Partida Rol por web

No se cree demasiado lo del ataque, al menos se lo toma como si esa flecha la hubiese lanzado dos niños que empiezan a manejar por primera vez el arco. El comandante, indica a sus guardias que avancen a examinar la flecha mientras responde a la elfa:

-Si os hace manteneros más tranquilos, mis guardias vigilaran la zona mientras hacemos negocios, ¿os parece?. No hay nada de que temer, se rumorea que esta zona está plagada de Kobolds errantes, por suerte esos desgraciados se asustan cuando esucuchan y ven a demasiada gente en grupo hehehe-

Pasa la mirada a Querelar, al que parece ser el guerrero del grupo.

-Desafortunadamente hemos sido atacados por lobos de camino aquí, logramos hacer que se fueran sin atacarles.. pero consiguieron herir a nuestros comerciantes. Lamenta lo ocurrido y señala al interior de una de las caravanas.

Nuestros acólitos son insuficientes para curarlos..-

Marpilla parece un tanto asustada y se mantiene pegada a ti, utilizando una de tus largas piernas como si se tratara un muro en el que puede ocultarse. No ha tenido demasiada relación con humanos y eso le espanta. En cualquier caso te susurra.

-¿Tú podrías ayudarles Miya.?. Si les curas se marcharán rápidamente.., tengo miedo-

Mientras escuchas a la gnoma detrás de ti, tratas de recordar aquella misteriosa carcajada. No estás segura, pero crees que provienen de Kobolds las mismas criaturas que atacaron al campamento de Llhaeo mientras te tenían secuestrada.

 Querelar escucha y mira al que parece ser el líder de la expedición. Al parecer le confunde con el portavoz de los aventureros.

 - Ya veo, lamento vuestras bajas.- Mira a los miembros del grupo.- Tal vez, algunos de los aventureros que me acompañan podrían echar una mano, si recibieran algun tributo a su iglesia, imagino. Pero eso lo debería tratarlo con ellos. Pues a pesar de que viajamos juntos y en la misma dirección, yo no formo parte de la compañía.

 Tras unos momentos añade, con unamedia sonrisa con matices agrios.

 - En cuanto a vuestros bienes, creo que de poco me serviría dar un vistazo a sus artículos, pues lamentablemente mi falquitrera anda bastante menguada a día de hoy.

SIn ningún tipo de vergüenza me aproximo hacia donde tiene la mercancia(si es posible),tras avistar lo que hay,digo:

¡Hola!,saludo alegremente.¡Habéis sido muy oportunos,pues a nosotros también nos acaban de atacar..jeje..Ahora,podemos estar tranquilos.¡Bién!,me gustaría comprar,algo de comer y beber.ME acaricio la barriga,para demostrar que tengo hambre.jaja..hay que aprovechar este momento de calma.

 Yo soy el mediano que descubrió y mató a los esbirros bandidos de Orlando, cobrándome también a la tropa de gnolls que asediaron la ciudad, si te advierto es por un buen motivo.

El mediano echa oro vistazo a su espalda,  carraspea tres veces para volver a hablarle a enorme guardia humano.

Bueno, si fueras tan amable de indicarme cómo llegar al señorío, podría hablar bien de  ti en una ciudad grande donde pudieras conseguir un nuevo trabajo.

Cuando me indique como llegar al Señorío me dirijo allí a ver a grifo

Acaricio suavemente la cabeza de Marpilla que se mantiene oculta tras mi falda asustada y le respondo dulcemente tratando de calmarla con mis gestos y mi voz:
- Tranquila, no pasa nada. Ayudaré a sanar a esos heridos y puedes venir conmigo si quieres a la caravana... Si te vas a sentir más segura. - le digo en voz baja mostrándole una sincera sonrisa.

Luego me adelanto unos pasos hacia el hombre a caballo que ha tomado la palabra por el resto:
- Señores, soy sierva de Novalis y puedo sanar a vuestros heridos si es lo que deseáis, pero ya que me dispongo a ello agradecería que ayudaseis al resto de mi grupo a vigilar la zona. Acabamos de escuchar una risa de kobold muy cerca y nos han lanzado una flecha de aviso; deben andar por la zona como bien decís, pero a pesar de asegurarnos que se asustan fácilmente preferiría quedarme tranquila en ese sentido y saber que están lo bastante lejos como para que podamos continuar después nuestro camino sin incidentes. - hablo con voz pausada, calmada y con una seriedad en el rostro que no impide que la alegría reinante en mi ser se deje notar. Dicho esto me dispongo a acercarme a la caravana donde están los malheridos en cuestión mientras me preparo para los rezos.

-Estoy bien aquí, no os molestéis. Son un gran amigo de Hojaflecha. Concluye zanjando el asunto.

En cuanto a las indicaciones no creo que sea demasiado dificil de seguir si has hecho todo eso tú solite jejeje. Es broma amigo, sigue recto unos veinte metros, dos calles mano abajo y todo recto de nuevo. No tiene perdida, la casa es el edifcio más alto de toda la aldea.-

Después da unos pasos por delante con la mirada al frente, parece que algo de caso a hecho a tus advertencias.

 Muchas gracias, sois guardia servicial, ojalá viváis eternamente.- Dicho eso pasa por la derecha del enorme guardia para llegar a la casa señorial, donde pretendía reunirse inesperadamente con Grifo, una vez en la puerta, comprobó si la puerta estaba cerrada, la abrió sin llamar*, no quería molestar a los huéspedes de la casa. 

Subió unas pocas escaleras, buscando a grifo con la mirada y el oído. - Hola, soy yo, Gárret Midespinas, busco al hermano Grifo.

-Ofrecemos cualquier cosa que no supere las 200 piezas de oro. Nuerstros comerciantes están tratando con sus respectivos para ofrecer objetos sagrados y mágicos, pero eso será más adelante. De momento sólo podemos ofreceros armas, flechas, ballestas...*- Le explica a Methgar y a Racalín, quedándose satisfecho por la contestación de Querelar.

Bien, venid muchachos, venid y os lo enseñaré- Os indica que le siguáis mientras le señala la carvana con los heridos a Miyanuviel.

Os conduce hasta la parte trasera de una caravana donde puede apreciarse numerosos objetos colgados, escudos, armas mundanas, arcos y ballestas con su respectiva munición, y por última algunos víales polvorientos.

El comandante Scott se queda en la parte trasera, dejándo espacio entre el comerciante y vosotros para que os venda los objetos que le pidáis.

-¿Qué es lo que necesitan?- Pregunta un hombre de unos veinte años de edad, con pelo corto y moreno, viste unas ropas ligeras y mundanas muy propias de cualquier comerciante de la época.

-Prefiero quedarme aquí.- Susurra sin dejar de sujetar su cayado en ningún momento a Miyanuviel.

Cuando esta se marcha, hacen lo mismo Racalín y Methgar. Entonces decide quedarse junto al humano Querelar, disimuladamente se acerca y sin darse cuenta su silueta ya se escondía tras una de tus piernas como si le sirviera como ocultación. -Oh... lo... lo siento. Siempre he tenido un poco de miedo al ver a tanto humano junto. Se separa de ti y se ruborizan ligeramente sus mejillas. Sin embargo rápidamente vuelve a coger el ánimo que les caracteriz a a estos seres.

¿¡Vamos a dar un vistazo!?- Ánimada te señala el lugar por el que marcharon los guardias de Scott Harikon.

Hay tres heridos de gravedad en el interior de la caravana. Dos son hombres y la últimas es una mujer joven de unos veinte años de edad, bastante hermosa a tus ojos para tratarse de una humana. Los hombres son de pelo corto moreno y viste ropas mundanas, al igual que la mujer. Entre ellos hay un acólito que prende fuego a una hierba que desprende un olor muy agradable, dice que es para ahuyentar a los espiritus malginos. Al verte te deja espacio para que exámines a los heridos.

Los dos hombres tienen una heridas muy feas en la pierna, en cambio la mujer ofrece el cuello ensangrentado y percibes un gran mordisco en una de sus muñecas. En cualquier caso, todos necesitan curación lo más rápido posible.

 Desentendiéndose de la caravana, su atención se centra en lo surrealista de la escena, hace apenas unos momentos han sido recibidos con flechas... bueno había sido recibido con flechas, sin provocación alguna. Y eso, en cualquier idioma, no es signo de bienvenido.

 ¿Qué serán, bandidos? Kóbolds, no creo que se dediquen a acosar a un grupo bien pertrechado como el que representamos, nadie nos confundiría con una jugosa caravana, más bien con mercenarios.

 Esta línea de pensamientos le conduce, irremediablemente, en pensar en Jaalask. ¿Qué habrá sido de ese pobre diablo? Realmente resultó ser mucho mejor compañía que el elfucho... eso debaría de servirme en un futuro al dejarme llevar por los prejuicios...

 Tras esos pensamientos su mirada busca de nuevo a los posibles emboscadores. Tras examinar la situación decide acomodar su cimitarra y a sacar el arco, así como abrir el protector del carcaj.

 A pesar de no tener la habilidad de Methgar con el arco, pues es buena la tía, no soy tan malo con los arcos.

Probablemente son los únicos guardias que vigilen la ciudad en este momento. El de la entrada, y este que custodia la entrada al Señorío.

-Le encontrará en los cuarteles. Rápido se fue con Hima ya hace un buen rato- Te informa el caballero de tez oscura que parece haber reconocido ligeramente, probablemente familiar del que estaba custodiando la entrada.

No tardas en llegar a los cuarteles, la puerta se encuentra entreabierta por lo que decides aventurarte por tu propio pie. Ves un pequeño bote de cristal rodando por el piso del edificio, por la zona de la mesa. Seguidamente ves como un hombre, con una capa oscura, que baja por unas escaleras. No has visto ni el cuerpo ni su cara, pero estás convencido de que era una persona..

 En esos momento la vocecita de la peculiar gnoma le llama la atención. Ante la zozorba de esta, una blanca sonrisa contrasta en la tez oscura de Querelar.

 - No tienes por que sentirlo, Marpilla.- Contesta con tono afable el valletano.

 Ante la observación acerca de los humanos, Querelar no puede dejar de asentir.

 - Desafortunadamente cuando se junta demasiada gente... el número de personas suele decrecer. Como solía decir un amigo mío: 'tanta gente y tantas pocas personas'.

 Y tras los últimos altercados acaecidos en el pueblo, con la pretensión de liquidar a su antigua regente...

 Finalmente, ante la idea de ir a dar un vistazo responde.

 - Veo ciertas lagunas en esa idea, tú bien que te puedes esconder facilmente, pero yo soy un torpe humano poco acostumbrado a ser sigiloso... aunque habiendo un grupo cercano tan grande tal vez sea bueno.

Miro los objetos disponibles mientras me rasco la barbilla.

Mmmm,de modo que no tienes comida para vender...bueno.Digo un tanto triste...me conformaré con dos viales para curar mis heridas...¿pero de verdad no podéis ofrecerme,ni siquiera,una rica y nutritiva manzana?

No seas glotón... has desayunado hace poco bromea antes de centrarse en la compra

Yo quiero unas flechas, como puede ver mi carcaj está vacío... se descuelga el carcaj para llenarlo con las flechas que compre y no es bueno ir por tierras agrestes sin munición

 Gárret desenvaina una de sus espadas, la cual mantiene en la mano diestra, y sigue el mismo camino de aquel hombre, atento por si pudiera ser una trampa, pero también por si alguno de de Hima o Grifo apareciera. 

Maldita sea, espero que no sean esos bandidos otra vez o peor, ese maldito viejo, como me lo vuelva a encontrar... - Piensa el mediano para si mientras comienza a torcer la esquina para seguir al hombre a paso rápido pero sigiloso.

A pesar de que el cambio de luz entre fuera y dentro del cuartel no le permite ver con certeza al hombre, escucha sus pasos como si estuvieran caminando al lado de sus oídos, por la cual camina sin hacer ruido, de modo que no alcanza a oírse a si mismo, y ocultándose entre muebles y sombras.

Me subo con cierta prisa al carromato donde el hombre al mando me ha dado a entender que están los heridos y, en efecto, cuando descorro la cortina y miro dentro, eso es lo que veo. Sangre seca... o manando, unas heridas con muy mal aspecto y un hombre que está prendiendo fuego a unas hierbas junto a ellos.
Son dos hombres y una linda mujer, la cual llama mi atención tanto por su belleza como por sus heridas.

Sin importunar al acólito y sus cantos para ahuyentar al mal, o eso al menos es lo que me dice que ello hace cuando me le quedo mirando, me acerco primero a la mujer... para después procurar atender a los hombres esperando no haber perdido facultades por hacerlo a tanta gente seguida sin apenas descansar. Espero que Silvanus esté conmigo, necesito toda la fuerza que pueda darme... pienso a la vez que miro un momento al techo de la caravana.

A pesar de que las heridas son bastante feas ninguno de los heridos ha perdido el conocimiento así que mientras les examino y vendo, para intentar aliviar los dolores trato de entablar conversaciones banales con ellos mientras escucho algo de jaleo fuera, seguramente algunos de mis compañeros estarán regateando con los mercaderes...

Sonríe al escucharte, parece que le has caido bien a pesar de ser un humano como los otros.

-Sabes que dicen que los árboles crecen despacio, y que la vida pasa rápido. Naces al alba de un nuevo día. Durante su mañana, quizás, te enamoras. Envejeces sin remedio en un atardecer rojizo, perdiendo o siendo la pérdida... esto es un rollo Querelar. Hay que hacer algo divertido. Dice con total confianza. Antes dijiste que no formabas parte de esta compañia, puedo saber porque estás aquí entonces.-

Sonríe de oreja a oreja y casi que sin esperar tu respuesta llama a alguien, el cual ha permanecido en todo momento escondido o al menos nadie se había percatado de su presencia. -¡Vamos Gordo levanta!, nos vamos a...-

Al instante y misteriosamente un perro* blanco con manchas negras aparece al lado de Marpilla.

Se coloca una bolsa de cinto y otra pasadera por el cuello de un tamaño más grande. -Venga Querelar. venga, tenemos que irnos..- Graciosamente tira de tu mano para que te animes, y juntos vayaís a investigar.