Partida Rol por web

Erikand pensó durante unos instantes. Parecían opciones complicadas. Cada una algo menos que la anterior, a primera vista.

-Mmmhh la primera opción me parece complicada. Dudo mucho que se crean que un Dios nos ha traído a este lugar, y ahora debemos reemprender nuestro camino hacia el centro del imperio. Que es lo que ha sucedido. La opción de los túneles me es tentadora. Pero podríamos tener mala suerte y despertar a los que allí duermen y... hoy por hoy, yo no soy ningún experto explorador. Quiero decir, pasar sin hacer ruido por un lugar en el que posiblemente no se escuche absolutamente nada... No, tampoco me parece buena idea. La tercera idea sin embargo...- Erikand se queda un poco pensativo.- Qué sucedería si los Uz no accediesen? Tenemos alternativa? Hemos visto que los trolls pueden ser... como decirlo... intimidantes por no decir otra cosa, cabe la posiblidad que nos vuelvan a atacar?

-No te preocupes por eso, amigo Issar. Llevo comerciando con ese clan durante muchos años, y estoy seguro de que no tendremos problemas con ellos. El único inconveniente es que puede que nos hagan esperar un poco para hacernos el favor, dependiendo de la disponibilidad de abejas en la colmena.

Me encojo de hombros y sonrío al escuchar la respuesta de Joh.

- A mi me parece la mejor opción... o al menos la más tranquila. En otras circunstancias no me importaría jugármela en el paso subterráneo pero no debemos perder de vista lo que tenemos que hacer en el Corazón del Imperio- les lanzo una mirada recordatoria a mis compañeros, no debemos olvidar a la pequeña y nuestra promesa de devolverla con su pueblo- así que creo que es nuestra responsabilidad intentar llegar a nuestro destino lo más pronto y seguros posible.

"Además... ver el mundo desde el aire debe ser toda una experiencia", pienso.

Pienso en las tres opciones, cada una más extraña que la anterior. La primera parece estar descartada, la segunda parece muy peligrosa y la tercera más segura, pero lenta. Finalmente, me decido a hablar después de Aldar:

-Sí, yo pienso lo mismo, la tercera vía parece la más sensata, pero también la más lenta -comento con el ceño fruncido. Exhalo un suspiro antes de proseguir-. Joh, háblanos de esa colonia de abejas adonde podríamos llegar volando -digo sin apenas creerme lo que estoy diciendo, ya que todo parece una gran locura-, ¿a qué distancia estaríamos del Imperio al terminar el viaje? Quiero decir, ¿cómo de largo sería el camino que nos quedaría por recorrer y qué tipo de tierras deberíamos atravesar?

-No tengo claro la distancia que llegariais a cubrir, ya que por lo que tengo entendido, esas abejas jamás cubren distancias que les lleven más de un dia de viaje y... nunca he estado en esa segunda colonia. Lo que si puedo asegurar es que gracias a ellas podríais cruzar por partes casi infranqueables a pié hasta el otro lado de las Montañas Petrificadas. Una vez allí, solo deberíais viajar hacia el Norte, evitando los grandes núcleos de población y no creo que tengais ningún problema. El imperio mantiene muy vigiladas las rutas comerciales habituales, pero no hacen lo mismo con posibles viajeros aislados que vengan de otros lugares. ¿Nos encaminamos hacia el Valle de las Flores entonces?

Erikand asiente.

- Vayamos pues, tengo ganas de volar. Todavía no hemos volado cierto? Es una buena ocasión para probarlo.- dice sonriendo.

- A mi también me parece bien. Creo que tenemos más posibilidades por arriba -hago un gesto bastante gráfico- que por abajo- concluyo.

Ni siquiera Joh sabe la respuesta -pienso para mis adentros-, pero creo que entre unos túneles que pueden estar llenos de demonios de la oscuridad y volar sobre abejas gigantes, me quedo con las abejas.

-Sí, al Valle de las Flores -digo asintiendo con gravedad.

A pesar de estar atravesando territorio troll, Joh Mith parece más relajado que en la anterior parte del viaje. Parece como si el haberse deshecho del pedazo de metal hubiese aliviado un peso que le oprimía y se muestra más tranquilo y hablador. Durante los próximos días viajáis al paso del gran escarabajo y los encuentros con uz, tanto con grupos de cazadores como con comerciantes o individuos solitarios son amistosos. A medida que os acercáis al Valle de las Flores, Joh Mith parece conocer mejor la zona y sabe donde cobijaros de la lluvia y para dormir y cuáles son los caminos más rápidos y seguros. En poco más de una semana llegáis a vuestro destino.
Ante vosotros se abre la roca oscura que caracteriza el Dagori Inkarth y podéis contemplar un enorme valle como nunca antes habíais imaginado: En una depresión del terreno se extiende un enorme bosque de plantas y flores gigantescas hasta más allá de donde os alcanza la vista. Una fina lluvia riega permanentemente los enormes pétalos de colores y cientos de insectos de un tamaño colosal revolotean aquí y allá, llenando el silencio con un lejano e incesante zumbido.
-Hemos llegado. –Anuncia Joh Mith con satisfacción.
Descendéis por un estrecho sendero de piedra y comenzáis a avanzar entre un paisaje florido que os hace sentir como seres diminutos. Los insectos monstruosos aparecen por docenas y la sola visión de algunos de ellos os hace llevar las manos a las armas de forma instintiva, pero todos ellos os ignoran, sumidos en una rutina que parece estar más allá de vosotros, como si los papeles se hubiesen intercambiado y os hubieseis convertido vosotros en los insectos.
Finalmente llegáis a un gran claro donde una comunidad troll, formada sobretodo por pequeños trollkin, viven rodeados por insectos. Se trata de un pequeño poblado en cuyo centro se alza un templo dedicado a alguna deidad insectoide y cuyos habitantes portan piezas de armadura y armas fabricadas con caparazones, patas aserradas y púas insectiles, lo que le da al conjunto del lugar un aspecto extraño.
Joh Mith os anuncia que debe hablar con la líder del lugar y que se reunirá con vosotros en unas horas. Los habitantes del lugar son totalmente amistosos, así que sois libres de comer algo, descansar o echar un vistazo a los productos exóticos que tengan.

Avanzo entre los trolls y sus pequeñas copias con la boca abierta. Creía haber visto ya de todo, pero los enormes insectos y las plantas y flores que exhalan embriagadores perfumes superan mi entendimiento.

Como un autómata, asiento ante la sugerencia de buscar algo útil y comienzo a investigar sonriendo como un idiota.

Curioseo por el lugar, aunque me siento muy incómodo en este paraje repleto de plantas e insectos gigantescos, rodeado de trolls de pequeña estatura yendo de aquí para allá. Sin duda, en Brolia todo era más sencillo y más fácil de entender. Me pregunto qué estará haciendo ahora mismo mi hermano Garnath. Cuando le cuente todo lo que hemos visto no se lo va a creer.

En efecto, el mercado trollkin no se parece en nada al visto anteriormente en Adari. Los escasos trueques con moneda funcionana a base de bolgs, una moneda de plomo troll, y la mayoría de transacciones se basan en el intercambio de bienes. Cada puesto pertenece a un trollkin artesano diferente, especializado en un tipo de producto casi siempre de origen insectoidde y muchas veces os resulta imposible descubrir para qué sirve, lo que unido a la imposibilidad de comunicaros con los vendedores hace que la gran mayoría del mercado sea un misterio para vosotros. Pero a pesar de eso, lograis encontrar algunas cosas de interés.

Kenvent se hace con una cuerda sin tener demasiados problemas en identificarla. Se trata de una cuerda muy fina, fabricada con algún tipo de seda, que apenas pesa u ocupa lugar y parece realmente resistente. Aldar no encuentra ninguna pieza de armadura de su medida ni arco o flechas; Parece que los trollkin no usan ese tipo de armas; Pero en cambio sí se hace con un pequeño frasco que contiene el veneno paralizante de una araña. Erikand, tras mucho discutir con gestos con un extraño trollkin tuerto, se hace con tres escarabajos disecados del tamaño de un huevo; Según el vendedor, al ser masticados y tragados, proporcionan una resistencia sobrehumana por un tiempo limitado.

El mercader os anuncia que las abejas estarán listas en una semana, tiempo que aprovechais para descansar, tomar un baño y lavar vuestra ropa. Si vais a entrar en el imperio, es recomendable que no os huelan a un kilometro de distancia. El último dia os acerais al centro del lugar, donde cinco de las enormes avispas a las que ya casi os habeis acostumbarado a su zumbido os esperan. En una de ellas, un trllkin guiará la expedición y vigilará que no pase nada raro. Joh Mith se acerca a vosotros sonriente.

-Ha llegado la hora de despedirnos. Esto es lo mínimo que puedo hacer por vosotros, amigos. No solo os traje aquí sino que me habeis salvado la vida y me habeis acompañado en un viaje incierto. Espero que los vientos os sean favorables a partir de ahora y rezaré para que los caminos siempre os conduzcan al lugar oportuno.

El mercader os da un abrazo a cada uno y luego se queda observando cómo os ayudan a subir al lomo de los enormes insectos y os atan de forma que no podais caeros. Va a ser un viaje movido.

Erikand se acerca a Joh Mith y se despide efusivamente. Le ha enseñado muchas cosas sobre el mundo y sus historias seguro que  le ayudarán en un futuro. No puede olvidar todo lo que han vivido y han visto con este peculiar comerciante y finalmente le dice, justo antes de subirse a las abejas gigantes:

- Ha sido un placer haber viajado contigo Joh Mith, discípulo y fiel ferviente de Issaries. Pues sólo a alguien como tú escucharía Issaries y nos llevaría a tus pies. Espero de corazón que tu viaje sea provechoso y falto de peligros. También espero que en un futuro la fortuna nos lleve a reencontrarnos para poder hacer buenos negocios. Cuídate Joh Mith.

Tras el saludo, Erikand se sube a la abeja, esperando a que le aten. Han visto y hecho muchas cosas en su aventura, pero aún no habían volado.

Después de darle un buen abrazo al mercader veterano, le digo sonriendo:

-Le contaré a todos de tu generosidad, Joh. Sin duda los dioses nos pusieron en tu camino por una buena razón y ambos hemos salido ganando. Si alguna vez viajas hasta Brolia, encontrarás muchos amigos allí, y yo espero poder recibirte con todos los honores. Que Orlanth te envíe vientos favorables a ti también.

Luego me encaramo a la avispa lo mejor que puedo, no sin cierta aprensión y me aferro con fuerza a las riendas.

Observo los enormes bichos con creciente desconfianza. Volar parece mucho mejor cuando lo planteas en tierra... y esos insectos me dan escalofríos. Sé lo suficiente sobre animales como para mirar sus chillones colores con aprensión.

- ¿Estas cosas son venenosas? -las pondero con cara de imaginarme cómo debe ser el veneno de unos insectos de este tamaño. De manera inconsciente palpo las pequeñas ampollas que he comprado en la aldea trollkin ¿vendrá de criaturas como éstas?

Me encojo de hombros y dejo mi miedo a un lado.

- ¡Vámonos! Lo que sea, sonará -me subo con torpeza, montar nunca ha sido mi fuerte- Me apena dejarte atrás, Joh, aunque tengo la esperanza de que algún día nuestros caminos vuelvan a cruzarse, como dice mi buen Issar -sonrío ampliamente intentando disimular el hecho de que estoy a punto de caerme- No nos olvides, Joh.

Luego miro hacia las alas del bicho y su lomo erizado de ásperas cerdas intentando averiguar a qué altura exactamente voy a resbalarme.