Partida Rol por web

Erikand observa como la madre abre un capullo mientras intenta manejar la situación. Si los va abriendo no acabarán nunca... Y así, pensando en estrategias para poder llevar mejor la situación: Irse fuera y volver? Cuantos capullos podía poner la madre en un día? Luchar en el túnel? Los gusanos podrían entrar e igualmente les sobrepasarían en número. Tampoco es que tuviesen muchas opciones.

Erikand, desconcentrado, da un mazazo en el aire. Mierda!! Concéntrate joder. piensa mientras levanta el escudo

Orlev termina con su gusano mientras Issar trata en vano de deshacerse del suyo. Yorsar fracas en el lanzamiento de su conjuro al igual que William con su flecha incendiaria. Las figuras espectrales siguen combatiendo sin tregua, aunque sin lograr causar bajas en vuestros rivales.

La gusano madre logra abrir el primero de los capullos y media docena de gusanos más se desparraman sobre el suelo y comienzan a avanzar hacia vosotros.

El ahora llamado Yorsar gruñe entre decepcionado y preocupado mientras mantiene su concentración sobre el captura sueños y la gusana. Si no lo consigue esta vez tendrán que comenzar a pensar en una retirada. Sabiendo lo que hay en las cuevas podrán planificar un nuevo asalto.

Estos pensamientos habitan su mente mientras sopla sobre el captura sueños y nota como la brisa adormidera se desliza por el aire hacia la gusana. La llegada de la brisa es como un impacto para la mente de animista. Si fuerza se canaliza y enfrenta a la de la tremenda bestia. Consciente del buen trabajo que está haciendo con la canalización sonríe incluso antes de comprobar si el enorme ser ha caído en brazos de los espíritus de los sueños.

Mientras tanto sus dos espíritus amigos hacen lo que pueden para entretener a los gusanos y tratar de eliminar alguno. Randan sigue atravesando con se etéreas manos al gusano que tiene enfrente. Cada vez más moratones cubren su cuerpo allí donde la espectra lo atravesó. Gunhan parece controlar su locura y la enfoca contra su oponente debilitando su aura con fuerza.

Mascullo maldiciones a los dioses lunares y los demonios del Caos. El fallo anterior me ha puesto furioso, y más todavía al ver cómo mi error provoca que seis de esos monstruos nos ataquen ahora, libres por fin.

Intento adivinar cuál va a ser el siguiente capullo en abrirse y trato de apuntar. Si fallo, intentaré asegurar el siguiente tiro con un hechizo.

Tendré que hacerlo: la flecha se pierde en la oscuridad y cae en la charca cenagosa, extinguiéndose con una pequeña nube de humo y un suspiro.

Erikand mira los gusanos. La madre había abierto un capullo y habían salido muchísimos gusanos. Si no eran capaces de liquidarlos todos, les sobrepasarían en número en poco tiempo.

Erikand se concentra. Y mira a su objetivo, y blande su maza. Que golpea al objetivo con más precisión que potencia.

Maldición. Piensa, unas hachas arrojadizas en este momento podrían ayudarle. Los espíritus de Yorsar tienen a varios entretenidos... pero hasta cuánto aguantarán? Hasta cuándo se darán cuenta esos bichos de lo inútil de atacar a los espíritus?

Erikand observa como 2 gusanos más se le acercan. Tendrán que aguantar en esa posición, pero aún quedaban muchos capullos y William no acaba de acertar. Está demasiado oscura la cueva y debe ser difícil acertar con el arco.

La satisfacción de haber matado a otro gusano no dura mucho cuando veo a siete más acercarse. Aprieto los dientes con fuerza y me lanzo con ira a por otro, pero entonces veo a los espíritus luchando junto a nosotros y los escalofríos que me provocan hace que mi brazo flaquee. ¡Maldición! Intento convencerme de que no están ahí y me concentro en la nueva oleada de monstruos.

Los gusanos en si no resultan rivales para vosotros, pero su cantidad comienza a ser abrumadora. William falla con su segunda flecha y la posibilidad de que la madre abra otro capullo os colocaría en una posición delicada.

Entonces la magia de Yorsar actúa; La gusano se detiene, se tambalea y se enrosca en el suelo, inmóvil.

Sigo arremetiendo contra los gusanos frenéticamente, sin ver nada más allá y ajeno a los conjuros de Swen y sus efectos.

-¡Arrrr! ¡Morid malditos gusanos! ¡Seguiremos luchando hasta destrozaros a todos!

Issar volvió a levantar la maza. El conjuro de Yorsar había hecho efecto. Ahora podían hacerlo!! Issar, con renovadas fuerzas blandió su maza descargando un certero y mortal golpe contra la boca de uno de esos gusanos a la vez que levantaba su escudo para detener la embestida de otro.

Respiro hondo aliviado. Swen/Yorsar nos ha vuelto a salvar... elevo mis plegarias a Odayla, a Orlanth y a todos los dioses para que protejan a nuestro hombre santo. Pero todavía hay riesgo, me parece ver como alguno de los capullos pugnan por abrirse, alterados por el combate. Todavía puedo demostrar algo.

Y fracaso de nuevo. Desesperado, empiezo a plantearme coger la antorcha y prenderles fuego yo mismo ¿habrá alguna manera de esquivar a los gusanos que quedan?

Swen piensa por un momento en coger la antorcha y prender los capullos pero eso implicaría meterse en el centro del peligro y, aunque no se considera un cobarde, siente que para él sería suicidio. Finalmente rehuye el acercarse a los gusanos y se gira hacia el camino por el que vinieron con la daga en la mano y el caza sueños ya guardado. ¿Quedará algún gusano a sus espaldas? Piensa que hay escasas probabilidades, pero mejor estar prevenido. Agudiza sus sentidos confiando que, pese a la oscuridad del pasadizo, pueda ver el aura de cualquier cosa que se acerque.

Mientras tanto Randan y Gunhar siguen con su danza. Las extraños moratones y quemaduras que dejan las espirituales uñas de Randan marcan al gusano que tiene enfrente, Gunhar debilita poco a poco el alma de su oponente.

Con la madre gusano fuera de combate, la situación se vuelve más controlable. Orlev, Issar y Randan logran acabar con un gusano cada uno, mientras Gunhar logra dominar al suyo. Sin nuevos capullos abriendose, William es capaz de moverse y quemar manualmente los que todavía tienen peligro de abrirse por si solos y mientras, Yorsai vigila la retaguardia.

En pocos minutos terminais con la amenaza, aunque la madre sigue durmiendo y la sala está llena de un humo nauseabundo (aunque no asfixiante).

En el proceso, William da con otro objeto curioso: Una especie de cetro con la cabeza cuadrada y uno de sus lados cubierto por multitud de cristales brillantes.

El enclenque bárbaro mira la situación con satisfacción, pero aún no han terminado. La luz de la piedra hace algún tiempo que se extinguió y fue sustituida por la arrojada por los capullos ardiendo. El olor es nauseabundo y el monstruo al que se enfrentan no es como otros, no hay un punto crítico al que atacarlo y matarlo antes de que despierte -algo que, sucederá en apenas uno o dos minutos-.

- Alejaos de aquí, dejad a Randan y Gunhar con ella. Ya tendremos ocasión de recuperar los objetos cuando limpiemos de «todos los parásitos» la estancia. Le queda poco para despertar.

Swen espera tenso pero paciente -queda poco tiempo para que despierte el gigantesco gusano- en el umbral de entrada a la cavidad mientras sus compañeros se alejan del peligro.

- Si queréis podemos ver que pasa desde aquí, ese bicho tan enorme no podrá seguirnos por este pasillo.

Mientras Yorsar habla, sopeso el extraño cetro en la mano, intentando adivinar para qué puede servir.

- Yorsar... luego me gustaría que le echaras un vistazo a esto... tal vez sirva para algo más que para señalar.

En ese momento reparo en el enorme gusano dormido y mientras me dirijo hacia la puerta sugiero:

- Podríamos asegurar el asunto con un poco de aceite y una llama. Es posible que al estar en la ciénaga no arda del todo, pero el aceite le empapará y le costará quitárselo ¿qué pensáis?

- Habría que tener cuidado con el fuego, vaya que destruyamos lo que vinimos a salvar. Tráete eso y que alguno coja la caja de madera. Pero daos prisa si no queréis que se despierte con vosotros cerca.

Mientras espera que sus compañeros terminen de decidir, aunque visiblemente tenso, saca un péndulo formado por una tira de cuero un y una piedra llena de runas. Lo mece y le susurra palabras ininteligibles. El péndulo se balancea hacia diversos lugares y Swen parece indicarle que no los tenga en cuenta*.

Sonrío ante la perspicacia del shamán. Está más loco que una jaula de grillos, pero de tonto no tiene un pelo.

- La caja, claro... ¿a que adivino dónde va esto? -digo, mostrando el cetro con una sonrisa llena de dientes.

De todas formas, es mejor esperar a ver qué pasa con la gran madre gusana. Tal vez todavía no hayamos terminado de combatir. Incluso es posible que queden más de estos gusanos en el complejo de cavernas. Esta idea me borra la sonrisa del rostro y me hace contemplar con inquietud las sombras del pasadizo donde está la caja.

- Creo que vigilaré por aquí, si no tenéis inconveniente.