Partida Rol por web

Komori estaba más desorientada que una Alicia en el pais de las Maravillas. 

se llevo los dedos a la sien molesta, aquel reino le estaba saturando y le empezaba a doler la cabeza. - ¿Cazar piezas de ajedrez? - Se imaginó a las piezas corriendo por una pradera de fichas de domino. - Seguro que será algo aún más loco.

Ante las sugerencias de buscar a ese tal Chesshire se encogió de hombros y esperó a que otro se aventurara a guiarles, no solo no sabría encontrar aquel lugar, ni siquiera sabía por donde habían venido. Solo pensar que tendrían que encontrar las piezas, no, cazarlas, para volver con esos hermanos chiflados y jugar a algún juego seguro totalmente absurdo para que le dijeran donde encontrar Alicia o el conejo o lo que fuera que buscaran a esas alturas...

Suspiró y esperó.

La estatua había hablado, pero a Kivo le pareció que las respuestas no respondían nada. Se rascó la punta de la oreja, pensando.

A lo mejor podían preguntarle otra vez. Pero no sabía cómo hacer que la estatua se despertara.

—¡Eh! ¡Señora! ¡Señoooraaaa!—llamaba, moviendo las brazos y dando saltitos para llamar la atención. Pero la estatua no parecía verle. Kivo se subió de un salto a la grupa de Mike para hacerle señales a la Gran Chansu desde ahí— ¡Oiga! ¡Señora! ¡Eooo! ¡Tengo una pregunta! ¡EeeeOoooo!

Y se bajó de un brinco, decepcionado.

—Nada, no hay manera.

Los demás ya estaban hablando de otras cosas. Del ajedrez, de nuevo. Había que buscar las piezas, al parecer. Pero la señora estatua no había dicho dónde. Y Kivo no tenía ni idea de en qué dirección partir.

Komori parecía convencida que había que volver todo el camino de vuelta por donde venían para ir a buscar a aquel gato. La verdad es que los viajeros no podían hacerla cambiar de opinión. Tan encabezonada estaba que decidieron atarla y subirla a lomos de Mike. Sasha estaba confundida, pues Wonderland no era fija, era como un gran ser vivo que crecía y cambiaba a placer. No podía saber dónde se encontraba al dichoso gato.

Pero Dastan parecía tener una idea. Creía haber visto alguna indicación por el camino. Y no se equivocaba, pronto estuvo en un claro donde la hierba estaba parcheada a cuadrados de hierba más claros y más oscuros, como si del tablero de ajedrez se tratara.

Allí había unas criaturas un tanto extrañas, que realmente sí que parecían fichas de ajedrez vivientes, con distintos rasgos animales.

-¿Quién va?- dijo una voz desde alguna parte, una voz desconocida y burlona.

¡Ey, ey, bájenme!, bájenme, ¡que les digo que es por allá lo de Chesshire!  Yo soy de aquí, ustedes no, mírenme que tengo la razón, de verdad.   - Oían su voz a lomos de Mike durante todo el rato.  Hasta que llegaron al prado. 

De reojo, desde donde estaba atada, vio la extraña figura.  

¿Es usted el rey de blancas? -le dijo, muy cortés, intentando hacer una genuflexión desde donde estaba.   No le salió muy bien, pero el intento se apreciaba. 

A veces, que todo te pareciera nuevo fuera del agua y las playas, tenía su recompensa. Dastan pudo llevar al grupo hacia el claro de las piezas de ajedrez.

Y llegaron al lugar. ¡Y sí, las piezas de ajedrez estaban vivas! —Muy buenas y saludos! —dijo Dastan con amabilidad a la voz burlona— Somos Viajeros y veníamos a ver si podíamos encontrar a las legendarias piezas de ajedrez...

Legendarias desde hace un rato... 

Selenne siguió a Dastan, mirando de reojo a Komori durante todo el camino. - Relajese... - Le decía con un tímido hilo de voz. - Si vamos por donde dice solo daríamos vueltas en círculos... - Pero no conseguía convencer a la anciana, así que le dejó estar. - Al menos se ahorra caminar. - Trató de convencerse a sí misma para callar la voz de la conciencia que le decía que no estaba bien atar a una anciana.

Al llegar al gran tablero de ajedrez. - Saludos, caballero. - Respondió a la voz, buscando a su autor en rededor. - Tenemos una partida de ajedrez pendiente, es de vital importancia. - Completó a lo dicho por Dastan.

Tanto tiempo fuera de mi hogar me estaba haciendo olvidar lo cambiante que era. No antroponekos no es que tuviéramos buena memoria. Yo me rindo rápido ante esta realidad, pero Komori se empecina del tal forma que la tienen que atar a la montura de Mike. 

- ¿Y una pelota de calcetines no tenéis? - pregunto al resto, cuando ti atada se da cuenta lo equivocada que está y se pone demasiado ruidosa - Digo, para metersela en la boca y silenciarla un poco... - Pero sus compañeros no parecían muy a favor de esa idea y la anciana se queda sumida en un bucle sin sentido. Lástima. 

Al final el viajero más insospechado es quien consigue llevarnos al lugar. Quién lo iba a decir. Dastan, un ciudadanos de  Atlantipolis. Estas cosas solo pueden pasar en el País de las Maravillas.

Finalmente llegamos al claro y vislumbramos las piezas, a la vez que una voz que parece proceder de todas partes nos pregunta.  

- Cosa de los gemelos Tweedle - aclaro - Yo soy Sasha, del clan Yagami, antroponeka de estas tierras. - porque si era el gato, la afinidad gatuna podría funcional. 

—¡Y yo soy Kivo!

Dijo Kivo.

Habían tomado un camino que él no habría elegido y, sin embargo, habían acertado. ¿Cómo lo habría adivinado Dastan? A saber. Pero ahí estaban, delante de unas piezas de ajedrez muy simpáticas. Seguramente le podrían enseñar a saltar bien para jugar a ese juego que tantos dolores de cabeza estaba dando.

—¿Y tú quién eres?—preguntó a la voz.

De entre las sombras de las copas de los árboles, asomó una cabecita. Una cabecita de pelaje negro, orejas y que portaba un log brillante. Se inclinó ligeramente para observar a los viajeros y mostró el resto de su cuerpo, sentado en una rama. 

-Una preciosa antroponeko y… humanos. Aburridos humanos- fingió un bostezo, que trató de disimular sin mucho éxito con su mano. –Este es el claro de las piezas de ajedrez, ¿para qué las necesitáis? Son difíciles de cazar- se estiró en la rama, mirando con pereza a los presentes.

Nos habíamos presentado a las figuras de ajedrez pero al parecer el (la) que cortaba el bacalao (expresión muy usada en mi tierra acuática) era el gato ¿la gata? de chesire. 

—Queremos ganar a una partida de ajedrez viviente a dos antroponekos que viven por aquí. Son unos pobrecillos que no tienen log. Ahora que lo pienso. ¿No tendría usted un par de logs para ellos?

Sin duda nos dirían lo que queríamos si les dábamos unos logs. Si no, intentaría lo de las piezas de ajedrez. 

Lo que se muestra ante nosotros es otro antroponeko y yo tengo que dar unas palmaditas de mero entusiasmo. Esto facilitaba las cosas porque nos entenderíamos bien. 

- ¿Y tú quien eres? - le pregunto, pues no encaja del todo en lo que esperábamos y quizá estábamos confundidos con su identidad. - Contra lo gemelos Tweedle - asiento, a continuación, ante lo que dice Dastan de que queremos ganar una partida de ajedrez. Es cuando mi cara se retuerce en una mueca de horror cuando se blasfema contra el log - ¿Pero qué dices?, el Log es único... Cada clan tiene el suyo y cada individuo el propio y así, no se portan en los bolsillos porque si...  No hagas caso a mi compañero, es de agua y aquí está un poco atolondrado, menos mal que voy con ellos - me disculpo con mi compatriota. 

Hola Chesshire, Komori-san, maravillense también.

¿Nos puedes decir como se cazan las piezas? ¿Hay algún ritual o forma de comenzar?

Komori empezó a deshacer el nudo de su chal y rebozo, no porque tuviera calor, sino porque pensaba que se podrían usar para tenderles una trampa a las piezas y capturarlas así. 

Por otro lado, sus muy observadores ojos, miraban a todo lado, especialmente en luigres donde se podría esconder una pieza del tamaño de su primer interlocutor. 

—Una antroponeko, humanos… ¡y un oobi! ¡Y también Mike!—el niño gato ese había metido a Kivo y a Mike en el saco de los humanos. ¿Cómo se podía estar tan ciego?

Podía ser perdonable que se confundiera a los humanos con Mike, el poni con jersey. Al fin y al cabo, los humanos usaban zapatos y Mike tenía cascos. ¿Pero confundir a un oobi como Kivo con unos humanos?

¡Qué despiste!

—Los humanos son una cosa y los ponis otra. Y los oobi mucho más. Que lo sepas. ¡Ah! Y yo soy un cazador, así que estas piezas no son nada para mí.

Kivo estaba herido en su orgullo oobi y se puso a hacer katas con su vara de Faerys, golpeando al aire con precisión y dando pataditas.

—¡Ah! ¡Ja! ¡Así! ¡Así! ¡Ja!—Y un saludo ritual final— Así los voy a cazar. ¿Son tuyos?

 Komori seguía a lomos de Mike, el cual la dejó en el suelo, pero no la desató. Mike pensaba que Komori podría irse corriendo a buscar las piezas de ajedrez a otra parte, incluso tras haberla visto en aquel claro.

-Las fichas de ajedrez no juegan al ajedrez, en realidad odian jugar a eso. A las fichas de ajedrez les gusta jugar a las damas, pero como nadie les pregunta, se les obliga a jugar al ajedrez- respondió a Dastan y casi se escandalizó ante su petición de un log. Chesshire se llevó ambas manos al suyo. -¿Cómo se te ocurre tal cosa? Los gemelos son unos prófugos, una vergüenza de su clan, nunca tendrán un log- negó con indignación.

Sus ojos miraban a los presentes con hastío, menos a Sasha que parecía ser la única que le entendía. Un escalofrío le recorrió cuando Sasha explicó que Dastan en realidad era acuático.

-Claro, entiendo… El agua es hostil, por eso su cabeza no tiene lógica- aseguró, como aceptación a las disculpas de Sasha.

-¿Un oobi?- se quedó pensativo, para ver si conocía alguno. La verdad es que pocos oobis llegaban a Wonderland. –No, no me suenan oobis. Pero si eres un buen cazador, adelante, prueba.

Komori con gestos y saltitos pidió ser desatada por Mike.  Ya había entendido que aquel era el lugar correcto y no donde el otro lugar que seguramente también tenía otras piezas de ajedrez y eran más fáciles de cazar, no como estas. 

Pues si les gustan jugar a las damas, piezas, vengan, les prometemos un juego de damas primero con ustedes, y ya luego les pediríamos que nos dejen jugar (y ganar) uno de ajedrez. 

Komori-san quería usar su ingenio en vez de su fuerza y destreza, que no eran muchas a su edad, la verdad.    Claro que pensaba cumplirles a las piezas, además.  Sin embargo, en caso de verlas dubitativas, su llamado sería un truco, una distracción, para ayudar a los demás a cazarlas con mayor facilidad.  

O al menos vengan a ver mi muy interesante bastón con tallado de dragón de primavera ...