Partida Rol por web

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-Cuando morimos, ¿qué sucede con nuestras almas? preguntó Tulip, vuestra guía turística- ¿Viajan por el Universo? ¿Aparecen en otra dimensión? ¿Renacemos en bebés? ¿O se transforman en dientes de león que se dispersan por el firmamento para crear mundos y sueños?

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Tulip debía tener treinta y tantos. Era bajita, rozando el metro sesenta, se la veía en forma, en sus oscuros ojos brillaba un descaro divertido y un desafío amable. No era vuestra guía de origen, hubo un cambio de último momento debido a la indisposición del joven asignado por la agencia de viajes.

Esto causó un retraso de dos cafés, croassants y algunas galletas de jengibre y miel, hasta que apareció la sonrisa de la extrovertida y singular guía, cuyos comentarios y preguntas parecían dirigidos a despertaros definitivamente tras el madrugón de ese día de excursión.

Apenas eran las nueve de la mañana 

El pequeño velero manejado por la chica, navegaba surfeando olas al ritmo del viento que recogían en su regazo las dos velas. En unos minutos, tras una hora larga de travesía, pisaríais de nuevo tierra firme. 

-¿Y qué son las almas? ¿Pompas de jabón? ¿Lágrimas de una diosa? ¿Nacen en las canciones de cuna del amor dulce de nuestras bondadosas madres?

Sentada en su sitio, Cora se encuentra apoyada en la borda del velero mientras observa el mar y las olas. A lo lejos se puede divisar una masa terrestre que debe de ser su destino final. Y, lo cierto, es que estaría disfrutando de la travesía si no fuese porque es muy temprano y eso de levantarse demasiado pronto no va con ella. ¿Quién en su sano juicio inventaría las mañanas? Un loco, sin duda.

Y encima la guía turística no ayuda con todas esas preguntas metafóricas y esas cosas.

-Estoy demasiado dormida para responder. Aunque espero que no intentes matarnos para descubrir la respuesta a todas esas preguntas. Me gustaría seguir sin saber las respuestas hasta que me llegue la hora.

Capaz es la chica de dar un bandazo y tirarlas al agua.

-Jajaja. Tengo un termo con café. Y pastillas de cafeína. También bocadillos. -buscó en su chaqueta- Y chicles. Menta y naranja.

Mostró a la vista los paquetitos.

-En la isla visitaremos el Estanque de las Almas, Cora. Ahí podrás conocer las respuestas. Aunque ya las se. Os pregunto para saber qué pensáis acerca de ese tema. ¿Sois creyentes? ¿Practicáis algún tipo de credo? 

Niega con la cabeza cuando le ofrece el café. 

-Gracias, pero soy más de té.

Aunque no es que esté cansada porque necesite cafeína, simplemente se ha despertado demasiado pronto para ese viaje. Supone que cuando lleguen a la isla y caminen un poco ya se activará y estará más despierta.

-Pues... yo creo que volvemos a la Madre Tierra o al universo o algo así. A saber - se encoge de hombros.

El velero surcaba las olas con una facilidad que parecía llevado por el viento más que navegando a través del mar. Me gustaba el mar, me atraían los grandes misterios que seguro había bajo la superficie. Más de una vez había visto varios documentales sobre el fondo marino y me habían encantado. También me había zambullido con el traje de buceo. Lo que había bajo la superficie era un mundo, otro, distinto.

Las preguntas que hacía la guía me despistaban un montón - ...las almas... - nunca me lo había preguntado, ¿Adónde irían una vez estemos muertas? No tenía ni la menor idea. 

- Viajarán. Son libres, no? Osea, se habrán liberado de la esclavitud de los cuerpos y podrán volar - extendí con una mano el scarf simulando así el vuelo de las almas - libres.

Me acerqué adonde se encontraban aquellas dos mujeres. Me senté a su lado, sacando los pies fuera y buscando ese contacto con la brisa marina - ¡Qué atractivos tiene la isla, aparte de ese estanque de almas? - me mantengo a la escucha, mientras disfruto de la travesía.

- Polvo de estrellas, somos polvo de estrellas. No sé dónde lo leí o lo escuché - la pregunta de Tulip sobre las creencias me volvió a sumergir en la reflexión. Nunca me había tomado muy en serio el mundo de las religiones, aunque había viajado y encontrado a mucha gente creyente - es algo cultural. Unos creen que resucitan, otros que si hay que encarnarse en ratas, espíritus vagando por la tierra. No te sabría decir, hay tantas creencias...

Me encontraba en la proa del barco, sumida en mis propios pensamientos, con los ojos cerrados y los brazos estirados hacia los lados sintiendo la fresca brisa marina acariciar mi piel así como algunas de las salpicaduras al romper las hermosas olas. Me encantaba aquello, era precioso, realmente hermoso; poder romper con la rutina de la vida diaria y desconectar en un lugar tan apartado.

Miré por encima de mi hombro viendo a las chicas hablar, escuchando entonces su conversación y esbocé una sonrisa de alegría. Todas éramos diferentes, pero algo nos había unido para este viaje. Quizá la casualidad, quizá el destino. Pero me gustaban las cuestiones filosóficas que Tulip planteaba. 

—Pues yo siempre he creído en el karma. Creo que depende de nuestras acciones en esta vida influiremos en la siguiente —pronuncié alzando la voz, notando como el viento alzaba mi rizada cabellera cobriza —. Me parecería muy triste pensar que no hay nada más después de esto, que la vida no es tan solo otra parte del camino el cual seguiremos cuando esta se acabe.

Finalmente me di la vuelta y caminé hacia ellas, ya vestida tan solo con un bikini de color azul marino y un pareo naranja semitransparente atado a la cintura.

—Aunque me gusta mucho como suena eso de "almas libres que se liberan de la esclavitud de los cuerpos" —recitó las palabras de Kate, a la que miró fijamente unos segundos—. Me gusta más esa idea que la de ser una pompa de jabón.

Suelto una suave risa, feliz, emocionada por aquel momento, pudiendo olvidarme de las cosas que había dejado en tierra aunque fuera por unos días. 

Tres mujeres con el mismo destino por motivos diferentes: mini vavacaciones; año sabático; un reto.

La idea era recorrer aquella pequeña isla de sur a norte en tres días. Pertenecía a un archipiélago compuesto de miríadas de islitas en el mar caribe. El folleto de la agencia de viajes no daba demasiada información, hablaba en general de todas ellas, parajes naturales, amable flora y fauna, cataratas, saltos de agua, unas pocas cuevas, suave cadena montañosa, senderos con vistas preciosas, leyendas acerca de piratas, y una red de cabañas donde pasar la noche, días, o una semana en paz y aislamiento del mundo.

-Polvo de estrellas. Madre Tierra. Karma. ¿Esclavitud del cuerpo? No me siento esclava. Somos materia y espíritu, ¿no? 

El velero se acercaba a la costa.

-Os lo diré. Las almas nacen del aleteo de las miles de mariposas que vuelan y se unen en danzas trenzadas con hilos de plata, de polvo de estrellas, sí -Tulip sonrió y miró a Kate-  y de los acordes de la música creada por la naturaleza.

La embarcación viró unos grados a estribor.

-Las coquetas luciérnagas iluminan los senderos de nuestras vidas que tejen Júpiter y Marte brillantes. Jajaja. No voy colocada, eh.

El embarcadero elegido por Tulip era mínimo, situado en una diminuta cala de blanca arena y rodeada de vegetación intensamente verde. Se escuchaban cantos de diferentes aves y la llamada de algún mono. 

-El atractivo de la isla depende de la sensibilidad de cada persona, de aquello que le emocione. De lo que haga florecer sus sentimientos y su…alma. Hay lagos de aguas cristalinas. Uno en particular conecta con el mar, se mezcla el agua salada y dulce, en ocasiones se ven delfines.  Tenemos que llegar a través de un desfiladero angosto.

Acercó el velero al muelle.

-Pasaremos la noche al raso con las estrellas por techo, o en una de las cabañas repartidas por la isla. Es posible que nos encontremos con algún otro grupo de exploradores, no sería raro, pero vamos, que poquita gente habrá, cuidamos de no perturbar la esencia de estas joyas de la naturaleza. ¿Qué buscáis vosotras? Ah, no hay conexión de datos ni voz. Tres días aisladas del mundo.

Espera que sea verdad eso de encontrar el sentido de su vida en ese viaje porque eso de pasar por desfiladeros angostos y pasar la noche al raso no es algo que suela hacer y tampoco es algo que haya planeado nunca. Pero bueno, si ha llegado hasta allí no se va a echar atrás ahora. Su destino se va haciendo cada vez más grande en el horizonte hasta que llegan al embarcadero. Si eso fuese una película de Hollywood, seguro que habría un asesino suelto en la isla que usaría esos 3 días sin conexión con el mundo real para perseguir a las protagonistas de la película por la selva tropical y hacer cosas penadas con la cárcel con ellas. ¿Qué ha visto muchas películas? Sí. ¿Qué se está montando la suya propia? También. No puede impedirlo.

Aunque si eso hubiese pasado, la excursión a la isla no tendría 5 estrellas en TripAdvisor. Eso le da un poco de seguridad en cuando a la calidad del viaje y de sus guías turísticos. Por suerte, se ha traído sus zapatillas y no las chanclas. Capaz es de tropezarse con una piedra y caerse porque torpe puede ser un rato.

Se levanta de su sitio y se echa la mochila al hombro para salir de la embarcación.

-Yo creo que el propósito último del alma es dar vida. Al fin y al cabo, alma viene del latín, anima, y es aquello que otorga movimiento propio y, por tanto, de vida. Un alma fuera de un "contenedor" carece de sentido. En cuanto al polvo de estrellas, se ha visto que es cierto. La materia de la que está hecho el universo forma parte de todo lo que nos rodea y, por tanto, de la vida misma.

Busca en su mochila un momento y saca la cámara de fotos para intentar retratar la cala donde se encuentran y también tomar fotos del mar y de sus alrededores. 

Seguíamos con las almas, ahora surgían del vuelo de las mariposas - una conversación muy profunda - Tulip afirmó que no iba colocada, así que, seguramente llevaba mucho tiempo con esa cabeza al sol porque vaya, qué temas. La verdad es que apenas le di importancia a lo que contaba, supuse que se trataba del típico recurso para romper el hielo. Pero estaba claro que le gustaba filosofar, les gustaba.

Me fijé en la chica que se nos acercó con aquel pareo semitransparente naranja, le quedaba estupendamente. Y qué decir del biquini azul, pues lo mismo. Divino. Coralise y Tulip también tenían su encanto, aunque aquellas conversaciones eran demasiado prosaicas para mi gusto.

- ¿La música de la naturaleza? Dirás el silencio... - el sonido del mar era distinto al que solía escuchar en los puertos, donde las sirenas y el ruido de las gaviotas eclipsaban cualquier otro. Apenas se escuchaba nada, de ahí que asimilara silencio con naturaleza y ruido con ciudad.

- Estoy acostumbrada al tejido urbano, por eso venir aquí es más que una excursión. Es como abrir una puerta a otro mundo - ya había comenzado con el barco, dudé que sólo con las velas llegáramos a algún sitio. Pero efectivamente, estábamos llegando a un mini embarcadero - qué minimalista. 

Iba de sorpresa en sorpresa. Ojos a cuadros cuando escucho que vamos a pasar la noche al raso - ¿no habrá peligro? No sé, igual aparecen osos, lobos... Ahora que, si es seguro, pues adelante - sin duda iba a ser una experiencia. Mi primera experiencia. Igual estaba muy influenciada por las películas, pero aunque aquello fuera una isla, seguro que habría algún animal que podría darnos un susto de noche, o de día - ¿no habrá serpientes? Odio los reptiles, no puedo con ellos.

No estaba asustada pero tampoco estaba de más ser precavidas, saber a qué nos enfrentábamos podía darme cierta seguridad. Aunque en el fondo sabía que, se disfrutaba más y mejor cuando no había ningún plan, lo espontáneo siempre ganaba la partida.

- ¿Que, qué busco? - me lo repetí varias veces en silencio - un cambio, una señal, algo distinto. Siempre que viajo a algún destino, me hago la pregunta de ¿Por qué estás aquí? Generalmente por trabajo, escribo artículos para una revista de viajes y eso me obliga a conocer ciudades distintas, sin embargo muchas veces siento como que no conecto - y no sería por desconocimiento. Para nada. Era una pateradora de ciudades, gastaba suela yendo y viniendo por todas las callejuelas. No quedaba un lugar por el que no pasase - a veces se da como una mística, una unión entre el lugar que se descubre y el visitante. Pues en mi caso no la acabo de encontrar - y la verdad es que me molestaba no dar con ella. Y eso a pesar de que los artículos estaban bien, tenían su éxito - lo transmito a la gente que me leer pero sin embargo yo no lo he vivido así. No sé si os ha ocurrido algo parecido. Es frustrante. Es como si trabajaras en una agencia de parejas, unieras a la gente pero tú siguieras soltera. Una cosa increíble. A lo mejor es el karma jajaja

Fui a por mi mochila, había olvidado lo que pesaba y me preparé para el desembarco y la caminata.

Quizá Tulip no se sintiera una esclava. No me importaría ver un paisaje como este todos los días de mi vida, navegar en un velero y conocer gente nueva todas las semanas. Pero yo, en ocasiones sí que me sentía una esclava. Quizá no tanto una esclava de mi propio cuerpo pero sí de la sociedad que nos rodeaba. Una esclava del trabajo, del dinero, de las apariencias... a veces me sentía agotada de todo aquello, hasta el punto de no saber qué hacer con mi vida y pensar en un cambio que nunca me atrevía a hacer.

—Me gustaría tener tu seguridad, Tulip. Pareces estar totalmente convencida de que somos algo más de lo que vemos, pero realmente no hay nada que lo demuestre ¿Verdad? —pregunté mientras cogía las pocas cosas que había traído conmigo, había decido viajar ligera, echar algo de ropa para unos días y poco más. Así que me cargué la bolsa al hombro lista para bajar —. Si te soy sincera, por más que crea que el karma y las energías existen, a veces no sé lo creo de verdad o tan solo espero que sea así. Pensar que si no causas mal en el mundo tendrás un buen final o que existe algo más después de esta vida.

Me quedé mirando a Coralise tomando fotos y sonreí. No había esperado que nuestra aventura en la isla fuera un viaje de chicas y menos aún que mis compañeras fueran tan interesantes y... atractivas. Después volví el rostro hacia nuestra guía particular, por encima del hombro, tras haberla escuchado.

—A mí lo de dormir al raso no me suena nada mal. Siempre me ha encantado dormir mirando las estrellas, cuando me mudé me obsesionaba buscar un piso con tragaluz solo por eso —confesé soltando una suave risa —. Poder hacerlo en este lugar tan hermoso será aún mejor.

Sobre lo que estaba buscando no sabía qué contestar, pues realmente ni siquiera yo misma lo sabía. Tan solo quería estar apartada de todo, conectar más conmigo misma, descubrir lo que realmente quería. Nunca había sido una chica tímida, ni mucho menos, pero sí que me daba algo de reparo expresar todos aquellos pensamientos en voz alta con unas desconocidas.

En cambio cuando escuché a Kate hablar de lo que ella estaba buscando, de cómo se sentía en sus viajes, escribiendo sus artículos... no pude evitar quedarme fija en ella, observándola durante unos segundos. Al menos no era la única que se sentía desubicada, aunque no fuera de la misma forma.

—No, no creo que sea el karma —respondí a su último comentario—. A veces es solo que no hemos encontrado el lugar o... a la persona indicada...

El suave flirteo me hizo esbozar una sonrisa juguetona. 

—¿Por qué no nos echamos una foto todas juntas antes de empezar nuestra aventura?

Las chicas fueron bajando del pequeño velero. La guía asintió con sonrisa y risas a vuestros comentarios. La conversación empezaba a fluir.

-Jajaja. Osos y lobos, para nada, Kate. Las serpientes no miden ni un metro, y no son venenosas. Saltó fuera de la embarcación.-Olvida el trabajo. Vive para ti, no por tus lectores, ¿no?

Se ajustó su mochila.

-Estas islas son benignas en cuanto a clima, fauna y flora. Esta en particular. Lo insectos no pican, las arañas tampoco. Los pocos animales son curiosos y confiados. –Alzó la cabeza, observó el cielo, luego a la frondosidad verde que se abría a vuestra vista.

-Es una isla singular. Mágica. Ahora que se lleva eso de “mágico”. Tal vez podáis conectar con su corazón, su esencia. Tiene vida propia. Escuchad su voz.

Miró a Siena, una sonrisa pícara en su mirada- Cuando regresemos, ya me dirás si somos más de lo que vemos.

Tulip os hizo varias fotos con su móvil. También un par de selfies. –Cora, prueba con tu cámara, quedarán mejor, ¿eres fotógrafa?

Las cuatro chicas iniciaron la caminata internándose por un sendero abierto en la arboleda, un bosquecillo que pronto sería selva. Las gargantas de los monos y las aves resonaban con más intensidad, esporádicas, poco intrusivas. El sonido ambiental que os acompañaba a cada paso.

-Las primeras noticias que aparecen de esta zona, es acerca de un grupo de piratas comandados por Larkin Borj, El Sueco. La isla tuvo varios nombres, ahora es conocida como La Serena. Algunos la llaman Sirena, pero no es correcto.

El sendero quedó enmarcado por la exuberante vegetación.

-No quedan vestigios del paso de los piratas aparte de algunas monedas que se encontraron. En su momento se estuvo buscando por tesoros en las cuevas, pero nada. Desde entonces la mayoría de islas han estado fuera del radar de la civilización. Ahora son zona protegida, con unos pocos permisos de visita.

Se detuvo y se giró hacia vosotras tres.

-He preparado un itinerario que requiere cierto esfuerzo físico, pero os veo bien. También podemos hacerlo más tranqui. Depende de vosotras. En el primero se accede a lugares más recónditos y menos visitados. Como el Estanque de las Almas, que mencioné. O la Gruta de Larkin, donde duermen cientos de murciélagos.

Crucé los dedos antes de saltar a tierra. A tenor de las palabras de Tulip la isla no era peligrosa, en principio no lo era pero, a saber. Aún así, sus palabras me reconfortaron y como tampoco tenía intención de parecer una miedosa a la vista de las demás, no insistí. Habría que darle un voto de confianza.

- Una isla singular... - me quedé en silencio a ver si escuchaba algo, pero no. Bueno, sonaba a naturaleza, en ese sentido no se oía ningún sonido de los habituales en la ciudad. Ni atascos, ni frenazos, sirenas, nada de eso - todo es tan distinto - traté de buscar algo que me llamase la atención pero allí sólo se veía verde.

- Sí, sí, hay que hacer fotos, sino a ver cómo probamos que estuvimos aquí? - las fotografías eran como testigos mudos. Aunque de mudos poco, no había peor chivato que una foto.

La sensación que me había dado según habíamos puesto pie a tierra era si formásemos parte de una película, en plan exploradoras que se sumergen dentro de la selva y... Sólo se me ocurrían dinosaurios, así que, obvié comentar algo. Aunque a poco nos fuimos introduciendo por aquella vegetación empezamos a escuchar todo tipo de voces animales - menudo recibimiento, es como si los habitantes de la isla nos estuvieran dando la bienvenida. Ahora sí que se escucha.

Menos mal que llevábamos guía, yo ya me habría perdido, era fatal para orientarme y máxime allí, con tanta vegetación podíamos jugar al escondite y no encontrarnos nunca. Aunque lo bueno era que al ser una isla, sino era demasiado grande, entonces tarde o temprano caminando se llegaría a un extremo, por lo que sería sólo ir bordeando la costa hasta volver al barco. Vamos que, aquello no tenía pérdida.

- ¿Piratas? Vaya, no lo habría imaginado. ¿Y no queda ningún resto de los asentamientos? o te digo el barco pero, no sé... Bue, da igual. - increíble lo de que la isla, igual detrás de aquella vegetación tan tupida había tesoros ocultos, quién sabe. - ¿Cuevas? Uhmm. Estanque de las almas, piratas, cuevas, tesoros... Ésto ya suena mejor. Tenemos por delante toda una aventura - aquella ambientación me recordaba a una película de unos adolescentes en busca de un tesoro pirata oculto, aunque no recordaba cómo se titulaba. 

Me estaba contagiando de la aventura, así que, cuando nos aventuró el planning, estaba muy positiva - adelante, estamos frescas y descansadas - ni que hubiéramos venido remando en el barco - yo voto por la opción exigente, me veo con fuerzas - aunque lo de los murciélagos preferí no haberlo escuchado. No tenía ninguna gana de ver a los primos de Batman.

Me quedé parada unos cuantos segundos al bajar de la embarcación, con los ojos cerrados, sintiendo la arena en mis pies y el relajante ruido de las olas acariciando la playa. Me encantaba este sitio. Toda la tranquilidad, la paz que transmitía, tan diferente del día a día. 

Al escuchar que Tulip se dirigía a mí la miré con una amplia sonrisa, emocionada aunque algo escéptica todavía, ¿de verdad era tan mágica como decía o era puro marketing para las visitas? Realmente, solo por lo hermoso que era el sitio tampoco habría necesitado nada más para convencerme a venir.

Tras unas fotos me puse el calzado adecuado para caminar por toda esa vegetación sin matarme en el intento, así como unos pantalones cortos encima del bikini que ni siquiera me llegué a abrochar. Cargué con mi bolso y me dispuse a seguir a las demás hacia el interior de la isla. El sonido de los animales era alucinante... tanto que incluso te encogía el corazón, en parte por miedo y en parte por lo salvaje y hermoso que era. Pero si nuestra guía tenía razón allí no había nada que temer.

—¿Y esos monos no te dan miedo?, porque esos aullidos resultan un tanto intimidantes —comenté mientras me abría paso entre las ramas.

Kate parecía estar mucho más segura tras las palabras de Tulip y se la podía ver disfrutar con todo aquello. Eso me alegraba.

—A falta de tesoros piratas llenos de oro, tendremos que conformarnos con tesoros naturales —bromeé —. Así que yo estoy con Kate, al menos que las horas pasadas en el gimnasio sirvan para algo. No quiero perderme ese Estanque de las Almas, aunque quizá la gruta de los murciégalos... no suena tan mágica.

Me acerqué entonces un poco más a Kate y bajé un poco la voz, ya que era era solo dirigido a ella.

—¿Qué tal lo llevas? —pregunté al ponerme a su lado, mirándola con una amplia sonrisa dibujada en los labios —. Si quieres puedo echarte una mano con la mochila. Yo he traído poco equipaje así que si necesitas aligerarte un poco no me importa llevar algo de lo tuyo.

La miré unos segundos, ahora más de cerca, y no pude evitar fijarme en lo guapa que era. La forma de su rostro, su cuerpo, despertaban en mí una atracción física que sentía como algo natural. Por lo que aunque al principio había intentado tan solo ser amable con ella... noté como quizá estaba buscando también algún acercamiento entre nosotras. Ante la idea me mordí el labio sutilmente y llevé la vista al frente para que no se diera cuenta de lo que estaba pensando.

-Bueno, hice un poco de fotografía en la carrera.

Busca un buen encuadre para la foto y un lugar donde la cámara esté estable y no se mueva. Tras varios minutos intentando encontrar el lugar adecuado, lo consigue. Vuelve a comprobar y da el visto bueno.

-Chicas, poneos allí - señala donde quiere que estén para salir bien en la foto y pone el temporizador.

Se acerca corriendo para colocarse junto a ellas y sacar la foto del inicio de la aventura. Tras unos segundos más suena el disparador. Después de eso, va a buscar la cámara y comprueba que ha salido bien la foto y les hace una señal con pulgar arriba, indicando que no tienen que volver a posar para la cámara. Se la cuelga al cuello para tenerla a mano y se acerca a las demás para comenzar la caminata por la selva.

La historia de los piratas es bastante interesante aunque parece que no van a encontrar tesoros piratas en esas islas. Siempre podría ser otro incentivo para las visitas, aunque lo de paraje natural y mágico también atrae a mucha gente. Además, si los animales no son peligrosos, mejor que mejor. Aunque si los bichos tienen más de 4 patas, mejor que se queden lejos de ella. 

-Los murciélagos no suelen atacar humanos. La mayoría de las especies suelen alimentarse de insectos y frutas y pequeños vertebrados. Los que se alimentan de sangre son una pequeña minoría. No creo que corramos peligro al entrar siempre y cuando no los despertemos. Más que nada porque son muy monos, pero portan enfermedades para las que no tenemos cura.

Intenta tomar fotos de la flora y la fauna que van encontrando mientras intenta seguir el paso y no distraerse para no perderse. Caminar tampoco le importa demasiado. Está acostumbrada a hacer caminatas por parques nacionales y rutas de senderismo, aunque hace tiempo que no lo hace. Tendrá que desoxidarse.

El estrecho camino de tierra comenzó a derivar en una ligera pendiente de subida que, poquito a poco, aumenta su grado de esfuerzo.

-A ver, con los murciélagos y cualquier otra cosa, no tenemos que hacer nada que no queráis vosotras. Yo os explico, guío y propongo. Las decisiones son vuestras, sois las que estáis aquí para pasarlo bien. Para vivir la aventura, claro, Kate.

En ocasiones algún mono asomaba la nariz. O aves cantoras con aquellos llamativos colores en su plumaje. Insectos quietecitos se posaban en enormes hojas de arbustos hasta que eran cazados por los picos hambrientos de los pájaros. De todo esto iba tomando fotos Cora, con su cámara llena de curiosidad.

-No hay problema con los monos, Siena. Los animales, la naturaleza, no tiene ética ni moral, siguen sus instintos. Si tú no te metes con ellos, ellos no lo harán contigo. A lo sumo alguno atrevido se puede acercar a pedir comida. O robártela, jajaja. Conviven dos especies distintas, los tamarinos y los vervet, ambos arbóreos y diurnos. La población se mantiene estable, otro dato peculiar del comportamiento de la vida en la isla. Eres una persona optimista, ¿verdad, Siena? Se te nota. Con ganas de disfrutar de la vida. 

Tulip os señaló, aquí y allá, la cara de un monito escondido entre las hojas, o la coloreada cabeza de un ave que os miraba con sus grandes ojos. - Sabes bastante de murciélagos, eh, Cora. Los de aquí son todos de ese tipo, comen frutas y pequeños invertebrados. 

El camino ascendía serpenteando entre la selva, al cabo de una hora de caminata y charla, se escucha el típico sonido de agua corriendo ligera y alegre. La inclinación de la cuesta ya era de cierta importancia, la fatiga y la transpiración hace rato que os acompañan, cuando vais a dar a una zona más abierta, donde se abre un precipicio debajo del cual un amplio río discurre con calma y parsimonia. 

Aquí hace acto de presencia un poco de neblina, el cielo está encapotado, y la temperatura ha descendido. 

-La isla, ya os dije, es caprichosa.

Un puente de madera y lianas, de aspecto recio, cruza de extremo a extremo. Tulip, recuperando aliento, aunque no se le ve apenas cansada, os informa.

-Veo temor en vuestras caras. Os aseguro que el puente es sólido, no hay peligro, lo he atravesado muchas veces. Y, la isla, descubre sus misterios a los corazones osados, cosa que no quita que el miedo esté presente. Dicho esto, ya comenté que no haremos nada si no estáis de acuerdo. -bebió un trago de su bebida isotónica.- Podemos dar un rodeo y llegar al otro lado igualmente. No es lo mismo, claro. 

Os observó, sonriente y traviesa -Yo os animo a cruzar conmigo el puente.