Partida Rol por web

Liderando a tu ejército y, tras dejar a la mayor parte de tus seres queridos en tu fortaleza, marchas para reunirte con el resto de los líderes de las casas honorables, aquellas que veneran la verdadera sangre de estas tierras, las tierras de los Arryn o, como os llaman los traidores, los otros señores rebeldes.

Vuestros ejércitos, los de la Casa Hunter y los de la Casa Belmore, han acordado reunirse al sur de los territorios de la Casa Corbray para decidir vuestro próximo curso de acción. La situación es complicada y cualquier paso en falso o error en la estrategia a seguir puede llevaros a la derrota.

Guerra... Parece que este fue el legado que nos dejó la reina... Todas las demás palabras escritas en su testamento poco importan.

Empuñando con fuerza las riendas de mi recio caballo de guerra deslizo una mirada hacia la columna de hombres que me siguen; algo más adelante y repartidos por los flancos, batidores y jinetes aseguran nuestra marcha. Las montañas son traicioneras, más aún desde que el innoble Petyr ascendió al trono de la montaña gracias a sus negocios en Desembarco del Rey.

Guerra... Quizás nos brinde la oportunidad de solucionar los errores de Daenerys, que tan bajo hizo caer la dignidad de estos valles encumbrando a Petyr Baelish. Los Belmore y los Hunter sin duda unirán sus espadas a las nuestras, pero eso no bastará para arrojar a los Baelish... Será necesario urdir un gran plan, aislarlos o buscar su retaguardia, y para nada de eso nos servirán los Corbray; en cuanto a los Waynwood, sólo el dinero o la promesa de victoria podrán arrancarlos de su desidia.

La victoria, sin embargo, habrá que cimentarla aun lejos de estas tierras: la casa Sunglass puede resultar crucial para ganar la Bahía de los Cangrejos y cortar la comunicación de los Arryn a través del mar, y su difícil situación podría favorecer acuerdos; mientras que los Mallister y los Ryger pueden ser importantes si deseamos aislar a los Arryn...

Ojalá existiera una forma más sencilla, pero si los valles han de incendiarse para enderezar su camino, así sea.

-Adelántate y dame el reporte de los batidores -le indico a uno de los jinetes que cabalgan cerca de mí. No soy tan estúpido como para creer que esta cabalgada no caído en oídos curiosos.

Es por ello que he dejado a Kainar cuidando Piedra de la Runa y mi hija al cuidado de su abuelo en Puerto Gaviota; hay que prever el desastre para protegerse de él y que los Royce siempre pervivan.

El jinete se aleja siguiendo tus órdenes mientras el ejército sigue sus pasos a un ritmo menor. Tus tropas, tus hombres, tus siervos, te siguen en el levantamiento, apoyando tus razones más que justificadas para alzarte contra los falsos Arryn. Ellos no pueden hablar de sangre noble mientras que tu enarbolas bien alto el blasón de tu casa, presente en varios estandartes que algunos de tus hombres portan con pasión.

Tras caminar un largo trecho el jinete vuelve a tu posición -Mi señor, he divisado el ejército de los Belmore a más o menos una hora de aquí, a paso de ejército. Están levantando tiendas y formando un campamento junto a las montañas, al sur de "Hogar". Por ahora no tenemos evidencias ni noticias de enemigos.

Vuestro paso había sido cauteloso desde la partida, máxime en la tierras de los hasta ahora neutrales Waynwood. Pero ahora, cerca del campamento de vuestros aliados, tendríais que tomar una decisión u otra acabaría en batalla.

Frunzo el ceño, pensativo. Estar ante el umbral de las decisiones siempre me infundía cierto nerviosismo; el problema era pensar demasiado. La guerra cobraba forma, pero eso lo sabíamos el día que salimos de casa.

-Que veinte caballeros comandados por mi banderizo se acerquen al campamento anunciando nuestra llegada y el deseo de entrevistarme con el señor Bellmore a la mayor brevedad -me vuelvo hacia mi ejército-. Veamos cuántos comanda él... 

Conforme te acercas al campamento puedes escuchar el murmullo de las voces y el ruido de hombres trabajando. Una veintena de hombres equipados con gruesas armaduras y espadas os detienen en mitad del camino y, tras saludaros con gentileza y respeto, os guían al interior del campamento.

Lo que ves os deja a todos sorprendidos y torna vuestro humor a uno más optimista. El campamento es inmenso, con docenas de tiendas ya montadas por toda la llanura que se esconde tras las montañas del norte. En ella ondean una veintena de banderas con el emblema de los Belmore, señalando los lugares principales del campamento.

No sabes con exactitud cuantos hombres puede haber en el lugar pero deben rondar los mil hombres, un número cercano a los ejércitos de la poderosa Casa Arryn.

Conforme Andar avanzaba por el campamento la guerra comenzaba a envolverle y su cabeza se centraba en los siguientes pasos que debía dar.

La desinformación era importante, por lo que pondría un correo a Kainar para que difundiera los rumores de que los Royce y los Bellmore tienen dificultad para alcanzar acuerdos; Andar esperó que eso en realidad no llegara a darse. Quería que los Arryn se confiaran. Por otro lado también le diría a Kainar que procurara buenos guardaespaldas e instructores de esgrima tanto para su hijo para su hija; el destino podía ser cruel, más en una guerra, y si lo peor pasaba quería que su descendencia fuera fuerte y apta para defenderse por sí misma.

Lo fundamental sería contactar con los Sunglass, Mallister y Rider... Eran necesarias las alianzas. Lo que Andar no sabía era cuántas de aquellas ideas estaba dispuesto a compartir con el señor Mallister. La próxima conversación despejaría muchas de sus dudas.

Los soldados te llevan a una gran carpa donde Lord Elbert os espera junto a un mapa del Valle Arryn. Parece estar dispuesto a borrar la imagen de hombre débil y amante de los vicios que daba su padre a la Casa Belmore pues se ha equipado con una pesada armadura y mantiene envainada un par de espadas.

Lord Royce, es un honor y una alegría veros por aquí -saludó cortesmente Lord Belmore, estrechándote la mano-nuestro momento se acerca. Mis hombres ya están preparados, tengo, como has visto, a varios mercenarios que han aumentado los efectivos de mis ejércitos. La casa Hunter ya ha partido con sus hombres para unirse a nosotros y nuestros enemigos comienzan a acuartelarse en el Nido del Águila.

-Lord Belmore -le saludo serio mirándole a los ojos antes de que mi vista se deslice sobre el mapa. Que los Arryn se encierren con tanta prontitud en su nido es algo bueno y malo al mismo tiempo-. He de reconoceros vuestra capacidad de convocatoria y organización; habéis reunido un gran número de hombres. La puesta en marcha de Lord Hunter es sin duda una gran noticia: la guerra comienza -me quito los guantes y me aproximo con ojo calculador al mapa-. ¿Se sabe algo de los Corbray y los Waynwood? Que los Arryn se encierren en el Nido de Águilas nos da más libertad de movimientos, pero nos conduce a un inevitable asedio que tendríamos que empezar a madurar desde ya. Os comentaré lo que pienso para que discutamos nuestros pareceres. Hemos de comenzar a aislar a los Arryn ya para que cuando lleguemos ante sus murallas sus fuerzas ya estén mermadas: si contactamos con los Sunglass podríamos cerrar su salida al mar, y los Mallister y Ryger son muy importantes para cercar su retaguardia -me aproximo a Lord Belmore-. ¿Qué opináis, Lord Belmore? ¿Os parece correcto y realizable?

Tenéis razón Lord Royce, debemos actuar con decisión y estrategia. Por lo que sabemos los Corbray han mandado a algunos de sus efectivos al Nido del Águila pero el resto no ha podido seguir a sus compañeros pues nuestros ejércitos los cercan -te respondió Lord Belmore señalándote el trayecto que deben seguir los Corbray, por medio de vuestra actual posición u otros caminos vigilados por hombres de los Belmore -los asedios son costosos, máxime siendo el Nido del Águila. Yo propondría simplemente el aislar el Nido. Sin capacidad para que lleguen refuerzos, acabando con cualquiera que trate de romper el cerco y dejando que sus recursos se acaben ganaremos esta guerra sin necesidad de chocar contra sus muros una y otra vez. Decidme Lord ¿por que los Sunglass? ¿No deberíamos contactar con La Casa de la Luz, el Rey Quentyn o Lord Tommen? He escuchado que odian a los Arryn tanto como nosotros.

Me quedo pensativo unos instantes observando el mapa y manejando en mi cabeza las diferentes fuerzas, beneficios e impedimentos que tenemos en nuestra causa.

-El odio común de todos ellos sugeriría una alianza, pero diferentes argumentos me hacen rechazar tal idea,y me explicaré -digo paseando con las manos a la espalda-. La Casa de la Luz está regida por una sacerdotisa fanática cuyos seguidores son fanáticos que se han ganado no pocas enemistades, y tampoco cuenta con un poder decisivo; Lord Martell y Lord Baratheon están empeñados en los grandes asuntos concernientes al trono, grandes ambiciones que, sinceramente, temo les tornen ciegos a la situación del valle: su alianza sólo será posible comprometiendo nuestro apoyo a sus aspiraciones, lo que también puede granjearnos grandes enemigos. Además -apunto señalando la ubicación del Nido de Águilas-. Si necesitamos aislar el Nido debemos contar con apoyos inmediatos en la zona: nada de lo que puedan hacer Baratheon o Martell no lo podrán hacer Ryger o Mallister. Respecto a los Sunglass, sus posesiones junto con las mías pueden ser claves para cerrar el Aguas Negras al Nido; además, su situación es tan delicada que en una hipotética alianza ellos están en realidad más necesitados que nosotros. 

Me acerco a Lord Bellmore y le miro a los ojos.

-Estas son mis ideas y criterios; si consideráis que estoy errado o habéis vistos cosas que yo no, por favor, compartidlas conmigo.

Lord Belmore asintió ante tus palabras mientras calibraba cada una de ellas. Finalmente cogió un trozo de carbón e hizo varias lineas en el mapa -Como lo veo yo tenemos dos opciones, escoger un rey u otro, al Norte o al Sur, Stark o Martell. Si escogemos a Dorne contaremos con las fuerzas que quieren ver a Ramiel muerto, con las aguas del sur de nuestro territorio y todas las tierras al sur de la nuestra. Además contaríamos con el apoyo de tres casas importantes, Martell, Baratheon y Luz, con sus vasallos correspondientes -te dijo, señalándote las fronteras que había dibujado, un gran territorio más grande que el propio norte -si escogemos Stark contaríamos con sus súbditos en las tierras de los Ríos, justo al oeste de nuestra posición, y las tierras y mares del norte. También tendríamos a los Sunglass como apoyo parcial, aunque poco podrán hacer contra los hombres de la Casa de la Luz. Escojamos al que escojamos tendremos que devolver favores salvo que actuemos con muy buen ojo -concluyó, mirando el mapa.

Hagamos lo que hagamos el Rey Quentyn querrá ver a Ramiel muerto, tal vez podríamos servirnos de ello. Y podríamos buscar el apoyo de los Sunglass, e incluso su anexión a nuestro territorio, si los protegemos por la vía diplomática de La Casa de la Luz -sugirió el lord -dime ¿como crees que deberíamos actuar con cada casa? No se si deberíamos escoger un solo bando o si podríamos tener el apoyo de ambos a cambio de pequeños favores.

Andar frunció el ceño pensativo.

-Si tuviera que escoger entre los Stark y los Martell me inclinaría por los primeros: son poderosos, cercanos a nuestros territorios y se están demostrando prudentes. Los Martell hacen demasiado ruido y se han ganado muchas atenciones, no siempre buenas. Respecto a los Sunglass, quizás garantizándoles aguas seguras y su puerto liberado de la Casa de la Luz para que puedan aprovisionarse cuanto necesite podría ser un buen intercambio a cambio de que cerraran la bahía a los Arryn.

Cabía otro modo de obrar quizás más delicado y la postre también más beneficioso, pero que podría reportar más de un problema.

-Otra opción, Lord Elbert, es tratar nosotros con Mallister, Ryger y Sunglass al margen de sus señores. Nosotros aquí, en estos días, estamos dirimiendo el destino del Valle, no de todo Poniente, ¿han de enterarse Stark o Martell de nuestros planes? En el caso de este último, al final siempre podemos decirle que nuestras maniobras le benefician sin tener siquiera que esforzarse... Pero es algo difícil, y en última instancia cuando triunfemos vos seréis el Señor del Valle: las deudas y cuentas comprometidas las tendréis que pagar vos con la ayuda de vuestros vasallos, por lo que vuestra decisión mucho ha de pesar.