Partida Rol por web

Con un sueño llegasteis a tierras extrañas y como un sueño las dejais. Agarrados a las inmensas abejas del Valle de las Flores, volais sobre bosques, colinas y montañas. En menos de un minuto superais obstáculos que os llevarían dias o incluso semanas de cubrir a pié; Ascendeis por riscos verticales para después volar sobre bosques de zarzas y rocas afiladas y muros inmensos repletos de túneles y cuevas en las que posiblemente, os acecharían todo tipo de criaturas hostiles. El aire frío de las Montañas Petrificadas agita vuestras ropas y cabellos y si cerrais los ojos, os parece estar en las altas colinas de Brolia, corriendo a través de sus prados y valles.

El viaje termina en unas horas; A pesar de lo excitante del vuelo, la inseguridad os hace desear poner los pies en tierra firme y os sentís aliviados cuando veis, a lo lejos, un pequeño poblado rodeado por enormes flores resguardado bajo un abrigo de roca. En él, un pequeño grupo de trollkin os reciben con alegría. Este lugar no es tan espectacular ni tan repleto de vida como el Valle de las flores, pero a pesar de eso es una visión magnífica para cualquier extranjero. Los trolkin os ayudan a bajar de las abejas y os acercan un enorme escarabajo de carga; Mediante gestos y palabras incomprensibles os hacen entender que se trata del último regalo de Joh Mith.

Bajo de la abeja con las rodillas temblando y una sonrisa de felicidad reflejada en el rostro.

-¡Qué extrañas criaturas éstas!-exclamo maravillado- ¡Y estos pequeños trolls parecen utilizarlos como nosotros usamos los caballos o los bueyes! ¿Cuántas sorpresas nos deparará todavía este viaje?

Contemplo el voluminoso escarabajo con una leve inquietud ¿de que se alimentará un monstruo semejante?

Durante dias avanzais lentamente por un terreno rocoso formado por colinas y arbustos altos. Encontrar la dirección correcta sería tarea imposible de nos ser por la guía de la Luna Roja que siempre indica el camino hacia el centro del imperio. Aquí el clima es templado y no hay presencia de pueblos o bestias salvajes, por lo que a pesar del lento avance, el camino es tranquilo.

Cuando llevais media docena de dias (6), caminando, algo llama vuestra atención. Acabais de encontrar un camino ancho que os permite avanzar con celeridad, pero en ese mismo camino y en dirección contraria, veis como se acercan un grupo numeroso de personas. Son dos docenas (24) de hombres, mujeres y niños, vestidos con ropas sencillas y que conducen carros tirados por bueyes cargados hasta los topes de cosas varias. A primera vista parecen refugiados. No os han visto y todavía falta un buen rato para que alcancen vuestra posición.

Observo a los refugiados con el ceño fruncido. No parecen peligrosos, pero no es conveniente confiarse en demasía. Busco a mi alrededor una posición elevada desde donde domine al grupo y el terreno detrás suyo con mi arco.

- Voy a intentar otear un poco desde allá arriba -señalo- Puede que ésos de ahí sean colonos buscando un hogar, pero también es posible que sean refugiados y algo o alguien les persiga. Incluso puede que se pongan nerviosos cuando os vean. En todo caso, vendrá bien tener un arquero oculto en un sitio alto ¿no creéis?

Salto de una roca a otra como un gato, avanzando sin dificultad en busca del mejor sitio posible desde el que observar una buena porción del camino. Alcanzo un mirador privilegiado y miro al horizonte en busca de más viajeros.

Hago sombrilla con la palma de la mano para mirar más lejos. La posición que he escogido me beneficia, sin duda alguna, porque en lontananza me parece distinguir alguna cosa...

En la distancia puedes distinguir un pequeño pueblo, con sus casitas, su riachuelo y sus granjas. No hay duda de que los refugiados vienen de allí, pero en él no ves signos de que haya pasado nada. Ni columnas de humo, ni casa derruidas ni nada raro.

Al ver a los refugiados, me vuelvo hacia mis compañeros con gesto preocupado para decidir qué hacer. Aldar suelta un batiburrillo de palabras y se pone a trepar por las rocas como una cabra montesa, y solo cuando llega arriba comprendo que su intención es ver de qué huye la muchedumbre que se aproxima. Me lo quedo mirando en espera de que nos informe. Mientras tanto, me dirijo a Swen y Erikand:

-Bueno, tendremos que mantener la mentira. Con este escarabajo no podremos pasar desapercibidos, pero creo que nos creerán si decimos que venimos de comerciar con trolls, ¿verdad Issar? Además, si están huyendo de algo no creo que nos presten mucha atención. Aun así, me pregunto de qué huirán...

Al apercibirme de que Kenvent me mira interrogativo, niego con la cabeza: no hay nada peligroso detrás del grupo de refugiados.

De todas maneras me oculto y preparo mi arco. Nunca se sabe y al fin y al cabo no conocemos estos lares.

Erikand asiente.

- De momento, tú eres mi guardaespaldas.- diciendole a Kenvent y, dicho esto, se gira hacia Swen.- Tu serás mi hombre santo. Como ya sabéis, vamos a Glamour a comerciar.

Dice por enésima vez para recordar e interiorizar su coartada. Y se gira hacia la comitiva, dispuesto a esperarlos.

Swen asiente a las palabras de Erikand pero no menciona palabra. ¿Cuando fue la última vez que habló? Se preguntan sus compañeros. Parece que Erikand tendrá que hablar por él si surge la necesidad.

-Muy bien -le contesto a Erikand.

La señal negativa de Aldar me tranquiliza un poco. Luego vuelvo a dirigir la mirada en dirección a los refugiados. Aún queda bastante para que lleguen a nuestra altura. Lleno mis pulmones de aire y lo expulso lentamente. Al cabo de unos instantes más, vuelvo a dirigirme a mis compañeros:

-¿Por qué no seguimos nuestro camino? Estas gentes no parecen peligrosas y, si nos ven aquí, con Al... quiero decir con Willam ahí arriba con el arco, puede que piensen que queremos atacarles.

Al obtener solo silencio como respuesta, me encojo de hombros y digo:
-Como queráis, entonces.
Al mismo tiempo, me dirijo hacia el escarabajo gigante, le agarro las riendas por si acaso y espero a que pasen los refugiados con impaciencia.