Partida Rol por web

Una vez lo tenéis todo listo viajáis hacia el sur, hasta un pequeño asentamiento consistente en una docena de tiendas de lona alrededor de un par de edificios fijos hechos con maderas y barro. Los habitantes de esta zona, tan lejana para vosotros, tienen unas costumbres intrínsecamente orlanthis, aunque su estilo de vida, comparado con el de vuestra anhelada Brolia no tiene nada que ver. Visten ropajes largos que les cubren hasta la cabeza en muchas ocasiones, y su piel es oscura, tostada por generaciones de Sol y aridez.
En la pequeña aldea, Joh Mith se “deshace” de sus antiguos guardaespaldas, compra dos buenos caballos que tiren de la carreta y se aprovisiona de comida y odres de agua. “El Dagori Inkarth es una tierra fértil y abundante, pero llegar hasta allí no será un camino agradable”, dice mientras negocia y regatea con los locales con una pericia nunca vista.
Cuando está todo listo, pasáis vuestra última noche en una gran tienda común. Mañana partireis antes de la salida del Sol y Joh Mith, mapa en mano, os explica la ruta a seguir.

Con un mapa enorme que representa con todo detalle unas tierras completamente desconocidas para vosotros, Joh Mith marca una ruta en rojo desde donde estais ahora hasta el fin de la primera parte de viaje.

-Mirad, ahora estamos aquí, muy cerca de Pavis. Iremos hasta la carretera principal y nos moveremos hacia el Oeste hasta encontrar el cauce del rio Adaris, que posiblemente estará seco en esta estación. Hasta este punto el viaje debería ser seguro, pero una vez en el Adaris nos moveremos hacia el norte, siguiendo su cauce; Esta será una zona frontriza entre tierras humanas y troll por lo que deberemos movernos con cautela. Nuestro objetivo será alcanzar la ciudad de Adaris, donde debemos entregar la mercancía. ¿Alguna sugerencia u objeción?

Miro el mapa intentando disimular mi desconcierto. He visto alguno antes en mi Carmania natal, pero ninguno tan extraño y aparentemente amplio. Observo discretamente las caras de mis compañeros... ¿alguno sabrá leer? Hecho de menos a Loranda en un trance como éste. 

Me concentro un poco e intento descubrir algún símbolo imperial, sin descubrirlo.

- Desde esa ciudad... ¿está muy lejos el corazón del Imperio? -pregunto, vencido por la curiosidad. Tal vez si el mercader señala algo que conozca, pueda situar un poco mejor nuestra posición.

Swen mira el mapa con un extraño gesto. Trata de aparentar que entiende lo que allí ve pero algo en su mirada delata que, aunque logra deducir en parte lo que los dibujos representan, no sabe interpretar esos símbolos garrapateados junto a líneas y dibujos. Mira con interés las indicaciones de Joh tratando de memorizar cada una de sus palabras y el dibujo que las representa. Bruscamente gira su rostro hacia Aldar como si estuviera pensando precisamente en eso, en cuanto quedará hasta su destino.

Joh Mith os mira, un poco sorprendido por vuestra desorientación. Cree que habeis hecho el viaje de ida por vuestro propio pié y no acaba de entender cómo no podeis calcular el cómo regresar.

-¿El corazón del imperio dices? Querido William, hay varias rutas para llegar hasta él, pero el camino es largo en cualquier caso. Pero ya hablaremos de ello en cuanto llegue el momento. Ahora debemos comer algo y descansar. Mañana partiremos a primera hora.

A la mañana siguiente, cuando os levantais de vuestros incómodos camastros y tomais un rápido desayuno basado en frutos secos y una bebida algo salada, Joh Mith ya os está esperando con todo preparado. La carreta, además de las cuatro cajas de mercancía lleva otras tantas repletas de víveres y agua para superar la primera parte del camino, y está tirada por dos caballos con muy buen aspecto.

Dejais atrás el pequeño poblado y en unas pocas horas ya estais viajando en dirección Oeste por la gran carretera de Pavis. El Imperio Lunar puede tener muchas cosas reprochables, pero la construcción de carreteras no es una de ellas; Gracias a la creación de estos larguísimos caminos de piedra, los viajes y la comunicación entre lugares lejanos es más fácil y vuestros caballos pueden avanzar a buen ritmo sin dificultad alguna.

El segundo dia de viaje os toca dejar la carretera y ascender por el margen derecho del rio Adaris, que está tan seco como todo a vuestro alrededor. El aire de Prax es tan seco que quema vuestras gargantas y os obliga a cubriros la boca con pañuelos, mientras que por las noches, el frío seco os obliga a taparos con gruesas mantas. Solo llevais unos dias en este lugar y ya comenzais a veros afectados por su duro clima. Lo malo es que no sabeis si las tierras de los trolls serán mejor que esto.

Tras varios días de viaje, me doy cuenta de mi falta de costumbre ante climas tan secos como éste. El cansancio y la desorientación acaban haciendo mella en mi. Podría entrar paseando en la boca de un dragón sin verlo y silbando tranquilamente.

Y a lo mejor lo hago.

Erikand observa el mapa con atención, sabe que un mercader bueno debería saber interpretar mapas para poder trazar sus rutas. Como mercader dejaba bastante que desear: debería arrimarse a Joh lo que pudiese y aprender durante el viaje. Así que los días de camino se los pasa con Joh, preguntandole sobre tierras que ha visitado y preguntas que le surjan sobre los sitios.

Erikand en uno de esos momentos, mientras habla con Joh, le parece ver algo instintivamente. Cuando enfoca la mirada...

Mientras andamos junto al cauce seco, no paro de pensar en lo grande que es el mundo. Debemos estar en el otro extremo de la tierra -pienso para mis adentros mientras frunzo el ceño-. Arrhya está aún muy lejos, tal vez más lejos que antes. Pero han sido los dioses quienes nos han traído hasta este lugar extraño y han querido que nos uniéramos a este mercader, por lo que este debe ser el camino a seguir. Recuerdo las tierras de mi clan en Brolia, donde la visita del mercader de Issaries era todo un acontecimiento. Joh Mith también parece saber muchas cosas sobre el mundo y los caminos que llevan de un lugar a otro, por lo que estoy seguro de que nos será de gran ayuda. Además, Issaries fue compañero de Orlanth y uno de los Portadores de la Luz. ¿Supondrá un reto parecido encontrar a mi sobrina...?

De repente, algo me llama la atención más allá y veo que Erikand también se ha fijado. Me detengo y me protejo los ojos de la luz con la mano para ver mejor.

Swen recorre el camino ensimismado. Mira con curiosidad al mercader. Nuevamente le vuelve a pasar como Jorandash. Sabe que tiene algo especial. Ese poder... pero este no es un enemigo. Aún así... mejor no descubrirse antes de tiempo.

Kenvent y Erikand ven algo que hace que detengais vuestra marcha: No muy lejos de vuestro camino podeis distinguir algo parecido a unas pìedras redondas apiladas de forma curiosa. Cuando os acercais un poco descubrís la macabra verdad; Se trata en realidad de cabezas humanas, al menos una decena, apiladas formando una pirámide y todas ellas mirando hacia el sur. No hay ni rastro de los cuerpos más allá de las mancnhas de sangre seca en la arena.

-Trolls- Dice Joh Mith con tranquilidad. -Posiblemente un grupo de caza se topó con estos infelices, que serían jinetes nómadas. Han apilado las cabezas mirando hacia su tierra... Puede que lucharan bien, o simplemente se rindieran a la muerte al verse sobrepasados y los trolls honraron su muerte. Debemos llevar cuidado de ahora en adelante. El Dagori Inkarth está lejos, pero esta zona ya pertenece a los uz.

Dicho esto, Joh Mith está dispuesto a seguir el camino.

Contemplo las cabezas con gesto de repugnancia supersticiosa. Si lo que quieren hacer es una advertencia, les ha salido fantásticamente, pienso, mientras reviso los alrededores poniendo mucho cuidado en no tocar la macabra escultura.

- Es posible que los cuerpos de esos jinetes no descansen muy lejos -digo, casi para mi. De repente alzo la voz y miro significativamente a Yorsar- ¡Aunque tal vez sus espíritus anden por aquí todavía! Todavía recuerdo cierta tumba norteña con un esqueleto y un espectro iracundo. Es como para cogerle respeto a los huesos.

Al no encontrar nada, amplío un poco el radio y busco rastros. Huellas, tierra removida... cualquier cosa que me indique quién o qué ha estado por los alrededores las últimas horas.

El extraño chamán no busca en los restos. Busca alrededor como si pudiera ver algo que no está. Se gira sobre sí mismo observando la explanada en todas direcciones con una mirada penetrante.

Ignoro rápidamente el montón de cabezas rodeadas de moscas y oteo los alrededores en busca de algún tipo de movimiento. El comentario de Aldar me deja intranquilo, así que miro un instante a Swen y me alejo hasta situarme al otro lado de la carreta. Después, me dirijo a Joh para saciar un poco mi curiosidad:

-Parece que sabes muchas cosas sobre los trolls -le comento mientras recuerdo nuestro encuentro con los trolls en Spol-. Supongo que habrás comerciado muchas veces con ellos. ¿Sabes hablar como ellos?

MIentras William y Yorsai buscan por la zona cercana a la pila de cabezas, Orlev e Issar* permanecen al lado de Joh.

-Mi oficio me obliga a conocer mucho sobre trolls y muchas otras razas y criaturas. Cuando uno viaja por tierras extrañas debe saber a qué atenerse. Y conozco su lengua, así como sus costumbres; Ambas cosas son fundamentales para sobrevivir aquí. Cuando nos encontremos con ellos, recordad el no mover ni un músculo sin mi permiso; Cualquier movimiento podría ser malinterpretado y causarnos serios problemas.

En la zona de las cabezas, Yorsai encuentra un lugar donde existen marcas claras de haberse librado un combate: Huellas profundas de cascos, hombres y algo más grande, manchas de sangre y pedazos de tela rasgada. William encuentra el rastro de los troll: Huellas grandes y pesadas que se alejan hacia el Este, de una antiguedad de un dia aproximadamente, pero no hay rastros de nadie más.

Gruño por lo bajo al ver las huellas y las marcas de lucha. Reviso un poco la zona para asegurarme y luego me giro hacia el mercader.

- Desde luego, estos trolls no se andan con tonterías. Ponemos nuestras vidas en tus manos, Joh Mith -me alzo y miro hacia el horizonte, intentado averiguar cuál será nuestro siguiente paso- ¿Iremos al norte entonces? Eso me pareció entender antes. 

Señalo las huellas que se dirigen hacia el Este.

- No puedo decir que me disguste. Los rastros se dirigen en otra dirección, y no son solo de trolls, humanos y caballos. Es mejor que nos vayamos de aquí lo antes posible ¡Te seguimos!

Dejais atrás la zona de las cabezas y continuais en dirección norte junto al rio seco. Los dias pasan y vuestras reservas de comida y agua comienzan a escasear; La caza os provee de comida, pero en un tiempo el agua se convertirá en un verdadero problema.

-Pronto llegaremos al lago. A pesar de la sequia, debería llegar una pequeña reserva de agua limpia. -Dice Joh Mith dandoos esperanza.

Desgraciadamente, cuando llegais a lo que debería ser un enorme pantano natural, solo veis una enorme hendedura seca, con el fondo repleto de peces y algas muertas que llenan el ambiente de un olor desagradable. Joh Mith parece desolado.

-¡Maldita sea! Esto no debería... Todavía falta para llegar a Adari y... Será mejor que busquemos si queda algo d eagua potable por aquí abajo.

El viaje estaba resultando no ser tan agradable como en un principio había pensado. Por un lado la tensión de los Trolls y por el otro la falta de agua estaban haciendo que el viaje estuviese resultando un tanto árduo. Joh Mith les había asegurado que llegarían a un lago en breve, pero cuando llegaron no había ni rastro de agua, sólo arena y desolación. Erikand observa el lugar. El agua había desaparecido completamente, y Joh Mith nos aconsejaba fervientemente encontrar agua para continuar el camino... Iba a ser un camino muuy largo.

Erikand intenta observar el lago, intenta deslizarse por las paredes de la enorme hendidura por si ve algún agujero o alguna cosa que le permita seguir algún posible rastro de agua

-¡Rayos, rayos, rayos! -refunfuño cuando llegamos al lago y lo encontramos seco.

Al ver que Erikand desciende en dirección al fondo sin dudarlo, decido seguirlo para ayudarlo a encontrar algo de agua. Sin embargo, no consigo encontrar un buen camino para llegar al fondo. Miro alrededor con desesperación y rezo al dios del aire y de las tormentas. ¡No puede ser que los dioses nos hayan traído hasta tan lejos para luego dejarnos morir de sed!

Meneo la cabeza al ver el intento de Orlev, y sonrío al ver cómo Erikand se maneja con soltura. Decido que cuatro ojos ven más que dos... y que hay que usar la cabeza.

Busco una cuerda entre nuestro equipo y un tronco donde atarla, y me dispongo a descender con cuidado.