Partida Rol por web

 Al escuchar las palabras de Kairi, traté de escuchar con más atención, tratando de captar y entender lo que había oído ella, según parecía, como el resto del grupo, dentro de la torre:

 - ¿Que sucede?. ¿Que has oído?.

 Mira que si ya empezaban las complicaciones nada más llegar, mal empezamos. Sin duda sería un mal presagio. Esperaba que solo fuera una falsa alarma, por el bien de la moral del grupo.

Okodar nota una punzada fría que recorre todo su cuerpo arrancándole parte de su ímpetu dejándolo agotado. Al escuchar la protesta del semiogro¹, el grupo, al girarse puede ver una sombra oscura a un lado de Okodar, por el lado que está avanzando Kairi. La sombra no es como las otras que inundan el pasillo, que son consecuencia de la falta de luz, esta sombra parece absorber la luz y ser mucho más oscura que una noche de invierno sin luna. Además, la sombra parece ser una forma humanoide que ha atravesado con su cuerpo parte de la pared.

Una sensación de frío intenso recorre todo mi cuerpo desde el punto en el que entro en contacto con la sombra, noto como el frío entumece mi cuerpo, extrayendo mi fuerza lentamente. De todo ello me doy cuenta en apenas unos segundos, segundos en los que mi entrenado cuerpo reacciona sin pensar, mis brazos giran como un resorte moviendo a Klad en círculo y buscando a su presa - " ¡ Atentos, algo nos ataca ! " -, la sensación es que mi arma impacta contra la criatura, aunque nunca me había enfrentado contra este tipo de monstruos.

No era consciente del peligro que nos acechaba, a pesar de que aquella escalofriante sensación de peligro parecía advertirme de que éste era inminente. Mis ojos trataban de escrutar las sombras hacia las que avanzábamos, tanto que había cometido el error de no dedicar algo de atención a las que nos rodeaban... y las que dejábamos atrás.

Fue la voz de Okodar lo que me llevó a girarme bruscamente, quedando anonadado ante la presencia oscura de aquella especie de espíritu tenebroso, un mal palpable que parecía haber hecho algo al semiogro. Nuestra "manada" era atacada, y aunque nos encontrábamos agrupados, nuestro depredador había optado por atacar eligiendo la presa de mayor tamaño, una elección antinatural. Nadie separaba del rebaño la pieza más fuerte, sino a la más débil.

Además, nosotros no éramos presas, sino otros depredadores...

Apreté los dientes y, con un sencillo gesto que me era tan natural ya como el respirar, me dejé caer hacia delante. En apenas un instante, las manos que debían haber aterrizado en el suelo eran patas con almohadillas y pequeñas garras que me impulsaban a la carrera, en la forma de un salvaje lobo que se aprestaría a saltar sobre aquella criatura para ofrecerle la dentellada del feroz depredador de los bosques.

Anna se encontraba junto a Lobo Blanco al frente de la expedición. Cuando Okodar nos alertó Anna se giró, y tuvo que entornar los ojos para poder percatarse que lo que se movía ¿¡Era la propia sombra de Okodar!? Una figura tan oscura que devoraba el espacio que ocupaba se había materializado tras el semiogro y Lobo Blanco no dudó un segundo en atravesar la formación para lanzarse contra la sombra.

Con sus espadas en las manos, Anna no sabía que hacer, el pasillo era angosto, no podían envolver todos a la sombra que de todos modos había aparecido atravesando una pared... poco o nada servían sus espadas de nuevo. Echó un vistazo enderredor, que más de esas criaturas no vinieran por el frente del pasillo o atravesaran suelos y paredes.

¿Q-qué o-otra cosa podía hacer?

 Miré sorprendido al ser que atacaba a nuestro compañero. No sabía lo que era, pero obviamente no debía de tratarse de un ser de este mundo, ya que de lo contrario, como mínimo, su aspecto me sonaría. Pero tal vez podía deducir una manera efectiva de luchar contra él...

 - ¡Okodar!. - Grité, preocupado por nuestro compañero, pero parecía estar relativamente bien.

La clériga de Mishakal agarro con fuerza el colgante con el símbolo de su diosa y comenzó a rezar con fervor. El colgante se ilumino con fuerza.

Tanto los ataques de Okodar como de Lobo Blanco fallaron. Atravesaron la sombra incorpórea sin causarle ningún daño. Solo el poder divino del colgante de Kairi consiguió dañar a la sombra de alguna manera.  Al impactar la luz del medallón sobre la sombra esta se disolvió en el aire, dejando de nuevo el pasillo despejado.

Atacar a aquella criatura de negrura me causó un intenso escalofrío, producto del instinto de supervivencia tan arraigado en toda las bestias, y del que yo no carecía. Mis fauces habían atravesado su cuerpo, como si su esencia careciera de solidez y realidad. Pero sólo carecía de la primera, pues se trataba de un peligro muy real. ¿Cómo podía combatir algo a lo que no podía morder? La triste realidad era, precisamente, que no podía. Me había convertido en un cachorro sin dientes, inútil e indefenso.

Por fortuna, la "manada" contaba con miembros capaces de hacer frente a la amenaza. Fue la sacerdotisa de Mishakal quien expulsó a aquel ser con el favor de su deidad, y con ello hizo desvanecerse el peligro. Regresé a mi forma de nacimiento, sin disimular el malestar y la preocupación en mi rostro, y observé alrededor nuestro.

Parece que, si hay más cosas de esas por aquí... vamos a depender totalmente de la capacidad de Kairi y Anubis para hacerles frente. -Apunté con incomodidad- Carezco de forma alguna de enfrentarme a algo que no puedo morder. Puede que tras un buen descanso Chislev tenga a bien ofrecerme alguna bendición adecuada para enfrentarme a esos espíritus oscuros, pero ahora mismo estoy desarmado. -Y estar desarmado era algo de lo que había perdido costumbre. Desde que me había iniciado en el sendero del druida, jamás había vuelto a sufrir esa desagradable sensación de impotencia. Esa que me causaban otros niños en mi campamento, cuando me golpeaban por ser diferente sin que pudiera hacerles frente.

Continuamos el camino por el interior de aquella torre hasta encontrar una escalera que ascendía y descendía. Era momento de tomar decisiones respecto al camino a seguir, aunque yo tenía una idea bastante clara de hacia dónde debíamos dirigirnos.

La idea era alcanzar una posición elevada para ver mejor el valle, ¿no? -Pregunté, señalando la escalera que ascendía. No veía motivo para internarnos en los sótanos del lugar.

La mano con la que sostenía el medallón aún me temblaba cuando al impactar la luz de este en aquella sombra, la fantasmagórica criatura desapareció. Había actuado sin estar segura de si aquello funcionaría, y aunque gracias a Mishakal todo había salido bien, aún continuaba algo asustada. Puede que por ello me sobresaltara cuando Lobo Blanco señaló que de Anubis y de mi dependería el hacer frente a aquellos entes.

Al druida parecía preocuparle e incomodarle aquella situación, y en cuanto terminó de explicar que de momento no contaba con recursos para hacer frente a lo que llamó “espíritus oscuros”, quise apuntar algo; buscando en mi interior aquella calma que me caracterizaba y que me ayudaba a sanar también el alma de las personas.

- Haré todo lo que pueda, y más, Lobo Blanco. – dije con mi suave tono de voz, pero llena de firmeza. – Podéis confiar en mí. – añadí mirando a todos.

Continuamos avanzando, estremeciéndome al darme cuenta de cómo empezaban a aparecer esqueletos de otros tamaños, y viendo las distintas marcas que daban cuenta de lo que allí había sucedido. Sin duda la sangre derramada y el dolor causado durante aquella batalla habían sido inconmensurables.

Había guardado mi medallón, pero mantenía mi mano cerca de este, por si necesitaba volver a hacer uso de él. Por el momento no fue así, y terminamos alcanzando el final de un pasillo, donde teníamos que optar por subir o bajar por unas escaleras de caracol.

- Así es, deberíamos seguir subiendo. – respondí a Lobo Blanco, que señalaba la necesidad de ascender ante nuestro propósito de obtener una mejor vista del valle. – Además, no creo que sea buena idea alejarnos de la luz… - añadí mirando hacia aquellas escaleras que descendían.

Pero qué rayos - Anna se había mantenido en la vanguardia del grupo, lejos del ataque de retaguardia que habíamos sufrido. Tal como sospechaba, de nada servían las armas contra seres de otros mundos como el espíritu del desierto o el espíritu de las sombras, y entonces: La luz de Kairi. Definitivamente estaba en un grupo de conjuradores y brujos, y aunque se sentía a salvo, al mismo tiempo le hacía sentir incómoda. Tal vez ellos fueran los lejanos descendientes de los sacerdotes malditos, que vuelven a éste lugar de poder para entregarles en sacrificio una bella y hermosa joven en la flor de su juventud para aumentar sus poderes oscuros.

El rostro de Lobo Blanco parecía tan preocupado como el mío propio, el brujo parecía tener algo de temor. - Seguiré adelante

No hizo ningún comentario más a los despliegues de magia que había presenciado durante el viaje y siguió el pasillo hasta llegar a las escaleras de caracol.

- Estoy de acuerdo, será mejor que subamos primero. Una vez veamos el valle, estoy convencida que los sótanos conectarán con el templo, dejadme subir la primera por si hubiera algún escalón en mal estado - Aunque Anna más se temía que algún viejo mecanismo aún no hubiera saltado en estas escaleras, y aunque viejo y oxidado, aún pudiera acabar con alguno de ellos

Oko mira su arma con indignación, ella que le había seguido por los lugares más oscuros y peligrosos, ella que en el futuro sería quien diese el golpe de gracia a sus enemigos, ella que ha sido como un anexo de su cuerpo, ella..., ella... le ha fallado, es increíble, no puede ser, pero por los dioses, Klad traspasó a ese ser sin llegar ni siquiera a dañar su cuerpo, ¿ como podía matar a algo así con un arma tan débil ?, abatido por la situación, escucho a mis compañeros como toman la decisión de subir hacia lo alto de la torre, yo mientras medito en la falta que ha cometido mi arma, me quedaré a vigilar sus espaldas, pero ¿ que hacer si aparece otro de esos seres ?, toda mi fuerza, toda mi agresividad, mi ira, no sirven de nada. Si no fuese por estos seres que me acompañan, parecían débiles, pero esconden poderes desconocidos, habilidades sobrenaturales que me sobrepasan. Intentaré aprender y en cuanto a Klad, como encuentre un arma más poderosa, se puede dar por jubilada. - " Subid yo vigilo vuestras espaldas, si algo más aparece intentaré matarlo " - digo no muy convencido.

 No me atrevía a decir a mis compañeros que tal vez mi magia no podía ser suficiente para protegerles. Lo último que quería era asustarlos, ya que en este tipo de tareas, el miedo significaba muerte, ya que llevaba a cometer errores:

 - Haré lo mejor que pueda para ayudaros y protegeros. Okodar, ten cuidado, no sabemos lo que puede haber por aquí y no queremos que arriesgues tu vida. De todas formas, parece que las oraciones son lo mejor que funcionan contra esos seres de sombra, así que, si nos encontramos con más, Kairi parece estar mejor cualificada para hacerles frente.

La primera planta de la torre está sostenida por vigas y podéis ver que el suelo se ha podrido en algunas zonas, mientras que en otras está petrificado. Las estrechas aspilleras proporcionan algo de luz natural, pero la iluminación sólo revela telarañas entre las vigas y los montones de polvo que se han acumulado con los años.

En la sala de la primera planta podéis oír el crepitar de los tablones de madera que se quejan por el peso. Vuestras pisadas levantan pequeñas nubes de polvo y arena. Por todo el suelo hay esqueletos esparcidos, ya sin una pizca de carne. Tras un rápido registro, comprobáis que no hay nada interesante en esta sala. Si en algún momento hubo algo de valor se ha podrido por el paso del tiempo.

La escalera de caracol continúa subiendo hasta la segunda planta de la torre. Al final de la escalera hay una habitación pequeña que no mide más de 15x15’ (4,5 x 4,5 mts). La puerta que lleva fuera de la habitación, a diferencia de las de los otros pisos, todavía está entera.

A través de la puerta veis una habitación sólo ligeramente más grande que la que ahora ocupáis. Extrañamente, parece completamente vacía de cuerpos excepto por un único esqueleto sentado en una silla contra la pared norte, con una ballesta cargada en el regazo y una espada larga brillando en el suelo a sus pies. De repente, un leve brillo empieza a envolver los restos esqueléticos y una imagen fantasmal se levanta: es un humano corpulento vestido con una armadura transparente y empuñando una hoja fantasmal que recuerda a un combatiente istariano de la antigüedad.

El guerrero espectral avanza, apartándose de su cuerpo, y levanta la espada, mirándoos con los ojos vacíos ardiendo, mientras susurra con una voz profunda que resuena extrañamente en la habitación.

¿Qué os trae aquí?

Desde la distancia que ofrece estar en la retaguardia, escucho una siniestra voz proveniente de la parte alta de la torre, como por ahora no escucho ruido de combate, mantengo mis sentidos en alerta por si acaso viene alguien ( elijo 10 a avistar y escuchar )

Por unos momentos la sangre se heló, la espada brillante atraía la codiciosa mirada de Anna mientras que su sangre se mantenía tan rígida como el hielo, impidiéndole ningún movimiento mientras por encima del esqueleto se levantaba aquel fantasma iluminado. Unos pocos segundos de incómodo silencio, frente a la increpancia del espectro le hizo recordar que era la que iba delante.... No tenía joyas y estaba sentado en una silla corriente, debía ser el guardián de este valle.

Para su fortuna, estaba adiestrada para esto, no importaba cuantos ojos le miraran o cuan aterrada pudiera estar, las palabras más que ensayadas salieron de Anna, sin titubeo pero con la inseguridad de no estar pensando demasiado bien lo que decía - Soy Anna, de Ergoth del Sur, y esta comitiva ha llegado desde Pashin a tu ciudad en ruinas. Decidme guardián del Valle. ¿Porqué dejasteis que el valle cayera ante la traición de la oscuridad y qué hacéis aquí? - Bajó sus armas, ya que de nuevo, poco servirían contra un espíritu de la muerte

Por mucho tiempo el valle ha permanecido maldito, hemos venido a liberar vuestras almas y purificar este lugar.

Tú guardián. Ayúdanos y redímete. 

Se giró al grupo unos segundos, enarcando sus cejas y mordiendo su labio inferior, dejando cara interrogante a lo que ella misma había dicho y encogiéndose de hombros para volver su cabeza al fantasma y esperar su respuesta.

¿Por qué dejasteis que el valle cayera ante la traición de la oscuridad[…]?

Los ojos del guardián brilla con intensidad y el fuego de su interior se aviva. Precisamente porque fue eso, una traición. Estábamos preparados para proteger los ataques de fuera, no los de dentro. Comenta con ira el espectro. El gran sacerdote de Mishakal, cuyo nombre no voy a pronunciar, nos traiciono a todos. ¡Me traiciono a mí, y a mis hombres!

Luego con un azul y traslucido dedo apunto directamente al pecho de Okodar. ¡Y tu raza fue el instrumento utilizado para sembrar el caos! ¡NO TIENES DERECHO DE ESTAR AQUÍ!

Por mucho tiempo el valle ha permanecido maldito, hemos venido a liberar vuestras almas y purificar este lugar.

¡No descansare hasta que el último de mis guerreros encuentre la paz! La ira y la venganza a inundado sus mentes durante siglos hasta arrastrarlos a la locura. Ahora no son más que sombrar huecas llenas de odio. Como al perro rabioso, su único descanso posible es la muerte. ¡Destruirlos para que alcancen la paz!

Recientemente he notado que uno de ellos ha alcanzado la paz, pero queda otro en el sótano.