Partida Rol por web

—Así sea—contestó a Agatosh—Si necesitas material de escritura, puedes usar el mío. Mientras los transcribes miraré mis notas para buscar más información sobre el vial para compararlo con lo que sepa Aerin.

La gente se marchaba pero como semidrow que era la noche y la oscuridad le reconfortan y apuraría al máximo esta paz bajo el manto de la noche.

-Solo puede quedar uno en pié y seré yo.  Es buen momento para retiraros o sacar otro tema de conversación. 

Ildyra ya estaba de pié, así que poco más tuvo que añadir, se acercó a Caidus y habló en tono cordial, pues le parecía que el elfo prefería la profesionalidad antes que el trato amistoso.

-Tengo aquí unas monedas de recompensa, me gustaría un pergamino de vuelo, para emergencias.- Sonrió, añadiendo con una sonrisa: -No te preocupes, sabré usarlo.-

Al ver que el grupo comenzaba a retirarse y ante la idea de quedarse solo con un entrando en copas Abelgos, Mercer decidió que lo mejor era ir a descansar. No vaya a ser que le surjan ideas extrañas a aquel peculiar personaje y la noche acabara mal. Había comido, había escuchado historias, reído e incluso compartió una cerveza. La noche había sido buena y así debía terminar. 

— No seré yo quien te quite el honor de ser el último en pie. Que descansen. — Dijo antes de levantarse y poner rumbo hacia su tienda. 

Después de lo ocurrido durante la misión no tenía mucha intención de meterse en una tienda a dormir, prefería hacerlo libremente y respirando el aire fresco como había hecho desde niña, una hoguera y algo donde apoyar la espalda era lo único que necesitaba. Echó un par de troncos gordos en la hoguera para que durasen lo más posible, se sentó en el suelo estirando las piernas hasta casi tocar el fuego, reclino la espalda sobre el tronco en el que había estado sentada y mientras se bajaba la capucha hasta taparse la cara casi completamente dijo.

—No habléis muy alto anda.

El elfo había asentido cuando la paladín le pidió el pergamino. Tras completar los asuntos que él tenía, se puso con los pergaminos y, dado que se había comprometido con Ildyra, inscribió el que ella le pidió. A los 2 días, la buscó por el campamento.

—Ildyra, aquí tienes lo que me pediste. El precio es de 188 piezas de oro. —dijo Caidus sacando el largo pergamino de su bolso.—Úsalo con sabiduría.

Cuando el mago se acercó a los dos días la paladín de Shantia ya suponía que se acercaba para entregar el pergamino y lo recogió con una sonrisa.

-Ya veo.-  Contó las monedas, sin embargo, al llegar a las 188 pedidas siguió contando, hasta las 250 y se las entregó al mago. -No es el precio de mercado, pero el tiempo de un mago es valioso. No tenga reparos en pedirme un favor cuando lo necesite, Caidus.

El mago no se sorprendió con el gesto de la paladín. Aunque no comulgaba con muchas de sus ideas, apreciaba su habitual honestidad y buen hacer. Sin embargo, no veía con buenos ojos el regalo, pero como sabía que si lo rechazaba tendría una larga réplica a la que no quería hacer frente, aceptó con una inclinación el regalo.

—Vamos a compartir destino y objetivo durante tiempo. Con ayuda mútua tendremos más probabilidad de obtener éxito.—le dijo—Habrá más oportunidades de colaborar en el futuro.

Con otro gesto de agradecimiento, una inclinación de cabeza y un 'con permiso', Caidus se volvió a sus quehaceres,