Partida Rol por web

Los días fueron transcurriendo y el sol se puso, la luna llegó, la luna se fue, el sol volvió, después se vuelve a poner, y así sucesivamente.

El grupo llega a Romulus, encontrandose con una aldea grande, más que pueblo, porque no es la gran cosa realmente. Tiene un centro urbano, dónde están los mercados, y el resto son campos de cultivo. Pocas casas, al parecer no viven demasiadas familias aquí. Probablemente, no hayan más de 40 personas en toda la aldea.

Es lógico pensar, que Romulus ha sido bastante descuidada por su señor, o bien, no está en sus prioridades, porqué podría tener un potencial mayor.

Tienes una taberna, un mercado de provisiones, el establo, los campos, un lago bastante enorme que rodea a toda la aldea de forma circular.

¿Qué deciden hacer?

A Edain solo le había tomado una hora y algunos minutos regresar a dónde dejó la carreta, cercano al campamento. 

Pudo tomarla sin mayores problemas, vendiendole algún que otro objeto a un despistado guardia que aún rondaba por allí.

Este empezó a tomar dirección a la pelea reciente, y cuando lo hizo, cogió algunos elementos de armaduras y demás, que el grupo no pudo llevarse por el peso.

Emprendió su marcha hacia Romulus, guiado por el mapa que posee, tal como así el grupo lo había planeado.

El viaje fue lento, pero tranquilo.

La noche cae, y aún estimas estar a un día de diferencia para lograr llegar a Romulus. Puedes parar en Elisea, a pesar de las advertencias de que Nikomedes es el soberano de esas tierras, o arriesgarte a acampar en el bosque.

Llegando a mitad de camino Edain se encuentra en un dilema, ¿ir a la ciudad o acampar oculto en el bosque? -"Si me quedo en el bosque al menos estaré a salvo de posibles inspecciones de los soldados, pero sería carnada fácil ya sea para depredadores o saqueadores y sólo soy una persona... Por otro lado si resulto víctima de una inspección podría tener puntos a mi favor ya que no hay manera que yo solo me hubiera cargado tres soldados y mi espada no está manchada de sangre, puedo decir que me encontré las armas y armaduras en algún sitio lejano al campamento para evitar que tomen rumbo a Romulus, hasta podría devolvérselas como última opción para salir de problemas, vamos Edain que no es la primera vez que haces algo parecido." Pensó el hombre hasta soltar palabra a sí mismo -Bien, creo que me arriesgaré- Tomó por fin rumbo a Elisea.

Edain decidió finalmente adentrarse en la ciudad de Elisea. Allí hallaría realmente un estilo muy peculiar de constucción; a simple vista, te darías cuenta que no encaja en lo más mínimo con el estilo que tienen las demás ciudades de Illiandor. Como visitante de Pulkria y Illiandor (cuya arquitectura es casi idéntica), te llamaría la atención aquellas construcciones dónde este se metía.

Edain recorrió la bella ciudad hasta hallar una taberna. Eran casi las 8 de la noche, por lo que no había mucha gente aún recorriendo las calles. La mayor parte del pueblo duerme temprano para levantarse e ir al campo a sembrar.

Al entrar a la taberna, en búsqueda de una posada, verías a dos hombres que tomaban cerveza y jugaban a un peculiar juego de fichas. Estos te observaron con atención cuando apareciste, y la carreta que quedó fuera de la posada, la cual podía apreciarse desde una ventana.

Hablaste con la mujer que regentaba el sitio y le pagaste unas monedas para conseguir sitio para dormir. También te permitió usar el establo para dejar allí la carreta, a cambio de más monedas como pago.

Uno de los hombres se te acercó, tomandote de forma grosera por el hombro.

Muchacho... ¿qué traes en la carreta? ¿Eres un comerciante o qué?

Este te mira con mucha atención, con ojos profundamente negros, concentrados en tu rostro. Parece ser bastante agresivo, además de estar borracho.

Pronunciando una sonrisa ante la manera brusca de aquel hombre Edain trató de ser elocuentemente tolerable -Por supuesto buen hombre ¿se le ofrece algo? Tengo medicinas para los enfermos y alcohol, también para los enfermos pero del alma, como yo- Era mejor simpatizar como opción principal, dándole a entender que bebía con frecuencia igual que ellos.

Oktael había dejado atrás sus pesadillas y con ello su duelo. 
- No sé ustedes, pero estoy hambriento. Me encantaría ir a comer algo a la taberna...-

Apoyo esa idea. Me gustaría tomar un poco, y luego descansar. Ha sido un viaje largo.

-Excelente. Yo iré al mercado, debo comprar una alabarda para poder luchar más cómodo. Supongo que venderé el equipo restante.

Acto seguido, me fui caminando hasta el mercado, el cual me habían indicado que lo mejor era ir por la mañana, ya que luego sería muy agitado. Y esta vez, por seguridad, el oro lo oculté mejor.

Bertram observó a su alrededor y miró luego a William.

Dudo que encuentres un arma de buena calidad por aquí. No tiene aspecto de ser un sitio bien armado, sino gente del campo.

-Vaya... Yo ya comí, supongo entonces me uniré a ustedes acerca de la taberna. Una bebida tal vez ayude a relajarme.

Me sentía un poco frustrado por no poder comprar un arma de mi elección. Aunque tal vez la espera de un arma de calidad valga la pena, después de todo, tenía suficiente oro (por la recompensa de Nikómedes y el trabajo con Alfred) para comprar un arma de primera categoría.

Pólux nunca decía que no a un buen trago de vino o cerveza o cualquier brebaje que le ayudara a ponerse un tanto más "relajado" que de costumbre, así pues dijo sin dudar:

-Es la mejor idea que has tenido en mucho tiempo muchacho- dijo mirando con una sonrisa a Ahrem- empinemos el codo hasta que el comerciante aparezca, hemos luchado mucho para ayudar al cabrón de Nikómedes y ahora le toca devolvernos el favor con su oro -dijo sin decir el nombre de Nikómedes muy alto pues no sabía a quien rendían pleitesía allí- celebremos que el cabrón de Alfred está bien muerto -concluyó visiblemente feliz de haberse quitado a semejante cerdo de encima.

El alcohol siempre viene bien, claro, aunque dudo que tu lo vendas más barato que aquí en la taberna. Pero podría dejarte alojar en mi casa a cambio de algo que pueda resultarme de interés entre tus cosas. ¿Qué te parece? Seguro sería más barato que lo que te cobrarán aquí el hospedaje.

Los muchachos finalmente se decidieron por ir a beber un poco, para relajarse y distender de tantas tensiones pasadas.

Lamentablemente, no correrían con tanta suerte cuando entraron al bar, cuando justo se estaba dando una pelea entre varios borrachos en ella.

Se escucharon todo tipo de insultos y gritos. Al parecer, lograrías interpretar que uno se acostó con la hija de otro, y de ahí el embrollo.

La pelea empezó a acalorarse al punto máximo cuando uno sacó una daga, haciendo que los demás repitan el proceso.

-Aprecio tu propuesta pero debo decirte que ya le he pagado una habitación aquí a la dama y tengo que salir lo más temprano posible, en cuestión de las bebidas puedo dejarte una a buen precio. - Era necesario hacer todo lo posible para que el hombre dejara en paz a Edain, si eso implica bajar el precio de alguna bebida exótica pues bien sea. -También tengo un producto que pueda interesarte...- Se refería al opio que Edain producía modificado con sus propios ingredientes, en caso que quiera dejar inconsciente al hombre.

Ah vamos, que lástima - dijo este, como negando con la cabeza y luego sonriendo - está bien, no hay problema entonces. Perdí mi oportunidad de hacer un buen negocio - rió.

Que descanses, entonces.

Finalmente este se marchó de la taberna, dejando a Edain solo y dandole la posibilidad de ir a acostarse.

Pólux alzó su potente voz en cuanto vio aquella escena, tenía pensado tomar un buen trago y aquellos pueblerinos no iban a impedírselo, por lo que exclamó:

-¡Eh! seguid con esa mierda fuera, mis amigos y yo hemos venido a beber y no os conviene mosquearnos, hemos matado a demasiada gente como para irnos ahora que pensábamos descansar, así que dejadnos tomar un trago tranquilos y no veréis lo que es una pelea de verdad... -concluyó con su tono intimidatorio, su pose musculosa y llevándose la mano a la empuñadura de su espada, pero sin desenvainarla.

A él poco le importaba el motivo de aquella pelea, sólo quería probar la cerveza local, sobar un poco a la posadera y levantarse mañana con la mitad de sus posesiones aunque fuera...

¡Tu no te metas imbecil! ¿Quien te conoce?

Este tomó su daga y siguió con su intención de lucha.

¡Vamos a resolver esto de una vez por todas! ¡No pediré perdón por haber estado con tu hija!

Finalmente Edain terminó vendiendo uno que otro producto legal como no legal a mitad de precio para que lo dejen al fin en paz. Fue a la habitación rentada y como una piedra que se tira inerte hacia el agua, cayó en la cama durmiendo profundamente.