El Ravnos revolvió el baúl, que contenía lo más típico. Paños arrugados, recortes de tela y otras fruslerías y abalorios. Casi de pronto, la curiosidad fue creciendo dentro de él, como embriagado por una innatural obsesión...
Yurev sonrió cuando encontró un aro dorado, lo contempló en la palma de su mano y cerró el puño decidido. Poseer cosas demasiado tiempo no era bueno para nadie; la satisfacción por estrenar algo, la novedad y el cambio tanto en el que toma como en el que pierde siempre eran oportunidades de cambio.
Además, ese aro dorado le daría un aire más distinguido prendido en su oreja.
-Tu avaricia sabe muy rica -dijo una voz femenina muy cerca de su espalda en un tosco rumano-. Como a la pulpa de una fruta que se dispara al ser mordida...
Yurev se giró como la chispa que salta del hiero al rojo al ser golpeado por el martillo y clavó sus ojos alerta en la mujer que le había hablado. Siempre se había preciado de tener un oído agudo como el de un zorro; no era fácil sorprenderle. Eso era motivo más que suficiente para estar en guardia.
Ante el Antiguo Ravnos, una bella mujer de rubios cabellos enmarañados sonreía con la mirada perdida. Sus ropajes, si alguna vez fueron elegantes, no eran ya si no un harapiento vestido largo cubierto por un jubón de hombre.
-Hola -saludó con la boca pequeña. Entonces tocó su hombro con la mano y sonrió-. Tú la llevas. A ver si puedes atraparnos.
Y tras darse la vuelta y correr alejándose desapareció a plena vista.
Yurev quedó un segundo congelado por la sorpresa de semejante aparición, y sus ojos siguieron a la muchacha en su carrera. Sin embargo, enseguida sonrió. Aquella tontería era de las cosas más entretenidas que podían haberle ocurrido desde que despertó, una pequeña chispa que le sacara de las noches, aunque sólo fuera por un rato. Con una sonrisa, salió tras ella.
-¡Espera! Vas muy rápido.
Sin embargo no era tan estúpido como para lanzarse a ciegas en aquel juego. La seguiría a cierta distancia fingiendo no poder alcanzarla para ver a dónde le conducía y no caer en una trampa.
Yurev la seguía con prudencia por entre los carromatos. En un momento ella disminuyó la carrera, como si fuera a dejarse alcanzar y de repente su imagen se desvaneció, dejando al Ravnos inmóvil. Pero un instante después notó un dedo en la espalda. De nuevo la extraña, con su extraña sonrisa.
-Así nunca nos atraparás -le advirtió riendo antes de volver a correr.
Yurev ya había visto los suficientes prodigios asociados a aquella muchacha como para que su suspicacia se pusiera alerta. Bien pudiera ser, y así lo parecía a todas luces, que alguien tratara de atraerlo a alguna trampa convocando alguna suerte de ilusión o hechizo para que él siguiera.
Yurev sonrió. Quizás todos pudieran jugar a ese juego. Activó el poder de su sangre y, siguiendo a la carrera a la muchacha, buscó el momento oportuno para esconderse e intercambiar su yo real por una ilusión de sí mismo corriendo tras la chica.
Utilizo quimerismo para esa ilusiín.
¿Luis? Tiraría yo pero no controlo tan bien Quimerismo y no sé que efecto en concreto usas.
Sí. Es que tengo que mirar el poder en cuestión, porque unos van con sangre, otros con fv y otros con tirada.
ya está:
-gasto 2 de fv para quimerismo 2: ilusión que afecta a todos los sentidos.
-gasto 1 sangre para quimerismo 3 (es un poder complementario a otros): la ilusión se mueve
Yurev conjuró el poder de su Sangre y con un hábil truco sustituyó su yo físico por su yo ilusorio. La chica siguió corriendo alejándose la quimera sin que en apariencia se hubiera percatado del engaño.
El rom sonrió y aguardó escondido a que las dos farsas se fueran alejando. Cuando juzgó suficiente la distancia para no ser detectado, salió tras ellas con discreción.
La siguió a corta distancia con toda la cautela que pudo.
Tira Destreza+Sigilo a Dificultad 4 por las distracciones que le has creado.
Motivo: DES+SIG (Especialidad)
Dificultad: 4
Tirada (8 dados): 10, 5, 2, 4, 6, 5, 6, 6
Dados repetidos: 1
Éxitos: 6
El Ravnos comenzó a seguirla y parecía que estuviera caminando sobre el aire, pues sus pasos no producían sonido alguno.
Por la mente del Ravnos pasó la fugaz duda de si estaba seguro siguiendo aquella ilusión. Después de lo del demonio, Lumitsa, los niños... Pero no fue más que una idea fugaz.
La mujer corría eludiendo la ilusión de Yurey, sin llevar un rumbo de fijo, como si de verdad estuviera jugando y en un quiebro fue hacia su posición sin advertirlo. Tenía la ocasión de atraparla.
Yurev salió de su escondite para agarrarla de una vez y poner fin de una vez a aquellas fiestas.