Partida Rol por web

- Curioso. Yo hubiera bromeado con una melodía a cuatro manos. - dijo en su característico tono distante, aunque una tenue sonrisa se adivinaba en lo poco que se podía ver de su semblante..

Cuando Alya se acercó al piano el brazo se movió inquieto, forzando a la joven inquisidora a soltarlo. La extremidad cayó de manera torpe contra la banqueta, realizando en un comienzo movimientos espasmódicos. Finalmente logró enderezarse sobre el asiento y colocar sus necrosados dedos en el teclado. 

La mano izquierda tocó una melodía secundaria, formada por notas simples y acordes. Aunque llenaban el lugar con una dulce música, esta estaba incompleta, hueca y vacía sin la melodía principal. 

A pesar de que aún faltaba la mano principal que interpretará la canción, el mecanismo que había bajo sus pies comenzó a movilizarse. Las correas y los engranajes se abrazaron, para segundos después detenerse sin haber activado nada. 

Los olores de su nueva forma suponían un cambio. En concreto, el olor a azmicle. Como hembra, parecía que estuviese en celo, porque sino estuviese concentrada en la misión, se follaría al resto de ratones en un rato. Esperaba que durase poco, el parecer una dama de burdel no era acto de su devoción.

- Puff, si envenenamos primero me gustaría saber con qué. No es lo mismo algo de acción lenta que rápida, ni los peligros a los que nos expongamos. ¿Cuánto tiempo durará la poción? Lo digo por no encontrarnos vendidos en medio del conflicto.

El antiguo capitán de la guardia observó la habitación con aire ausente. En su mirada podía distinguirse la nostalgia y la tristeza. Sin había perdido mucho e incluso podía perder aún más si todo se complicaba. 

—Envenenar esta comida no nos serviría de nada. Quizás tarden días en utilizar estos alimentos y no podemos esperar tanto—. Comenzó a explicar Marcus—. Aunque es arriesgado, debemos infiltrarnos hasta las cocinas y echar el veneno soporífero en la comida. 

» Según me comentó Mhun este veneno no tendrá ningún daño a largo plazo en mis hombres, tan solo los dormirá durante unas horas. No quiero ningún muerto—. Sus últimas palabras a pesar de ser formuladas como una afirmación, no dejaban lugar a dudas de que eran una orden—. El tóxico es de acción lenta y bastante duradera. Cabe destacar que no toda la guardia come al mismo tiempo, lo hacen en dos tandas. Según mis cálculos habrán unos diez guardias que permanezcan en sus puestos durante la comida. 

Mientras el roedor de espalda estirada y porte orgullo explicaba la situación, Caidus olfateo el ambiente y meneo sus orejas. No oyó ningún ronroneo ni maullido; sin embargo cierto olor provocó que su cuerpo se estremeciera. No sabía cómo, pero sabía que había algún gato por los alrededores.

¿Gato? ¿tenéis un gato? Es un dato importante para un grupo de ratones.

No le gustó esa orden, por mucho que estaba de acuerdo en no matar innecesariamente pero no le gustó que le dieran ordenes. se mordió la lengua y lo dejó pasar.

-Eso tiene sentido, pues nos detengamos, muéstranos el camino capitán.

-Dicho eso acarició su capa para otorgarle un encantamiento de oscuridad, puede que les ayudase o puede que no, pero contaba con que el interior de un lugar como ese estuviesen supeditados a las antorchas y que no hubiese demasiadas en según que zonas.

En silencio, esperando el resultado de la melodía que tocaba aquella mano esquelética, Cylina permanecía expectante y en guardia. Hasta que la melodía termino y nada había ocurrido, los engranajes se habían movido pero sin ningún efecto, estaba claro que la melodía debía ser tocada completa.

—¿No podía haberse muerto un pianista entero, verdad? Pues parece que o viene otra mano reptando o alguien tendrá que acompañarla al piano ¿os suena la melodía que estaba tocando?—. Lanzo la pregunta en general pero estaba mirando a Ildyra, ya que parecía que algún conocimiento musical tenía.

 La soltura que Vicna había mostrado de niño para la danza fue convertida, gracias al entrenamiento en el Monasterio del Alba, en una serie de movimientos precisos que evaluaban las defensas de sus oponentes y se aprovechaban de sus fallos para derrotarlos. Era una danza marcial, elegante y grácil, que seguía el ritmo y la cadencia de himnos sagrados que resonaban en la mente del devoto, no en tonada populares. Por lo que el semielfo dudaba ser capaz de reconocer la melodía que sonaba; así permaneció atento y en silencio, concentrado en las teclas pulsadas y su orden.

 Una vez la interpretación concluyo y resultó evidente que estaba incompleta se sintió ligeramente frustrado. Por fortuna, el jocoso comentario de su pelilarga compañera le hizo sonreír. —No la reconozco, pero tal vez podría repetir los movimientos que ejecutó, así nuestro amigo tocaría la otra parte.— No sabía mucho de música, pero sí tenía agilidad en los dedos.

No es que fuera contrario a recibir órdenes, pero tenía claro que, llegado el momento, haría lo que fuera necesario. Y si tenía que abrirse paso a la fuerza, no se contendría. Empero no dijo nada y se limitó a sacar una de sus pociones, ahora convertida en un diminuto vial, que sostuvo con la cola, pues al final era muy similar a como lo hacía con su verdadero aspecto. Tras pensarlo un instante, analizando sus posibilidades teniendo ese tamaño, frente a un mínimo de diez guardias, sacó un segundo frasco, que se bebió, y un tercero, que mantuvo en la mano. Aerin, de un vistazo, pudo detectar que eran preparados alquímicos, uno de ellos un mutágeno.

—Yo estoy listo —dijo—. Vamos a las cocinas.

- Nuestro amigo sigue siendo una mano izquierda. Ojalá su mano derecha hubiera muerto igual de insatisfecha para venir a ayudar. - dijo con un suspiro, con la mano en el mentón en gesto pensativo pero la música era algo muy ajeno para ella y dudaba que le sonara de algo la melodía a menos que fuera una nana o algo tremendamente común que sus compañeros también hubieran reconocido de inmediato...

...Salvo que fuera un canto de alabanza a Iomidae, claro. También se le ocurrió que pudiera haber alguna clase de mensaje oculto en la melodía en sí, pero no dedicó demasiado ímpetu en ello por ser extremadamente improbable.

- Ildyra, tú eres la más musical de todos nosotros. ¿Te ves capaz de reconstruir la parte de la melodía que falta sabiendo una mano? - preguntó, sin muchas esperanzas pero con ninguna idea mejor. Recordaba a la muerta que se habían cruzado en el pasillo, pero tenía los dos brazos... Aunque uno de sus lados estaba tremendamente descompuesto... ¿Y si el brazo se había desprendido y les había seguido inadvertidamente? ¿Y si... aquella mujer era el resto del pianista que necesitaban? Observó más de cerca al inesperado ayudante, en busca de algún rasgo distintivo.

Ahora el elfo, y el grupo entero, dependían de los dos ratones que les habían embarcado en esta misión. Así que, por el momento, debían dejarse guiar.

—En ese caso, vayamos a las cocinas. Detrás de vos—dijo Caidus haciendo un gesto a Marcus Dember.

-Mmmmmh, no se, a ver ponlo otra vez que la toque por si me suena, tiene que ser algo antiguo... de la epoca del que tocaban antes en el salón de baile supongo...

Tarareó la canción un par de veces por si le sonaba, al menos el nombre o algo. Se le ocurrió detectar magia en el piano, por si acaso y lo hizo, tenía un don especial para activar objetos magicos y siempre tenía curiosidad cada vez que encontraba alguno nuevo.

Lo dl gato hace que me estremezca. Esto de ser una ratona no es divertido, estoy perdiendo el control de mi misma ¿O quizás es algo más? Al igual que con el vampiro, siento que mi control es peor del que tenía antes.

- Puedo intentar dormir al gato si nos topamos con él, aunque no siempre funciona. No nos interesa entablar combate, si maulla avisaría a todos los guardias. Eso si, mi porción de queso es más grande que la vuestra si eso ocurre, ¿eh?

Miró con curiosidad las pociones de Agatosh. Pudo deducir que alguna la tenía ella también. Ha puesto demasiado cornezuelo en esa última...

Marcus asintió con lentitud a la pregunta realizada por Abelgos, consciente del peligro y la temeridad de aquella misión bajo aquellas circunstancias. 

—Cuando hayamos envenenado podemos bien sortear al resto de guardias con sigilo y cautela o ir por individual a cada miembro de la guardia y envenenar su odre de agua — sugirió poco antes de girar en redondo.

El primer desafío a superar fue algo tan simple como abrir una puerta. Desde sus nuevos cuerpos las vistas eran descomunales y vertiginosas; sin embargo aquello no detuvo al elfo oscuro*, pues con agilidad trepó por la pared y saltó sobre el pomo de la puerta. Tras unos segundos de extravagantes piruetas la puerta finalmente se abrió. 

Sin esperar un solo momento el capitán de la guardia salió de la habitación, encabezando y, guiando al grupo por el edificio que hacía de prisión y centro de operaciones de los agentes de la ley. En alguna ocasión tuvieron que detener su marcha o incluso esconderse en el manto de sombras creado por Abelgos, para así evitar ser detectados. 

El olor a col hervida permitió al grupo de roedores saber que estaban cerca varias habitaciones por adelantado. Guiados por el rastro dejado por aquella pestilente hortaliza encontraron con rapidez la cocina. En el lugar un hombre se afanaba en picar distintas verduras, mientras un segundo probaba la sopa preparada tras aderezarla con lo que suponían era sal, pimentón y guindilla.

Alya observó como el brazo que tocaba sin parar aquella melodía incompleta. La extremidad debía ser de una mujer, pues este lucía esbelto y delicado. Por otra parte Ildyra escuchó la música dejando que esta traspasara los poros de su piel e inundara su alma. Sin duda sus pies eran capaces de moverse al son de la melodía, pero sus manos no presentaban aquel don. Mientras tanto Vicnan trato de imitar, pero pronto comprendió que la música no era simple repetición, sino que implicaba algo indescriptible que dotaba magia a la interpretación. Algo que él no tenía.  

Frustrados observaron en silencio el piano y el fragmento de cuerpo cadavérico, cuyos dedos danzaban con soltura y dulzura por las teclas del instrumento. La joven inquisidora daba vueltas a una idea. Quizás la joven difunta que había encontrado previamente en el pasillo, fuera la dueña de aquel brazo, pero no estaba del todo segura. 

—La chica que vimos antes, recuerdo que le faltaba el brazo izquierdo. Quizás este sea su brazo, ¿no? — confirmó Elentari las sospechas de Alya, casi en un susurro temiendo romper el hilo de los pensamientos del grupo—. El problema es que no podemos interactuar con ella, al menos eso dijo el padre Eithel. ¿Cómo vamos a traerla? 

La pregunta formulada por la semielfa de cabellos azules inquietó en cierta medida a cada uno de ellos. Pocos minutos antes habían visto la fuerza sobrenatural que podía haber en aquellos espectros. Sin duda había sido una multitud de espectros torturados los que casi acaban con la vida de Vicnan, pero ¿sería distinto si perturbaban de manera directa a un espectro?

Caidus procuró pasar lo más desapercibido posible, y agradeció la oscuridad que proporcionaba Abelgos. Ante la pregunta de  Marcus, el elfo lo tuvo claro. Cautela.

—Son dos turnos de comida, decís. Además, se trata de un veneno de acción lenta y duradera. Creo que lo mejor es ser precavidos. Si luego tenemos que huir con Nalen'Dag, no puede haber guardias alertados. Yo dormiría a todos los posibles y sería lo más sigiloso posible.

Vio la escena y se le ocurrió la mas simple, rápida y peligrosa de las idea. Si salía mal le cortarían por la mitad con el cuchillo de deshuesar y ahi acabaría su aventura.

En voz muy baja expuso su plan. -Dadme el sonmífero, puedo echarlo en la sopa tras trepar y también puedo crear la distracción pero si algo sale mal y me pillan deberéis actuar con premura. Morderle el tobillo, pincharle o lo que sea o yo acabaré muerto.

Si sale bien nos vamos a buscar al archimago antes de que sea tarde.

Pegado a la pared, oculto en las sombras proporcionadas por el conjuro de Abelgos, escuchó con el ratonil ceño fruncido ligeramente, sin querer precipitarse.

—Esperad a que se despisten un poco, será mejor no arriesgar más de la cuenta.

Creía poder con esos dos guardias, incluso en esa forma, pero no quería malgastar tan rápido sus preparados ni tampoco jugársela a que dieran la alarma. De hecho, si veía que no se apartaban de la olla, había otra opción.

—Si no, puede que sea mejor que vaya yo. Puedo volverme invisible, al menos no me verán llegar —sugirió.

¿Por qué me pica todo el cuerpo de repente ¿Es la sensación de peligro lo que siento? Frunzo el bigote de rata. Y por otro lado... tengo hambre, y la comida huele. Más me vale que esto no dure mucho o no sé si me pasaré el próximo mes alimentándome sólo a base de queso.

- Sea lo que sea, hagámoslo rápido. Cada vez me siento más rata y menos humana, dentro de nada cederé a mis instintos animales y no creo que sea buena cosa. En serio... esta forma es extraña.

Caidus se acercó al ratón encapuchado:

—Abelgos, si vas a hacer lo que dices, permite que te lance un conjuro con el que sobrevivirás si caes desde una gran altura—dijo señalando hacia arriba—En caso de tener que salir rápido, podrás saltar desde cualquier sitio y no te harás nada de daño al llegar al suelo. El conjuro se llama 'Caída de pluma'.

Agatosh, lo de la invisibilidad suena magnifico te dejaría que fueses pero ¿Vas a poder escalar esa mesa de cocina? -La señaló con un dedo de su pequeña pata y fue ascendiendo a donde apuntaba. Ahora mismo aquella mesa era como escalar un acantilado completamente liso y vertical.

Luego responde a Caidus, -Depende de si nuestro amigo bárbaro no le tiene miedo a las alturas o quiere dejar actuar a un profesional. -Dijo provocativo. -Pero acepto toda ayuda posible.