que me oiga por encima de sus propios sollozos.- Quiero casarme contigo aunque sea lo último que haga.- La aprieto un poco más fuerte.- Siempre he querido estar contigo, pero tenía miedo de que te pasara algo por estar juntos, o que a mí me pasara algo y dejarte sola, o que no sintieras lo mismo...pero no quiero vivir sin ti. Más bien no puedo vivir sin ti.- Oigo los golpes en la puerta y frunzo el ceño para después apartarme lentamente de ella. Tengo las piernas cansadas y me vuelvo a sentar en el camastro, inclinando la espalda para aliviar un poco el dolor.- Te juro que a veces creo que tienen una especie de sensor para empezar a dar por el saco en cuanto me despierto...-Le sonrío con un leve gesto travieso mientras va hacia la puerta.- Supongo que no podemos fingir que sigo inconsciente hasta llegar a la estación...pero recuerda que tú y yo tenemos una cita en Mibu.- Comento seguro de lo que estoy diciendo.-En cuanto la hayajiro toque el andén...

Arisa abre la boca para responder pero entonces se fija en las lágrimas de Chihiro y la cierra rápidamente, asintiendo simplemente.

- Sí, ya ha terminado. Mogami-sama ya ha tomado una decisión para nuestro siguiente rumbo. - responde con voz queda. Durante unos instantes duda, pero finalmente habla con voz firme, haciendo gesto de mirar al que todavía está en el camastro - Me han dicho que T... Fukui-san ya está mejor. Y yo... Tenía que hablar con él. En privado. Por favor. - termina en voz más baja, esperando que la doctora lo entienda.

¿Eh? - Chihiro parpadea un par de veces hasta que se da cuenta de lo que le está pidiendo Airsa - ¡Ah! Claro. Por supuesto. Iré a... esto... Iré a hacer una ronda entre los heridos - Coge su mochila y le da a Takeshi un rápido beso en la mejilla - No te fuerces demasiado ¿De acuerdo? Todavía no puedes volver al trabajo.

Hace una rápida reverencia hacia Arisa y sale de la enfermería cerrando la puerta tras de sí...

Mientras la doctora abre la puerta yo estoy sentado con las dos piernas en el borde de la cama y con la espalda levemente inclinada, tomando aliento después de haberme puesto de pie tras tanto tiempo.

-Pues parece que no hemos llegado a tiempo a la reunión, actualmente estoy más lento que de costumbre...Furuhashi-san.- comento de buen humor, cierto rentintín y con tono casual justo antes de sonreírle a la muchacha morena, que me está leyendo la cartilla. De forma instintiva le acaricio con suavidad la mano cuando me da el beso.- No te preocupes, no me moveré de aquí. Pero intenta descansar un poco...yo voy a estar bien.

Cuando Chihiro se marcha le hago a la pelirrosa un gesto con la mano hacia la única banqueta cercana al camastro, por si acaso Hime-sama quiere sentarse. Se me escapa otra sonrisa al darme cuenta de que debo tener un aspecto bastante terrible. Al cabo de un par de segundos de incomodidad carraspeo.

-Parece bastante peor de lo que es...- Vuelvo a carraspear y me rasco la nuca un momento.- Pensaba ir a buscarte luego...

La psíquica aprieta un momento los puños al ver el beso que le da la doctora a Takeshi y desvía su visión al suelo, casi pudiendo ver las vías que atraviesa la Ryugujou a toda velocidad. En cuanto se va, se vuelve a fijar en Takeshi y se sienta en el taburete, obedeciendo el gesto que le hace. ¿¡Y ahora qué!? ¡Era él el que quería hablar! Arisa da un respingo al escuchar la voz del noble, con las uñas ya aferrándose al taburete.

- Menos mal... - murmura, fijándose en sus vendas. Otro silencio incómodo pasa hasta que él vuelve a hablar y ella sacude la cabeza, empezando a notar el calor en la cara - ¡Ah, n-no pasa nada! Aún no estás recuperado así que está bien así... De hecho, lo siento por no dejarte descansar bien. - Lo siento por tantas cosas... Arisa traga saliva y suelta un breve suspiro - ¿Estás... enfadado conmigo? ¿Es por eso por lo que querías hablarme? - pregunta en voz queda.

-No te preocupes, acabo de despertarme por primera vez desde que llegué aquí así que he tenido descanso más que de sobra.

Observo cómo se agarra al taburete y suelto un suspiro, balanceando los pies descalzos un poco por encima del nivel del suelo.

-No, claro que no estoy enfadado contigo, ¿pero por qué diablos iba yo a estar...?.- Me freno en seco y vuelvo a suspirar, frotándome el puente de la nariz.- Arisa...por favor respira hondo y relájate.- Se me escapa una sonrisa, está tan nerviosa que me está estresando, y no quiero que se ponga así.- Y deja de asesinar el taburete con las uñas. ¿Me podrías explicar la razón de que siempre parece como si estuvieras esperando que te gritara, te torturara o algo igual de terrible?. No soy un monstruo, por favor...y....y...y...- la verdad es que la muchacha a veces me pone nervioso.- Tampoco tienes que sentarte como si estuvieras obedeciendo una orden, quiero decir que era simplemente una petición y...-Me peino el cabello de la nuca, erizado de estar tanto tiempo acostado.- Mira, me estoy liando.

Enderezo la espalda y respiro hondo para poder hablar despacio y tranquilamente.

-Apenas recuerdo nada de lo que pasó después de que aquella cosa me mordiera en el cuello y me llevara todos los golpes, me abrasara en el cañón y aterrizara con la cabeza por delante en...- me freno en seco, consciente de que igual toda esa información es demasiada información, y hago una mueca.- Pero recuerdo lo que me dijiste, y que dijiste cosas que no entendí hasta que Lyashi no vino a hablar conmigo después. El tema es...que no deberías disculparte.- Me rasco la nuca, incómodo.- No te culpo por nada. Quiero decir...vale que no estuvo del todo bien que me hicieras atravesar una ventana...- Refunfuño.- Pero mirándolo por el lado bueno podrías haberme estampado contra la pared, ¿verdad?. Y quiero pensar que no lo hiciste aposta, así que no veo la razón de que tengas que disculparte. Y para hacer el idiota y ponerme en peligro creo que es evidente que me sobro y me basto yo solo, no te atribuyas el mérito.- Concluyo con torpeza.- Además me hace sentir profundamente incómodo que me trates como si por alguna razón fuera superior a ti por algo, así que...¿por qué no intentas verme como lo que soy y hablarme como si fuera alguien de tu misma edad?.- Sonrío de medio lado.- El único momento en que me cabreo contigo es cuando me llamas “Fukui-san” o “Fukui-sama”. Mis padres se esforzaron mucho para encontrarme un nombre, y me gusta que la gente lo use...

Buscando mi comodidad y poder mirar a la pelirrosa me apoyo un poco en el cabecero de la cama y sigo penduleando los pies.

-Así que vamos a intentarlo otra vez, Hime-sama de la familia Furuhashi.- Comento para intentar que la chica se relaje un poco, ya que al fin y al cabo tenemos el mismo status.- No estoy enfadado contigo. No hay nada por lo que debas disculparte. Salvo que vayas a intentar catapultarme a sabiendas no me molestas. Pero tus poderes me dan miedo, pavor incluso. Cualquier persona mínimamente inteligente tendría miedo de tus habilidades ofensivas, y que me haya llevado una serie de batacazos es más culpa mía que de nadie.- Se me escapa una tos y sonrío.- ¿Hay algo más que necesites saber para poder tranquilizar tu conciencia?.

La pelirrosa se gira hacia él, sorprendida de que la llame por su nombre y como si fuese una niña intentando esconder un juguete roto, aparta las manos de su asiento y las deja a su espalda.

- No eres un monstruo... - susurra, bajando la cabeza, arrepentida. Jamás querría que tú pensases eso...

Arisa se queda en silencio mientras habla, relajando poco a poco los brazos y dejándolos sobre sus piernas, mientras se vuelve a atrever a mirar a Takeshi. No sé qué le dijo Lyashi-san... Pero de verdad que no parece enfadado. Mordiéndose el labio y aún notando el corazón palpitando prácticamente en su cabeza, levanta un poco la cabeza, con la boca entreabierta por la sorpresa y la admiración. Una leve sonrisa surge en su rostro al ver cómo él hace lo mismo y finalmente niega con la cabeza. 

- No es algo que quiera saber, porque ya sé la respuesta... Pero sí hay algo que quiera decir. - dice todavía con la sonrisa, algo triste - No es que piense que eres un monstruo... ¡Para nada, en todo caso lo soy yo! - sacude las manos y niega con la cabeza rápidamente, quedándose con la cabeza fija en su regazo - Aunque sí tenía miedo... De que te enfadaras conmigo. De que me odiases. Hay mucha gente que teme nuestros poderes y es normal... Pero nunca he querido hacer daño con ellos, y mucho menos a ti. Es sólo que... - la joven cierra la mano en un puño sobre su pecho y ladea la cabeza, tomando aire - Soy una Furuhashi... Y mi deber es desarrollar mis poderes psíquicos. Desde siempre, me enseñaron a controlar mis emociones... a contenerlas más bien, para poder seguir con mis deberes. Para no tener interferencias en mi entrenamiento. Y si fallaba... - su sonrisa se tuerce en una pequeña mueca durante un instante - Bueno, no podía fallar. Sin embargo, últimamente... 

Arisa traga saliva y levanta la cabeza, con su visión fija en los ojos de él. Siente cómo sus labios empiezan a temblar, pero tensa los hombros y consigue controlarse al momento, hablando con voz decidida.

- Desde que llegué a la Ryugujou, he cambiado. He sentido que soy responsable de mi propia vida por fin y... mis poderes se han descontrolado. Porque mis emociones se han descontrolado. Porque eres de las pocas personas que me han tratado bien aun sabiendo lo que soy. Porque has seguido sonriendo aunque te lanzara por una ventana, y has sido de los pocos que no me ha mirado con odio desde entonces. Porque has sido capaz de perdonarme con todo lo que he hecho... con todo lo que te he hecho. - Arisa se levanta del taburete y se acerca para tomarle una mano suavemente entre las suyas, sin separar la mirada - Sé que no eres superior a mí, pero sé que eres la persona a la que más quiero proteger en el mundo y sólo quiero estar a tu lado y ayudarte, a pesar de que siempre me sale mal. Sé que, de alguna forma, siempre acabo pensando en ti y siento que mi corazón se ilumina cada vez que te veo sonreír. Y hasta hace unos meses ni siquiera sabía que podía sentir algo así pero ahora... - la psíquica suelta una risa en un suspiro, cargada de felicidad y tristeza a la vez - Eres la primera persona que me hace sentir algo así y no me importa que tú no sientas lo mismo por mí... Yo soy feliz si tú lo eres, porque te quiero. Te amo, Takeshi. - estrecha un poco más su mano y su sonrisa se amplía dulcemente - Eso era lo que quería decirte y agradezco a los dioses que sigamos vivos para que haya podido hacerlo.

Intento hacerme una idea de cómo ha debido ser la vida de la chica hasta que ha llegado a la hayajiro.

La verdad es que durante toda mi vida he gozado de una libertad extrema, a menudo provocada por mi actitud y por el pavor que sentía de quedar reducido a mi título. He sido libre, pero me lo he ganado con uñas y dientes. Ella no ha podido, y no sé cómo puede sentirse una persona cuando tiene unas capacidades que provocan que el resto de la gente la odie. Yo los alejaba conscientemente, así que para mí la soledad siempre fue un agradable beneficio que buscaba.

Cuando me mira a los ojos algo en la parte de atrás de mi cabeza suelta un silbido, como advirtiéndome de que algo no va del todo bien. No sé lo que me va a decir, pero tengo la impresión de que va a haber un cambio sustancial en la conversación. Conforme sigue hablando empiezo a experimentar calor y frío, alternativamente. Las mejillas me enrojecen y aunque quiera no podría desviar la mirada, y no sé cómo voy a hacer para contestarle. No sé qué decir, no sé lo que pensar. Sólo sé que...oh, mierda.

En el momento en que se levanta del taburete intento levantarme yo también, instintivamente quiero echar a correr y esconderme en algún sitio, pero no soy capaz. Al cogerme la mano empiezo a temblar de forma imparable. No soy bueno con los sentimientos, y empiezo a encontrarme mal aunque me mantengo todo lo sereno que puedo, los ojos abiertos de par en par fijos en la muchacha. Le aprieto la mano de forma casi espasmódica, y cuando termina de hablar cierro los ojos un segundo y respiro hondo, para terminar sonriéndole con suavidad.

-Arisa.- Cubro su mano diminuta con mi otra mano, y se la aprieto.- Eres una buena chica, una preciosa mujer que no se merece que la gente la trate mal por lo que es capaz de hacer, y estoy seguro de que mejorarás con el tiempo. Me siento honrado de que pienses en mí de esa manera, y quiero que sepas que si alguna vez necesitas mi ayuda no tienes más que pedirla. Estaré a tu lado, y te apoyaré como si fueras de mi familia.- No sé cómo seguir, nunca nadie me ha explicado cómo se hacen estas cosas así que opto por ser sincero y directo. Aún con su mano entre las mías le sonrío con suavidad.- Pero no puedo corresponderte, no de la manera que tú quieres y mereces.- Cojo aire, no quiero que piense que soy una persona horrible o algo, lo mínimo que se merece es oir la verdad. Continúo hablando en voz baja con toda la suavidad que puedo, no quiero hacerle daño.- Arisa, Chihiro y yo...- me muerdo el labio y carraspeo, ruborizándome incluso más.- le he pedido que se case conmigo, y ha aceptado.- Una vez lo digo en voz alta la noticia se vuelve real, y boqueo casi al borde de un ataque de ansiedad. Al final la miro, comprobando que está "bien".- Me gustaría pensar que podemos ser amigos, y me ha hecho muy feliz conocerte...aunque me dieras unos sustos de muerte cuando te desmayabas...- Le aprieto la mano otra vez y ladeo la cabeza, sonríendole de medio lado para intentar alegrarla.- ¿Crees que podrías seguir aguantándome como amigo, Hime-sama?. Echaría mucho de menos tu forma de ordenarme que te escolte...- Titubeo un segundo y me ruborizo de nuevo.- Por supuesto, si prefieres no volver a verme jamás sólo tienes que decírmelo y saldré de tu camino para siempre, chibi.

Aun con el nerviosismo y los temblores de Takeshi, Arisa se mantiene aferrando su mano, sin detenerse, decidida a decir todo lo que necesitaba decirle. Cuando termina, mira un instante la mano que le está apretando él y luego a Takeshi, expectante. Y la respuesta que llega, es la misma que esperaba, pero la que no quería oír, junto con otra mucho peor. Lo sabía. Lo sabía, lo sabía, lo sabía. Y aún así, no voy a poder... sacarte de mi cabeza. Al escuchar lo de la boda, todo el cuerpo de la psíquica se tensa y por un instante, de forma casi imperceptible, aprieta más la mano de Takeshi. 

Mientras continúa hablando, Arisa evita mirarle en la medida de lo posible, aunque en su rostro se ha quedado congelada una media sonrisa triste. Su mente se queda en blanco y su cuerpo se queda clavado en el sitio, mientras un frío helado se cuela por su piel. No... Aguanta. Con cuidado y retomando el movimiento, acaricia suavemente con el pulgar la mano del ingeniero y asiente. Un pequeño atisbo de fuerza vuelve a aparecer para cuando la pelirrosa habla de nuevo.

- Ya te lo he dicho... Si tú eres feliz, yo también lo seré. Así que... Eso está bien. Seguro que C-chihiro-san cuida bien de ti. - asiente, todavía medio sonriendo y tragando saliva al trabarse. Tienes que aguantar... - Además, si estáis juntos será más cómodo para Mogami-sama, ya que parece que os necesitará más adelante... Ah, y sobre lo que has dicho antes... La familia Furuhashi también te ayudará si lo necesitas. Me aseguraré de ello. - hace una pequeña reverencia y se queda como esperando algo. En esos segundos, se hace un silencio incómodo en el que Arisa apenas se atreve a respirar - Y... sólo quería decirte eso. Y ya lo he hecho. Así que lo mejor será que te deje descansar y me... 

La psíquica hace un gesto hacia la puerta y deja resbalar la mano, alejándose de él todavía titubeante. Al llegar a la puerta, toma aire y se despide con la mano, esperando unos segundos por si quiere decir algo más. Pero la decisión ya está tomada y necesito irme...

Sonrío y le suelto la mano para después ponerme en pie con visible esfuerzo. Ya ha decidido, no sé aún el qué pero necesita tiempo y voy a dárselo. Al fin y al cabo es la única deferencia que puedo tener con ella. Eso y no contar lo que ha pasado aquí ni bajo tortura.

-No me has contestado, pero empiezo a acostumbrarme a ello.- Comento con tranquilidad mientras doy un par de pasos titubeantes. Levanto la cabeza y la miro cuando menciona a Tomohiro para encogerme de hombros.- Eso tengo que pensármelo, Arisa. Mogami-sama me contrató para esta misión e ignoro totalmente si me necesitará luego. Además cuando dejé Mibu la situación era radicalmente opuesta a la que hay ahora.- Me recojo el pelo detrás de las orejas, serio por una vez. Una cosa es marcharme de casa sabiendo que todo estaba bien, pero ahora quizás es momento de que empieza a asumir responsabilidades.-  Yo no conozco las decisiones que se han tomado, y no voy a decir lo que voy a hacer hasta haberlas escuchado.

Al verla ir hacia la puerta doy otro par de pasos y estiro los brazos con cuidado. Al final le sonrío, visiblemente molesto.

-Te agradezco que hayas venido a hablar conmigo, y me disculpo otra vez por...lo que ya sabes. Ahora si me disculpas voy a intentar volver a moverme con un mínimo de decencia, encontrar a un alma caritativa que me cuente los planes e intentar ponerme presentable...

Le sonrío con suavidad y me despido de ella con la mano, ruborizado. No puedo hacer más, ahora tengo que dejarla en paz.

En su azoramiento Takeshi apenas se ha dado cuenta, pero los múltiples dolores que aquejaban su cuerpo, desde el cuello, las manos o la espalda, han empezado a desaparecer en el momento en el que Arisa le ha cogido la mano. Ahora que está de pie vuelve a moverse con su agilidad habitual. Y sin embargo todo lo que hace es quedarse ahí clavado diciéndole adiós a su espalda...

Tras desaparecer con una fina sonrisa, la pelirrosa cierra la puerta tras de sí y observa cómo los restos de la tenue luz de la curación desaparecen entre sus manos. Al menos he podido hacer esto por él. Con pasos amortiguados se dirige hacia su habitación, sin hablar con nadie ni mirar absolutamente nada más que el suelo que pisa. La sonrisa sigue allí cuando abre la puerta y ve a Sachiko todavía practicando. Siente sus movimientos lentos mientras pasa a su lado y se sienta en su cama. Una suave carcajada se cuela en su voz antes de empezar a hablar, como la primera gota de una gran tormenta.

- He podido hablar con él. Y no se ha asustado de mí. Eso está bien. - dice suavemente, sin mirar a ningún punto en concreto. Traga saliva mientras un garabato negro se forma en su mente, un intento frustrado de tachar todo lo ocurrido - También he podido decirlo... decirle lo que sent-siento. Eso está bien. Y él... - otra gota cae de la tormenta, esta vez más fuerte, mientras la psíquica se gira lentamente hacia la niña - Él me ha dicho... lo que sentía. P-por Chihiro-san. Y él... él se va a ca... se va a casar, Sachiko-chan. C-c-con ella. Y eso... eso está bien.

La voz de Arisa se agudece con las últimas palabras, mientras su sonrisa se ensancha y carcajada tras carcajada, espasmo tras espasmo, siguen cayendo las gotas de lluvia. En algún momento su sonrisa se tuerce, su risa se convierte en hipidos y la psíquica se deja caer sobre la cama de lado. Y si está bien, ¿por qué no soy feliz? ¿Por qué duele... tanto? Encogiéndose sobre sí misma, toma la almohada entre sus manos y la tormenta termina por desatarse, con una Arisa de corazón roto gritando y llorando sobre la almohada hasta dejarse la voz y caer rendida.

Isae levantó la vista del cuaderno - Apenas nada ya para llegar a Mibu... - sus pensamientos deambulaban por los últimos acontecimientos, aquel viaje había supuesto una liberación para ella, y por nada del mundo quería volver a su antigua vida, pero no podía dejar de inquietarse porque tampoco es que lo hubiera hecho genial y fuera totalmente imprescindible. 

No podía evitar que sus pensamientos volvieran una y otra vez al momento Shimonoseki, y las miradas que todos le dedicaron, con mayor o menor razón, pero de nuevo haciéndola sentir una apestada. El dolor en los ojos de Taheshi aún le hacía daño en su moral, pero se sobrepondría, como siempre. 

Miró a Suzume con cariño, aunque parte de ella, ésa parte, quería librarse de cualquier sentimiento de cariño y así poder ir por libre, pero Isae, de algún modo instintivo, supo que era su yo egoísta tratando de librarse de todo para evitar que le hicieran daño. Estos días de tranquilidad y rutina le habían dejado pensar largo y tendido. Lo que no tenía muy claro aún era porqué la escuchaba dentro de su cabeza como una voz independiente, con un tono de voz diferente al suyo, más oscuro. - Oh, calla ya. Apenas lleva unos días aprendiendo...¿cómo va a superarnos si a mí me costó años de aprendizaje junto a mi padre? - pensó. 

Un sentimiento de tristeza y añoranza la invadió. Añoraba mucho aquellos días felices de antaño, donde su única preocupación era jugar y prestar atención a lo que sus padres le enseñaban para hacerles sentir orgullosos...hasta que llegó aquel fatídico día. 

La pregunta de Suzume la saca de su ensoñación, volviendo de golpe a la realidad. El sonido del motor y el de las ruedas pasando por las vías es reconfortante para ella, así como el olor a aceite y grasa para mantener los componentes limpios y en buen funcionamiento. Lyashi da cuenta que una lágrima está cayendo por su cara y la recoge con un dedo, mirando con una sonrisa triste a su compañera, a su amiga, a su amante. - Suzume-s.... - comienza a decir, para seguir después de encontrar una pizca de valor en su interior. - Araki. ¿Vas a volver a tu antiguo puesto en Mibu? - aunque lo que en realidad quería preguntar era - ¿Me vas a abandonar? - 

Se levantó de su lugar, pasando por al lado de Suzume y repasó los controles, así como miró por la portilla de observación para que no hubiera problemas. 

Los indicadores están dentro de los límites normales. Tal vez Korusu sólo quería utilizar el miedo de Isae a ser utilizada y luego descartada. O que ella sea ese miedo, buscando poner una coraza alrededor de su corazón.

Lo he pensado - dice Suzume a su espalda - Lo que hemos visto en Gunkanjima es... bueno, no sé ni cómo empezar a describirlo. Hasta ahora pensaba que los kabane eran lo peor que este mundo podía ofrecernos, y aún así sólo podía sentir lástima por ellos - suspira - Nunca pidieron ser lo que son, ni padecer ese hambre insaciable, ni perder su humanidad... ¿Sabes? En Mibu, cuando luchaba contra ellos no pensaba en matarlos, sino en liberarlos. Por eso nunca terminé en encajar en la guardia de la estación a pesar de las cualidades que Saito-sama veía en mí ¿Miedo a los kabane? Se lo tengo. Y mucho. Son un enemigo implacable, inmune al miedo, al cansancio y al dolor ¿Cómo no tenérselo? Pero desde que salimos de Mibu descubrí que los seres humanos podemos ser mucho peores. A los kabane los mueve el hambre, pero a Die Kriegshunde y el Kokuryukai los mueve la sed de poder y el ansia de exterminar al enemigo a cualquier precio. Ese infernal humo rojo... - se rodea el cuerpo con los brazos y desvía la mirada hacia el suelo - Me aterroriza. Jamás en mi vida he sentido tanto miedo como cuando vi a nuestros compañeros enfermar, morir y resucitar convertidos en monstruos. Si no hubiera salido de Mibu nunca habría visto cosas tan aterradoras. Y sin embargo... te he visto obrar milagros, Lyashi-san. Curaste a ese soldado de la plaga kabane. Y no sólo tú. También Furuhashi-san y Sachiko-chan, que salvaron juntas a Mogami-sama.

Su mano se posa suavemente sobre el hombro de Isae - Por eso sois... eres una luz de esperanza para este mundo enfermo, Lyashi-san.

¿Ves? - se burla Korusu - Sólo le interesa nuestro poder ¡Ja! ¡Serpiente calculadora!

Y también eres una de las personas más valientes, amables y honorables que he conocido. Por eso yo... quiero... quiero estar aquí. Contigo. A tu lado.

Las palabras de Suzume dejan, por una vez, muda a Korusu...

Rurouni Kenshin - Hiten Mitsurugi Ryuu

Desde que la Ryugujou abandonase Mibu la estación no sólo ha recuperado su antigua y gloriosa fortaleza sino que la ha aumentado todavía más. Dirigidos por la señora Fukui Tomoe y el capitán Hajime Saito, los ciudadanos y la guardia han exterminado a los kabane que la habían invadido, incinerado a los muertos y reconstruido los edificios incendiados. Ahora, enormes grúas se alzan por encima de las ya altas murallas, reforzándolas y haciéndolas aún más altas. El foso alrededor de la estación es más profundo y los portones de entrada y salida cuentan con más elementos defensivos. La invasión también supuso un revulsivo para los civiles, de forma que la guardia de Mibu tiene casi más efectivos de los que puede mantener y el resto cuenta con armas y entrenamiento en la lucha contra los kabane.

La propia Tomoe sale a recibir a la Ryugujou acompañada de su guardia personal. Tras recibir a Tomohiro y a Alma como amigos de confianza, todos los tripulantes son invitados a una recepción en su castillo. Durante la comida, Tomohiro le relata a Tomoe todo lo sucedido con Die Kriegshunde y el Kokuryukai. A continuación Alma relata cómo descubrió las verdaderas intenciones de Die Kriegshunde y decidió volverse contra ellos a favor de Hinomoto.

Las implicaciones son muy graves - dice Tomoe tras el relato - Si las potencias extranjeras se enteran de la existencia del humo rojo jamás nos libraremos del bloqueo. Es más, puede que incluso les incite a eliminarnos como país. Eso sin contar con el peligro que supone la existencia misma de ese gas - sus ojos se clavan en Tomohiro - ¿Qué piensas hacer?

Completar la misión - responde Tomohiro - Y algo más. Para eso necesito tu ayuda y la de tu hijo.

Tomoe dedica una mirada inquisitiva a Takeshi, pero al ver que éste está tan sorprendido como ella le pide a Tomohiro que se explique.

No voy a liberar a Takeshi-san de su contrato. Todavía no. Pero necesito que se quede aquí, en Mibu, estudiando tanto el humo rojo como la niebla azul. Quisiera dotarle de medios y recursos para estudiar cómo neutralizar el humo rojo y convertir la niebla azul en una cura para la plaga kabane.

Entiendo - dice Tomoe - Ciertamente puedo proporcionar esos medios de los que hablas. Takeshi-san ¿Qué respondes?...

La manita de Sachiko se posa tímidamente sobre la de Yûki. La niña ya sabe todo lo que están hablando Tomoe y Tomohiro. Probablemente más, si es que sus sueños eran visiones del futuro y no simples pesadillas. Ni siquiera la propia Sachiko parece tenerlo muy claro la mitad de las veces.

Okaa-san (1) - se levanta un poco para acercarse al oído de Yûki - ¿Crees que... estaremos bien? ¿Se acabará algún día esta pesadilla?...