Partida Rol por web

Bueno, se ve que tienen miedo a perder al juego de saltos siguiendo figuras de aviones, así que les propondré un juego más fácil: ¿que les parece un poco de ajedrez? ¿combinado con cantar? 

En este caso se trata de que, cada vez que quieras mover una pieza, tienes que cantar un estribillo sobre ella.  Y... buscaremos un juez... mm, sí, ¿esa flor o esa mariposa quieren ser nuestros jueces?  Ándenle.   Bueno, en lo que la piensan, el chiste es que si la juez considera que no estuvo bien la canción, entonces no puedes mover la pieza. Y le toca el turno al otro equipo.  ¿Que les parece?  Divertido, ¿no? 

Y si ganamos, nos dicen donde está la madriguera de Conejo, y echamos carrera a ver quien llega primero.  El que llegue primero le tocan unos pastelillos que trajimos desde el reino de BlancaNieves.

Y si perdemos, pues, pues, también echamos carrera a ver quien llega primero, pero no nos dicen donde está.  Y también, a los ganadores les tocan los pastelillos. 

¿Les parece buen trato? 

Komori volvió a tratar de engañar a los antroponekos con otro juego. No era algo sencillo, sino que implicaba cantar. Algo que a Dastan no se le daba muy bien, pero podía intentarlo. 

Este lugar es rarísimo —pensó el mago— es como el sueño febril de algún escritor que parodie la situación política de algún país extraño. O una burocracia... todo es diferente fuera de casa. 

—No, Komori —dijo, siguiendo el juego— seguro que no se atreven a jugar contra nosotros al ajedrez cantor. No tienen nivel para ello. 

Siento los tironcitos en la falda y miro para abajo, reparando en el pequeño Kivo y sus inquietudes. Parecía una pelota, redondo, perfecto para jugar. Me hace gracia la idea de verle dando saltitos jugando al ajedrez. 

- Uy si, eso puede ser divertido - le digo, animada, dando un par de palmaditas dejándome llevar por la ilusión. Mientras escucho como Komori cae en lo que ya había dicho - Pues eso, ajedrez, creo que era evidente... - digo, pensando que esta mujer empezaba a chochear o bien estaba sorda como una tapida. 

Me muestro bastante escéptica a la versión que da a los gemelos. ¿Cantando? ¿Había tenido en cuenta si sabíamos o no cantar de ante mano para jugar a eso?

- Yo creo que es mejor la versión clásica del ajedrez... No hay que complicarse la vida. Si ganamos nosotros, nos dan la respuesta que deseamos. Sin ganan ellos.... se llevan los pastelitos - para mi era simple. Sabía lo que un antroponeko valoraba la comida. Además, con suerte si se quedaban los pastelitos y nosotros sin información, seguro que me dejan compartir la merendola con ellos.

Los primos de Sasha no querían jugar al ajedrez. ¡Con lo fácil que era! Y además no querían jugar a nada. Eran aburridos, ahí, perezosos y con ojos medio cerrados, esperando que otros les resolvieran la vida.

Unos pelmas.

Y Kivo no sabía muy bien por qué había que hacerles caso. Pero antes de que pudiera decir nada y propusiera pasar de largo y seguir el camino, la anciana Komori parecía querer un premio en concreto: descubrir la madriguera de un tal Conejo.

Quizá Conejo fuera un oobi como él, por qué no. La importancia de conocer a ese señor no le quedaba muy clara. Una vez más, parecía que todos sus compañeros sabían algo que no le habían contado.

...tengo que escuchar más a los mayores cuando hablan…

Entonces surgió la propuesta del ajedrez cantor, aunque Sasha prefería el normal, el de saltar de blanca en blanca. Selenne no había tenido tiempo de contarle a Kivo aquella nueva modalidad. Se puso nervioso y miró a todos lados, hasta encontrarse con el morro peludo de Mike.

—¡Eh! ¡Mike!—le dijo en susurros— ¿Cómo es el ajedrez cantor? ¡Yo solo me sé el normal!

Mike solo estaba pensando en la desgracia de perder unos pasteles ante los primos de Sasha, así que no respondió al oobi de Faerys, que temía quedar en ridículo delante de todos por no saber jugar a aquello tan importante.

Tan importante, que Dastan parecía ser un experto. «No tienen nivel para competir», decía. ¡Corcho! ¡Igual que Kivo, que ni se sabía las reglas!

El peludo vio la oportunidad de pasar desapercibido. Si no tenían nivel, a lo mejor no querían jugar y Kivo se libraba de quedar en ridículo.

—¡Eso! ¡Eso! ¡No tenéis nivel!—sacó la lengua—. ¡No os atrevéis a jugar al ajedrez cantor porque os da miedo! ¡Mira, Mike, no saben! ¡Ja, ja!

Selenne asintió lentamente, pensativa. - Jugar al ajedrez cantando... es ya bastante complicado como hacerlo aún más difícil. - Al escuchar a Sasha levantó la mirada hacia ella, no podía estar más de acuerdo, juraría que por primera vez en este viaje. 

- Sí, no hay necesidad de complicarse tanto. - Le vino a la mente cuando jugaba con su familia, a ella nunca se le dio especialmente bien y su hermano burlaba de ella, "¡Sely la tontita!" Casi podía escuchar sus carcajadas ahora mismo. Aquellos recuerdos le dieron cierta sensación de nostalgia pero también de inseguridad. – Aunque con el trato no tenemos nada que perder, bueno, solo unos pasteles. Bien jugado ancianita.

- En cualquier caso, no veo las piezas sobre el tablero, ¿seremos nosotros mismos las piezas? – Ella retrocedió unos pasos tomando la posición de la reina de blancas. – Kivo, si te vas a extremo podrás ser una torre, solo podrás saltar hacia delante, detrás y a los lados, nunca en diagonal. Tu misión será alcanzar y abrazar a los que tengamos de frente cuando te toque. ¡Asegúrate de saltar bien en cada cuadradito, confío en ti!

Los antroponekos miraban a ambos debatir de un lado a otro, pero sus bigotes se movieron con interés cuando Sasha habló de pastelitos. Sin duda estaban muy interesados en eso, bastante interesados.

-Ajedrez por pastelitos estaría bien…- comenzó a hablar un hermano.

-Pero nosotros no tenemos fichas para jugar en nuestro almacén- negó el otro antroponeko, cuyos ojos aún brillaban con la idea de poder comer pastelitos a cambio de una partida de ajedrez. –Pero si vais a hablar con la Gran Chansu, seguro que os deja alguna pieza que podamos usar.

Selenne tenía razón, no había piezas en el tablero, lo que les iba a suponer un problema. Aunque ella trataba de explicar a Kivo el funcionamiento del ajedrez, el oobi no parecía familiarizado con aquel juego. Sin duda en el bosque de Buendía no jugaban a aquellas cosas.

-O podéis volver por donde vinisteis con vuestro cometido sin finalizar- añadió el hermano.

Mike negó ligeramente hacia Kivo, él no tenía mucha idea del ajedrez de cantar, tampoco del normal. Parece que había más de uno de los presentes que no sabían mucho de ajedrez, quizás sí de cantar.

Si no queda lejos la Gran Chansú, vamos ahorita.  Pero si, al contrario, está lejos, les propongo gemelos que mejor hagamos un concurso de canto, ya que todos sabemos cantar en este grupo.  O si no, ¡que las piezas mismas sean nuestros compañeros!, o usando ramas y piedras y bonches de muérdago y nuestras cosas: bastón, espada, etc., como piezas.  ¿Cómo ven? 

Komori daba muchas opciones. Dastan asintió, no le gustaba que le mandaran de un lado a otro cumpliendo recados cual mensajero. Decían que un rey construyó así su reino, a base de hacer hasta las más ínfimas tareas hasta que su reino fue esplendoroso, pero no se creía la leyenda. 

—Sí, elegid, nos decís donde está la gran Chansu, jugamos con piedras o siendo nosotros las piezas. 

Pasó la bola a los antroponekos. De una manera u otra, tenían que elegir ellos. Eran los únicos que sabían donde estaba la madriguera del conejo. 

Tanta indecisión y el "ahora esto, ahora aquello" comenzaba a aburrirme un poco. Bostezo, pensando en lo a gusto que estaría ahora mismo durmiendo una siesta mientras ellos debaten. Pero como eso no es posible, yo algo un dedo con cara de pereza, como para que me escuchen. 

- No somos suficientes como para hacer de piezas - digo en primer lugar, porque luego decían que los antroponekos estábamos un poco empanados, pero no sabría ahora mismo qué decir al respecto. Y luego lo de usar piedras y objeto amenazaba por hacer "pum" en mi cabeza. Tener que aprenderme de memoria que era casa cosa, todas muy dispares, hacia rechinar mis engranajes.  - Ajedrez por pastelitos, eso parece que les gustó a mis paisanos.  ¿Donde podemos encontrar la Gran Chansu?

Kivo escuchó atento las instrucciones de Selenne y asintió con la cabeza como un soldadito.

—¡Sí! ¡Voy!

Y salió corriendo hasta donde la muchacha le había dicho y se plantó en la casilla con un último salto. Se enderezó y se puso recto.

—¡Mira, Mike! ¡Soy una torre!—saludó desde allí.

Pero todos volvían a hablar y el oobi no entendía nada. Tenía la boca abierta como un pasmarote y giraba la cabeza para mirar a uno y otro. Cada cual daba una opción y todo se reliaba más. Estaba muy confuso.

—¿Entonces soy una torre o no? ¡Fu! ¿Qué pasa ahora?

-A cambio de pastelitos os direm…

-Está por ahí todo recto- señaló el otro antroponeko al tiempo que su hermano le miraba mal. Él se encogió de hombros. La verdad es que Tweedle- dee quería negociar la información por uno de esos pastelitos pero Tweedle-dum quería jugar ya. Acababa de despertarse de la siesta y le apetecía mucho una partida de ajedrez, pues hacía mucho que no jugaban.

-Debiste esperar a mi petición- le recriminó su hermano, al tiempo que su cola se movía de una forma que Sasha conocía. Ahí iba a haber problemas, sin duda.

-No me da la gana, eres un tontorrón- le sacó la lengua Tweedle-dum y ambos empezaron a bufarse. Al menos los viajeros tenían la dirección y el camino a tomar antes de que ellos se enzarzaran en una pelea.

Acostumbrada a los cambios de dirección de las cosas aquí en el país de las Maravillas, la meteo-maga sólo se encogió de hombros y les dijo. 

Tranquilos chicos.  Si uno de ustedes nos acompaña para traer las piezas de ajedrez de regreso le vamos dando el primero de los pastelillos para que pueda irlo comiendo y ganando energía para transportar las piezas y pensar en como jugar y ganar.

Komori-san comenzó a avanzar lentito con su bastón en forma de dragón.  Paso a pasito. 

Conseguimos que los antroponekos se contradijeran entre ellos y, a cambio de unos pastelillos inexistentes, nos dijeran donde estaba la gran Chansu. 

Ni siquiera íbamos a necesitar jugar al ajedrez, porque se enzarzaron en lo que seguramente más les gustaba. Pelearse entre ellos.

Komori comenzó a avanzar, Dastan asintió —Sí, vamos a ver a la Gran Chansú para tener las piezas. Luego jugaremos al ajedrez. 

Y quizá la Gran Chansú sepa donde está el Conejo o Alicia. Quizá ni necesitemos ganar esa partida con los antroponekos. 

- Vale, chicos, es momento de irnos - digo a mis compañeros cuando los gemelos comienzan a enzarzarse. Lo veo venir ya con ese movimiento de cola, que es tan atrayente como peligroso. Había muerto gente en mi poblado por cosas así, ya se sabe... 

Reculo unos pasos atrás y voy siguiendo al resto en la dirección que nos marcó Tweedle-dum. No me quedaba claro en qué habíamos quedado para el ajedrez, pero lo que sí que no iba a permitir es que Kimori les diera pastelitos porque sí.

- No, nada de pastelitos si no se los ganan... - le digo a mi compañeras, entrecerrando los ojos al mirarla y dejando escapar un leve bufido. 

Los gemelos parecía que iban a empezar a pelearse o al menos eso pensó tras el aviso de Sasha, se acercó a kivo y le dió unos golpecitos en el hombro para meterle prisa.
- Vamos Kivo, lo has hecho muy bien, pero parece que no vamos a jugar ahora mismo. - tomó las riendas de mike y siguó al resto de sus compañeros. - vamos, vamos. - Apremió.

Mientras se alejaba trató de no perder de vista a los antoponekos, no creía que fueran a atacarles ni nada parecido, pero los gatos nunca son del todo de fiar. Sino, porque demonios te muestran la barriga para luego destrozarte medio brazo .