Ulfric sintió que un calor subía desde la mano enlazada con Agatha a su cara. Todo lo que estaban contando era sumamente abrumador, importante, grave y relevante... pero no tanto como aquello que le estaban preguntando. No es que olvidara la presencia de la directora, de Sàndor o de Harry, sencillamente, no le importaba. Apretó la mano de Agatha, y sonrió. 

- Nunca me hubiera esperado que unos acontecimientos tan duros pudieran llevar a un momento así. Agatha, a tu lado siempre es momento y en cualquier lugar es bueno para recordarte que sabes la respuesta. Estoy dispuesto a estar a tu lado y al de Annelie, en todo momento y lugar. - Había sonado excesivamente pomposo, elegante, estirado, otra vez. Pero esperaba que Agatha viese que quería, que estaba dispuesto, pero que no era capaz de expresarse mejor en ese momento, con tantas emociones. 

- ¡fiuuuu! ¡Qué gustazo! - dijo Buzánszky mientras exhalaba el humo de su cigarrillo al tiempo que se relajaba hundiéndose en el sillón. 

Pensó en todo lo que se estaba hablando y se lamentó en sus adentros de todos sus errores. Habían cabos por atar pero ya se vería, especialmente cuando echara el guante a Corinna. A esa perra infernal le iba a dar unos buenos azotes.

¿Me ayudarás? Ulfric, quizás pido demasiado y no es el momento o el lugar, pero... ¿Querrías formar una familia conmigo y con Annelie?

Le había pillado justo bebiendo y de no ser porque se tapó parcialmente la boca con la mano del cigarro, que hubiera dejado perdida de pálinká y babas a la pobre directora. Se quedó mirando a Ulfric y Agatha alternativamente, esperando el desenlace de aquella "inesperada" solicitud. 

En realidad no era tan extraño. Todo el colegio sabía que había rollete entre ambos y si no fuera por el aire relamido y mojigato de Ulfric que Buzánszky pensaba que no habrían pasado de hacer manitas en donde otros ya habrían metido el puchero en la olla... Pero lo que chocaba de aquello era el momento, la forma y (aunque no tanto) el quién, y el hecho de que aquello seguramente significaba que habían hecho algo más que manitas. 

La respuesta del profesor fue tan decepcionante como se esperaba y Buzánszky estalló de júbilo.

- ¡Bravo! ¡Os felicito a los dos! Seguro que seréis muy felices juntos ¡un hurra por la pareja!

Buzánszky hizo una última pregunta, o dos, a la directora.

- Hay algo que no me ha quedado claro, señora McGonagall, y es la relación entre estos crímenes y la muerte de Jaden Floyd y los muggles, como el padre de Dana. También me gustaría conocer el papel que ha desempeñado el profesor Boronov en esto...

- ¿Usar el anillo con la piedra de la Resurrección? ¿El peaje no sería muy caro, y más para una alumna? 

-El asunto se lo he dejado a Circe por la alianza que ha hecho con nuestra institución- comenzó explicando- El usar la piedra conlleva guardar un secreto doloroso e inquebrantable, pero a la vez le daría fuerzas para no caer...- estas palabras las pudo entender Agatha. Su ahijada sufrió demasiado, y la directora conocía su historial- la decisión será aceptada, además de supervisada. No se preocupen- expresó McGonagall lanzando una mirada fugaz hacia Harry, quien prefería mantenerse al margen de este tema.

-¿Quién es el otro lobo?

-Del lobo que han podido petrificar para investigar- dijo refiriéndose realmente a los que lograron aquello: Robert Diggory, Sándor y Ulfric- no sabemos mucho- comentó respondiendo a Agatha -pero creemos que se llama Ludovic. Un hombre con una asistencia bastante asidua a las tabernas. De hecho no sabemos realmente si forma parte del mundo mágico- comentó- si realmente fuera un muggle, cabría la posibilidad de afirmar que Edward estaba convirtiendo, con la ayuda de Fenrir y Ansgar, a todas las personas vulnerables. Para reclutar filas- hizo un inciso con la voz algo más baja- y quién sabe si por ello su propia hija estaba en esos planes...

Dicho esto cambió fugazmente de tema al fijarse en la unión del señor Von Hoggen y la señorita Presley. 

Ciertamente ya se había percatado de las miradas que ambos se echaban. Y era consciente de la necesidad de no hacer pública la relación para evitar que influyeran esos vínculos amorosos con el trabajo. Pero McGonagall vio aquello como algo casi que oportuno -Les ruego que por el momento mantengan un tanto en secreto este tema. No quiero que haya más revuelos de los que ya tenemos- expresó mirando a ambos tras sus lentes -pero, me alegro de que estén unidos y puedan darle estabilidad a la señorita Grindelwald. Pues estoy segura de que con ustedes lo conseguirá- dichas palabras sin duda denotaban una nueva aprobación.

Y diríais que Harry miró satisfecho, relajando su tan tensionado rostro. En especial con la intervención de Sándor, con la que generó una sonrisa ladeada. Al igual que Minerva, que dibujó una ligera al menos hasta la última o, dos últimas preguntas del asesor.

- Hay algo que no me ha quedado claro, señora McGonagall, y es la relación entre estos crímenes y la muerte de Jaden Floyd y los muggles, como el padre de Dana. También me gustaría conocer el papel que ha desempeñado el profesor Boronov en esto...

Volviendo a poner su gesto serio, tomó aire -Aún tenemos que haber acerca de eso, señor Buzánszky. Al igual que de todas sus investigaciones y la escasa información que hasta el momento le había proporcionado al Ministerio- reprochó sutilmente -Sin embargo, hay algo muy destacable de la muerte de Jaden, su asesinato y las runas. En particular, fue premeditado por el señor Edward, para romper el vínculo que lo unía a su familia, llevando así a su descendencia más oscuridad. Particularmente resultó muy hábil que la mejor forma que tuvo de hacerlo fuese esquivando el uso mágico. Ya que acabó siendo un acto que fácilmente desvió la atención. Cosa que hoy sabemos que además no le sería difícil de lograr si entre algunos de sus licántropos estuviesen algunos muggles- como el que tenían retenido por el momento.

-Y, del padre de Dana no aseguraré aún nada, aunque todo apunta a que fue Corinna, en otro de sus intentos por dañar y llegar a Yago. Pues no hay nadie más preparado en venenos que ella- en esos instantes miró el reloj, denotando que tenía más asuntos pendientes y debía abreviar- Con respecto al profesor Boronov no hay actualmente vinculación. A excepción de ser capaz de descifrar las runas con facilidad. Unas runas posiblemente enviadas por nuestra nigromante (Circe). Ya que no descarto que él fuera otra pieza en el ajedrez de la señorita Circe para ayudar a descifrar un asesinato que indirectamente le podía afectar por su vinculación con la familia Grindelwald (Rusev).

De pronto Harry cayó en la cuenta y entre abrió la boca mirando a McGonagall. Tenían más asuntos pendientes, pues aquella noche se habían producido muchos problemas que buscaban respuesta.

-Directora- interrumpió finalmente- debemos irnos ya.

Minerva miró a Harry y le asintió casi imperceptiblemente.

-En nombre de Hogwarts siento los problemas acarreados y les pido paciencia, además de que vayan a sus alcobas a descansar. Mañana será un largo día para vosotros- concluyó antes de añadir- y para todos.

Avanzando hacia la puerta junto al señor Potter, decidió dejaros allí hasta que salierais tranquilamente. Pese a ello, antes de salir se paró en seco -Ah, y me guastaría recordarles que el contenido que hemos abordado esta noche es de suma confidencialidad- expuso girándose de medio cuerpo y mirando por encima de sus gafas.

Seguidamente y, pasados unos segundos en los que sus ojos os recorrieron a los tres, se volvió a dar media vuelta. Marchándose junto a Harry Potter.

Linus asintió ligeramente ante la respuesta de Anne- Ese hombre también aparecía en mi sueño- Se quedó un instante mirando el cuerpo cubierto por la sábana.

-Sí, vámonos ya- Dijo incorporándose del todo. Tardó un instante en amoldarse al volver a estar de pie, después cogió la mano de Anne sin sonreír y fue hacia la puerta para salir de aquel lugar. Se podía ver por su entrecejo que estaba pensando.

Antes de llegar a la puerta, besó la mano de la joven y sin mirarla murmuró:

-¿Qué hago en una sala rodeado de cadáveres?- Casi más para él que para la joven, y sin dejar de moverse con tranquilidad hacia la salida.

Tras salir de la sala recorristeis los pasillos de San Mungo y hablasteis con Patrick Pomfrey.

Las sensaciones siempre se hacían raras en los hospitales, en especial cuando se trataba de despertar en una de sus salas. Todo ello sin contar con lo sucedido en aquella noche, una noche que, posiblemente y prácticamente con absoluta seguridad, quedaría en vuestros recuerdos para siempre.

Aunque, ¿acaso no era real que el amor podría con cualquier clase de obstáculo que se le interpusiera?

Ya cuando Linus está preparado para salir intento no mirar demasiado el cadáver de mi padre y pensar en el asunto que me comentó Circe en torno a él. Prefiero ir poco a poco con las situaciones y las novedades que tengo para mi novio. Es más una cuestión de ver en qué momento decir todo, pero también que asuntos tocar en más o menos profundidad. 

Por esa razón cuando el rubio detiene sus pasos y le da un beso a mi mano, lo miro un tanto preocupada mientras ese susurro llega a mis oídos. De repente bajo la mirada y sin poder evitarlo quedo pálida. ¿Cómo ocultar algo semejante a la persona que amas? ¿Cómo hacerlo? 

Así que tras dar un profundo suspiro, tironeo de su mano para que siga mis pasos mientras le doy una respuesta.

—No sé cómo pero te has descompensado Linus, fue un efecto extraño del conjuro que lanzaron sobre ti—digo mintiendo un poco—. ¿No recuerdas nada?

La mañana tras la noche del torneo: San Mungo

A pesar de las pocas horas que dormiste, te levantaste nada más tener en tu cara las primeras luces de la mañana. 

Estuviste mucho tiempo entre las sombras, dormido o mejor dicho: aturdido por lo que los licántropos te estaban proporcionando. Así que con sólo percibir el sol, entraste en estado de alerta y te activaste con una idea fija en tu cabeza: ir a ver a Circe.

Pues aunque las dudas generales habían sido resueltas por la directora, te sentías medio traicionado por aquella nigromante rodeada con secretos y sortijas. Así que arreglándote un poco te pusiste rumbo hacia el hospital mágico.

Al acceder al edificio no viste prácticamente a casi nadie del personal. Y es que, a diferencia de lo normal, por lo sucedido en la noche del torneo, habían estado trabajando hasta altas horas. Bueno, sin contar con que todavía no era la hora de ir a despertar o revisar al resto de pacientes (a pesar de que se aproximaba). De forma que tuviste la oportunidad perfecta y caminaste hacia la recepción, donde Patrick Pomfrey le preguntaba algo a una de las enfermeras que se había quedado allí, guardando una cantidad considerable de papeles.

Inicialmente serio y algo reticente, accedió a informarte (aunque no sin antes hacerte un par de preguntas previas), sobre el paradero actual de la mujer. Por lo que finalmente, con suerte y tras dar varios giros por distintos pasillos, tal y como te dijo, la viste: tratando de acceder a una sala cerrada, portando un pijama del hospital como indumentaria.

Decir que había dormido poco hubiera sido injusto, pues Buzánszky llevaba echado a la bartola como un mes o más. Así que con ése pensamiento se animó a levantarse, asearse y marchar al tajo. 

Pisó San Mungo sintiéndose fresco y sexy de nuevo, si bien volver a cruzar aquella puerta y pasillos le devolvieron amargos recuerdos, demasiado recientes para que no doliesen en su pétreo corazón. Por suerte, encontrar a Circe en flamante camisón de hospital le devolvió la alegría que, como era habitual, no se reflejaría en su frío rostro del Este (aunque por dentro estuviese bailando).

- ¡Vaya, vaya! ¡Qué sorpresa! Nunca le había visto tan deslumbrante, Circe...

Sin girarse y terminando de abrir el pomo que daba a una de las habitaciones del hospital mágico, escuchó tu comentario -Ya estabas tardando, Sándor- dijo mientras la puerta se iba abriendo ante vosotros y la nigromante avanzaba un paso, entrando a aquella sala, que en apariencia, dirías que se encontraba vacía.

-Veo que estar tanto tiempo drogado te ha beneficiado -expresó ante tu sarcástico comentario -Bueno, a ti y a todos- Circe no era alguien que se amedrentara fácilmente -Puedes empezar con tu interrogatorio, aunque te adelanto que no tengo porqué contestarlo- elegantemente se dio media vuelta para fijarse en tu aspecto por medio de un recorrido visual rápido. Pero momentos después volvió a mirar hacia el frente para terminar de adentrarse en la estancia. Dejando, a su vez, que tu lo hicieras (tal y como en apariencia así era) después. 

- Quería añadir un poco de suspense- contestó, a su primer comentario, mientras se acercaba. 

Veo que estar tanto tiempo drogado te ha beneficiado -expresó ante tu sarcástico comentario -Bueno, a ti y a todos- Circe no era alguien que se amedrentara fácilmente -Puedes empezar con tu interrogatorio, aunque te adelanto que no tengo porqué contestarlo

- La verdad es que sí: un mes acostado ayuda a recuperarse del trabajo duro - dijo mientras tanteaba en el bolsillo su paquete de tabaco para luego cerciorarse que estaba en un hospital. 

No perdió ni un detalle de sus gestos.

- ¿Y por qué no? ¿Qué problema tienes con eso? 

Caminó dentro de la habitación. ¿sería otra trampa? Con Circe todo era posible, ese era su encanto.

- ¿Y por qué no? ¿Qué problema tienes con eso? 

-Las palabras. A veces marcan y lo cambian todo, incluso a uno mismo- sentenció cuando nada más pasar se cerró la gran puerta a tu paso, dejándoos solos en una habitación donde erais las únicas personas que había dentro.

-Bueno, siempre has destacado por tu grandilocuencia- dijo acercándose a una de las mesillas que había junto a una camilla. En la cual se encontraban sus cosas. Y en la de al lado, dirías que estaban las de la alumna Annelie Grindelwald -sorpréndeme- refirió volviendo a colocarse sus sortijas y es que, se hacía incluso extraño no verla maquillada, encorsetada y llena de todas esas llamativas joyas.

A una semana de la graduación en Hogwarts 

El miedo y desasosiego se iba diluyendo. La normalidad se abría paso entre los ÉXTASIS y, el trabajo se había incrementado. Tanto los alumnos como profesores tenían que preparar papeles, estudios y, otras muchas cosas con respecto al después de Hogwarts.

Aquella mañana Agatha había quedado con Ulfric, como de costumbre. Pese a ello, había algo diferente para todos los que les veíais. Parecían nerviosos. 

Buscaron a Annelie por su sala común e incluso por la biblioteca, pero no la encontraron. A fin de cuentas, estando a una semana de graduarse, a saber qué podía tener dentro de su cabeza, en especial habiendo pasado tanto para su edad. Agatha no se lo llegaba ni a imaginar.

Tras dar varias vueltas decidisteis caminar cerca del patio y, casi tropezándoos, al girar os visteis al fin.

Annelie llevaba libros y cosas entre sus brazos que casi se le llegan a caer, mientras que, vosotros, ibais charlando acerca de cómo comenzar la tan ansiada conversación.

Los misterios parecían no terminar nunca con Circe, como si tuviese alergia a la claridad o la verdad. Al menos así demostraba que era la de verdad, o al menos eso parecía.

- No se apure: hace años que llegué a la mayoría de edad y creo que puede contármelo todo, aunque sigue empeñada en enrocarse en misterios ¿es cosa suya o lo hace por prescripción médica?

Contestó mientras entraba y se cerraba la puerta tras de sí. 

- ¿Mi grandiqué? - preguntó retórico Buzánszky, dibujándose una leve sonrisa en sus labios. Se dio cuenta de que, a pesar de todo, no le odiaba (el a ella).

Cuando la bruja, vestida de nuevo con sus aparatosos abalorios joyeros, le dijo que le sorprendiera, un resplandor brilló en los ojos del húngaro.

- Pues sorpréndase, porque voy a complacerle, Circe. Siéntese, por favor - dijo, con un gesto de su palma abierta indicando la cama - y cierre los ojos. No se preocupe que no voy a apuñalarle ni nada por el estilo: no tengo ganas de convertirme en un prófugo y encima le echaría de menos... Además, ya he dicho que voy a complacerle...

Cuando ésta hubo cerrado los ojos, el agente del Ministerio se colocó detrás de ella y sacó la varita. Apuntó a su cabeza.

- ¡Legeremens!

Muy abstraída con todos los pensamientos que tengo en la mente, camino por aquel extenso pasillo como si estuviera rumiando sentimientos. Luego de todo lo que ha acontecido con aquel juego, he perdido gran parte de mi alegría habitual y ya es muy normal verme con una expresión más seria. Todo lo de Linus ha significado para mi un quiebre interior, más allá de tenerlo conmigo el hecho de no poder decirle la verdad es un precio muy alto y ni hablar de todo lo que ello implica para los dos. Considerando que era un libro abierto para él. 

Y también la sospecha de todo el asunto con mi padre, la posibilidad de que haya creado un horrocrux y que de alguna manera pueda sobrevivir a esto me inquieta. Es una guerra personal que debo llevar a cabo, pero también tengo estos proyectos personales de la Annelie que era y que no puedo ser más por todo lo vivido. No sé, siento que estoy destinada a seguir su rastro al menos para hallar paz y tranquilidad. Pero como todo, nunca fue fácil o simple para mi y cuando debo alzar la varita ya sé que el efecto es devastador. 

Ahora con todo eso en mi mente, con esa tristeza que escondo ya por mera necesidad no me doy cuenta de que están allí mi madrina y aquel profesor. Rápidamente cambio la expresión y les sonrío, aunque ellos pudieron ver que estaba lejos de tener esa actitud minutos atrás.

—Madrina, Profesor von Hoggen. 

Los saludo mientras intento que los libros no sigan amenazando con caerse de nuevo. 

Ulfric había estado corrigiendo mucho, haciendo papeleos, reuniones... todo ello intentando volver a la normalidad, aunque la tranquilidad de tener a Agatha, y de robar algunos ratos para poder estar juntos, pasear, desconectar de los hechos pasados y de los trabajos presentes. La verdad, había podido disfrutar con ella mucho, desde que, tras la noche del torneo, habían podido salir más fuerte de aquello. 

Pero aquel paseo no era normal. Estaba nervioso, y eso se le notaba en que algunos gestos que hacía, y en que no iba con su paso cómodo, si no con uno algo más ràpido, mas indeciso, menos estirado, mucho más "normal", en vez de su paso mucho más elegante y algo rígido, como muchas veces se le veía por el castillo.

Cuando vio a Annelie, la observó algo quizás triste. No la conocía tanto como Agatha, pero aquello no era preocupación por los exámenes. Seguro. En cualquier caso, la preocupación de los exámenes le ayudaría a ocultar a más gente lo que le había pasado, que no era poca cosa. Viendo el peligro que tenían los libros, le salió del alma: - Señorita Grindelwald, eh, ¿quiere que le ayude a levar algún libro, por favor? -- Dice, mientras echa mano a los dos o tres que están ya a punto de caerse.