Partida Rol por web

Mientras decidís vuestro destino un hombre, con aspecto de mercenario, se acerca a vosotros con los brazos abiertos con la intención de evitar malentendidos y una sonrisa de oreja a oreja.

Ojoloco se crujió los dedos de las manos y luego trasteó con su ojo vacío mientras te escuchaba -Tal vez solo sea uno más que se apunta a cualquier grupo. No queremos gente así con nosotros, la verdad. Bueno, si los queremos, para matarlos. ¿Has probado alguna vez a matar a un supuesto aliado ante los ojos de aquellos a los que estabais apunto de matar? Es algo digno de ver por uno mismo, sus rostros de incomprensión, algunos con cierta esperanza y otros enmudecidos por el horror más completo.

Tygett devolvió el saludo al hombre, el atuendo que llevaba denotaba que había pasado buena parte de su vida en los caminos y el cabello blanquecino decía que eso habían sido bastantes años, antes de montar a su caballo ya llegaron las inevitables preguntas.

- ¿Para qué una coartada? - no elevó la voz lo más mínimo y siguió mirando como la pequeña columna se ponía en marcha, esperando a que saliesen todos para cerrar la comitiva - Voy a Refugio de Plata para reunir a los ejércitos Lannister, nuestra casa no se verá envuelta en ninguna otra guerra absurda y se han de proteger las fronteras de nuestras tierras, como ya lo están haciendo nuestros vasallos.

Las palabras que dijo, si las hubiese dicho cualquier otro, podrían haber sido malinterpretadas como soberbia pero en su tono no había ni rastro de grandeza, sólo se percibía la seguridad y la decisión de su cometido. Al acabar de hablar giró su cabeza para mirar al otro hombre a los ojos.

- Siempre es de agradecer la ayuda de un buen conocedor del terreno, - dejó un pequeño silencio antes de su siguiente frase - es por eso por lo que Lord Tyrion os ha contratado, para que nos acompañéis y nos informéis de los puntos débiles de nuestra frontera. Cuando hayáis hecho eso, habréis cumplido vuestro cometido y podréis hacer lo que os plazca.

Steth estaba mirando como se marchaba Harland junto con Ojoloco cuando un movimiento atrajo su atención. Su ojo bueno se posó sobre un hombre que se acercaba con aparentes buenas intenciones o eso intentaban sus manos desnudas. Por desgracia Steth había visto gente matar con las manos y a asesinos sacar de la nada cuchillos. Con la mano sacó la lanza clavada en el suelo con un movimiento fluido y la apuntó hacia el recién llegado. - Quién eres muchacho y qué te trae aquí para acercarte a nosotros? Contesta si no quieres tentar la punta de mi lanza. - Su ojo brillaba parecía que deseaba que aquel extraño hiciera un gesto brusco para saltar. Su atuendo aún con signos de manchas resecas de sangre se ondeaba al viento a la espera de la respuesta.

Harland esbozó una de sus extrañas sonrisas mientras miraba de reojo a Ojoloco. Él sí era uno de los suyos, y lo demostraba a cada paso que daba.

-Por supuesto que lo he hecho, ¿acaso no me vas conociendo, hermano? -comentó, antes de devolver la vista al frente. Alezade iba a sospechar desde ese mismo momento. Cualquiera con una inteligencia mediana lo haría, al ver cómo cuatro tuertos van juntos a desahogarse. No obstante, las sospechas se podían aligerar-. En cuanto termine de hablar, reíd a carcajadas como si hubiera dicho algo ingenioso. Aún tengo que decidir qué clase de hombre es Steth. No es uno de los nuestros, eso es seguro, pero quizá sea útil. Recordad siempre que los perros hacen un buen servicio a sus amos, siempre y cuando se sepa ajustar bien la correa.

La potrilla tenía sus sospechas puestas en Harland, y el tuerto lo sabía. Alezade hacía bien, pero el malhadado mercenario sabía bien algo: cuando uno se centra demasiado en algo peligroso, puede llegar a ignorar los peligros que vienen de alrededor.

-Enteráos bien de cómo están las cosas en Roca Casterly. Defensas, hombres armados... Todo. Disfrutad de las putas de la potrilla, pero no olvidéis lo importante. Si se hace con fondos, quiero saberlo. Luego, a su debido tiempo, Steth matará a la patrona. Oh, y que no se me olvide: quiero saber qué mazmorras hay en la ciudad y a cuántos bastardos acogen. Después, si los vientos soplan en la dirección correcta, os mostraré un poco de magia. Ahora descojonáos, cabrones. 

Sonrió de nuevo. En ocasiones uno debe hacer caso de lo que le dicta el universo. El universo, en aquel momento, había querido que diera a parar cerca de Roca Casterly. Quizá los Leones verían de lo que era capaz un verdadero lobo.

Tranquilo, tuerto - dijo sin ningún temor - Me han dicho que este grupo de mercenarios está haciendo cosas interesantes y he decidido venir a aportar mis habilidades, las cuales no deberíais desdeñar - Knut volvió a sonreír abiertamente. Tenía una sonrisa sincera y contagiosa, casi perfecta. Hizo un gesto tranquilizador y desmontó del caballo muy despacio, mostrando cada movimiento que hacía por adelantado.

Mi nombre es Knut. Mercenario y asesino, para servirles - dijo con cierta arrogancia que tapaba con su sonrisa. Después clavo su penetrante mirada en el ojo del tuerto, para después mirar la lanza que portaba en la mano - Guardad eso, no será necesaria y... no queremos que nadie salga herido, ¿verdad? - la sonrisa volvió a aparecer en los labios del mercenario, que se mostraba afable. Al cinto llevaba dos hachas cortas, de mano.. una a cada lado.

Steth levanta la lanza mirando al cielo y da un paso atrás, se mantiene con ella en la mano pero deja de estar tenso. - Bueno entonces tendrás que hablar con la moza aquí delante, ella contrata a los mercenarios muchacho. Si te quitas un ojo o lo pierdes te dejaré entrar en los tuertos. Yo te lo quito gratis. - Le sonrie y se silencia para que hable - Asesino... hay que ser muy confiado para decirlo a los vientos. - Steth se quedó mirando el ojo derecho del hombre, una mueca a pareció en su boca... algo decía que pensaba como quedaría el hombre sin su ojo.

Escucho el intercambio de bravatas entre ambos hombres. Hombres... siempre lo mismo, rápidos en desenfundar sus armas y ansiosos por demostrar quién la maneja mejor.

Muy bien Knut. Cuentame -digo con tono meloso -de tus habilidades.

Y después me gustaría saber qué es lo que has creído escuchar sobre... mi grupo.

Sonrío al hombre. Me cae bien. Es mucho más de lo que puedo decir de otros que me acompañan.

Los ojos del joven Knut dejaron de lado al tuerto y se posaron sobre la jefa de los mercenarios. Sin duda era una mujer bella, aunque debía tener un carácter y unas habilidades únicas para gobernar aquél grupo de mercenarios, que nunca eran fáciles de llevar. Le sonrió y escuchó sus palabras. Era directa. Le gustó como y qué preguntaba.

- Me manejo muy bien con estas dos - dijo golpeando suavemente  con las palmas de las manos las dos hachas pequeñas que colgaban de su cinto, una a cada lado - Y me prodigo en eliminar objetivos, mi lady. Decidme un nombre e iré a acabar con él. 

La sonrisa eterna del joven se amplió aún más.  Se quedó así durante unos segundos, mirando, analizando a Alezade, como si tratase de averiguar algo de ella con sólo mirarla, como si quisiera asomarse a su interior.

- He oído que estáis organizados, eso es mucho más de lo que puede decirse de cualquier otro grupo de mercenarios - Knut rió abiertamente.. le había hecho gracia su propio comentario.

Bajo del caballo y sopeso al hombre ladeando la cabeza y poniendo los brazos en jarras.

Me acerco al hombre insinuándome. Pasos lentos y bien medidos. Lo rodeo observándolo como un mercader que inspeccionase una mercancía.

Paso las yemas de mis dedos por uno de sus brazos. Un tipo fuerte. Quizás sea capaz de hacer lo que dice.

Muy bien. Tendrás tiempo de demostrar que puedes hacer lo que dices.

Me acerco a su rostro mal afeitado y le planto un beso en la mejilla mientras sujeto su mentón.

Harland Nightingale -susurro al oído del hombre tras el beso.

- Me ganaré esa confianza - dijo Knut seguro de si mismo. Tras el beso, su sonrisa se disipó por unos momentos. Apenas fueron una milésimas de segundo. Después volvió a sonreír, afable, sereno. Miraba aquella mujer, sin duda llena de encantos y, sin duda, un líder respetada. Apenas la conocía, pero podía ver esa diferencia entre un líder y un LÍDER. 

Vaya.. parece que el destino está de mi parte -pensó el joven Knut cuando escuchó el nombre del tuerto. Nunca se fio de Harland y, ahora, su misión le ponía en la tesitura de acabar con su vida. Con una vida de traición e interés propio. Sería un placer matarlo y, en cuanto escuchó su nombre sabía como lo haría. Fue consciente de la bota de vino que llevaba con él y del veneno que también le acompañaba. Aquél perro moriría como siempre vivió, con alcohol en la sangre... 

Estaba rodeado de enemigos, aunque aquella mujer, Alezade, le sedujo de una manera extraña. El joven Seodoc, ahora Knut el Asesino.. se fijó en ella. No era su belleza, no era su buena presencia.. era un aire de magnificencia, un aire de paz y confianza en si misma lo que transmitía en ella y hacía que los hombres la siguieran. Por un segundo el joven Dorniense se planteó si estaba haciendo lo correcto. Entonces lo supo, aquél tipo de mujer, aquél tipo de líder mercenaria.. era realmente el peligro. Alguien así tenía que morir por el bien del reino y, por supuesto, de su Rey. 

Debería ganarse su confianza, y lo haría... le llevaría tiempo. Pero aquellos preciosos ojos azules se cerrarían ante él, para siempre.

Steth asiente ya había asumido que la chiquilla conseguiría un nuevo mercenario. - Bueno pongámonos en marcha hacia la fortaleza para que descansen los hombres mientras los tuertos te acompañamos a tus... deudores. No creo que teniendo un sitio tranquilo donde descansar sea buena idea dejarlos quietos tanto tiempo aqui fuera.

 - Esperas problemas con los nobles o crees que no tendremos muchos problemas? es por saber cuantos tuertos pueden quedarse a descansar de los 10. Aunque después de la carnicería que hicieron y de las recompensas seguro que quieren más sangre pronto.

Junto a Knut asiento a las palabras de Steth.

Preparaos para el viaje Steth, será largo y la recompensa... amplia -le guiño un ojo -si me entendéis. Que vengan todos. En especial "Ojo loco", creo que es el que más sabe de estrategia y es él quien mejor me puede aconsejar en lo referente a material de lectura.

Esperaba haber dejado claro que quería una escolta digna, con sus once tuertos camino al Oeste. 

Una sonrisa enigmatica cruza mi rostro. Tenía que ser un digno espectáculo de ver. Las chicas se iban a partir de risa. Acompañada de casi una docena de tuertos.