Partida Rol por web

Swen se acerca durante la marcha a Aldar.

- Esto...William... ¿Que tal se te dá encontrar pájaros? Estoy pensando que durante las guardias, si encontramos algún buho o lechuza, les podría pedir que nos prevengan si ven algo.

Erikand escucha a Swen y asiente. Su hombre sabio siempre les ha marcado la diferencia en los encuentros que han tenido, y sus consejos sabios siempre bien acertados. Erikand se tumba entonces, intentando reconciliar el sueño rápidamente con la armadura puesta. Hoy dormirá bastante mal, pero en tierra de unas bestias como los Trolls que podían despedazarlos con un puñetazo, mejor le iría dormir un poco mal y bien protegido por si sonase la alarma. Escudo a un lado y la maza en el otro.

Erikand intenta dormir.

Me rasco la barbilla meditabundo antes de contestar.

- ¿Encontrar pájaros, dices? Pues no sé... ¿sin usar trampas? Pues como cualquier otro animal, imagino. Si se acercan...- me levanto y preparo las cosas para la noche, después me quedo mirando la fogata, dudando- ¿apago el fuego o lo avivo? Podríamos incluso situar antorchas en el perímetro del campamento... se nos vería desde kilómetros de distancia pero... ¿los trolls temen el fuego?

La verdad es que no sé demasiado sobre esas criaturas, así que me guío por la intuición. Pero casi inmediatamente niego con la cabeza.

- No, me parece una idea estúpida. Mejor dejemos solo los rescoldos e intentemos no llamar la atención. Sí, yo haré la guardia contigo, Yorsar. Supongo que los sentidos asilvestrados de Orlev le mantendrán alerta ¿no podrían tus... amigos patrullar por los alrededores o algo así?

Escudriño la oscuridad con inquietud mientras preparo mi arco corto y mi lanza ¡quién sabe lo que nos deparan las noches en territorio troll!

Ante el tono duditativo de Aldar Swen se ajusta la capa con un gesto ligeramente exagerado.

- No soy dueño de los actos de mis amigos mientras duermo.

Luego se restriega las manos y acerca las palmas al fuego esperando calentarlas.

Le doy vueltas a la sugerencia de Swen y, mientras intento escudriñar la oscuridad creciente, le propongo:

- Puedo intentar trepar a algún árbol -digo, rascándome la barbilla- Por un lado, podría vigilar y disparar mejor desde una posición elevada, y tal vez tengamos suerte y haya algún nido.

-Hablar con una lechuza parece buena idea, pero primero habrá que encontrar una. Tal vez podamos oír alguna durante las guardias y entonces convencerla para que nos ayude. Si pudiéramos cazar algún ratón para dárselo, puede que nos sea más fácil convencerla -miro a Erikand, que ya se ha echado a dormir-. Bueno, ¿entonces vosotros dos hacéis la primera, no? Voy a intentar dormir un poco entonces, estad atentos. 

Dejo mis armas y armadura junto al saco de dormir, preparadas por si hay que levantarse a toda prisa. Estar en territorio troll me hace sentir intranquilo, pero me esfuerzo por relajarme mientras cierro los ojos y pienso que mañana le pediré a Joh que nos cuente más cosas sobre los trolls.

Además de las guardias habituales, Joh Mith prepara, como todas las noches, varias varillas que coloca alrededor del campamento y que encanta con un sencillo ritual protector para advertir de la llegada de intrusos. Yorsai encuentra una pequeña lechuza que se deja convencer para vigilar a cambio de una buena cantidad de comida, por lo que os sentís bastante seguros en general.

Pasais un par de dias siguiendo esta rutina y Joh Mith, a medida que os acercais a Adari, os cuenta más sobre los trolls y el lugar. Por lo visto la raza de los Uz es una de las más antiguas de Glorantha; Durante el periodo conocido como La Gran Oscuridad dominaron el mundo, hasta que apareció Yelm, el Sol y tuvieron que emigrar al inframundo. Regresaron a la tierra cuando las Guerras de los Dioses, cuando yelm llegó al inframundo, asesinado por Orlanth y fueron decisivos en la batalla contra el caos que llegó al mundo. En esa guerra, Kyger Litor, la gran madre fué herida y eso marcó para siempre la descendencia troll, haciendo que la raza cayera en desgracia y alimentando el odio hacia todo lo que es caótico. Es por ello que en estas tierras apenas hay rastro de seres caóticos, a los que los uz persiguen y cazan con efectividad.

En cuanto a las tierras que os rodean, Joh señala una serie de montañas al este, con una forma curiosa, altas y estrecha llamadas "Los nueve gigantes buenos" de las que se dice que fueron en su dia seres vivos de enormes proporciones que quedaron petrificados. Al norte, las montañas indigo son la frontera natural de las tierras Uz y están repletas de cavernas y túneles conde habitan enormes comunidades uz. Al otro lado se encuentra el Castillo de Plomo, una antiquisima fortaleza y centro del Dagori Inkarth.

Ahora os dirgis a Adari, último asentamiento humano de Prax y punto de encuentro de hombres y tolls, que comercian y conviven en un estrecho equilibrio de cordialidad.

Es la tercera noche. estais muy cerca de Adari y tu estás en lo alto de un árbol vigilando mientras le das una rata algo seca al buho. De pronto éste se pone alerta y comienza a volar en círculos por encima de los durmientes. Algo raro pasa.

Swen duerme intranquilo, se agita en su manta. Durante esa duermevela un sonido se adentra en su sueño como si formara parte de él. La conexión con el sueño se rompe -ese sonido viene de fuera- y, aún embotado, abre bruscamente los ojos buscando el origen del sonido.

Levanto la cabeza... me ha parecido oír algo a mi también, pero no estoy seguro. Dejo que mi vista vague desde el ave que da vuelta sobre nuestras cabezas hacia los árboles pelados y marchitos que nos rodean. La misma luz, incluso de día, parece apagada y mortecina. Estamos en territorio troll y seguro que esto está lleno de todo tipo de alimañas. El buho puede haberse asustado de cualquier cosa.

Aunque solo por asegurarme...

¡Por el Dios Carnero! ¿Qué es eso?

Erikand dormía plácidamente. La armadura era incómoda, pero tras un buen rato, el cansancio y la tranquilidad de ser resguardados por los espíritus y animalejos de Swen hicieron que el sueño se apoderase de él. Sin embargo, en una tierra como aquella, donde los Uz podían aparecer en un santiamén y destrozarlos, estaba en un sueño muy ligero, y a la más mínima de cambio, su cabeza se levantó y los ojos se abrieron como resortes. Eso había sido un ruido...

Mientras duermo, tengo una pesadilla. Estoy en una caverna profunda y oscura que al parecer conozco bien. De repente, empiezo a oír unas campanadas persistentes que retumban por todos los pasillos subterráneos. Sin saber por qué, el tañido me preocupa y tengo la sensación de que ha muerto alguien cercano. Entonces, un troll enorme e imponente de piel negra aparece por un recodo, pero en lugar de atacarme, me pide que vaya a enterarme del motivo de las campanadas. Sin saber por qué, me dirijo hasta un punto de la caverna de donde parten dos grutas y allí me topo con un grupo de trolls pequeños y escuálidos. Les grito unas palabras, y uno de ellos me responde: «Sí, ama Amkatoz», ¡y en ese momento me doy cuenta con horror de que yo mismo soy un troll!

Un crujido en la hierba seca del suelo te convence de que no estais solos en el campamento, aunque la tenue luz de las ascuas y las estrellas no te deja distinguir nada. Preparas tu arco instintivamente cuando ves aparecer una figura que parece materializarse directamente desde las sombras y se levanta un metro por encima de tu cabeza, situandose entre tu y tu arco de forma desafiante. Piensas en disparar pero rápidamente te das cuenta de que hay muchos más.

Son trols negros, tal y como los había descrito Joh Mith: Grandes, fuertes, y además van perfectamente armados y protegidos.

El sonido de unos pasos pesados, junto con el tintineo del metal, hacen que Yorsar e Issar abran los ojos justo para encontrarse rodeados por una banda de enormes trolls negros. Sus figuras, oscuras y robustas se recortan en el cielo estrellado dandoles un aspecto terrible. Son alrededor de una docena y van perfectamente armados con garrotes, lanzas y espadas y todos ellos visten piezas de armaduras de metal.

Joh Mith salta como un resorte y uno de los trolls, posiblemente el líder de la banda grita algo en un lenguaje gutural e incomprensible:

-!!Aghaf. ehulo!!

Me quedo mirando a los trolls con cara de idiota, considerando el sabor que puede tener la madera de mi arco si me lo hacen tragar. Mantengo la flecha colocada aunque apuntando al suelo, mientras espero que el dominio de lenguas de Joh Mith nos saque del apuro y calculando que nuestras opciones en caso de pelea son bastante escasas.

Al oír el grito, abro los ojos y me levanto bruscamente, tambaleándome, palpando el suelo en busca de la espada.

-¡No soy un troll! ¡No soy...! -balbuceo, todavía confundido por las brumas de la pesadilla, que se dispersan en unos instantes.

Mi puño se cierra alrededor de la empuñadura y entonces me alzo por completo y me hago cargo de la situación al ver con ojos asombrados los guerreros que nos rodean, dando una vuelta completa sobre mis talones. ¡Trolls!

-¡Grrrrr! -gruño con tono amenazante al troll más cercano. Al mismo tiempo, trato de detectar cuál es el punto más débil por donde poder romper el cerco y lugares más allá donde poder reagruparnos y luchar con algo de ventaja.

Erikand escucha el sonido delatador de las armaduras. Ha conseguido prepararse, pero cuando una docena de enormes trolls les rodean, Erikand sabe que no tienen muchas posiblidades. Quizá consigan matar uno o dos, si llegan, pero son una docena y ellos eran tres luchadores. De hecho Aldar no iba igual de protegido que Kenvent y Erikand, y Swen no aguantaría un cuerpo a cuerpo.

Erikand baja la maza, pero aún la sujeta y mantiene el escudo sujetado. Si atendían a razones quizá pudiesen sobrevivir, si no... Bueno, se preguntaba cuantas cabezas trolls aplastaría antes de morir. Una? Dos?

Pese a ser de los primeros en darse cuenta de la "visita" Swen se queda totalmente bloqueado. ¿Que hacer ante una docena de seres más grandes que cualquier humano? Su mente busca soluciones que no encuentra. Los superan en tres a uno, en armamento y... ¿quién sabe cuantos engendros de la oscuridad se esconden entre las sombras de la noche? Sus pensamientos vuelan hacia sus amigos, hacia el mundo al que Yorsar le abrió los ojos, pero tampoco encuentra solución en él. Se ve obligado, para su pesar, en confiar en el extraño mercader.

- Decía que tenía tratos que trolls. Espero que demuestre su valía. Si no es así pronto mi espíritu se encontrará con el vuestro, amigos.

Joh Mith os mira de reojo y parece alegrarse al ver que no cargais contra los uz; Sabe que a pesar de vuestra habilidad, no podriais derrotar a esos guerreros tan enormes. Acto seguido se dirige al lider de éstos, hablando con fluidez el extraño idioma oscuro.

Al principio la conversación es tensa; El líder troll no parece estar de acuerdo con el mercader y levanta la voz, agita su arma y os señala en repetidas ocasiones, momentos en los cuales los otros troll parecen dispuestos a saltar sobre vosotros. Pero de pronto todo cambia; La voz de Joh Mith adquiere un tono suave que hace que incluso el idioma troll suene armonioso y suave; La expresión del troll pasa de una clara hostilidad a la calma, esbozando a veces alguna sonrisilla disimulada, como si las palabras del mercader le halagaran. Cuando la conversación termina, el líder troll se dirige a los suyos con renovada dureza. Da algunas órdenes cortas y todos obedecen. Entonces comienzan a descargar el carro con las mercancías y trasvasar su contenido a un enorme escarabajo negro que traían con ellos y que parece capaz de cargar con una cantidad ilimitada de peso. Observais impotentes como os arrebatan el cargamento al completo y cuando terminan, uno de los trolls trata de llevarse también el caballo que se resiste y recibe un garrotazo tan brutal que cae al suelo con el cuello roto; También cargan el caballo sobre el escarabajo y se marchan profiriendo cánticos de victoria e insultos varios.

Joh Mith se queda sentado sobre una roca, con los brazos apoyados sobre us rodillas mirando el vacío.

Miro atónito a Joh y luego a los trolls que se alejan. Luego de nuevo a Joh.

-¡¿¡¿Pero QUÉ RAYOS has hecho?!?!