Partida Rol por web

Stukov se dejó caer en el asiento, abrazando su morita con ambas manos y cerrando los ojos, mientraslanzaba una larga bocanada de aire que empañó el cristal del casco. Por primera vez, se tomó el lujo de mantener los ojos cerrados, mientras pensaba si merecía realmente la pena encomendarse a algún poder divino o no. Pero lo único que acudía a la mente era el deseo de salir de allí.

Segundos antes había disparado, había ayudado a subir a compañeros, camaradas, amigos y ahora incluso a quien podía considerar su familia. - ¿Estais todos bien? ¿Falta alguien? - Preguntó, contando rapidamente los que estaban allí. Al menos le faltaban 3 o 4 miembros de la gatling. - ¿Rivas? ¿Jenkins? ¿Tychus? ¿Llorens? - Preguntó por la radio, mirando a Frost y después a Mia, para acabar girandose y asomandose por una de las escotillas para ver si conseguía distinguirlos entre la marabunta de bichos. Sabía que si estaban allí, la visión sería horrible y aun así, necesitaba verlo.

Pero entonces, vio otra cosa.

Algo extraño. - Señor. - Llamó la atención de Frost. - Señor... el enemigo... ha detenido su avance. Parecen... erraticos. Los bichos parecen atontados, señor. ¡Mirad! - Llamó la atención de los demás, mientras comenzaba a reir, sin acabar de creerse la suerte tan repentina de lo que estaba ocurriendo.

Mis pies se mueven rápidamente y logro subirme al vehículo mientras mis ojos abiertos de par en par siguen mirando todo a mi alrededor sin ver realmente. Una vez dentro me derrumbo y jadeo con fuerza para recuperar el aliento. Miro mis manos e intento entender lo sucedido pero me cuesta creer que realmente conseguí salir de ahí a pesar de que la muerte era mi destino más probable.

Reacciono con susto a las palabras de Stukov, como quien me devuelve un poco a la realidad. Le respondo sin creer aún las palabras que pronuncio:

 - "Viviré."

El dolor llega de repente y es mucho. Entiendo las múltiples heridas que tengo, laceraciones múltiples, cortes y heridas punzantes en varios sectores es lo que puedo sacar a cuenta finalmente pero nada que me matará así como estoy ahora. Si el vehículo se mueve, si conseguimos salir de aquí, contra todo pronóstico, viviré.

El granadazo de Mia acertó de lleno en el agujero, pero no pudo comprobar si había sido efectivo a no. En cuestión de un segundo el vehículo se llenó de infantes y arrancó tomando dirección Sur y alejándose del combate. Al fin...

Mia repasó con la mirada los rostros de sus compañeros, asustándose al ver su penoso estado. Venían agotados. Vencidos. Rotos. La derrota nunca es fácil de encajar... pero las muertes de nuestros camaradas... eso es peor... ¿cuántos habrán caído? La pregunta de Stukov vino a revelar que él iba pensando en lo mismo.

- Ahora... ahora mismo contacto con el resto de escuadrones para saber de ellos. - Mia retornó al asiento desde donde estuvo controlando los TACs, a los que prodeció a sacar del modo automático para evitar más fallos, y desde allí procedió a manejar la radio. Cambiando al canal interescuadrón, preguntó por los caídos, los heridos y los supervivientes.

Al cortar la comunicación, se sorprendió sobremanera al observar a los arácnidos quedarse estáticos. Lo más llamativo fue ver caer desde el cielo a varios Ripplers, como si una fuerza invisible les hubiese fulminado. Es imposible...

- Sargento... ¿qué hacemos? ¿aprovechamos la ocasión? - Mia vió claro que aquella oportunidad podía no durar mucho. Por lo menos podemos intentar diezmarlos y sacar a los que se hayan quedado atrás.

Frost se colocó casi sin pensarlo en una de las escotillas de disparo, cuando el mundo pareció detenerse, pintando un cuadro surrealista ante sus ojos.

El silencio repentino vino acompañado de un clamor de motores, frases de alivio y por supuesto el canal 3 de comunicaciones se activó de inmediato. La voz de Miller llegó confusa al principio, sin embargo Jhonny no podía hacer caso a sus ojos y simplemente respiraba, agitado, cansado.

- Las órdenes han sido claras Sargento... - respondió, titubeante - ...espero pueda traer a White de regreso -

- Y a Rivas y tantos otros que desaparecieron en la niebla y la marea de garras -

- Tendré los vehículos a punto para disparar apenas llegue alguna señal -

Jhonny parecía atontado, mirando el extraño paisaje colmado de bichos sin voluntad ni propósito. Sin embargo, a pesar de que no respondiese desde la escotilla dónde se había posicionado, estaba claro que estaba recibiendo alguna comunicación desde el canal dedicado a los mandos de los escuadrones.

Tras unos momentos dejó de hablar y se volvió a sus hombres.

- Las órdenes de Miller han sido claras: dada la situación, él mismo junto a dos infantes se adentrará en la colina para rescatar a quienes queden vivos, el resto debemos ponernos a salvo mientras tanto - respiró varias veces, se lo notaba bastante agitado.

- Mientras tanto, García debe comunicarle la situación a Tsumina e informar a los pilotos de los Heavy Geckos y del MLRS que Miller ordena que nos pongamos a resguardo pero a distancia de tiro de la artillería - hizo otra pausa para recuperar el aliento - Necesito fumar ahora mismo... -

- Iremos en dirección sudoeste, todo el resto preparense, recarguen armas o lo que necesiten; cuando nos detengamos deberá temrinar de recargar el MLRS y tenemos que reparar los Thunderstrike -
- Yo mismo iré a ayudar con las reparaciones, quienes no estén haciendo nada, serán oteadores. Hay dos señales para bombardear la colina: una bengala roja significa que Miller ha terminado su tarea y tenemos vía libre; si los arácnidos se empiezan a mover debemos disparar para no desaprovechar la oportunidad -

Apretó los dientes y exhaló ya un poco menos agitado.

- ¿está claro soldados? -
 

Con un último y apresurado salto, McNillon subió al Gecko antes de que acelerase para alejarse de la marea de arácnidos que por fin los habían sobrepasado. El fusilero entró respirando agitado y ocupando el primer sitio disponible en el vehículo. Finalmente la defensa de aquella maldita colina se había convertido en un infierno en vida del que nadie saldría siendo la misma persona...

Tras un breve instante, la voz del sargento por el canal de radio ayudó a que Jenkins se centrase de nuevo en la pésima situación en la que se encontraban. Allí en el Gecko estaba junto al cabo Llorens, al sargento Miller y tres soldados más de la Eco. -¡A la orden!- Respondió casi instintivamente ante la arenga de su superior. 

- ¿Rivas? ¿Jenkins? ¿Tychus? ¿Llorens? -

 -¡Stukov! El cabo y yo estamos en el Gecko con algunos compañeros de la Eco.- Respondió a la llamada del soldado. No se atrevió a conjeturar qué le habría pasado al resto si no estaban con Mijail en el otro transporte. Estaba seguro de que varios hermanos de armas habían quedado atrás en esta misión suicida. Y ahora parecía que de nuevo arriesgarían sus vida, aunque si era por rescatar a cualquiera que se haya quedado atrás, Jenkins no dudaría.

- Consejeros Tácticos y otros encargados de las comunicaciones de Alfa, Beta y Eco; aquí García de la Gatling. Den la enhorabuena a sus compañeros por su valiente esfuerzo. Y nuestro más sincero... - García sonaba fría como siempre, pero todos se percataron de que no se atrevió a dar el pésame por los caídos. Demasiado pronto. Carraspeó y prosiguió como si nada. - ¿Cuál es su situación? ¿Número de supervivientes a la colina? ¿Y de heridos? En la Gat... - Otra pausa demasiado larga - ... contamos un herido y dos desaparecidos. El resto estamos operativos. Cambio.

Pasados unos segundos, Mia volvió a abrir comunicación por el canal: Escuadrones, Miller ordena que nos pongamos a resguardo pero a distancia de tiro de la artillería, hacia el suroeste. Informen a sus conductores y a los artilleros de sus vehículos. Cambio y corto.

La huida es un caos, gente gritando de miedo, dolor cuando es atravesado por los bichos o calcinado por las flamas químicas. Sigo recargando mi triple-gl viendo que el resultado no fue el deseado cuando el bicho tunelador sigue como si nada su avance hacia los rezagados. Con un demonio no saldrá nadie de esta así.

Pero así como llegó la marabunta también de golpe los bichos se detienen e incluso algunos voladores caen como aturdidos. - ¿Qué demonios pasa aquí? - Miro para todos lados buscando una respuesta y también escucho voces preocupadas por el canal. - Estamos vivos y somos varios aquí. - Miller da unas órdenes y Frost las pasa con celeridad para que las realicemos. - Fuerte y claro, quiero un par de voluntarios para ayudarme con los Heavy y el resto que vigile con cargadores llenos a los bichos, nada de escatimar en municiones. - Apenas los vehículos se reúnen me pongo a la tarea de con mucha delicadeza destrabar a los Heavy armored y no matar a todos con unas manos torpes.

- Joder. - Se quejó al escuchar la voz de Tychus a su lado. No lo había visto -o más bien, no lo había reconocido. - Me has pegado un susto de muerte. - Aun estaba Stukov vigilando a los bichos, sin acabar de creerse que estuviera quieto. Tenía la ferviente creencia, de que de un momento a otro comenzaría la carnicería de nuevo, y él estaba en su sagrada obligación de vigilarlos. Tenía el cañón del arma lista para disparar si la primera chinche se movía, pero las palabras que escuchó por la radio, le hizo apartar la vista un momento del enemigo.

- ¡Jenkins! ¡Cabrón! Creo que nunca me había alegrado tanto de escuchar tu voz. ¿El cabo esta contigo? Aquí estamos todos, pero nos falta Rivas. ¿Seguro que no esta con vosotros? - Preguntó por la radio, mientras se giraba hacia Tychus para comprobar como estaba. Se acercó y se agachó junto a él. - Me cago en todos los putos bichos, tienes una pinta horrible... Tu eres el experto... ¿Podemos hacer algo por ti? - Le preguntó a Tychus, sin atreverse a tocar ni moverlo.

Las palabras de Frost le hacen apartar la vista de Tychus y mirar al sargento. - Señor, eso es una locura. - Se quejó, mirando por el punto de disparo al enemigo durante un par de segundos. - Si comienzan a moverse los bichos, los destrozarán. - Y tras presentar sus objecciones, obedeció las ordenes, volviendo a centrar su atención en Tychus para saber si podía hacer algo por él, y después recargar su arma.

-¡¡¡¡JOD...!!!

La cantidad de bichos se que llegaba era abrumadora y aunque los disparos de Rivas acertaban al bulto de la masa, esto no hacía que se detuviera. 

Sintió como uno bicho, posiblemente un tigre por la velocidad de sus cuchilladas impactaba contra él de forma brutal mientras aún apretaba el gatillo. Las esquirlas de armadura y caparazón rociadas de sangre roja saltaron por todas partes mientras caía al suelo con el cuerpo ardiendo de dolor por las heridas, pero aliviado por momentos gracias al frío que le invadía.

La batalla parecía haber llegado a su fin, tan súbita como había iniciado, así de súbita había terminado. Incluso habría quien diría que había terminado tan escalofriante como habían empezado. Las preguntas saltaban por los aires en las mentes de todos los infantes, que cojones había pasado?, y al parecer nadie lo sabía, ni siquiera los sargentos. O de saberlo alguien, no lo había dicho. De cualquier forma, lo importante era que los bichos estaban allí inertes frente a ellos, algunos deambulaban un poco como confundidos o sonámbulos, pero en su mayoría permanecían tranquilos, como si meditasen o esperasen algo.

A algo mas cien metros de la colina, el sargento Miller había detenido la retirada ante la sorpresa de lo que sucedía y la esperanza que traía consigo para todos los infantes que habían quedado atrás. Por ello, tras reorganizarse, el sargento Miller decidió que había un grupo de rescate que iría en la búsqueda de sobrevivientes, y del mismo modo el resto retrocedería hasta una posición optima para atacar la colina con artillería al tiempo que intentaban recuperar a ambos cañones ThunderStrike. Por lo pronto Miller y White irían en la búsqueda de sobrevivientes, solo faltaba ver quien sería el tercero, de entre lo cual se esperaba que fuese uno de los dos médicos con los que contaban, aunque para todos fue pronto obvio que los médicos estaban tan golpeados que incluso ellos mismos necesitaban asistencia medica.

De los que se habían quedado atrás no sabían nada. Del escuadrón Gatling no estaba Rivas y por la radio no habían tenido una respuesta clara de cual era su situación, aunque había esperanzas de que estuviese vivo. En lo que respectaba al escuadrón Eco, cuatro de sus infantes se habían quedado atrás atrapados en un Gecko que luego había sido incendiado, nadie esperaba que sobrevivieran; aunque entre gritos de dolor, la esperanza llegó cuando varios de ellos se comunicaron por radio, aunque por lo que decian, estaban atrapados entre las llamas por lo que habría que darse prisa.

Cuando Mia opero su sistema de comunicaciones para comunicarse con el resto de fuerzas de Sirius que combatían en la zona B bajo el mando del capitán Tsumina, su sorpresa fue grande, y no por que no le respondiera nadie, sino por que del otro lado había un caos de estática mezclado con bulliciosos gritos de felicidad y victoria. Del otro lado pareciera que todos saltaban de emoción y felicidad.

De entre las pocas palabras inteligibles que Mia pudo recoger, se dio cuenta de que lo que había pasado en aquella colina con los bichos, no era algo esporádico ni casual, había pasado también en la región B con el mayor contingente de bichos que entablaban batalla. Y eso era un muy bien indicio para pensar que estaba pasando en todo el planeta.

Inesperadamente el silencio se hizo en la comunicación, pero no por que la hubiera perdido. Aun había bullicio de fondo pero algo había hecho callar a las tropas en los alrededores al operador de radio del centro de mando de la compañía. Y Mia no tardo mucho en darse cuenta de que el responsable de ello era el capitán Tsumina en persona.

-Infantes, muchos de sus camaradas han caído, muchos de sus hermanos han dejado su vida por esta roca helada. Muchos de ustedes han sangrado o sufrido para poder mantener tan solo un metro de terreno de fría nieve. Este es el momento para cambiar todo eso, somos la infantería, somos el puño de la federación. Cada gota de sangre que derramamos y cada hermando que perdemos en batalla será siempre vengado con la furia nuestras almas. Infantes de Sirius, combatan hasta la muerte, no dejen a ni uno vivo. Al ataque- rugió el capitán secundado por una serie de voces que gritaban también -Al ataque-. Y seguido de ello, el caos en la comunicación regresó, pero esta vez era distinto, ahora había furia, había disparos de fusiles y cañones, había el rugido de tropas y vehículos avanzando mientras se habrían terreno. Esta vez había victoria.

Stukov se encontró en una encrucijada, en una amalgama de emociones, de lugares donde quería estar y de lugares donde no quería estar. Agachado junto a Tychus, mientras tomaba una de esas cantimploras de agua, abriendola y ofreciendosela para que bebiera. - Será mejor que bebas un poco. - Le indicó. Entonces escuchó por radio lo que decía Llorens y el Sargento, y miró al Sargento, activando la radio.

- Señor, en el estado en el que esta Tychus, no puede ni moverse. Por mi parte me presento voluntario para ayudar a Llorens, señor. - Esperó la confirmación de Frost para saber si debía salir fuera, quedarse o marcharse a otro lado.

Recibo la cantimplora de Stukov y bebo con calma para no vomitar pues conozco el efecto de beber demasiado rápido cuando se está agitado. Luego hago acopio de mis energías y me pongo de pie mientras hablo:

 - "No se preocupen, estoy bien. Puedo continuar."

El dolor es enorme pero no es invalidante. Ya pasó el shock inicial de escapar con vida de aquella terrible situación y ahora puedo continuar con mi deber. No es que la situación actual sea mucho mejor pues apenas los arácnidos despierten de su extraño y repentino sopor. Me presento frente al Sargento, listo para cumplir sus órdenes, sean cuales sean.

- Si, Stukov, es una situación de mierda y es posible que empeore... las órdenes de Miller implican su posible muerte y no las voy a desobedecer - el sargento tomó tambien un trago se su propia cantimplora, tenía la garganta reseca.

Bajó rápidamente el visor.

- Llorens, Stukov, vamos a comenzar las reparaciones una vez que estemos alejados de la cima. Sean pacientes - diciendo esto les hizo señas al conductor de heavy gecko para que avanzara.

- Tarcus - se giró hacia el médico del escuadrón, estaba soportando heridas recientes recibidas mientras huían - Si alguien necesita atención médica, que sea ahora, cuando termines con eso y estemos haciendo las reparaciones, serás oteador como el resto -

Se sentó unos momentos mientras los vehículos avanzaban - García, no dejes las comunicaciones ni un momento, que todos los vehículos sepan exactamente a dónde vamos y también Tsumina -

La niebla comenzaba a disiparse casi por completo, el paisaje del amanecer cambiaba bastante. La nieve y las trazas de escarcha reflejaban la luz de forma bastante peculiar - Y hasta casi parece bonito este asteroide del demonio... -

Cuando se detuvieron, Frost comprobó que estuviesen en la posición indicada.

- Llegamos -

- García, que el MLRS apunte hacia la mayor concentración de bichos, y estén ya listos de disparar apenas se de la orden -

- Llorens, Stukov, vengan conmigo, vamos a empezar con las reparaciones -

El rostro de Mia se desencajó de sorpresa mientras operaba la radio. Menos mal que con el casco no era muy visible. Lo que acababa de oir... lo que acababa de oir era lo que había estado esperando escuchar desde que subieron a lo alto de aquella maldita colina.

- Sargento... Gatling... Tsumina da la orden de atacar... - Pese a que solía pensar antes de hablar, no pudo contenerse. - Lo que acaba de pasar en la colina... el que los arácnidos se detengan... ha pasado en todo el campo de batalla. Estamos rozando la victoria con los dedos.

Mia guardó silencio. El discurso de Tsumina había calado hondo en ella, aunque no sabría decir porqué. Pero allí estaban, ante una oportunidad única. ¿Qué decidirían Frost y Miller? Miller...

Antes de que sus compañeros pudiesen avasallarla a preguntas, transmitió el mensaje por el canal interescuadrones. "Los arácnidos se han detenido en todo el campo de batalla. Tsumina ordena atacar y acabar con todos ellos aprovechando esta oportunidad única."

Estaba vivo, había sobrevivido pero algo le decía que no cantara victoria tan pronto, que aún quedaba tramo de batalla. Frost empezó a impartir órdenes, y él se quedó ligeramente fuera de las órdenes, pero al escuchar lo del MLRS, no dudó un momento- Sargento, voy a ayudar a cargar misiles -dijo sin más, con la esperanza de poder barrerlos mientras estuvieran quietecitos.

La voz de Mía cambió cuando gritó, casi de alegría, el giro que le daba el capitán a todos aquellos sucesos.

- Entendido, García - respondió Frost mientras cambiaba rápidamente al canal tres de comunicaciones.