El ren no sabía qué hacer, pero decidió que quería saber qué le llamaba. Lo que había dentro ya lo conocía y no lo que le esperaba en el bosque. ¿Y si de verdad estaba perdiéndose grandes riquezas? ¿Un tesoro? ¿O puede que hubieran envenenado la comida? Olía tan bien para engañarlos, sin duda sería eso. Cuando Mö fue hacia los árboles, mojándose un poco por el camino, se encontró con una mujer que tapaba levemente su cara con un abanico. La verdad es que era un poco raro, porque su cara era alargada... Nada como ninguna mujer que hubiera visto nunca. Pero había muchas razas por ahí fuera que no conocía, sería eso.
-Seguidme, Mö de los ren, mi señor quiere escucharos tocar- señaló el instrumento del ren, ese que había conseguido gracias a salvar la fuente de Ossecina. -Si le complacéis os recompensará- y tras aquello comenzó a caminar hacia el interior del bosque, pero a una velocidad que Mö pudiera seguir.
Había quedado claro que limpiar no era lo suyo, un poco decepcionado y algo cansado por el infructuoso esfuerzo, salió a ver que tal se encontraba el Chull, pues si bien quería dejarle jugar, no quería que tuviera luego una sensación de abandono.
Aprovechó la lluvia para lavar sus manos y quitarse un poco el polvo, ya que olía maravillosamente desde la cocina, y el resto de viajeros parecía haberse congregado allí, así que sin mucha demora, se presentó en el lugar.
Mmmmmhhhh.... Huele de maravilla - dijo al aparecer por la puerta - ¿podría unirme?
Kon pensó que debería haber ofrecido en primer lugar parte de sus suministros para ello, pero ya era tarde, esperaba poder sorprenderlos a la mañana con un rico desayuno.
La comida fue servida y casi devorada al completo. Hamo había preparado un guiso sin duda delicioso, que sació y contentó a todos. Aun quedaba fondo en la olla para dos platos más, lo suficiente para alguien que no se había presentado para comer. Puede que el ren desconfiara, pero Kon sabía que nada hacía más correr a Mö que un buen plato de comida.
Era extraño, muy extraño. Parte de lo viajeros no conocían a Mö, no tanto como Kon, pero era extraño. Extraño porque ni siquiera se oía un paso de más sobre el tatami de aquel templo abandonado. Puede que con la desconfianza hubiera ido a buscar comida por sí mismo fuera, lo cual no era recomendable. Estaban en un bosque tranquilo, sí, pero uno que lindaba con el Reino del Peligro. Se decía que en ese Reino había monstruos legendarios, devoradores de todo el que se paseara sin cuidado por los caminos y que los lobos podían medir hasta dos metros de alto. ¿Y si el ren estaba en peligro?
No marquéis a Mö ^^
El joven artesano - y cocinero ocasional - estaba henchido de orgullo al ver cómo sus compañeros se deleitaban con el guiso que había preparado, y durante toda la comida estuvo sonriendo y con las mejillas sonrosadas. Cuando Kon se acercó a la improvisada zona de reunión guiado por su olfato, Hamo no perdió el tiempo y sirvió otro cuenco acompañado por un trozo de pan.
- Hay para todos - dijo, conciliador, pero miró por encima de su hombro, buscando al Ren - ¿Tu compañero no se une a nosotros?
Con una sonrisa, el ren siguió a aquel extraña mujer. Su señor iba a colmarle de regalos sólo por oírle tocar. No era para menos, Mö había practicado bastante desde que Tsuna le regalase el extraño instrumento que tanto le gustaba y ahora, sus estruendosos bocinazos, eran aún más potentes. Claro que, no dejaba de resultar extraño que su fama comenzase a precederle de una manera tan evidente.
- Pues si oírme es lo que quiere... ¡se va a hartar! - repuso Mö con alegría y determinación a la vez que seguía a aquella muchacha.
* Jefa... ¿no deberían desmarcarme los demás de sus mensajes? ;)
Engullo aquel guiso delicioso. Se me podía oír ronronear de gusto, y mis ojeras no paran de moverse, al son de mi estado de animo jovial. Estaba comiendo. Como veo que sobra para dos platos más, no me lo pienso y me sirvo un segundo, para repetir.
- ¿Nadie quiere repetir, no? Gracias - me sirvo un cazo y como. Bien cierto era que aquel viajero raro no había aparecido a comer, pero a más tocábamos. Lo acababamos de conocer, es normal que no quisiera comer en nuestra mesa.
Sasha seguía comiendo y no podía culparla. Estaba buenísimo, pero me llamaba la atención la ausencia del Ren.
Kon había comido con nosotros y parecía muy amable. —Kon, ¿es normal que tu compañero esté fuera tanto tiempo? Me parece raro no escucharle en el templo. Y más que no haya venido a comer. Sólo el olor resucitaría a un muerto.
Dastan se levantó —¿Queréis que vayamos a buscarle? Me estoy empezando a preocupar.
Kivo zampó con ganas y satisfacción, sintiendo el estómago agradecido después de una larga jornada bajo la lluvia y el trabajo de limpiar parte del templo. Se relamió al ver a Sasha servirse más y se preguntó si sería adecuado hacer lo mismo. Con gusto se comería dos o tres raciones más. Miró de reojo a los demás, ¿les parecería mal?
Entonces se planteó la cuestión de la ausencia de aquel extraño ren. Hasta ese momento, no le había preocupado. El tal Mö podría, simplemente, haber preferido quedarse solo, a su aire. ¡Algo normal! Aunque claro, resistirse al olor del guiso...
–¡Um! No sé. ¿Suele hacer cosas así? –a lo mejor era un solitario irremediable–. El templo es grande y lleno de recovecos. A lo mejor se ha perdido. ¡O se ha resbalado por una escalera!
Se rascó la oreja peluda.
– Por mirar no perdemos nada, creo.
La mujer llevó a Mö hacia el interior del bosque, donde parecía que no debía haber nada, encontraron tras unos pasos una fortaleza enorme. Ahí debía estar el señor de aquella mujer, que debía ser muy importante si vivía en un lugar como ese. El premio por tocar podría llegar a ser enorme: joyas, objetos valiosos, oro... Mö no podía hacerse una idea de qué podrían darle, pero estaba ahora ansioso por llegar.
-Solo tengo que pedíos una cosa, Mö de los ren- dijo la mujer al llegar a la puerta y sacó un pañuelo. -No podéis ver nada de lo que hay dentro. Mi señor es muy cuidado de su seguridad y no desea que nadie le reconozca- pasó el pañuelo al ren, para que se vendara con él los ojos. -No podréis mirar nada en el interior y si incumplís esto, no solo no se os premiará, sino que seréis fuertemente castigado.
Sí, suele ser algo introvertido con los desconocidos, pero que no haya venido a comer... me extraña - dijo Kon perdiendo por momentos la sonrisa que le caracterizaba.
Agradeció mucho la preocupación de Dastan, se notaba que era una buena persona, así que recuperando su sonrisa mientras se encogía de hombros se levantó también - vayamos a buscarle entonces, con vuestra ayuda lo encontraremos en seguida.
¿En qué lío se habrá metido ahora? - Kon se sentía un poco culpable de su desaparición, si bien es cierto que el ren no le hacía mucho caso, sabía que bajo muchas capas de extravagancia se encontraba un corazón noble y bueno - En fin, seguro que no es nada ^^
Para los viajeros estaba claro, sobre todo para Kon. Que Mö no estuviera con ellos era raro, de hecho, que alguien a quien se le ofreciera una comida como aquella no la aceptara, ya era un signo de que algo no andaba bien.
Normalmente los viajeros iban de un lado para otro y a veces se cruzaban los grupos, se unían, o se despedían. Pero siempre lo hacían con una comida y una historia compartida. De dónde venían, hacia dónde iban y las maravillas que habían encontrado, eran un tema de conversación muy común alrededor de un buen guiso o una carne asada. También podían comerciar entre ellos antes de marcharse, muchas eran las posibilidades de encontrar a otros viajeros sobre la ruta.
Todos habían decidido que había que buscar a Mö, y no por la comida, que no quedaba porque la glotona de Sasha había limpiado la olla. La verdad es que más tarde podría comer algo si lo deseaba, pero ahora era probable que a Mö le hubiera pasado algo malo, que se hubiera caído en algún lado. O incluso puede que solo fuera un despiste.
DEs+INT dif. 6 para encontrar un rastro de Mö.
A Dastan le daba pena Kon, que ya estaba solo y sin el ren no tenía grupo. Tendrían que adoptarlo si el Ren se iba. O si desaparecía. O si se lo habían comido los espíritus malignos. Quizá todo a la vez. Pero no debían dejar de intentar encontrarle.
—Que extraño es este templo, incluso limpio, no se donde pudo meterse Mö... ¡Una cosa! ¡Id juntos, no nos separemos también!
A ver si iban a acabar todos mal. Dastan llevaba su tridente "por precaución".
Motivo: Destreza
Tirada: 1d6
Resultado: 2
Motivo: Inteligencia
Tirada: 1d6
Resultado: 3
Creo que Dastan no investiga nada.
Mö no era un ren especialmente confiado. Después de su primer e infructuoso intento por salir de su Bosque de Faerys se le había despertado un sexto sentido que le pitaba en los oídos cuando podía estar en peligro. De hecho, precisamente aquella especie de alarma era lo que había presentido un rato atrás al conocer a aquel otro grupo de viajeros... el de la mujr gato olisqueadora. El motivo por el cual, en aquella otra ocasión junto a aquella opulenta casa, este sistema de aviso decidió no actuar, siempre será un misterio. La cuestión es que el hombre simio se encogió de hombros y se anudó la venda a los ojos. Aquel hombre parecía realmente rico y, si algo había aprendido del mundo de los humanos, es que cuanto más fortuna tienen más excéntricos se vuelven. No ser visto... no parecía algo difícil de cumpli. Más aún cuando, al parecer, el premio o castigo dependía de ello más que del presumible talento del ren con el instrumento en cuestión.
- Vamos, pues... - apuntó sencillamente. - Eso sí... no seas traviesa y avísame si ves que voy a tropezar. Que este jueguecito de la venda ya me lo conozco... no te creas.
Y con ello tendió su mano para que su guía pudiera mostrarle el camino.
Tras terminar de comer, Hamo había pensado en salir al exterior para lavar los cubiertos y los pequeños cuencos aprovechando el agua de lluvia, pero al igual que al resto de sus compañeros, le preocupaba lo que le hubiera pasado a ese Ren tan desagradable. El artesano era bueno por naturaleza, y saber que por llegar a aquel templo, comer y dormir en su interior podrían haber puesto en peligro a otro ser vivo, sería demasiado para su salud mental.
Así que, dejando sus cosas allí - no tenía intención de involucrarse en ningún combate, y Dastan ya portaba su magnífico tridente - acompañó al resto, preguntando si Mö no se habría entretenido con aquellas pinturas.
- Uhm... ¿qué es...? - musitó.
Motivo: Destreza
Tirada: 1d8
Resultado: 8
Motivo: Inteligencia
Tirada: 1d6
Resultado: 1
Seguir rastro: 9
¡Un paseo para bajar la comida antes de dormir! Si le hubieran preguntado, la pereza le habría llevado directamente a la cama a pesar de tener la tripa llena. Pero se había presentado aquel dilema y él no se iba a quedar roncando mientras alguien pudiera estar en problemas dos paredes más allá.
Se levantó bostezando, masticó el aire y se puso bien los pantalones, que ahora tenía apretados en la cintura.
-¡Vamos! Seguro que solo es cosa de un minuto -dijo, tomando su bastón.
Motivo: DES
Tirada: 1d6
Resultado: 6
Motivo: INT
Tirada: 1d6
Resultado: 5
6 + 5 = 11.
«Aquí yació un hobbit».
El susurro de Hamo llamó la atención de Kon, aunque Kivo parecía haber encontrado algo también. Le gustaba mucho que estos nuevos viajeros se preocuparan tanto por su compañero, desde luego había acertado al fiarse de ellos. Sólo faltaba descubrir en qué rincón se había metido el ren, que sin duda alguna estaría refunfuñando por la construcción del templo o similar.
La sonrisa habitual en él se veía debilitada por la preocupación, comprobó que sus hojas cortas permanecían en su cinturón en el momento en el que vió a Dastan asir su tridente, un arma peculiar que no había visto nunca. No había pensado que el templo pudiera albergar algún peligro, pero quizá hiciera falta "desatascar" a Mö de algún lugar, y eran una buena herramienta que ya le habían sacado de algún que otro problema.
Motivo: Rastrear
Tirada: 2d6
Dificultad: 6+
Resultado: 1, 5 (Suma: 6)
No puede evitar poner cara de pereza cuando todos parecen querer buscar al viajero que no quiso sentarse con nosotros a comer. Me sentía con la tripa llena y lo único que me apetecía ahora era dormir un poco de siesta hasta el día siguiente, mismamente. Pero no... Parecía que se habían puesto de acuerdo y comprendía que debía unirme a ellos. Además porque mi olfato y dotes de rastreo eran buenas. Cosas que no entendería alguien que no fuera antroponeko.
Haciendo varios mohines con el hocico, comienzo a olfatear. A mitad bostezo, pero luego sigo olfateando, saliendo de la cocina pues creía que realmente tenia algo.
Motivo: Destreza
Tirada: 1d8
Dificultad: 6+
Resultado: 3 (Fracaso)
Motivo: Inteligencia
Tirada: 1d8
Dificultad: 6+
Resultado: 6 (Exito)
La mujer esperó a que Mö pusiera su venda alrededor de sus ojos, seguramente comprobó que no pudiera ver nada antes de ayudarle a entrar en el edificio. Le tomo del brazo con suavidad y su tacto estaba frío, casi helado. Guió a Mö por varias salas, pues él oía como abrían y cerraban las puertas correderas. Le indicó dónde se encontraban todos los escalones en subida y bajada, para que no tuviera ningún tropiezo.
Del interior le llegó un olor a humedad, a inciensos exóticos y no pudo oír ni un ruido. Al final llegaron a una habitación, donde debía encontrarse el señor de aquel lugar. Al menos el ren se sentía observado allí, por lo que no daba cabida a otra cosa. Una voz autoritaria le habló y le pidió aquello para lo que había sido llamado.
-Ren, hemos visto que portáis un instrumento un tanto peculiar, uno que nos gustaría oír. Mostrad vuestra maestría y seréis recompensado. Mi corte y yo partiremos pronto, nos gustaría escuchaos antes de que eso ocurriera. Adelante, demostradnos de lo que sois capaz- pidió la voz.
Para tocar tira DES+ESP dif. 6 para impresionar al gran señor.
Dastan parecía bastante perdido conforme al rastro, pero el resto lo vieron claro. Mientras que Sasha comenzó a olisquear el olor característico de ren, el resto vieron las pisadas que había dejado en el suelo limpio. Las huellas atravesaban el templo y llevaban a la parte de atrás, hacia el bosque que se extendía y se unía a los bosques del Reino del Peligro.
Fuera seguía lloviendo, pero no había duda de que Mö había tomado ese camino. ¿Por qué habría salido? Los viajeros salieron en su busca, adentrándose en el bosque. Cuando más caminaban, el lugar se volvía más gris. Los árboles estaban negros, muertos y sus ramas y raíces eran retorcidas. Y cuando pasaron por allí, vieron que había un enorme cementerio. De una de las tumbas la tierra comenzó a removerse y un esqueleto apareció, arrastrándose hacia la superficie. De la tumba de al lado parecía salir otro más. ¡Dos esqueletos!
Empezamos otro combate, decidme 5 cosas que hay en el terreno para pelear y tirad DES+INT para ver vuestra iniciativa. Además debéis situaros al frente o a la retaguardia.
Os recuerdo: no marquéis a Mö.
Motivo: Destreza
Tirada: 1d8
Resultado: 1
Motivo: Inteligencia
Tirada: 1d6
Resultado: 1
Bravo... Pifia en Iniciativa xD
Hamo ve un tronco mohoso tirado en el suelo y se pone en Retaguardia