Partida Rol por web

Mientras me levanto de un sueño algo raro y perturbador la sabanas se me hacen demasiado suaves, como si no fueran las de la cabaña de Poseidón, finalmente recuerdo mi misión. Abro los ojos y me doy cuento que de que el adulto y el gato ya no están, así que de un salto me levanto y voy corriendo por todo el castillo preguntando a las personas donde queda el comedor central.

Al fin llego a mi destino y veo a mi grupo sentado en un rincón, veo a mi "tutor" y saludo a todos.

Buenos días, disculpen la tardanza, me quede dormido. Lord Asriel, creo que hice mucho barullo al venir aquí ya que pregunte a todo el mundo dónde estaba el comedor.

Los de verde son muy arrogantes, los de azules hablan como Annabeth, los amarillos son buenos compañeros y los de mi casa son muy increíbles; por cierto quién es ese tal Potter. Finalmente quiero preguntar cual sera el siguiente movimiento.

después de hablar a cien kilometros por hora y finalmente darme cuenta que todos me veían decidí esperar las respuestas.

Sonea se concentra y empieza a percibir que hay un poder mágico enorme a su alrededor, eso se explica facilmente ya que sacando a sus compañeros que no son usuarios de magia todos los alumnos y profesores lo son, eso le da problemas para poder detectar magia concreta, ya que solo ve una mancha enorme de poder, además el lugar donde se encuentra está hechizado en si.

Sobre los estudiantes nota que están preocupados por quienes serán esos extraños visitantes, pero rápidamente te das cuenta que algo anda mal...

Al cabo de un tiempo de almuerzo el comedor empieza a oscurecerse, al ver para arriba se ve un ecplipse solar en el cielo que aparece en el techo del colegio.

En ese momento se escucha un grito y un golpe en la mesa de profesores, una profesora de piel oscura grita y se desmalla golpeandose contra la mesa, en ese momento una voz empieza hablar.

¿Le tienen miedo a la oscuridad? La oscuridad caerá sobre este mundo y sobre todos los demás.

En ese momento la habitación se queda totalmente a oscuras y los gritos de los alumnos asustados llenan el comedor.

¡Lumos solem!

Un rayo de luz increíblemente fuerte baña la habitación mostrando a la directora McGonnangal parada frente al estado del director con su varita en alto.

¡Prefectos protegan a los alumnos de sus casas! ¡Profesores sellen la habitación!

Luego mira a Asriel que es el que tenía más cerca.

¡Ustedes conmigo!

La directora los guía a una habitación contigua al comedor, la misma es una especie de sotano aparte, mientras caminan escuchan las voces de los profesores que entonan un un cantico monotono.

¡pro-TAY-goh MAX-ee-Ma! ¡pro-TAY-goh MAX-ee-Ma!

Ven como una fina capa transparente empieza a cerrarse sobre el comedor dejándolos a ustedes y a la directora afuera.

El colegio está bajo ataque, los alumnos están seguros en el comedor así que tendremos que movernos, si estos visitantes quieren tomar esos objetos tendremos que llegar antes que ellos, yo creo que las mazmorras serían un buen lugar para empezar a buscar.

La directora camina hacia un cuadro de un caballero andante y lo mira.

Cadogan, no tenemos mucho tiempo y necesitamos detectar intrusos en el colegio, estando los profesores y alumnos en el gran comedor necesitamos ojos por el castillo, alerta a los demás cuadros y fantasmas, si alguien ve intrusos que me informe inmediatamente.

Luego miró al grupo.

Manos a la obra.

-Ese tal Potter -respondí- es el héroe de este mundo, Percy. En resumidas cuentas, durante los últimos años ha habido un "malo malísimo" -aclaré, haciendo el gesto de las comillas con los dedos- que ha estado aterrorizando a toda la comunidad mágica y causando estragos, el mayor enemigo que esta comunidad haya podido tener en la hsitoria, ni siquiera se atrevían a pronunciar su nombre al principio. Se llamaba Voldemort.

>>Harry Potter quedó ligado a él desde que nació por una profecía y finalmente, hace poco consiguió derrotarlo. Al parecer fue una de las batallas más grandes que ha habido entre magos en la historia, hubo muchísimas bajas en ambos bandos, incluido el anterior director de este colegio, Albus Dumbledore, que al parecer era uno de los magos más poderosos que existían. Harry Potter, finalmente, consiguió acabar con él y esa guerra terminó. Todo eso es aún historia reciente en este mundo, si no me equivoco. 

Me percaté de las miradas de mis compañeros. 

-Me he levantado pronto para ir a informarme a la biblioteca -aclaré.

En aquel momento el cielo interior del Gran Comedor se oscureció y la luz se apagó. De pronto alguien en la mesa de profesores gritó y una voz sonó en todo el lugar. La profesora McGonagall puso orden enseguida, haciendo que admirara su calma y su temple sobremanera, y nos llamó a nosotros fuera de allí. Cuando terminó de hablar, lo que dijo me pareció lo más sensato. 

-Estoy de acuerdo con usted, profesora -entonces pensé algo-; no sé qué opinaréis los demás, pero igual es mejor separarse y que cada equipo busque uno de los cuatro objetos... ¿qué pensáis?

-Entiendo -asentí a la explicación de Sonea-; mírame a los ojos. ¿Ves este azul? Ése es mío. Pero mira atentamente el otro, ¿ves? es de color avellana y ligeramente más grande. Es de una duende, o elfa, depede de la zona del mundo donde lo digas y el momento histórico... pero eso no viene al caso. Se llama Holly y hemos pasado por muchas cosas juntos. Una vez, viajando a otra dimensión, nuestros ojos se intercambiaron. En ciertos otros viajes en el tiempo, en los que los cuerpos se descomponen y se vuelven a componer por... bueno, son cuestiones que mezclan la magia con la relatividad cuántica, no es fácil de explicar... pero el caso es que en esa descomposición y recomposición, nuestras esencias se mezclaron varias veces. Entre eso y el ojo, su potencial innato pasó a mí. Lo que quiero decir con esto es que, como soy humano, no puedo utilizar ese potencial que tengo dentro de mí ni hacer nada con él, pero ahí está. Igual tú sí puedes utilizar esa comunicación mental que tienes conmigo, aunque yo no sepa cómo responderte.

Mientras les explicaba aquello continuaba pendiente del comunicador... ¿por qué Aticus tardaría tanto en responder?

Me serví algo de vino mientras atendía a la interesante historia de Artemis. Acompañé el trago con algo de pan untado con lo que llamaron "crema de cacao", deliciosa.

Y entonces sucedió, algún perverso efecto mágico con oscuras intenciones se cernió sobre la gran sala justo en el momento del desayuno. Realmente se trataba de alguien con muy malas intenciones y muy mal gusto.

Podía escuchar las carreras de los jóvenes y veía sus siluetas chocando contra todo en la penumbra con mi vista acostumbrada a la oscuridad mientras me llevaba otro bocado a la boca, sentado en mi sitio.

- Qué inoportuno... - mascullé con la boca llena, desganado.

Di otro mordisco a mi tostada untada mientras veía cómo la señora McGonagall contrarrestaba parcialmente aquella oscuridad y empezaba a impartir órdenes entre los suyos.

ummmhhh... esto no parece que vaya a terminar bien...

Artemis fue el primero en reaccionar, siempre atento, y me encogí de hombros ante su propuesta mientras me iba levantando dando un trago a mi vaso de vino, cómo si aquello no fuera conmigo.

No contesté pues tenía todavía la boca llena.

Lord Asriel observa todo con gesto serio pero obedece sin rechistar a la directora.

Ya escucharon, cada quien con su grupo, joven Percy venga conmigo.

Por sus movimientos, parecía acostumbrado a ese tipo de situaciones.

Los demás no se separen de sus compañeros.

Seguido de su felina compañera, Asriel empezó a caminar.

Si alguien sabe dónde quedan las mazmorras, que guie. 

Sonea miró a Artemis de manera sospechosa. No había podido detectar algo en él aunque éste haya afirmado que posee potencial para esas situaciones. No dijo nada más, tan solo se paró y sacudió sus ropas para después dar paso a una reverencia ensayada.

-Podríamos hacerlo otro día. Personalmente, la comunicación mental es algo más que sólo una conversación y me gustaría meditar de ello. Debemos descansar. Lord Geralt, Artemis.

Esperó por si alguien más decía algo antes de irse a dormir. No se sentía mal por sonar cortante, pero era mejor guardar distancias por ahora y prepararse por lo que vaya a ocurrir.

Su percepción e instinto no habían fallado. Ese gran poder que emanaba esta escuela le pareció un poco más caótica que la del Gremio, donde se esfuerzan por controlarlo y no como esa gran "mancha" mágica. La diversidad de alumnos y maestros refuerza aquello, por lo que de cierta manera Sonea no se siente incómoda en ese ambiente. Escuchó con atención lo que relataba Artemis para saber más de la historia de ese universo cuando sintió algo malo, un presentimiento agresivo. La joven esperó a que el chico terminara de hablar para intentar transmitir sus pensamientos.

-Disculpen, pero creo que algo no anda...

La oscuridad invadió la zona y Sonea se incorporó de inmediato. Eso era lo que había presentido. Miró a la maestra caer y aquella voz que le provocó un calosfrío. Había luchado en las calles por sobrevivir de los maleantes, pelear casi por su vida contra Regin, mirar asesinos enfrentarse y vivir al lado del peor enemigo que podía tener... <<Podré con esto>>.

Mientras Lady McGonagall recitaba con palabras extrañas para la chica distintas magias, la joven creó una esfera de luz no más grande que su cabeza que irradiaba luz y calor. Aunque no era necesario prefería tenerlo listo cuando comenzaran a irse a las mazmorras; después, se concentró para expander su voluntad hacia los presentes y crear un escudo que los protegiese a todos. Dentro de ella se podía sentir una temperatura agradable y la poca brisa de viento que había dejó de soplar.

Asintió ante lo dicho por Artemis y Lord Asriel y guardó silencio a la espera de que hablase Lady Luna, probalemente ella fungiría como líder hacia esas mazmorras y comenzar la misión.

-Claro -sonreí, lo entendía perfectamente- descansad ambos. Tengo la impresión de que aquí vamos a encontrarnos con muchas cosas que no conocemos. Mañana madrugaré para buscar información en la biblioteca antes de desayunar. Que paséis una buena noche.

Comencé a prepararme para ir a dormir, esperando aún a que el señor Finch me respondiese, pero el comunicador no lograba establecer contacto. Aquello no me gustó, pero lo intentaría al día siguiente si en unos minutos no me decía nada. Yo también debía descansar. 

Mientras los demás se organizaban, mi cabeza ya iba a mil por hora, ya se estaba pergeñando un plan en ella. No, yo no sabía hacer magia, ni tampoco sabía luchar como muchos de los que estaban allí; a mí me habían llamado para pensar y era exactamente eso lo que iba a hacer. 

—Profesora McGonagall —dije entonces, con la mirada perdida en la pared, hablando mientras mi cerebro bullía—; dígales por favor a los profesores y alumnos que tengan cuidado ahí dentro. No sería la primera vez que encuentro al lobo escondido entre las ovejas para poder actuar desde ahí.

—Además, me gustaría preguntarle si ha reconocido la voz o el modus operandi de quien haya hecho eso o es completamente nuevo para usted… eso podría darnos pistas…

Entonces recordé algo y comencé a rebuscar en la mochila que siempre llevaba conmigo. Cuando encontré lo que buscaba, sonreí. Extraje un puñado de lo que a simple vista parecían botones color carne de menos de un centímetro de diámetro.

—MicroComs, los comunicadores de la P.E.S. —expliqué, entregándoles uno a cada uno, e incluso otro a la directora, como si eso lo aclarara todo; luego me di cuenta de que no—; son para que hablemos a distancia. La parte de atrás se adhiere a la piel y no se despegará porque está formado por un polímero compuesto por… bueno, tiene un adhesivo muy bueno; colocadlos en el cuello, en un lado, cerca de la oreja.

—Podréis hablar y escuchar, pero no transmiten siempre. Para hablar a todos debéis decir la palabra “comunicar” antes de cada frase y cuando terminéis, debéis decir “terminar comunicación”. Si todos nosotros retransmitiéramos a la vez todo el tiempo, nos volveríamos locos.

—Y no, no pierden cobertura nunca —me adelanté a posibles preguntas—; funcionan con una frecuencia interna de onda corta que ha sobrevivido a viajes entre dimensiones y entre tiempos y es imposible de detectar con tecnología humana o de las criaturas. No sé, sin embargo, cómo reaccionará ante la magia de este mundo, pero en principio no debería haber problema. Sin embargo me gustaría que, si nos separamos, vayamos todos al menos de dos en dos; no quiero que pillen a ninguno de nosotros solo.

 —Profesora —volví a mirar a la directora del colegio—, esa habitación de la que nos habló anoche, la Sala de los Menesteres, he leído que se utilizaba también para guardar cualquier cosa que se quisiera ocultar… me parece un buen sitio para ocultar objetos, pero también sé que se quemó durante la última batalla que se libró en este colegio, ¿no es así? ¿sabe usted si se salvó algo? ¿podría alguno de los objetos estar escondido ahí?

—Por otro lado —entonces miré a todos los demás—, no creo que los cuatro objetos que buscamos estén todos en el mismo sitio y si ahora vamos a contrarreloj… quizá deberíamos pensar en más lugares además de las mazmorras*.

—Además, creo que para encontrar objetos escondidos desde hace años, debemos recurrir a quien lleve aquí mucho tiempo. Estaría bien que alguien se dedicase a preguntar a los fantasmas de las casas y a los cuadros, incluidos los de antiguos directores, a ver si saben algo de los objetos.

—Anoche intenté preguntarle más cosas sobre ellos a Aticus, pero no respondió a mi llamada. Y hay alguien más que, si logramos ganarnos su respeto… —miré significativamente a Percy y a Norte pues pensaba que cualquiera de ellos dos sería la mejor opción para esto que tenía en mente— …quizá el señor Peeves también pueda decirnos algo… 

—Finalmente, profesora McGonagall, si quiere, mientras buscamos los cuatro objetos puedo intentar averiguar más cosas sobre los... digamos "atacantes", se me ocurren un par de ideas... sobretodo porque, por lo que han dicho y hecho, creo que son los mismos contra los que la Liga está luchando en estos mismos momentos y por lo que estamos aquí...

—Y eso me recuerda que vamos a la carrera contra ellos. Tenemos que encontrar esos cuatro objetos antes, como sea. 

Terminé de hablar y me di cuenta de que lo había dicho todo de carrerilla a una velocidad vertiginosa, pero parecía que todos me habían escuchado atentamente. Tenía que reconocer que Aticus había elegido bastante bien. 

Artemis empezó a hablar atropelladamente y bombardeando cantidad de matices, probablemente importantes, pero que a esas horas de la mañana eran imposibles de asumir para mi.

Masticando, me acerqué al oído de Sonea.

- Thú gno de zepagues dhe mi - viendo la cara de Sonea, tragué lo que quedaba de tostada y repetí - Tú no te separes de mi pequeña - media sonrisa se dibujó en mi rostro antes de dar un nuevo trago a mi vaso.

Si no fuera porque soy un hombre curtido, esa serie de extraños fenómenos me habrían asustado enormemente. La oscuridad me sobresaltó y saqué la espada de la vaina con presteza.

Esto debe ser uno de los múltiples peligros de los que nos han estado hablando.

El mozo suelta un gran discurso y pone un artefacto extraño en mis manos. Normalmente no hubiero hecho nada con él pero cuando vi que los demás se lo adeherían al cuello hice lo mismo.

Como buen soldado me uní a mi grupo, revisé mis armas en silencio y me preparé para salir.

Cuando la oscuridad empieza a adueñarse del Gran Salón me pongo en tensión, preparada para lo que pueda acontecer.

Una vez la oscuridad es total desenfundo a Aguja y cuando la profesora McGonagall nos indica que la sigamos voy tras ella y el resto del Grupo protegiendo la retaguardia.

Asiento cuando dicen de separarnos por grupos.

Cuando Lord Asriel nos tiende esos aparatos me quedo extrañada mirándolos.

- ¿Que nos lo pongamos aquí? - digo colocándolo donde nos ha indicado. Espero que sirva de algo.

Luego miro a mis compañeras de grupo.

- Cuando queráis. - concluyo moviendo a Aguja varias veces tras lo cual sonrío abiertamente.

Por fin empieza el movimiento.

Estaba apaciblemente desayunando, cuando sin previo aviso, todo se hizo oscuridad. En ese momento, todo el cuerpo de Norte se tensó, frunciendo tanto el ceño que llegaba a doler. Miró a todos lados, con la mano cerca de una de sus espadas. Entonces la figura de la directora apareció, iluminando toda la sala con un conjuro realizado con su varita. Empezó a dar órdenes precisas -¡Qué mujer!- pensó con una media sonrisa. 

Sin perder el tiempo, comenzó a seguir a Mcgonagal y al resto de sus compañeros, donde Artemis ya comenzaba a elaborar algún plan. Arrugó un poco la nariz cuando salió el plan de dividirse. No le hacía mucha gracia, si sus enemigos estaban actuando ya... -Divide y vencerás, no sabemos cuantos so, ni nada por el estilo ¿hum?- cruzó ambos brazos sobre su pecho, si los demás no tenían nada en contra de separarse, no iba a ser él la voz discordante. -¿En marcha entonces?

Stelmaria se encontraba haciendo uso de su paciencia, salvo el escudo estelar de la joven dos patas que todos decían Sonea, y el discurso del otro dos patas con lengua afilada, Astemis le sonaba su sonido.

Su humano sentía su impaciencia y ella sentía la de él, salvo que ambos sabían de la importancia de organizarse.

Pero el joven dos patas a su cuidado no daba muestras de reaccionar.

Grrrr

Lanzo un gruñido al joven apurándolo a moverse.